iempre es reactiva y cuando una persona la ha recibido, la devuelve
La maldad tiene una dimensión de enfermedad
La maldad que lleva a determinadas personas
a actuar contra otra y realizar actos violentos tiene una parte de
enfermedad, aunque no se puede explicar sin tener en cuenta otros
aspectos, según sostiene el psicólogo forense y profesor de
psicopatología de la Universitat de Barcelona (UB), Adolfo Jarne.
"Es un fenómeno tan complejo que no tiene una explicación única",
sostuvo, al tiempo que señaló que sí que existe una base patológica.
Sin embargo, señaló que hay una parte "incomprensible" en esta maldad
que es de difícil explicación.
Jarne lo dijo durante un encuentro con la prensa con motivo de la
jornada organizada por la Fundación Vidal i Barraquer 'Maldad, delito,
piscopatología', celebrada este viernes en Barcelona y que contará con
la participación de diversos expertos que tratarán sobre este tema.
El doctor en Filosofía en la UB y en Teología en la Universitat
Ramon Llull (URL) Francesc Torralba, señaló que la maldad siempre es
reactiva y cuando una persona la ha recibido, la devuelve.
Sin embargo,
señaló que existen expresiones en las que no se observa una relación
causa-efecto y que se trata de maldad "gratuita", situación que señaló
no se puede explicar racionalmente.
Por su parte, el psicólogo clínico del Hospital de Día de
Adolescentes de Badalona (Barcelona) de la Fundación, Marc Dangerfield,
explicó que hay un tipo de personas que saben que están haciendo el mal y
que sienten placer por ello, a los que se les puede definir como
"perversos".
Esta perversión es la forma de vida que han adoptado y la única
manera de relacionarse con el resto de la sociedad, y la "satisfacción"
que sienten cuando actúan les hace continuar adelante. Una de las
características de este colectivo es que intentan presentar lo malo como
bueno a través de engaños y son plenamente conscientes de que están
haciendo daño.
También existe otra tipología que es la de aquellos que actúan con maldad como
"vía de descarga".
Se trata de personas muy dañadas personalmente, que han vivido
situaciones catastróficas, que no pueden pensar y evacuan su malestar a
través de la violencia, aunque no son conscientes de que hacen daño.
"Se puede entender el acto violento como una vía de comunicación", declaró.
MÁS INTELIGENTE, MÁS PERVERSO
La inteligencia y la capacidad cognitiva de cada persona influye
también en el punto de maldad que puede hacer una persona. Así, cuanta
más inteligencia, se es puede actuar de manera más perversa y con mejor
capacidad para engañar y esconder lo que se hace.
"Tener buenas capacidades cognitivas es ser un mejor perverso", espetó.
Torralba afirmó en la misma línea que cuanto más lista es una persona puede actuar de una manera
"más fina" en sus actos perversos y violentos.
Puntualizó que la violencia individual también se explica en
ocasiones como consecuencia de las estructuras sociales, políticas y
económicas que le oprimen.
"La violencia individual es consecuencia indirecta de la violencia estructural", afirmó, al tiempo que dijo que de no existir dichas estructuras quizá no hubiese realizado el acto violento.
En este sentido, defendió que la crisis económica puede generar
estas situaciones de "colapso" y malestar vital como consecuencia de la
precariedad. También puede explicar la situación de algunos jóvenes que
sienten que no tienen expectativas de futuro.
PARTE NECESARIA DE AGRESIVIDAD
Según Dangerfiel, también existe una parte de agresividad necesaria en todos los humanos para poder defenderse,
"que no quiere decir maldad", puntualizó. Esta agresividad no tiene que tener el componente destructivo.
En este sentido, defendió que la bondad extrema
"también tiene algo de trastorno", ya que no es adecuado no responder ante ninguna situación y añadió que es destructivo no defenderse ante nada.