Aunque, por ahora, los riesgos, las amenazas y las dudas que plantea el año nuevo son de tal envergadura que no permiten aventurar un final excesivamente optimista para el quinto año de crisis.
Entre los analistas, la palabra clave para definir el año nuevo es incertidumbre.
El punto de partida no ayuda. Salvo alguna excepción, como Estados Unidos, 2012 ha echado por tierra los augurios de recuperación que se presentaron a finales del año pasado: la eurozona ha vuelto a entrar en recesión en este final de ejercicio, el huracán Sandy y la amenaza fiscal en Estados Unidos han frenado la actividad en los últimos meses; y China e India han registrado un crecimiento menos intenso de lo previsto. Dar la vuelta a estas dinámicas lleva su tiempo y más aún en un entorno de crecimiento extremadamente débil como el actual, como apunta la agencia de calificación Fitch:
“Esperamos un crecimiento global débil en 2013, en particular entre las principales economías desarrolladas —EE UU, Eurozona, Japón y Reino Unido—, que con toda probabilidad registrarán solo una mejora marginal del crecimiento interanual, dado que continúa la débil recuperación de la crisis de 2008”
. Es la nueva realidad poscrisis que dificulta la urgente creación de empleo en el mundo desarrollado y que también afecta a los países emergentes por la menor demanda global de sus productos.
En esas condiciones, la primera mitad del año se da prácticamente por perdida.
“En nuestro escenario base, esperamos que el crecimiento global siga atrapado en la zona del ocaso, la que separa una expansión económica sostenible de una vuelta a la recesión”, sentencia Joachim Fels, de Morgan Stanley. “Durante la primera mitad de 2013, mientras persistan las incertidumbres políticas, los mercados estarán más preocupados por el temor a un escenario más oscuro, pero durante la segunda parte del año, si se aplican las medidas apropiadas, el crepúsculo puede derivar en un nuevo escenario luminoso y en un mejor 2014”, augura. Muchos condicionantes para confiar en el resultado esperado.
La primera incertidumbre a despejar es la negociación presupuestaria en Estados Unidos. Del acuerdo político sobre el reparto de ingresos y gastos dependerá la marcha de la primera economía mundial. El apoyo de la Reserva Federal, que ha anunciado el mantenimiento de bajos tipos de interés hasta que el paro baje al 6,5% —en noviembre se situó en el 7,7%—, está garantizado.
“La economía de EE UU será seguramente puesta a prueba durante la primera mitad de 2013 debido a la disyuntiva a la que se enfrentan los políticos entre impuestos y gastos, el denominado precipicio fiscal. Llegar a la fase final será indudablemente difícil”, admite Kevin Gardiner, jefe de estrategia de inversión de Barclays, en su informe Compass. Ningún analista piensa que, antes o después, republicanos y demócratas no vayan a llegar a un acuerdo sobre los 700.000 millones en juego en forma de subidas de impuestos y recortes de gastos que automáticamente se ponen en marcha el 1 de enero de 2013.
Los acuerdos pueden tener carácter retroactivo y suavizar así su impacto sobre la economía, pero la amenaza es demasiado grande para obviarla. “Por ponerlo simple, una economía que crece en torno a un 2% anual no puede lidiar con un recorte del 3,5% del PIB
. La matemática es sencilla: recesión”, asevera Barclays en su informe.
El equipo de Jim O’Neill, presidente de la gestora de activos de Goldman Sachs, considera que el acuerdo final implicará un ajuste equivalente al 1%-1,5% del PIB, aunque cree que la recuperación de la inversión y la mejora del sector inmobiliario pueden compensar parte de este efecto y permitir un crecimiento del PIB superior al 2%. De nuevo, insuficiente para una drástica reducción de la tasa de desempleo.
Si se supera el escollo del precipicio fiscal estadounidense, Europa volverá a ser el elefante en la habitación de la economía mundial. Bien es cierto que las probabilidades de una ruptura apocalíptica de la eurozona aparecen ahora mucho más remotas. Sin duda, la resistencia del euro ha sorprendido a algunos de los más destacados gurús económicos —Paul Krugman, Willem Buiter o George Soros, por ejemplo—, que descartaban que el euro fuera a seguir con vida a estas alturas.
Pero las recetas aplicadas en la eurozona están haciendo que sean las grandes economías del corazón del euro, como Francia o Alemania, las que converjan hacia la recesión en la que se encuentra la periferia y solo los más optimistas calculan un crecimiento positivo en la región en 2013.
No son pocos los que prevén, incluso, una nueva rebaja de tipos por parte del Banco Central Europeo (BCE) en el primer trimestre, desde el 0,75% actual.
La clave, como explica Jean-Michel Six, economista jefe para Europa de Standard & Poor’s, pasa por subsanar los problemas de transmisión de la política monetaria a la economía real.
“Desde 2008, el balance del BCE se ha más que duplicado, pero el crecimiento de la oferta monetaria se ha mantenido debilitado”, asegura
. Esa fragmentación de la unión monetaria y la consiguiente reducción del crédito en algunos Estados miembros han agravado la recesión. “Mayor fluidez de los flujos de crédito entre países y sectores es una condición importante para que se dé una recuperación sostenible en la eurozona en la segunda mitad de 2013 y en los años siguientes”, advierte Six.
Sin avances concretos hacia la unión bancaria y fiscal, la desconfianza persistirá y ahí el calendario tampoco ayuda. “En Europa, 2013 volverá a ser un año fundamentalmente político, marcado por las elecciones en Alemania e Italia y por la imperante necesidad de afianzar la estabilidad de la zona euro.
Es clave transmitir a los mercados el mensaje de que Europa se sigue construyendo y que los poderes políticos establezcan una hoja de ruta sobre la unión bancaria y fiscal, algo que podríamos ver durante la próxima cumbre europea”, apunta Inversis Banco en su estrategia de inversión para 2013.
El reciente cambio de Gobierno en Japón puede propiciar una de las sorpresas positivas del año, según el informe mensual de Jim O’Neill. Pero para ello es necesaria “una acción política decidida”.
“Un yen considerablemente más débil y un paquete creíble de sostenibilidad fiscal debería evitar que la economía entrara en otra profunda recesión y que los mercados de deuda volvieran a enmarañarse”, apuntan los analistas de Goldman Sachs.
Pero lo de Japón, tras más de dos décadas atrapado en una espiral de deflación, crisis bancaria y recesión, es apenas una anécdota en la economía global
. Cuando se buscan fuentes que impulsen el crecimiento mundial, todas las miradas se dirigen a China
. Los inversores llevan tiempo observando con temor un posible frenazo en el ritmo de crecimiento del país, que frenará este año su crecimiento hasta el 7,5%, desde el 9,3% de 2011
. Los últimos datos apuntan a un repunte en la producción industrial y en las ventas minoristas, después del parón que se observó en la actividad en el tercer trimestre y, tras el cambio de liderazgo político llevado a cabo con éxito este año, los analistas de Barclays esperan un nuevo plan de estímulo en infraestructuras que dispare el crecimiento hasta el 7,9% en 2013.
Más allá de las previsiones concretas para el próximo ejercicio, un debate empieza a cobrar forma entre los analistas
. “Las grandes preguntas que nos hacemos para 2013 son si la oleada de políticas de extrema relajación monetaria y expansión cuantitativa ha tocado techo y si los créditos al sector privado pueden protagonizar una modesta recuperación”, sostiene Ewen Cameron Watt, de BlackRock Investment Institute, en su último informe. “Por el momento, los billones de dólares empleados en estímulos económicos y los tipos de interés en mínimos históricos no han conseguido estimular mucho el crecimiento del crédito y la actividad económica. Pero ¿y si esto cambiara?”, se pregunta.
Las consecuencias que puede tener la extremadamente expansiva política monetaria actual empieza a ser objeto de análisis y de cierta preocupación entre los académicos.
Pero, de momento, con unas economías que no logran retomar un crecimiento saludable, nadie parece tener prisa en contestar esas preguntas.