Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

10 mar 2013

Cuando las 'top' dominaban la tierra. Auge, decadencia y caída Por: Jesús Rodríguez | 10 de marzo de 2013

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                                      Fotografia de Peter Lindbergh. (1990)

Time era la biblia. Y la sagrada escritura del periodismo había dedicado su portada del 16 de noviembre de 1991 a las supermodelos. La imagen de su cover era Naomi Campbell. Tenía 21 años. El súbtítulo del reportaje era Beauty and the bucks. Belleza y pasta. En el interior, se describía, con el rigor y maestría legendarios en la mejor revista del mundo (que unas semanas antes había llevado en esa primera página la Guerra del Golfo, la corrupción en la recién fenecida Unión Soviética o la destrucción de la capa de ozono), el complejo fenómeno económico y mediático unido al fenómeno de las top model. Hasta esos días, ignorábamos todo ellas. No tenían nombre. En los ochenta, Lauren Hutton, Iman e Inès de la Fressange habían abierto el camino. Pero esta nueva generación era otra cosa. Un terremoto. Movía millones en publicidad y marketing. Y copaba las páginas de las grandes publicaciones de moda y protagonizaba en incipiente universo de los vídeoclips. Un par de meses antes, Canal + ya había producido un documental en blanco y negro llamado Models, dirigido por el fotógrafo Peter Lindbergh, uno de los primeros que retrataron a las nuevas divas de la moda. Nosotros también queríamos explorar ese planeta.
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Linda Evangelista fotografiada en 1992 en el Retiro. Fotografía de Chema Conesa.
Se decidió hacer un gran reportaje sobre las top en El País Semanal. Salimos de pesca. Hablamos con los conseguidores. Cebamos el anzuelo. Lanzamos el sedal. Resultado negativo. Imposible entrevistar a Linda Evangelista, Claudia Schiffer, Cindy Crawford, Christy Turlington, Stephanie Seymour, Karen Mulder o Helena Christensen. Menos aún fotografiarlas. No tenían tiempo. Pedían mucho dinero. Nosotros no pagábamos. Además, Evangelista había lanzado al orbe una frase que se convertiría en el eslogan de aquella generación de modelos que se iba a convertir en un icono de los 90: “No me levanto de la cama por menos de 10.000 dólares”. En ese terreno jugábamos. Aguardamos.
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 Claudia Schiffer en el desfile de Loewe de 1992 /Ch. C.
La ocasión llegó cuatro meses más tarde. Loewe, que estaba alcanzando las seguras costas del grupo LVMH, quería darle una vuelta a su solemne imagen y hacer sus pinitos en el prêt à porter. Extender el negocio. Sonar. Ser cool. Tiró de talonario y fichó a la primera división para su desfile inaugural en el Retiro madrileño. Su músculo financiero era cuestionable, pero sus perfumes daban mucho de sí (como aún ocurre hoy). Sus responsables echaron el resto. Había que aprovechar la ocasión. Hablamos con ellos. Nadie nos prometió nada. Ningún acceso estaba asegurado. Las top eran muy jóvenes, muy ricas; muy volubles; caprichosas y rodeadas de aduladores y buscavidas. Habían abandonado el hogar siendo casi unas niñas. No nos iban a dedicar ni una caída de ojos. Probamos suerte. En la mañana del 19 de febrero de 1992, el fotógrafo Chema Conesa y yo nos plantamos en el cuartel general del evento en Madrid. Habían llegado la noche anterior. Sólo Linda Evangelista, la número uno, que tenía 26 años, aterrizaba esa misma madrugada desde París en avión privado. Cobraría cada una 18.000 euros de la época por unas horas de trabajo.
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Evangelista horas después de entrevistarla /Ch. C.
Nunca supe si nos colamos o nos colaron. Si fuimos listos o, Carmen Valiño, la responsable de comunicación de Loewe, hizo un gesto imperceptible a los matones de la puerta para que tuvieran manga ancha con esos dos pobres mortales. Entramos inopinadamente en El Dorado. En un comedor blanco, minimalista y zen, repleto de mujeres muy jóvenes de una belleza apabullante que se movían en vaqueros y camiseta con la majestuosidad y el desenfado con el que se levita sobre una improvisada alfombra roja, bookers solícitos y camareros que servían un sofisticado brunch mezcla parisiense y mediterráneo en el que abundaba el champagne. Nadie sabía que éramos periodistas. Nos sentamos y observamos. Fue un placer de un par de horas. En la crónica que al día siguiente hice para la última de EL PAIS, describí así aquella situación bajo el título Las inaccesibles reinas de la pasarela: “Evangelista, Naomi Campbell y la rubia Karen Mulder compartieron muy sonrientes mesa, conversación, tortilla de patata y mediasnoches de jamón. La que ha sido definida como la nueva Brigitte Bardot, Claudia Schiffer, la más arreglada del grupo, en su Chanel minifaldero, comió pasteles y fresas sin dirigirles la palabra. Tras el almuerzo, peregrinación para llamar al novio. El primer problema del día había surgido cuando la divina Evangelista exigió un teléfono portátil, utensilio del que carecía la organización y que hubo que comprar precipitadamente para satisfacer a Linda -que se ofreció a pagarlo de su bolsillo-, y que las modelos extranjeras usaron con profusión. Naomi Campbell -enfundada en un estrechísimo vestido estampado con mariposas y con las mismas botas de tacón que su íntima Linda- lo intentó media docena de veces sin éxito y se marchó al camerino de morros sin haber podido comunicar -quién sabe- con Robert de Niro o el devaluado boxeador Mike Tyson”. 
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Evangelista en acción /Ch. C.
Estábamos envalentonados. Teníamos una historia. Tras los postres, fuimos directos a por Linda Evangelista, canadiense de origen italiano, de origen humilde; una modelo rubia, morena o pelirroja según exigiera el guión, que no había conseguido el provinciano título de Miss Niágara en su adolescencia, pero fue reclutada a comienzos de los 80 por el hombre que se casaría en 1987, Gerald Marie, un agente de modelos de aspecto patibulario y compañero de farra del que se iba a convertir en fotógrafo oficial de las top, Peter Lindbergh, que pasaría a la historia junto a su socio John Casablancas, por dar a luz en una noche de vino y rosas al fenómeno de las top model. En aquel artículo de febrero de 1992 describía así el encuentro con Evangelista: "Fuera del pabellón, los fotógrafos esperaban una ocasión para retratar a las top. No la hubo. La consigna de la organización era: "Fotos no, entrevistas no, ruedas de prensa no". Sólo Linda Evangelista se dignó mantener una conversación con EL PAÍS, eso sí, repitiendo a cada segundo durante los 15 minutos que duró la entrevista la misma frase: "Solo dos preguntas".
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 Claudia Schiffer vestida de novia en el desfile /Ch. C.
Acorralamos a Evangelista. Accedió. Sin maquillar, con gesto cansado, y de negro total, accedió a que Conesa le hiciera unos retratos sin luz ni sentido ante un muro de ladrillo. El fotógrafo, con su escueto inglés, intentaba que la top no diera la espantada en el minuto uno con unas pocas frases: “Great, Linda. Great Linda”. “Beautiful”. “Just a moment, Linda”. Y disparaba. Mientras, yo la interrogaba con un catálogo de lugares comunes. Su guardaespaldas se movía inquieto. La mejor respuesta de Evangelista apareció con la última cuestión. Cuando le pregunté si se consideraba la número uno del negocio. Me miró de arriba abajo con su bellísima cara de malvada y sentenció: “Mire, yo soy una persona no un número. Nunca he pensado en mí misma como en la ocho o la ochenta. Soy Linda Evangelista, no he reemplazado a nadie y nadie puede reemplazarme. Y cuando llegue el final estará bien, porque habré hecho lo que quería hacer y habré obtenido lo que quería obtener”. La entrevista fue portada de El País Semanal el 15 de marzo de 1992, con unas fotografías de Karl Lagerfeld que nos cedió Chanel. Lagerfeld ya no sólo quería ser modista; quería ser artista. 
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John Casablancas y Gerald Marie, los creadores del fenómeno 'top model'.
Nunca más volví a ocuparme del mundo de las modelos. El fenómeno comenzó a renquear al finales de la década, con la sucesión de escándalos, drogas, amores locos con actores y financieros y excentricidades rizando el rizo de unas supermodelos cada vez más ricas y pasadas. Al tiempo, había surgido una nueva generación de top procedentes de Rusia y Brasil, nativas de la era de la información y con un canon que oscilaba entre la belleza apoteósica y la cabeza fría de Gisele Bündchen y la belleza inquietante y la cabeza caliente de Kate Moss. Era la decadencia del imperio de las chicas de la agencia Elite. En noviembre de 1999, un reportaje de la BBC con cámara oculta dirigido por Donald MacIntyre bajo el título, La moda al descubierto, desvelaba los sucios hábitos sexuales y económicos de Gerald Marie, el pope del fenómeno de las top, y el copropietario de Elite, inmerso en un mundo de corruptores de menores empolvados en cocaína. Un año antes la CBS ya había emitido otro reportaje que desvelaba como aspirantes a top menores de edad eran iniciadas en el consumo de drogas por los responsables de algunas agencias. La santísima trinidad de las denuncias se completaba con el libro del reportero de The New York Times, Michael Gross, titulado El feo negocio de las mujeres más bellas.
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Gerald Marie en la actualidad.
Marie nos recibió en París en el frío espacio industrial que albergaba la sede europea de la agencia Elite, en la que habían militado todas las grandes, la primera, su ex mujer, Linda Evangelista. Solo una semana antes, Marie había concedido su primera entrevista a Talk, la revista neoyorquina creada por la periodista Tina Brown, ex directora de The New Yorker y Vanity Fair (que intentaba guillotinar sin éxito a sus antiguas publicaciones). Oliviero Toscani le hizo una serie de retratos desnudo para Talk y EL PAIS. Cuando nos llegó el turno de hablar con él, la entrevista con Gerald Marie fue muy desagradable. Era un pavo real sin escrúpulos que no se arrepentía de nada. Entró en infinitos pleitos con la BBC. Salió airoso. Era insumergible. Mi primera impresión del personaje, reflejado en un reportaje de El País Semanal de junio de 2000, con el título Cuchillos en la pasarela, fue esta: “El aspecto del presidente de Elite Europa es inquietante. Mediana estatura, grandes hombros, espalda cuadrada, cintura estrecha, muy bronceado, sonrisa reluciente, nariz de boxeador. Cada arruga de su rostro parece guardar un secreto. Cuando desciende de un Volvo S80 con chófer seguido por su última novia brasileña, antes de entrar en sus oficinas, observa a un lado y otro de la calle con inquietud”.
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Fotografía de Chema Conesa.
Tras esa introducción, el primer párrafo del reportaje era definitorio y definitivo.  podría haber sido también el último: “Un cerdo con las mujeres. Un genio de los negocios. Este es Gerald Marie, el hombre que construyó el mundo irreal de las top model. Que se inventó a Linda Evangelista y Naomi Campbell. Y ganó muchos millones de dólares. Depredador sexual y uno de los mejores agentes de modelos de la historia. Un acróbata que tras recibir hace seis meses en plena línea de flotación un mortal torpedo en forma de escándalo periodístico, ha vivido para contarlo. Y, de rebote, se ha deshecho de su amigo, patrón y eterno rival (en la cama y los negocios), durante tres décadas: John Casablancas, fundador de la agencia Elite y ex marido de Stephanie Seymour”. 
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Casablancas y Marie son historia. Y las top, acercándose a los cincuenta, dan sus postreros coletazos publicitarios y apadrinan colecciones de grandes almacenes.
Algunas probaron con escaso éxito el mundo del cine. Todas eran muy malas actrices. Basta revisualizar los trabajos de Schiffer, Carla Bruni o Elle Macpherson. Sólo Kate Moss, que nunca formó parte realmente del lobby y siempre fue por libre, ha seguido dando guerra con su inimitable estilo de adolescente cockney. El pasado mes de diciembre el Vanity (auténtico) le dedicó su portada con el siguiente subtítulo: "Sexo, drogas y Johnny Depp". Genio y figura. Once años antes, otra periodista de EL PAIS, Eugenia de la Torriente, ya había contado su historia en las mismas páginas de El Pais Semanal. El resultado: El regreso de las top. El eterno suma y sigue del periodismo.

Ella cantaba en la noche

Apenas la conocí, tres o cuatro encuentros, pero esta enorme actriz fue, durante un largo tiempo que ahora parece desvanecerse, emblema de un Madrid nocturno con repentinas fosforescencias, de cuando la palabra “tertulia” todavía no era una mala palabra. María Asquerino reinó en el Gijón y así la retrató Garci en Tiovivo, dueña y señora, con aquella mirada imborrable hacia Fernán Gómez, su amor imposible, y luego en Oliver, y luego en Bocaccio, durante más de tres décadas, con mesa propia en cada uno. José Luis Coll siempre decía que ella ya estaba en Bocaccio antes de que lo construyeran, esperando a que abriesen, esperándole a él y a Balbín y a Paco Valladares y a Juan Diego y a otros quinientos. José María Pou (“Yo soy hijo de María, y somos muchos”) recordaba el domingo aquellas noches del Madrid de los setenta guiadas por la Asquerino, las cenas en Luarqués y El Comunista, y luego en el cónclave de Marqués de la Ensenada, siempre en la primera mesa de la derecha, la tertulia que empezaba a medianoche y acababa cuando acababa, y su generosidad, y su forma de tejer una instantánea red de complicidades.
A mí ella, cosa curiosa, no me hablaba de teatro o de cine sino de músicas olvidadas y clubs que ya no existían, quizás porque le hacía gracia que yo recordase aquellas canciones, quizás porque empezaban a borrársele un poco tantas funciones y tantas películas. Yo quería llevarla hacia la Pili de Surcos, vendiendo tabaco de estraperlo en la Gran Vía, o hacia la culminante escena de la borrachera de Anís del Mono en El mar y el tiempo, que le valió un Goya en 1989, quizás lo más desgarrado, trágico y brutal que interpretó nunca, y quería hablar de la Jimena de Anillos para una dama, aquel éxito que duró tres años, en el Eslava, y luego en la Comedia, y luego en el Cómico, y de Motín de Brujas, pero a ella la cabeza y el alma se le iban hacia la cripta de Oliver, con el eterno Paco Miranda al piano, cantando Yo te quiero, vida mía, del maestro Moraleda, que era una de sus canciones talismán, y cuando cerraban Oliver, decía, íbamos en peregrinación a Paddington, en la calle de la Reina, o a Always, aquel pub que Mónica Randall y Luis Morris montaron en la calle Hileras. ¿Te acuerdas de Luis Morris? Sí, María, claro que me acuerdo.
Caminábamos con el perrito por los alrededores de su casa y pasaba la mano por las verjas del Retiro, como una niña. Viajaba, cada vez más atrás, como quien sigue un sendero de piedras blancas en la noche, hacia el Whisky & Gin de Claudio Coello, yo cantaba boleros, decía, era la época de los boleros y la canción francesa, y una noche cogí una guitarra, porque tenían piano y guitarra a disposición de los clientes y canté Dos cruces, y Ava se enamoró de aquella canción, y cada vez que coincidíamos allí se ponía de rodillas y me la pedía, y yo tenía que decirle “Por favor, Ava, levántate, claro que te la canto, ahora mismo”. Su último café fue el bar del Español, el Español de Mario Gas, donde iba a merendar cada tarde, porque allí se sentía querida, en familia, decía, y porque era lo más parecido, en espíritu (y en bocadillos estupendos) a la demolida cafetería del María Guerrero. Siempre agradecía una mención y enviaba una nota, tan vieja escuela como su maestro José Luis Alonso. Así fue en sus dos últimos, breves trabajos, la dueña del burdel de Roberto Zucco, con Pasqual, y el Tío Vania de Alfaro, en el María Guerrero, y recordaba palabra por palabra los comentarios. “Tú escribiste: María Asquerino en el breve rol de la madre: tiene cuatro frases pero las clava como mariposas en un corcho. ¿Verdad?”. Sí, es verdad, María. Aquel último paseo, también de noche. Cantaba canciones francesas, no sé ahora si J’attendrai o Les amants d’un jour. Tendría que haber sido cantante, decía, me hubiera ahorrado muchos disgustos. Comenzaba a estar preocupada por los fallos de memoria, por el eterno miedo de los cómicos a quedarse en blanco. Estoy muy sola, decía, estoy condenadamente sola, pero luego reía, que es otra forma de cantar en la noche. Una risa un poco triste, porque se le había muerto mucha gente, porque aquella gente y aquellas charlas inacabables y aquel ir de un café a otro, de un club a otro, habían desaparecido, parece mentira que todo eso haya desaparecido, decía, se habían disuelto como el hielo en los vasos.

Del Blog Papeles Perdidos

"La verdad se corrompe o con la mentira o con el silencio”, Cicerón
La historia está hecha, en parte, de la degradación, el desprestigio y manipulación que hacen de las palabras y el lenguaje políticos, empresarios y dirigentes en general, y en estos tiempos estamos siendo testigos de una situación alarmante en España, y seguro que en muchos otros países, a su manera.
ElrotoLlevaba indignado varias semanas con el tema, con el hecho de que, además, esa gente del poder nos faltaran el respeto y nos subestimara a los ciudadanos con la manipulación del lenguaje para enmascarar la realidad. Ya sé que el eufemismo es el principal aliado del poder, pero ahora está entronizado de una manera descarada y absurda, que en fin... (Ilustración de EL ROTO)
Así es que ayer publiqué en la sección de Cultura de EL PAÍS un artículo en el cual varios intelectuales españoles alertan sobre lo grave de esta situación y analizan sus riesgos. Y ahora me gustaría mucho conocer la opinión de ustedes. En la pieza, titulada Lo que la cháchara política esconde, están las reflexiones de Fernando Savater (filósofo y escritor), José Manuel Blecua (filólogo y directator de la Real Academia), Javier Marías (escritor y académico), Victoria Camps (filósofa y ensayista), Antonio Colinas (poeta), Soledad Puértolas (escritora y académica) y Gonzalo Abril (semiólogo de la Universidad Complutense de Madrid).
El artículo empieza así: "Desde la ufanía, gobernantes, políticos y empresarios españoles tratan de usurpar, ocultar o alterar la dura realidad del país entronizando el eufemismo y el silencio con tal de no llamar a las cosas por su nombre. Filósofos, escritores, filólogos y profesores alertan sobre este enmascaramiento basado en la tergiversación y degradación del lenguaje. Lo que sigue es un asomo a ese mundo de ficción, un híbrido entre Macondo, Matrix y la Tierra Media". PUEDES CONTINUAR LEYENDO EL ARTÍCULO AQUI.
En vista del interés y acogida por parte de los lectores, tanto en índices de lectura como en sus comentarios, he creído conveniente continuar ese debate lingüístico en Papeles perdidos.
Para empezar he preguntado a Javier del Hoyo, que acaba de publicar el libro Etimologicón. El sorprendente origen de nuestras palabras y sus extrañas onexiones (Ariel) su opinión sobre la situación general del uso de las palabras y el lenguaje: "Comunicamos por la palabra, pero las palabras están cargadas de connotaciones. Las hay con una fuerte carga negativa que simplemente desmontan o bloquean a quien se les lanza, por ejemplo 'Facha, ultra, antidemócrata', dejan fuera de combate a una persona. Otro factor es crear opinión a base de repetir una idea, aunque sea falsa. Goebbels el ministro de Propaganda de la Alemania nazi, decía que 'una mentira dicha una vez es mentira, repetida varias veces suscita la duda, y dicha infinidad de veces crea certeza". Ahora la pregunta es para ustedes: ¿Qué opinan de esta situación generada por los dirigentes y el poder de no llamar a las cosas por su nombre para ocultar la realidad o maquillarla? ¿Cuáles son los casos más alarmantes o que lo indignan más?
Para abrir este debate coral reproduzco varios comentarios al artículo de ayer:
Joakin Fernández es muy crítico: "Demuestra el desprecio por la verdad de una legión de serviles y aduladores cuyo único interés radica en mantener su status de poder. Despreciar la verdad es despreciar a los que queremos saber para poder actuar en consecuencia, pero en nada deberíamos sorprendernos ya que desde el primer momento vimos que la realidad iba a transcurrir en paralelo a sus promesas". Y luego llama la atención a los periodistas y medios de comunicación para no caer en el juego.
Serantes, es contundente: "Me alegro de que se vayan enterando. El atropello del lenguaje es paralelo al atropello a los inocentes votantes. Así funcionan las dictaduras (hay muchos tipos de dictaduras aunque el resultado es siempre el mismo). Espero que alguien tome nota y lea LTI La lengua del Tercer Reich, del filólogo judío alemán Victor Klemperer. Recogió la "agresión" nazi al idioma alemán".
Gatopando es claro: "Para eufemismos, los hilillos de plastilina.... En España estamos cansados de ver a enormes papadas bailar al son de palabras como democracia y libertad".
Aliasbarricadasm recuerda: " El señor Bárcenas tiene todo nuestro apoyo" (Mariano Rajoy, 2010). "Paco, yo creo en ti y estoy seguro que nadie podrá demostrar que no es inocente" (Rajoy, defendiendo a Camps).
abp hace el siguiente reocrrido: "Ya lo dice Cospedal: lo de Bárcenas con tonterçias. Lo importante es el enriquecimiento a largo plazo a base de vuestra austeridad. Y también es muy muy importante: 1. que parezca que Merkel es la culpable de lo que pasa en España (crucial), 2. Que dimita ZP, perdón, Rubalcaba, porque anda que vaya daño que hace, aunque no gobierna".
Lo dicho, ahora la pregunta es para ustedes: ¿Qué opinan de esta situación generada por el poder de no llamar a las cosas por su nombre para ocultar la realidad o maquillarla? ¿Cuáles son los casos más alarmantes o que lo indignan más?
A continuación algunos ejemplos:
VERDAD MAQUILLADA
“La indemnización que se pactó fue una indemnización en diferido. (...) Y como fue una indemnización en diferido, en forma efectivamente de simulación...”, María Dolores de Cospedal sobre la salida del extesorero del PP, Luis Bárcenas (febrero, 2013)
“Me voy a la Eurocopa tras haberse resuelto la situación”. El rescate es “una línea de crédito”. Mariano Rajoy (junio, 2012)
Casa Real: "Cese temporal de la convivencia", sobre la separación ede la infante Elena de Jaime de Marichalar.
“Nos lleva a la necesidad de que evitemos la utilización de palabras como desahucio, desalojo, alzamiento y pérdida o privación de su vivienda”: la Consejería de Vivienda de Castilla-La Mancha a sus delegaciones (febrero, 2012).
“Recargo temporal de solidaridad”: Cristóbal Montoro al aumentar el IRPF en diciembre de 2011.
“La economía española experimenta una fuerte desaceleración, casi un frenazo", José Luis Rodríguez Zapatero en junio de 2008.
Brotes verdes: La bajada del paro inspira el nuevo vídeo electoral del PSOE (2009).

Miles de manifestantes marchan en 60 ciudades contra el paro y los recortes


Los líderes de UGT, Méndez, y CC OO, Toxo, en la cabecera de la marcha. / claudio álvarez
Contra el paro, seis millones de razones. Este es el lema que este domingo ha conseguido sacar a la calle a miles de manifestantes en 60 ciudades españolas. Las protestas han estado convocadas por la llamada Cumbre Social, que aglutina a 150 organizaciones sociales y sindicales. Más de 300.000 personas, según los promotores de las movilizaciones, han participado en las marchas de Madrid, Barcelona o Valencia para dejar constancia de su oposición a los recortes y exigir una regeneración democrática.
La Cumbre Social ha alertado de que la corrupción y el tijeretazo del Gobierno en educación, sanidad y asuntos sociales socavan la confianza en las instituciones y amenazan la convivencia democrática. Así lo han dejado patente las portavoces Ana Lima, Araceli Ortiz y Rosa Escapa, que han leído un manifiesto en la Puerta del Sol, donde ha terminado la manifestación de Madrid. Según los organizadores, 50.000 personas han participado en la marcha en la capital.
Los secretarios generales de CC OO y UGT, Ignacio Fernández Toxo y Cándido Méndez, respectivamente, han encabezado la protesta madrileña, que ha partido de la Plaza de Neptuno. Los líderes sindicales han arremetido contra las políticas de austeridad, un “suicidio” en términos sociales y de empleo. Cayo Lara, coordinador general de Izquierda Unida, y Tomás Gómez, líder del PSM, también han acudido a la manifestación. Gómez ha justificado ante los periodistas la movilización, convocada “contra los recortes y la política económica del Gobierno”. “Con la información que estamos conociendo en los últimos días, cuanto más llenos están los bolsillos de algunos miembros del PP, más vacíos están los bolsillos de los ciudadanos”, ha asegurado.
Violencia es cobrar 600 euros; Roban tu salud; Báñez [ministra de Empleo] dimisión por seis millones de razones, o Vender lo de todos es un delito social son algunos de los lemas que rezaban las pancartas que portaban los manifestantes en Madrid. Los participantes en la marcha han coreado cánticos como “Que no nos representan” o “El puesto de trabajo no se vende”.
Esta escena se ha repetido en las 60 ciudades españolas en las que estaba convocada la protesta. La más multitudinaria, según los promotores de las movilizaciones, ha sido la de Barcelona. Unas 60.000 personas, según los organizadores, 20.000, de acuerdo con el recuento de la Guardia Urbana, se han manifestado este mediodía por el centro de la ciudad condal y han llenado la Via Laietana, escenario clásico en este tipo de actos.
Partidos políticos de izquierda (ICV, PSC i ERC) han estado representados en la marcha por sus líderes junto a los dirigentes de los sindicatos convocantes, CC OO y UGT, y de la plataforma Prou Retallades (Basta de Recortes). Sin derechos, sin trabajo, no tengo nada o Contra el saqueo de Mas y Rajoy han sido algunos de los eslóganes de la protesta.
La marcha también ha tenido sus réplicas en ciudades como Girona, Lleida y Tortosa. En cada una de ellas se han concentrado más de un millar de manifestantes.
Otra de las protestas más multitudinarias ha sido la que ha recorrido el centro de Valencia. Unas 15.000 personas, según los organizadores, se han reunido en la calle Xàtiva, desde donde ha partido la marcha. Una pancarta unitaria que rezaba Contra l'atur i les retallades en drets socials, per la regeneració de la democràcia (Contra el paro y los recortes en derechos sociales, por la regeneración de la democracia) encabezaba la manifestación.
En otras comunidades autónomas, como Andalucía, Castilla-La Mancha, Murcia, Extremadura, Castilla y León o Canarias, también han salido a la calle miles de personas para protestar contra el paro y los recortes sociales. En Pamplona (Navarra) se han escuchado numerosas alusiones a la polémica por el cobro de dietas en Caja Navarra.
Pese a que las manifestaciones convocadas por la Cumbre Social se enmarcan en la jornada de lucha europea que ha organizado la Confederación Europea de Sindicatos para los próximos 13 y 14 de marzo en todos los países de la Unión, en las 60 ciudades españolas ha estado marcada por la situación que vive el país, especialmente por el paro, el aumento de la precariedad laboral y por los recortes.