¿Qué sabemos? Algo y fantasía.
Ni en los momentos de mayor arrebato contra la cosa política -que apenas
ya se producen- pensamos en lo que ahora reproducen los periódicos.
¿Por qué ahora? ¿Todos los periódicos? Pues ahora sí, todos los
periódicos, aun los que hasta hace poco se referían a la corrupción como
un asunto sureño, un asunto español. Época álgida del relato
catalán en manos de los monsenes del periodismo patriótico como Barbeta y
Juliana. El relato. Otro asunto. De cuándo y para qué se empezó a
hablar del relato.
¿O era otro nombre para decir, de otra manera, la
historia inventada; para decir qué jugoso, y avanzado, tejido tenemos
aquí en el oasis?
Ahora todo supera cuanto llegamos a imaginar. Supera la idea que nos
podíamos hacer cuando, sin querer oír, escuchábamos a políticos y
empresarios hablando por el móvil en la terraza de Semon, a la hora de
nuestro desayuno con café americano y botella de S. Pellegrino.
Hace tiempo que al menos para adentro sostenemos que este país no tiene
remedio. Ha sido todo -sus avances, su europeidad- un espejismo. Eso sí
lo habíamos comprobado. Nos quedaría por ver, para presuponer lo
contrario, precisamente lo que no alcanzaremos ni de lejos: la semilla
de la civilidad desde los parvularios, la consistencia de la estructura
familiar, las formas de la cultura alentadas por manos libres y capaces.
Entre tanto, roña y disparate, la Hispania de siempre.
Diario Virtual de Jose Carlos Cataño
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