Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

16 dic 2012

Una buena Película

De rouille et d'os (Rust & Bone)
2012
DURACIÓN 120 min.

l
DIRECTOR Jacques Audiard
GUIÓN Jacques Audiard, Thomas Bidegain (Novela: Craig Davidson)
MÚSICA Alexandre Desplat
FOTOGRAFÍA Stéphane Fontaine
REPARTO Marion Cotillard, Matthias Schoenaerts, Céline Sallette, Bouli Lanners, Alex Martin, Corinne Masiero, Tibo Vandenborre
PRODUCTORA Coproducción Francia-Bélgica; France 2 Cinéma / Les Films du Fleuve / Page 114
WEB OFICIAL http://www.sonyclassics.com/rustandbone/
PREMIOS 2012: Globos de Oro: 2 nominaciones: Mejor película de habla no inglesa y actriz (Cotillard)
2012: Festival de Cannes: Sección oficial de largometrajes
2012: Seminci: Mejor dirección, Mejor actor (Schoenaerts), Mejor guión
2012: Independent Spirit Awards: Nominada a Mejor película extranjera
GÉNERO Romance. Drama | Drama romántico. Discapacidad
SINOPSIS De repente, Alí tiene que hacerse cargo de su hijo Sam, un niño de cinco años al que apenas conoce. Como no tiene casa, ni dinero, ni amigos, se refugia en Antibes, en casa de su hermana, que los acoge cariñosamente. Tras una pelea en una discoteca, conoce a Stéphanie, una domadora de orcas en Marineland. (FILMAFFINITY)

El gran hachazo al bienestar


Manifestación contra los recortes en sanidad, en Madrid. / JUAN MEDINA (REUTERS)
La casa es bastante nueva, pero se agrieta. Mientras sus empobrecidos inquilinos sufren un deterioro creciente, el casero recorta el mantenimiento, sube la renta e incluso vende algunas partes del inmueble. Esa casa común es el Estado de bienestar español, la principal herramienta para la igualdad de oportunidades y la cohesión social. Ahora padece el mayor hachazo de su corta historia. Al menos 14.885 millones de euros, equivalente al 1,5% del PIB, se han evaporado de las cuentas de las Administraciones central y autonómicas desde 2010 —y eso sin contar los presupuestos autonómicos de 2013 en sanidad, ni el recorte total en servicios sociales— según la estimación elaborada por EL PAÍS.
Desarrollado desde la Transición y ahora acogotado: las tijeras presupuestarias, afiladas con las reformas impuestas por la UE, rebajan, dificultan o encarecen el acceso a los beneficios sociales del Estado de bienestar. Es la crisis, sí, pero también la ideología, coinciden varios expertos que ven de trasfondo la batalla entre el modelo tradicional europeo de bienestar y el neoliberal.
Es el déficit público y el ahorro obligado para contenerlo, justifica el Gobierno, más afanado en cortar la hemorragia que en estudiar sus consecuencias. Ha apostado más por reducir el gasto, según algunos expertos, que por aumentar los ingresos, lo que reduce el peso del Estado.
Para los ciudadanos, con el bolsillo estrujado e inmersos en un mar de incertidumbre y eufemismos —al recorte se le llama ahorro, a la privatización, externalización—, crecen las dificultades. Al aumento del paro y las rebajas de los sueldos se añade una mala noticia tras otra: las ambulancias dejan de ser gratis, hay que pagar más por los medicamentos, la escuela pública pierde recursos, la universidad es más cara, los ancianos mueren esperando su ayuda por dependencia...
Las malas noticias se reciben sin interrupción al menos desde 2009
Las malas noticias llegan desde 2009, cuando el Gobierno socialista endureció de forma gradual el acceso a las pensiones públicas. Y han arreciado desde 2010. Desplome de los ingresos fiscales —sostenedores del Estado de bienestar—, paro, recesión y obligación imperiosa de cuadrar las cuentas impuesta por la UE y los mercados financieros son sumandos que están arrastrando el modelo de prestaciones universales e igualitarias.
La sanidad, con 7.395 millones de euros menos desde 2010 ha sufrido el mayor tajo. Le sigue la educación: 6.401 millones menos —incluido el presupuesto total del año que viene—.
EL PAÍS
“Si se necesita cortar, hay que hacerlo, el problema está en por dónde se corta”, afirma uno de los grandes estudiosos a nivel global del Estado de bienestar, el danés Gosta Esping-Andersen
. Y en ese terreno España, con una situación “brutal”, suspende. “Es preocupante la falta de una estrategia de prioridades. Me da la impresión de que los recortes se hacen a ciegas, sin pensar en las consecuencias a medio plazo”. “No ha habido tiempo para reflexionar. Los objetivos de déficit marcados por la UE han obligado a tomar medidas rápidas”, admite el director general del Imserso, César Antón, experto del PP en bienestar social.
La sanidad perdió 7.400 millones; la educación, otros 6.400 millones
“En Escandinavia, lo último que se tocaría es la educación infantil y primaria. No se ve como un gasto, sino como una inversión. En España es al contrario: es un área con un recorte brutal que pagan los niños con dificultades en términos de igualdad de oportunidades”, puntualiza el experto nórdico, profesor de la Universidad Pompeu Fabra. Abundan los botones de muestra: el Gobierno ha frenado en seco la financiación para las nuevas escuelas infantiles y va a cancelar los planes contra el abandono escolar o las clases de refuerzo. A estos recortes se suman otros mucho más relevantes, los de las comunidades autónomas. Los tijeretazos afectan a todo el entramado: menos profesores y más alumnos, ayudas de libros o de comedor en picado, tasas universitarias encarecidas hasta en 500 euros.
“En todos los niveles educativos, la igualdad de oportunidades se está desmantelando con el apoyo a la enseñanza concertada como hilo conductor. El ministro [de Educación, José Ignacio] Wert, se ha plegado a los planteamientos de la Iglesia. Se aumentan las tasas y se liquidan los recursos en la educación básica”, asegura Juan José González Rodríguez, profesor de la UNED experto en Estado de bienestar. “Los recortes se cargan la calidad de la enseñanza pública y con esa excusa se favorecen los conciertos privados”, añade Manuel de la Rocha Vázquez, del colectivo progresista Economistas frente a la crisis. Y luego, están las distintas políticas autonómicas. En Madrid, con gobernantes liberales, existen, por ejemplo, exenciones fiscales para ir a centros privados. “Benefician a los más pudientes. Suponen unos 65 o 70 millones de euros”, añade.
Es la educación, sí, pero también es la sanidad.“Los recortes del gasto público en salud trasladan servicios al sector privado. El riesgo a medio plazo es un deterioro del servicio público y un reforzamiento del dualismo del sistema, con un éxodo de las clases pudientes a la sanidad privada”, advierte Esping-Andersen. Y una estigmatización creciente de lo público, añade González Rodríguez. “En sanidad, se introducen mecanismos de mercado para abrir paso al sector privado con el argumento de que la sanidad pública es menos eficiente, lo que no está probado. Hay que hacer mejoras en su eficiencia, pero no es necesario privatizarla”, plantea De la Rocha.
Los recortes también cercenan derechos, incrementan los pagos —los jubilados han perdido la gratuidad de los medicamentos y ha subido el copago— y se acaba con la universalidad de la atención: desde mediados de este año el derecho a la sanidad pública está vinculado a la condición de cotizante o beneficiario de la Seguridad Social. “Es bastante preocupante este recorte que afecta sobre todo a los inmigrantes no documentados. Supone un ahorro absurdo, pero tiene un impacto potencial muy fuerte. Torpedear esto es torpedear uno de los mejores elementos de protección social en España: la universalidad de un sistema sanitario eficiente, de coste limitado y calidad muy alta que incluso era modelo para Escandinavia”, añade Esping-Andersen.
Un experto ve “falta de prioridades” porque se hacen recortes a ciegas”
A los tajos en los tres pilares clásicos del Estado de bienestar se suman los que padece el cuarto, los servicios sociales, con la ley de dependencia implantada hace apenas un lustro y a la que se han recortado al menos 1.089 millones, según el cómputo de EL PAÍS. Se ha rebajado la prestación a las familias, eliminado la cotización a la Seguridad Social de las cuidadoras familiares y la atención no cubre la demanda: 773.000 personas reciben prestación y 233.000 con derecho a ella la esperan.
“Es el gran reto de nuestro Estado de bienestar, pero es el principal pagano. Los recortes han paralizado la atención”, afirma Luis Moreno, del Instituto de Políticas y Bienes Públicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Antes, tampoco fue viento en popa. “Algunas comunidades autónomas del PP hicieron de su capa un sayo y la atención a la dependencia no es lo que tenía que ser. Eso ha facilitado las cosas al Gobierno central”, asegura González Rodríguez.
Las comunidades gestionan todos los pilares salvo pensiones y desempleo y existen recortes asimétricos. A la pésima situación de sus arcas se suman los distintos planteamientos ideológicos de sus gobernantes hasta cuando son del mismo partido: el PP no es monolítico “Abarca desde el centro hasta la extrema derecha pasando por los neoliberales y los cristianodemócratas”, define Moreno.
Y aparecen extraños aliados: en el euro por receta, convergentes catalanes y populares madrileños se dan la mano, pese a las llamadas al orden a ambos desde el Gobierno central. “Las comunidades suelen tender a la emulación entre ellas, para lo bueno y lo malo”, destaca Moreno. En privatizaciones dos marcan la pauta, según los expertos: Madrid y la Comunidad Valenciana. Pero esa es, también, una vía que maneja el Gobierno central y a la que se refiere como “colaboración público-privada”.
“Nos han obligado a tomar medidas rápidas”, dice el director del Imserso
“Queremos hacer sostenible y viable el Estado de bienestar, pero tenemos que adaptarnos a la situación económica. Eso ha obligado a hacer adaptaciones presupuestarias, a incrementar la aportación de los usuarios en función de su capacidad, a introducir medidas de eficiencia y eficacia y a buscar alternativas como la colaboración público-privada”, describe Antón. “En Sanidad esa concertación se ha hecho en todas las comunidades, y está prevista en la legislación”, puntualiza. El argumento de que lo privado abarata se inscribe en el cambio que dibuja el PP: pasar “del Estado de bienestar a la sociedad de bienestar”. El primero, garante de los derechos, responsable de los servicios, “pero no tiene que ser el proveedor único”, afirma el director general. Una melodía que suena bien en FAES, la fundación del PP que preside José María Aznar. Uno de sus colaboradores, Mauricio Rojas, exdiputado liberal sueco de origen chileno, es contundente. “El Estado de bienestar está quebrado en España, como lo estuvo en Suecia hace 20 años”. Propone la misma receta que allí: “Recortar y crear competencia a través de una mayor competencia público-privada, de forma que el más eficiente preste el servicio”. Pero echa en falta algo que sí hubo en el país nórdico, “un gran consenso social” para acometer la reforma.
El cambio de paradigma está a la vuelta de la esquina. “Vamos hacia un modelo de una mayor desigualdad, gestionado por un Estado asistencial que sobrecarga a la familia y que hace al individuo responsable último de los riesgos de su existencia”, advierte Gregorio Rodríguez Cabrero, catedrático de la Universidad de Alcalá. Está convencido de que los recortes pueden causar un deterioro “irreversible” de los servicios.
Otro catedrático experto en políticas públicas, Vicenç Navarro, de la Universidad Pompeu Fabra, también es pesimista. Plantea que con los tajos presupuestarios “se están desmantelando” los servicios del Estado de bienestar mientras crece el sector privado.
 Y hay quien se beneficia de la situación: “El capital financiero” y los sectores sociales “con rentas altas”. “La privatización de la sanidad y de la educación, por ejemplo, reproduce la polarización social en España, en detrimento de la mayoría de la ciudadanía que utiliza los servicios públicos”, sostiene Navarro. “Vamos a un modelo bipolar sumamente desigual y muy ineficiente”, añade.
Como otros, Navarro niega el argumento recurrente para los recortes, eso de que “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”.
"Son eufemismos que enmascaran la realidad, eslóganes que forman parte del éxito ideológico neoliberal”, asegura Rodríguez Cabrero.
 “No es creíble que no podemos sostener un Estado de bienestar que está claramente subfinanciado. Estamos a la cola de la Europa social”, añade Navarro. Tira de números: “España se gasta mucho menos de lo que debería y podría. El PIB per cápita ya es el 94% del promedio de los países de la UE-15, el grupo de los más ricos. En cambio, el gasto público social por habitante es solo el 72% del promedio”.
Esos argumentos no frenan las manos que mueven las tijeras.
 Aunque las ONG adviertan de que se tardará 20 años en recuperar lo perdido y de la creciente brecha entre ricos y pobres.

Wert:“No pretendo que la educación sea un mundo al margen de la ideología”

“Me he convertido en un objeto fóbico”

Pregunta. Como experto en investigación de opinión debe ser un poco agridulce tener la peor nota del Ejecutivo en la encuesta del CIS.
Respuesta. Lo que no veo es lo que tiene de dulce. Es bastante agrio. Evidentemente, tiene que ver con defectos de funcionamiento del personaje por la facilidad con que expreso lo que pienso, las pocas reservas. Si se quiere una actitud poco política en el sentido convencional del término. Provoco pasiones encontradas, más encontradas de un lado que de otro. En la medida que puedo, intento corregirlo. También creo que hay un momento, y eso le ha pasado a mucha gente, en el que por una razón o por otra te conviertes en objeto fóbico. Qué le vas a hacer, a alguien le tiene que tocar. Me ha tocado a mí y lo llevo con mucha naturalidad. Cuando saltan esos rasgos que se me atribuyen, como una cierta arrogancia, es muy posible que si la gente lo ve sea porque es así. Pero claro, yo repaso las cosas que dicen de mí y las que yo digo del prójimo, y hasta donde yo sé no he insultado a nadie. Y a mí me han comparado con Hitler, con Franco. Otra parte tiene que ver con lo que hago, el tema de la educación es muy sensible, el planteamiento de las reformas, sobre todo el de una reforma con cierta ambición, topa con sectores organizados y al final uno se encuentra con que lo que llega es una imagen absolutamente caricaturizada.
 
Juan Ignacio Wert, ministro de Educación. / LUIS SEVILLANO (EL PAÍS)

La mujer más rica no tiene por qué ser la más querida

La australiana Gina Rinehart es una de las mayores fortunas del mundo, y tiene fama de insolidaria

Es alabada en su sector, la minería, y despreciada por sus hijos y algunos medios de comunicación

Mientras publica un libro para mejorar su imagen, advierte que su país podría convertirse en España.

 

Gina Rinehart ha sido demandada por tres de sus cuatro hijos para reclamarle su herencia en vida. / TONY MCDONOUGH (EFE)
Gina Rinehart, posiblemente la mujer más rica del planeta, ha escrito un libro
. La multimillonaria australiana apareció en los medios de comunicación de todo el mundo este verano cuando la revista Business Review Weekly reveló que su fortuna de 29.000 millones de dólares la aupaba en lo más alto del ranking de riqueza femenina (dato oportunamente discutido por Forbes, el vademécum de los ricachones, que sigue otorgando a Christie Walton, la heredera de los almacenes Wal Mart, esa codiciada corona). Ahora, la empresaria, dueña de un emporio minero que heredó de su padre, Langley Hancock, ha dado el paso literario.
Su libro Northern Australia and then some: changes we need to make our country rich (El norte de Australia y algo más: los cambios que necesitamos para hacer rico a nuestro país) no es una autobiografía al uso, aunque muchos de sus pasajes parecen escritos para refutar expresamente algunas de las biografías no autorizadas que se han publicado sobre ella, y que le presentan como una mujer pérfida, inmisericorde con los suyos y con los débiles.
Definido por su editor como un “compendio de discursos, artículos e imágenes que ofrece al lector una visión completa de los pensamientos de Rinehart”, el libro encuentra especial interés en las escasas alusiones a la vida personal de esta viuda de 58 años, repudiada por tres de sus cuatro hijos, que la han demandado para disfrutar en lo mejor de su vida de la herencia del abuelo.
En las imágenes que incluye la obra, contenidas también en la web de la presentación oficial, podemos ver a una jovencita pizpireta e incluso agraciada, lejos de la imagen hostil actual, maltratada por la edad y la obesidad.
 Casi siempre a la vera de su padre, rodeada de empresarios y políticos desde su infancia, no puede decirse, sin embargo, como insisten sus críticos, que se trate de una niña de papá y una heredera más
. Desde que se hizo con el mando de Hancock Prospecting ha multiplicado por 300 su valor y supo ver, a diferencia de su ambiciosa prole, el futuro de un negocio gracias al boom de las materias primas y de la inagotable demanda de China.
“Si envidian a los que tienen más dinero, no se queden sentados quejándose", ha declarado.
 “Hagan algo para ganar más, pasen menos tiempo bebiendo, fumando y parloteando y trabajen más”
Rinehart, recelosa de la prensa, a la que vetó en su mayoría en el estreno del libro, organizó una presentación en vivo en ocho ciudades, a las que viajó saltando de una a otra en su avión privado. La empresaria minera no precisa del favor de los medios de comunicación.
Si es preciso, los compra, y punto
. Recientemente tomó participaciones en el grupo Fairfax Media y en el Canal 10. Antes que de periodistas, prefiere rodearse de sus amigos fraternales de la comunidad minera que aplaudieron a rabiar todas sus propuestas.
Devota de la memoria de su padre, fallecido hace 20 años y que hacía gala de ideas tan peregrinas como el empleo de bombas nucleares para las prospecciones o la independencia del Estado occidental australiano, Rinehart se ha convertido en el referente de muchos australianos, atemorizados por el peligro de una recesión, y cuya economía cada vez es más dependiente de la demanda china.
Es una multimillonaria que no teme alimentar su propia leyenda negra con declaraciones de un vibrante conservadurismo (“Si envidian a los que tienen más dinero, no se queden sentados quejándose. Hagan algo para ganar más, pasen menos tiempo bebiendo, fumando y parloteando y trabajen más”) o lanzando iniciativas contra el Gobierno “socialista” australiano, como la petición de rebaja del salario mínimo o la contratación de trabajadores asiáticos en las minas cuando hay miles de mineros nacionales en paro.
En sus paradas promocionales se mostró más comedida, tal vez en homenaje a la memoria de su amado progenitor, que la llevó a hacer coincidir la presentación del libro con el 60º aniversario del hallazgo de Pilbara, los enormes yacimientos de mineral de hierro que Hancok descubrió por casualidad mientras casi se mata en su avioneta en medio de una tormenta, y son el origen de su enorme fortuna.
Con todo, Rinehart mandó un aviso a sus compatriotas: “No quiero ver a Australia continuar por un camino con demasiadas cabezas enterradas en la arena (como el avestruz), los inversores cada vez más críticos y desalentados por las malas políticas, y muy pocos comprendiendo de verdad los problemas mientras Australia se mueve para convertirse en otra Grecia, España o Portugal”.
No deben de estar muy contentos con esta afirmación los miembros del Gobierno de Rajoy, o los defensores de la marca España ni, en general, todos aquellos que viven de vender una imagen de un optimismo desaforado de un país con la cuarta parte de su población en paro y una deuda astronómica de 900.000 millones de euros.
 La alusión a España como paradigma del desastre económico al que llevan las malas políticas se está convirtiendo en un clásico
. La utilizó Nicolas Sarkozy en la última campaña presidencial, y lo mismo hizo luego el candidato republicano, Mitt Romney, en su lucha por llegar a la Casa Blanca.
Rinehart tiene claro que la solución para su Australia es recortar los gastos y fomentar la inversión, protegiendo a las pequeñas empresas.
 Cree que la minería puede desempeñar un papel decisivo en la creación de esa riqueza siempre que el Gobierno no se empeñe en verla como un enemigo y frenar su desarrollo con leyes absurdas como el impuesto minero y la nueva tasa de emisiones que entró en vigor este verano.
 A diferencia de nuestros ricos nacionales, la australiana no se maquilla con una imagen filantrópica. Tal vez sea mucho mejor así. Los ricos son ricos por algo, dice la sentencia popular.