Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

18 feb 2013

No consumiremos como antes de la crisis

La pérdida de empleos bien remunerados, los nuevos formatos comerciales y los cambios demográficos frenan la recuperación de la demanda

Los nuevos hábitos de gasto pervivirán mucho tiempo.

 

Los supermercados de bajo precio y las marcas blancas mantendrán sus clientes. / Carlos Rosillo

El fenómeno de las marcas blancas, esas propias de los establecimientos, arrancó antes de la crisis, pero las restricciones presupuestarias de las familias españolas —muchas de ellas sumergidas en una verdadera economía de guerra— las han disparado: la cuota de mercado de esas marcas llamadas del distribuidor ha subido del 22,3% en 2004 al 33% en 2012
. A ese último año corresponde un aumento de dos puntos porcentuales. España tiene seis millones de parados, vive su segunda recesión en cuatro años y las ventas en el comercio han encadenado cinco años a la baja, pero cuando todo esto levante cabeza es difícil creer que los españoles abandonen esa marca blanca que han descubierto y que ya exhiben hasta con cierto orgullo en una cena en casa.
Este es uno de esos cambios estructurales que hacen difícil el regreso a un modelo como el previo a la crisis. A las proyecciones demográficas, que auguran un descenso poblacional en la franja de edad que más consume, se une la previsión de una recuperación muy lenta, una pérdida de empleo en sectores bien remunerados que tardarán en volver y unos nuevos formatos comerciales que han cambiado muchas pautas y hábitos. Además, la recuperación del volumen de gasto será lenta, según coinciden los expertos. Aun así, el peso del consumo en la economía varía muy poco (ha pasado del 58,9% en 2000 al 57,4% en 2011).
“El consumo que hemos conocido antes de la crisis no volverá en mucho tiempo posiblemente, pero el de justo la etapa anterior a la expansión económica tampoco, porque ambos se basaron en el crédito.
 Desde mediados de los ochenta, el crecimiento económico en España se ha basado en burbujas”, explica Miguel Ángel García, jefe del gabinete económico de Comisiones Obreras.
 Para consumir hace falta renta disponible o capacidad de endeudamiento, recuerda, y ambas variables tardarán en recuperar cuando España, cuya deuda privada más que replica el PIB, vuelva a crecer.
La población de entre 25 y 50 años perderá un 18% de efectivos en 2022
“Es difícil hacer previsiones porque España ha cruzado todas las líneas rojas, pero lo que indica la caída de consumo es que Keynes sigue vivo: el consumo depende de la renta, de las expectativas, de la incertidumbre”, señala Matilde Mas, experta del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie). Ambos factores tardarán en volver a su época de bonanza.
La clase media, locomotora del consumo, está además cambiando. José Luis Nueno, profesor de la escuela de negocios Iese y especialista en consumo y distribución, lo llama “clase mundial convergente” en la que los hogares de este grupo de las economías tradicionales pierden una parte de poder adquisitivo y se suman a los de las nuevas potencias como Brasil.
“Hay una clase media global emergente de 2.000 millones de individuos, pero más baja. Suponen una gran oportunidad de mercado pero al mismo tiempo es un reto”.
Nueno contempla un empobrecimiento de la tradicional clase media en el caso de España por varios factores económicos, más allá del pinchazo de la burbuja inmobiliaria. “Hay un montón de gente con empleos industriales (con sueldos medios más elevados que en el resto de sector), por ejemplo, que no tendrán un puesto de trabajo de esa calidad”, advierte.
El peso del empleo industrial en el total lleva años menguando
La industria ha perdido desde 2008 unos 660.000 ocupados, más que la media del mercado de trabajo en España, y su peso en el total de la ocupación, antes y después de la crisis, ha menguado, según muestran los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA). En los últimos cuatro años ha pasado del 15% al 14%, mientras que los servicios ampliaron su peso del 69% al 74% en el mismo periodo, un contexto de destrucción de empleo generalizada.
“Y si pensamos en los funcionarios, la destrucción de su empleo y su pérdida de ingresos también tiene repercusión, porque este ha sido tradicionalmente el colectivo que podía sostener su consumo en cualquier circunstancia por la estabilidad de su salario y de su empleo, así que también podía endeudarse”, añade Nueno.
Y la masa crítica puede menguar en el futuro. Las proyecciones demográficas que recoge en Instituto Nacional de Estadística (INE) dibujan para dentro de 10 años una población más reducida en esas franjas de edad que más consumen —entre los 25 y los 50 años—, debido al fin del boom migratorio y al envejecimiento de la llamada generación del baby boom, que disparó la creación de hogares desde la década de 2000. Si el colectivo de 25 a 50 años contaba con 18,8 millones de ciudadanos en 2012, en 2022 serán 15,3 millones, un 18% menos. Teresa Castro, demógrafa del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), explica que “la baja fecundidad se va a mantener, no se prevén grandes cambios al respecto, y en unos 10 años la generación del baby boom empezará a jubilarse”, aunque advierte de que otros factores pueden hacer contrapeso a la inversa, “como la tendencia al alza de los divorcios, aunque ahora haya caído con la crisis”, apunta.
Hay trabajo bien remunerado
que no volverá”, alerta Nueno
Más allá de volumen, en el futuro tipo de consumo también tendrá un impacto la entrada en la tercera edad de estos babyboomers.
 Es una generación más formada que la de sus padres y que, en general, aún puede decir que vive mejor que ellos.
 Así que los jubilados del futuro serán muy diferentes de los actuales, según Castro
. “Serán más educados, con más renta, y tiene unos hábitos diferentes, quizá gasten más en viajes o cultura, por ejemplo” apunta la investigadora.
El pinchazo inmobiliario también puede cambiar algunos hábitos de corto plazo. Miguel Ángel García apunta que “en el futuro, el ahorro para el retiro, puede pasar de la vivienda a otro tipo de activos con una rentabilidad más clara” como la inversión en activos financieros de bajo riesgo.
La cuestión es qué ocurrirá con la generación posterior a los babyboomers. Otras tendencias sociales permiten hacen presumir hábitos de consumo muy diferentes en el futuro
. Salvo los jubilados, ha bajado la renta de todos los españoles, incluso de esos que no tiene salario
. “La paga del adolescente ha caído en picado y es el que más ha mutado sus hábitos de consumo: se cita para charlar en plataformas de Internet en lugar de en el centro comercial, se descarga gratis la música y las series o las películas en lugar de pagar la entrada del cine”, explica el profesor de Iese, que advierte de que, cuando este público crezca y tenga su propia renta, hay ciertos hábitos que se mantendrán.
Los jubilados del futuro están más formados y tienen hábitos diferentes
Nueno también llama la atención sobre el auge del teletrabajo, que implica una merma del gasto en transporte o restauración para los trabajadores.
La transformación del sector de la distribución también marca la pauta.
 Además del mencionado auge de las marcas del distribuidor, los supermercados de precios más bajos han acelerado durante el declive, y el sector tiene claro que ese éxito va más allá del decrecimiento económico. Los establecimientos de descuentos han aumentado su cuota de mercado del 22,2% en 2004 al 32% en 2012, según los datos de la consultora Kantar Wordpanel.
¿Qué puede devolver la confianza a unos consumidores que lleva cinco años de crisis? Matilde Mas pone un ejemplo sobre el efecto de riqueza:
 “Cuando acabó la II Guerra Mundial, el gran temor era que cayera mucho el consumo, pero en cambio se produjo ese efecto riqueza porque los ciudadanos, que no habían podido consumir, había acumulado mucho ahorro en deuda pública.
 Aquí esa sensación la podría generar la recuperación del precio de la vivienda”.
Y este es un indicador que tardará en recuperarse.

 

Los Obama de vacaciones: tú a Aspen y yo a West Palm Beach

Hay ya quien se atreve a hablar de “crisis” de la pareja presidencial.

Yo creo que fue el flequillo que se puso para el dia en que Obma volvió a ganar las elecciones. Se habló más del cambio de look de su señora que de la Presidencia.

Barack y MIchelle Obama. / CORDON

Nota para quienes viven pendientes de las crisis de pareja, en este caso, pareja presidencial: los Obama ya pasaron separados el puente del Día de los Presidentes del año pasado.
 Cierto que entonces él permaneció en Washington tras haber estado de campaña electoral en Florida mientras su esposa y sus hijas hacían las maletas para marcharse a esquiar a Colorado
. Diga lo que se diga en los mentideros, si hay crisis matrimonial, ya la había entonces en 2012.
Este año repiten —separación física; no sentimental—. Michelle Obama ha llevado a sus hijas —Sasha y Malia— a esquiar a Aspen.
 Pero el presidente no se ha quedado en la Casa Blanca.
 Ni hará campaña para sacar a la golpeada clase media norteamericana de la crisis económica en la que vive.
 El trabajo para Obama acabó el viernes por la tarde tras dar un discurso en Chicago sobre el control de armas.
 Después de eso, abandonó la congelada ciudad que le vio nacer como político y puso rumbo a la soleada Florida, para pasar el largo fin de semana de febrero en West Palm Beach —con una media de 22 grados de temperatura— jugando y tomando clases de golf.
“El presidente de Estados Unidos es presidente de Estados Unidos 24 horas al día y seguirá cumpliendo con todas sus responsabilidades como presidente incluso cuando esté disfrutando de un merecido descanso con algunos amigos el fin de semana”, informó el jueves el portavoz Josh Earnest —algo molesto— a los periodistas. “No creo que los americanos se lo tengan en cuenta”.
La última vez que la pareja estuvo junta de vacaciones fue en las navidades. Como cada año, la familia partió para Hawai
. Pero Obama padre tuvo que regresar a Washington y pasar el día de Navidad solo por exigencias del trabajo. Una vez solucionado —temporalmente— el problema del déficit, el presidente voló en el último minuto del año a Hawai para dar la bienvenida a 2013 en el Pacífico junto a su familia.
 La única vez que Barack Obama se ha tomado un fin de semana él solo para estar de descanso fue durante la celebración de su 49 cumpleaños en Chicago en agosto de 2010.
El pasado jueves, el portavoz de la Casa Blanca no mencionó la palabra “familia” cuando informó del viaje del presidente a Florida lo que desató algunas alarmas, las que se recogen bajo la categoría “crisis de pareja”.
La oficina de la Primera Dama no contestó a las preguntas sobre cuáles eran sus planes para el fin de semana en el que —como cada tercer lunes de febrero— los norteamericanos celebran a todos los presidentes que ha tenido la nación.
Desde el punto de vista de las mujeres en la vida de Obama, ¿quién querría asistir a largas y tediosas sesiones de golf cuando se puede estar esquiando en la hermosa Aspen?
 Desde el punto de vista del presidente — fanático del golf— ¿quién querría pasar frío y mojarse —el presidente no esquía— mientras se puede estar bajo el sol de Florida y mejorar el swing con clases privadas de Butch Harmon.
“He jugado al golf con Ike, Nixon, Ford y Bush padre”, declaró Harmon a la revista Golf Digest cuando supo que vería a Obama.
“Sé que al presidente le encanta el golf…
No veo el momento, va a ser muy divertido”, finalizó Harmon, reconocido instructor.
Nota para los críticos del gasto superfluo. Sí, los viajes por separado de Michelle y Barack Obama aumentan el desembolso que se debe de hacer a la hora de seguridad y logística.
Nota para los románticos: Los Obama salieron a cenar el Día de San Valentín, también conocido como Día de los Enamorados
. La pareja escogió para la ocasión el recién estrenado MiniBar del chef español José Andrés. Demasiado gasto para una pareja en crisis —cerca de 350 dólares por cubierto—.

 

 

Cuando la luz hace esculturas

'Rose' (2007), de Ann Veronica Janssens. / Cortesía del artista / DACS (Linda Nylind)

Ni mármol, ni bronce, ni siquiera yeso o arcilla
. El despliegue de una veintena de obras “esculpidas” a base de luz conforma una de las exposiciones más originales estrenadas en Londres esta temporada, un derroche de imaginación que transforma esa fuente esencial de energía en material para crear arte
. Un ramillete de artistas internacionales explora las posibilidades de la iluminación artificial en la muestra Light Show -que tiene su sede en la galería Hayward hasta el 28 de abril-, la utiliza y manipula para recrear o alterar nuestra percepción de objetos y espacios.
Millares de bombillas microscópicas componen una sinfonía de luz y movimiento (generada por un programa informático) en la pieza del estadounidense Leo Villarreal, mientras su colega danés Olafur Eliasson logra emular con similares recursos la caída del agua en las cascadas.
 La luz se nos antoja como una materia densa cuando el neoyoquino Anthony McCall atrapa su halo en un proyector gigante a modo de extraña escultura, e incluso adquiere la solidez de una mancha en el suelo que parecería de pintura en la instalación ideada por la paquistaní Ceal Floyer.
Carlos Cruz-Diez. 'Chromosaturation' (1965-2013) ©the artist/DACS. Cruz-Diez Foundation. / Linda Nylind
La luz y su caprichosa naturaleza ha sido objeto de obsesión de los artistas a lo largo de los siglos, pero sólo en las últimas décadas aparece como un medio en sí mismo.
 El desarrollo de la tecnología y el creciente cuestionamiento de las formas artísticas tradicionales alentaron en el siglo pasado esa veta creativa de las esculturas e instalaciones moldeadas con una fuente luminosa, un concepto que cobra madurez en los años sesenta
. En esa década comenzó el venezolano Carlos Cruz-Díez la serie de instalaciones Cromosaturación, espacios artificiales definidos por un único color y que juegan con nuestras experiencias sensoriales.
 El resultado es sencillamente espectacular, a tenor de las felices reacciones de los visitantes de la galería Hayward que se sumergen en las tres cámaras monocromas (rojo, verde y azul) y parecen sentirse “flotar” en las mismas. Probablemente se trate de una de las escasas exposiciones de arte en la que los niños –a menudo arrastrados por sus mayores a convocatorias que no entienden ni disfrutan- mejor interactúan con el entorno.
Cruz-Díez es uno de los veteranos en esta exposición que reúne artistas de las últimas cinco décadas y pone a prueba nuestra reacción ante la iluminación, el color y el sinfín de posibilidades que brinda su alianza. Desde las elegantes esculturas del francés François Morellet, ensambladas en tubos de neón, hasta los espacios virtuales y futuristas de la austriaca Brigitte Kowanz cuyos confines parecen ilimitados gracias al juego de luz y artificio. En la atinada expresión de un crítico británico, “la luz se hizo arte” en la recomendable Light Show.

La alfombra roja de los Goya