Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

17 feb 2013

Jean-Luc Godard: el hijo del cine

Para Jean-Luc Godard el cine es una metáfora del mundo.
“Todo es imagen, en el más amplio sentido de la palabra”, afirmó en una ocasión.
 “La cámara es como un microscopio que puede ver lo infinitamente pequeño o un telescopio que percibe lo infinitamente distante”, suele decir.
 Sin embargo, según él, el cine pronto se entremezcló con el arte y con el comercio
. Entró en juego la producción y la distribución y, de alguna manera, se perdió su pureza original, una integridad que él, sin embargo, ha ido persiguiendo siempre en cada una de sus películas.
Jean-Luc Godard nació en París el 3 de diciembre de 1930
. Sus padres eran suizos y, durante la Segunda Guerra Mundial, toda la familia volvió al país helvético.
 Años más tarde regresó a Francia para estudiar en La Sorbona. Durante sus años universitarios y, gracias a sus constantes visitas a la Cinemateca, entabló amistad con otros futuros cineastas como François Truffaut, Eric Rohmer y Jacques Rivette.
 Con ellos, y junto a otros nombres como Claude Chabrol o Alain Resnais, Godard formaría parte de la Nouvelle Vague, probablemente la generación cinematográfica más importante que ha dado Europa en toda su historia.
En 1960 Jean-Luc Godard estrenó su primera película, Al final de la escapada, un filme protagonizado por Jean-Paul Belmondo y Jean Seberg que revolucionó el lenguaje cinematográfico con un innovador montaje, encuadres rupturistas y un uso novedoso del sonido.
Godard siempre fue el más experimental de todos los cineastas del grupo.
 En la primera etapa de su carrera se nota una gran influencia de las películas de la serie B americana. Muestra asimismo una gran predilección por mostrar personajes desarraigados y marginales.
 De esa época es Vivir su vida, protagonizada por la que fue su mujer, Anna Karina, la historia de una joven que abandona a su marido y a su hijo para convertirse en actriz, cayendo finalmente en la prostitución.
Poco a poco su cine se va haciendo menos narrativo, intentando que sea la propia imagen la que vaya cargando con todo el significado y el simbolismo, casi siempre político y sociológico.
 Así, Alphaville es un filme de ciencia ficción que muestra una sociedad totalitaria, carente de libertad. Banda aparte, por su parte, es la historia de tres amigos que tienen en común su fascinación por la literatura criminal, una película que tiene algo de comedia, de drama e incluso de musical.
 Sin ir más lejos, su escena de baile fue homenajeada por Quentin Tarantino en Pulp fiction.
Este domingo TCM Autor emite algunas de las películas más relevantes de Godard.
 Un director que, a lo largo de más de cuatro décadas, no ha dejado indiferente a nadie. Sus películas, ya sean largos o cortos, se han hecho cada vez más radicales y crípticas pero su magnetismo sigue intacto. Todavía hoy, cuando se presenta o se anuncia algún nuevo trabajo suyo, los críticos siguen agolpándose a las puertas de la sala de proyección esperando ver algo más que un filme, casi una revelación divina hecha imágenes
. Y no es ninguna exageración
. En una ocasión, Henri Behar, el habitual conductor de las ruedas de prensa en el Festival de Cannes, le presentó diciendo: “En el nombre de Godard está incluida la palabra God, es decir Dios en inglés. Señoras y señores, con ustedes, Dios”.

Fogones envenenados.....no te puedes fiar......

Ninguno de los compañeros del pinche de una sidrería de Gijón se explica el envenenamiento

El ayudante de cocina Andrés Avelino F.F (de pie, quinto por la izquierda), su amiga y también pinche, Eva (de pie, rubia, con el pelo corto y gafas), Juan Gil, El Pistolas, muerto en la cocina de El Lavaderu en 2011 (segundo por la derecha) con miembros de la plantilla de la sidrería, todos afectados, en 2009.

La historia de los envenenamientos en el bar El Lavaderu, en el barrio de Cimadevilla de Gijón (Asturias), es la historia de una traición, de una actuación perversamente medida, dosificada, ocultada y mantenida durante años con una saña meticulosa.
 Es una historia de fogones para dentro, de confianza oscura, de suspicacias... Y es, sobre todo, la historia de Tino, de Chelo, de Jose, de Benja, de Gustavo, de Juan, el Pistolas, de Vity... Y también la de Marcos, aunque no quiera contarla.
 Una historia con sidra y con oricios, esos erizos de mar que en Asturias se comen renombrados.
 Es el relato de cada 19 de mayo con El Lavaderu de aniversario y su plaza abarrotada
. Llena hasta la misma bandera tricolor que Tino iza cada 14 de abril en su balcón de la plaza del Periodista Arturo Arias.
Y aunque ahora a todos les pese, también es la historia de Andrés y de Eva.
 De los dos pinches que más bocas abiertas han dejado en el casco antiguo de Gijón, en el mismísimo corazón de una ciudad costera, amable y bella hasta el delirio etílico.
Tino Comerón y Chelo Toyos abrieron El Lavaderu hace 14 años.
En la plaza del Periodista Arturo Arias, aunque casi nadie sepa que se llama así.
Para todos es la plaza del lavaderu, donde hace años acudían a enjuagar la ropa decenas de mujeres. La sidrería es hoy un local con paredes de piedra, con mesas y vigas de madera, y con bidones donde escanciar sidra
. A Tino y a Chelo les fue bien el negocio.
 Precisaron personal a menudo: camareros, extras para el fin de semana. En 2004 Chelo, cocinera, necesitó un pinche y echó mano de un conocido: Andrés Avelino F.F., de 55 años.
 Este había regentado un bar en Candás, a 14 kilómetros de Gijón, y la familia de Chelo lo conocía.
 En los pueblos se conoce todo el mundo. Andresín había tenido además una tienduca, un todo a 100, en Cimadevilla. Era “un hombre muy agradable, siempre dispuesto a hacer favores”, recuerda Chelo. Alguien de quien fiarse.
Andrés tenía una amiga más especial que el resto. Se llama Eva y también trabajaba en la cocina de El Lavaderu.
 “Eran amigos de siempre, desde hace más de 20 años”, comenta Gustavo Vera, de 35 años, tras la barra. Benja, Benjamín Menéndez, también de uniforme, asiente: “Salían a tomar una copa, a cenar...
 Siempre juntos”. Vity Mancha trabajó tres años como extra: “Se iban de vacaciones al extranjero. Daba igual dónde, pero lejos. Y juntos”.
En 2006, cuando la hostelería ni siquiera intuía la crisis, en El Lavaderu algo comenzó a ir mal.
 Uno de los camareros, Alberto, que luego fue jefe de cocina, enfermó.
 Se sentía mal a menudo. Enrojecía, le costaba respirar, sufría vómitos.
 Cada vez más a menudo, cada vez peor y sin que nadie supiera el porqué. Acabó pidiendo una baja voluntaria.
 Dejó El Lavaderu, huyó de Gijón y regresó a A Fonsagrada (Lugo). Después de Alberto, a quien le unía una relación “estupenda” con su pinche, fueron muchos los que cayeron.
Todos menos Andrés. Y menos Eva. “Los cocineros me duraban 20 días”, relata Chelo en el bar Casa Xuan, su nuevo negocio, a pocos metros de El Lavaderu.
“Todos acababan fatal. Después fueron los camareros. Y luego nosotros [los dueños].
 Creíamos que era una alergia”. En mayo de 2011 el cocinero Juan Gil, El Pistolas, cayó desplomado en la cocina. Infarto.
Muerte natural, dijeron los médicos. Su familia lo incineró. Aquel día, Andrés, el pinche, lloraba con desgarro.
Hoy todos dudan de la causa de la muerte de El Pistolas. Juan Luis Alfonso, dueño de El Lavaderu desde enero de 2012, se puso en contacto con la policía en octubre tras haber pasado, también él, un día “para morirse”.
 Dio una lista con 14 afectados, a la que se han unido otros seis. Tenía sospechas. Algunos camareros habían empezado a desconfiar de Andrés.
 Él les preparaba a diario el bocadillo y se aseguraba de que lo tomaran. “A cada uno nos lo dejaba en un sitio. A mí en el microondas, a otro en la encimera”, narra Gustavo. Durante unos meses en los que estuvo de baja, Gustavo dejó de tener síntomas.
Nada de picores, ni de mareos, ni vómitos.
 Cuando se reincorporó, recayó. Como él, los demás.
 Una baja, unas vacaciones, unos días de descanso... y todos como nuevos.
 A todos se les curaba, como por ensalmo, la extraña enfermedad.
 Algunos comenzaron a atar cabos. Todo comenzaba cuando bebían alcohol
. Lo que fuera. Un sorbo de sidra o una cerveza. Y siempre después de comer algo que Andrés les había preparado.
 Un día, cuando las pesquisas se convirtieron en parte de la jornada, alguien vio a Andrés preparar un café, sacar un frasco “como en los que se echa orina pero más pequeño”. Y verterlo en la taza.
Juan Luis Alfonso presentó una denuncia y unas muestras del líquido que un compañero rescató en un descuido
. El resultado no dejaba dudas: era Colme, un fármaco usado contra el alcoholismo.
 Puede provocar somnolencia, mareos, irritación cutánea o depresión. E incluso llegar a ocasionar la muerte. Colme fue el mismo medicamento que Francisca Ballesteros, la envenenadora de Mellilla, condenada en 2005, utilizó durante 14 años para asesinar a su marido y dos de sus hijos.
La policía pidió discreción a la plantilla. Registraron la taquilla de Andrés, en una inspección que hicieron pasar por una búsqueda de drogas.
 No encontraron Colme, pero sí “una gran cantidad” de dinero
. En El Lavaderu no se ponen de acuerdo sobre si Andrés estuvo o no en tratamiento contra el alcoholismo. Sí coinciden en que tejía y destejía a su antojo con los proveedores y con el bote de las propinas
. Las cuentas empezaron a no cuadrar.
El dueño se encaró con él. No por el Colme, ni por las sospechas, ni para preguntarle por qué creía que sus compañeros caían como moscas mientras él era un roble, sino por los dineros. Andrés no supo explicarse y lo despidió. Ahora está en prisión provisional.
La investigación casi ha concluido. “No hay móvil”, dice la policía
. Quizá fuera solo el placer de ver el dolor ajeno: un psicópata.
 La fiscalía pedirá tantos homicidios en grado de tentativa como afectados aparezcan.
 No hay móvil. No hay cuerpo de El Pistolas que exhumar. No hay motivo ni explicación.
 Andrés ha estado casi ocho años trajinando en la cocina de El Lavaderu y “bautizando” a sus compañeros, como dice con retranca José García, también afectado
. Ocho años.
Andrés tenía amigos, o algo muy cercano a lo que uno cree que puede ser un amigo, en El Lavaderu.
 Se abrazaba con ellos, los acompañaba al médico, conocía a sus hijos, tenía las llaves de la casa de alguno. Y todos creían conocerlo a él. “Un paisano normal”, “tierno”, “agradable”, “atento”.
 Todos sabían que Eva era su amiga, su gran amiga, pero solo eso: su amiga.
 Andrés tenía otras relaciones que intentaba ocultar.
En El Lavaderu lo sabían y lo respetaban sin preguntas, de ese modo en que se quieren y se respetan los clanes donde las cosas se saben sin necesidad de decirse.
Todos miran ahora a Eva, el único vestigio de lealtad que dejó Andrés. Sigue entrando cada día en la cocina. No quiere hablar. A algunos conocidos les ha comentado que se dicen “muchas mentiras”.
 Y que Andrés, su gran amigo, está bien. Ella espera su momento para contar qué sabía y qué no. Deberá responder si vio las ampollas de Colme cuando abría con su propia llave la taquilla de Andrés
. Demasiadas preguntas
. La trastienda de El Lavaderu es hoy más pública que nunca.

 

El exsocio de Urdangarin documenta la relación de la Casa del Rey con Nóos

Casi siempre que "alguien" que destapa un escándalo donde ese alguien está presente es porque no se le ha "Untado" con más dinero o privilegios, eso es lo que hace Torres, que si lo de Urdangarín no tiene nombre lo que él hace vinculando al Rey es un acto mezquino, porque no gana nadie, el se hunde y con él quiere un hundimiento tipo Titanic.
So no está bien nada, él no se exime por acusar al Rey ni a la Casa Real, todos a no "Hacer Olas".
Por eso no me gusta lo que hace, es decir no me dieron lo que quise....pues ahora se van a enterar de quién soy yo.
La Infanta no se va de rositas, debe pensar, si mi mujer es imputada, pues ella tb.Ese mal hacer que tiene como objetivo hacer daño a más gente, no a su socio, o bueno si, más que nada por cogerlo a él como confidente.
Ahora saldrá eso de fiestas con chicas, no importa el dinero estafado, importará las relaciones que se haya tenido en el matrimonio.
Urdangarin tan listo y tan tonto. ¿Por qué en lugar de enviarlo fuera, no se cortó todo por lo sano?.
Hay cosas que deben pagarse pero lo que hace ese exsocio es para pagarlo doble, "Caigo" luego arrastro a toda la Casa Real. ¿El fin?
Con una nueva remesa de correos electrónicos, el exsocio de Iñaki Urdangarin, Diego Torres, sostuvo ayer ante el juez José Castro que la Casa del Rey supervisó la actividad del Instituto Nóos, que tuteló sus negocios y que tanto la infanta Cristina como el asesor de esta, Carlos García Revenga, tuvieron un papel de control en la institución desde sus puestos en la junta directiva. Incluso, Torres apuntó directamente al Rey, al que internamente se referían como “el jefe”, según dijo.
Torres, imputado como su exsocio Urdangarin, por hasta ocho supuestos delitos de corrupción en el caso Nóos, declaró ayer en Palma ante el juez Castro y el fiscal Pedro Horrach, a lo largo de siete horas. Aseguró que los negocios que hizo el Instituto Nóos –por más de diez millones de euros— fueron lícitos, que los eventos se celebraron y que no existen facturas falsas.
Y para subrayar la legalidad de las operaciones, insistió en que Nóos contó con el consentimiento y amparo de la Casa del Rey. Así, recalcó que su instituto nació con el impulso y participación de la infanta Cristina en su junta y destacó el papel de tutores de García Revenga —ya imputado— y del asesor del Rey, José Manuel Romero, el conde de Fontao, que será citado por el fiscal.
Para asentar su autodefensa, Torres contraatacó aportando una nueva colección –la cuarta remesa— de más de 200 nuevos correos electrónicos privados de Urdangarin y más documentos que posee de la trama. Al contestar al juez, citó frases y hechos y entregó la correspondencia.
 Aludió a un correo donde se relata la supuesta gestión del Rey asegurando que había hallado un patrocinador privado para Nóos.
“Como te ha dicho mi suegro, te mando mi currículo”, le dijo el duque a Corinna
En los emails consta, además, el interés del príncipe de Asturias por eventos deportivos que gestaban el duque y Torres.
 En la documentación presentada por el exsocio del yerno del Rey también se habla, repetidamente, de la princesa alemana Corinna zu Sayn-Wittgenstein, amiga personal del monarca, que asistió a uno de los foros Valencia Summit, invitada por Nóos.
En uno de los correos, la Casa del Rey señala al duque como candidato a figurar en la dirección de la fundación Laureus, en la que la aristócrata alemana es directora estratégica. En otro email, Urdangarin concreta: “Como te ha dicho mi suegro, te mando el currículo”. Además hace constar su número de cuenta corriente.
El ex aliado del duque de Palma situó a la Infanta en un activo papel en el nacimiento de Nóos y hasta en la búsqueda de la sede física en Barcelona.
 Sin embargo, la fiscalía ve “difuminada” la posible responsabilidad de Cristina de Borbón después de que, al insistirle en el interrogatorio, Torres afirmara que ella no iba a la sede, que no hay cobros directos por su parte y que no realizaba gestiones.
 Por ello, no tiene previsto citarla a declarar.
Torres desveló también que la defensa de Urdangarin quiso acallarlo, comprar su silencio y que él asumiera toda la responsabilidad para exculpar al duque.
 A cambio, se le pagaría su abogado y se le buscaría un trabajo en Suramérica para que no se preocupara de su vida futura. El abogado del duque, Mario Pascual, lo negó al salir del juzgado. Torres detalló que el encuentro sucedió en el despacho de su defensor, Manuel González Peeters.
Urdangarin y su socio, directamente y a través de intermediarios, y con contactos oficiosos con la fiscalía, han tanteado una salida, pactada, al proceso penal para evitar acudir al juicio con una fuerte carga acusatoria y meses de escándalo público. Urdangarin y Torres debían reponer el dinero malversado más la multa (unos ochos millones) y asumir una petición de pena que no implicara el ingreso en prisión.
A estas alturas, el pacto de conformidad no aseguraría el posible paso por la cárcel, una condena de menos de dos años.
José Manuel Romero Moreno, conde de Fontao y asesor del Rey, hizo gestiones en 2006 por indicación de don Juan Carlos para que Urdangarin se apartara de Nóos, pero no le obligó a dejar sus negocios, contó Torres, porque solo les requirió que “cubrieran las apariencias”.
El secretario de la Infanta, Carlos García Revenga, según la versión de Torres, garantizaba el aval de la Zarzuela a las gestiones de Nóos ante las administraciones.
 Y su relación con Urdangarin ha quedado plasmada en el envío que realizó el duque de una foto de ciclistas desnudas. Para el mismo destinatario firmó el polémico email del duque em-palma-do.
En La Zarzuela, añadió Torres, Urdangarin y su socio —que viven en Barcelona— se reunieron con el que era presidente valenciano, Francisco Camps, y la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, para cerrar el Valencia Summit. Nóos captó 3,5 millones de euros públicos.
 Camps negó la cita en un comunicado. El duque de Palma también usó para sus negocios el palacio de Marivent en Mallorca, donde se reunió con el expresidente Jaume Matas. Urdangarin y Torres captaron 2,3 millones en convenios con Baleares.
 El juez les impuso una fianza civil de 8,1 millones, solidaria, para garantizar que, en caso de ser penados, puedan reponer el daño causado a las arcas públicas.
Torres, en su larga declaración, fue más allá al descargar sobre Urdangarin el montaje de la red económica internacional de Nóos que, según la Fiscalía y Hacienda, sirvió para evadir impuestos
. Recalcó que Urdangarin apuntó a esta red al extender su actividad con unos juegos panamericanos.
 Torres y su esposa Ana María Tejeiro –que también declaró ayer ante el juez—, tienen 960.000 euros bloqueados por el juez en Luxemburgo
. Es una vieja herencia familiar y sus ahorros de toda la vida, según dijo Torres.


Algo Sabemos......

¿Qué sabemos? Algo y fantasía.
Ni en los momentos de mayor arrebato contra la cosa política -que apenas ya se producen- pensamos en lo que ahora reproducen los periódicos.
¿Por qué ahora? ¿Todos los periódicos? Pues ahora sí, todos los periódicos, aun los que hasta hace poco se referían a la corrupción como un asunto sureño, un asunto español. Época álgida del relato catalán en manos de los monsenes del periodismo patriótico como Barbeta y Juliana. El relato. Otro asunto. De cuándo y para qué se empezó a hablar del relato.
 ¿O era otro nombre para decir, de otra manera, la historia inventada; para decir qué jugoso, y avanzado, tejido tenemos aquí en el oasis?
Ahora todo supera cuanto llegamos a imaginar. Supera la idea que nos podíamos hacer cuando, sin querer oír, escuchábamos a políticos y empresarios hablando por el móvil en la terraza de Semon, a la hora de nuestro desayuno con café americano y botella de S. Pellegrino.
Hace tiempo que al menos para adentro sostenemos que este país no tiene remedio. Ha sido todo -sus avances, su europeidad- un espejismo. Eso sí lo habíamos comprobado. Nos quedaría por ver, para presuponer lo contrario, precisamente lo que no alcanzaremos ni de lejos: la semilla de la civilidad desde los parvularios, la consistencia de la estructura familiar, las formas de la cultura alentadas por manos libres y capaces.
Entre tanto, roña y disparate, la Hispania de siempre.
 
 
Diario Virtual de Jose Carlos Cataño