Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

11 dic 2012

En lo más recóndito de Gran Canaria

Enrique Mesa
La casa rural El Patio de Agaete está situada en uno de los barrios de costa de más difícil acceso de Gran Canaria.
 En El Risco, a 50 kilómetros y una hora de coche desde Las Palmas de Gran Canaria.
 Para llegar hay que tomar la carretera que une Agaete con La Aldea y avanzar entre vertiginosos acantilados.
 Es el tramo de carretera más espectacular de la isla. 12 kilómetros, 20 minutos y 200 curvas.
Hasta que la visión de bañistas corriendo en una cala de arena negra nos hace suspirar de alivio. La playa del Risco. Más adelante aparecerá el bar Perdomo ocupando una curva.
 No nos habíamos perdido.
El Risco son 150 habitantes en el corazón de la cola del dragón, que es a lo que recuerda el perfil de las montañas que descienden desde la cumbre hasta el mar visto desde el pueblo de Agaete.
Una iglesia, el teleclub (hace 30 años que no lo hay, pero los lugareños siguen teniendo como referencia el local donde se ubicaba), el bar Perdomo y la tienda de comestibles Casa Lolo, señalizada con dos carteles escritos a mano sobre cartones amarrados al tronco de un laurel de la carretera. Casa Lolo, regentada por doña Paquita, su viuda desde hace siete años, será nuestro salvavidas durante la estancia. A ella podremos comprarle lo necesario.
 Y hasta obtener el favor de un tupperware con potaje de berros, gofio y queso del país incluidos.
El Patio de Agaete (El Risco, 51. Telf.: 0034 928 88 61 61) son 75 metros cuadrados de vivienda y 800 de jardines. Tiene piscina. Cuesta 135 euros por día y la estancia mínima son dos noches, aunque los propietarios dan preferencia a las estancias más largas.
Las han tenido hasta de tres meses. Está situada al final de una empinada carretera de asfalto, en lo que lo se conoce como el Risco de Arriba.
 El coche se deja aparcado en un margen de la calle y a la casa se accede por un estrecho pasillo delimitado por muros de piedras de medio metro de alto entre cañaverales.
Los lagartos nos hacen el paseíllo. Entramos en ella por una vieja puerta de madera de tea.
Está habilitada para recibir parejas con un niño y un bebé como máximo.
 Y cuidadosamente decorada. En el patio de entrada, una mesa de madera y cristal bajo un pérgola de madera frente a ventanas pintadas en verde turquesa invita a desayunos y sobremesas.
 Las paredes del interior de la casa son naranjas.
 Las ventanas y puertas de madera recia llaman la atención sobre lo demás. Un dormitorio con camas para dos, un salón, un baño con original plato de ducha integrado. Y cocina sin microondas pero por lo demás completamente equipada.
Solo zonas del exterior cuentan con señal telefónica móvil convencional.
 Ni rastro de wifi y 3G (caso de urgencia, el wifi del teleclub puede sacarnos del apuro). Así que la estancia en El Patio de Agaete se convierte en retiro forzoso también de Internet. Ideal para una cura de desintoxicación de redes sociales y para recuperar el placer de la lectura. La paz, y la piscina entre verodes, tabaibas y plantas de aloe con vistas a impresionantes montañas, llenas de penachos amarillos por la proliferación de cerrillo, lograrán que pasemos mejor el mono. También el rincón preferido de Branko -el arrendatario, junto a Virgina-, dos bancos rústicos junto al patio de entrada bajo flores rojas de flamboyán entre higueras, limoneros, guayabos y aguacateros.
Cuando el momento lo requiera es imprescindible una visita a la playa, siempre en bajamar por la potencia con que bate el mar.
 Los atardeceres son monumentales con el Teide, en la vecina isla de Tenerife, como telón de fondo. Y la guinda suprema, una excursión de 20 minutos a pie hacia el interior de las quebradas. El paisaje parece habitado por dinosaurios. El destino final está a un kilómetro.
 Es el Charco Azul, en la confluencia de tres barrancos: 300 metros cuadrados de agua al pie de la montaña. En temporada de lluvias es posible darse un chapuzón debajo de las cascadas que nacen a 1.500 metros de altura en el pinar de Tamadaba.
Esta salida no se la pierdan, es espectacular.

Las casas de colores de Las Palmas, (El Viajero)

Paseo por las empinadas calles del risco de San Juan, uno de los lugares más fotografiados de la ciudad canaria.

 

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Las casas de colores de Las Palmas son una de las estampas más conocidas de la ciudad. / Luis Roca Arencibia
Las casas de colores del risco de San Juan, uno de las cinco lomas que desde el siglo XVII fueron habitadas alrededor de Las Palmas de Gran Canaria, son una de las fotografías más habituales de la ciudad
. Este es un recorrido para visitarlas desde dentro, paseando por sus calles.
 Cogemos la guagua 54 a las 9.30 de la mañana desde el teatro Pérez Galdós. Identificarla es fácil. Su reducido tamaño se explicará después, cuando el chófer sortee algunos tramos con las paredes de las viviendas a escasos centímetros.
Tras callejear unos minutos por el barrio de Vegueta al son de No soy un Superman, de David Bustamante, nuestra aventura se inicia con una inesperada curva 90 grados en el paseo de San José a la altura del centro cultural San Martín.Unos minutos no dan para nada.
Precisamente fue en este lugar, un antiguo hospital, donde en 1934 el pintor Jorge Oramas retrató las casas de los riscos circundantes enfatizando sus tonalidades.
(El Hospital , creo, se llamaba San Roquue y un cine, l que no nos dejaban ir por esas calles) Aún Ahora guarden bien la cartera, no sé a quién o qué lumbreras se le ocurrió adentrarse por el Polvorin, si salen sin atraco o robo cuéntelo, por Favor)
Los vecinos las coloreaban usando lo que había sobrado de pintar los barcos del puerto de la Luz. Normalmente con colores primarios. Amarillos, rojos, azules. De ahí su fuerza, que contrasta con la humildad de las viviendas.
 Su desorden, aparentemente intencionado, es parte también de su irresistible encanto
.De intecionado nada, cada cual hacía su casa como podía, y los colores de las casas , en general, es algo típico de no tener un orden urbánistico, no sé quién es el que ha hecho esto, por los apellidos parece Canario, pues listos vamos si destruye la Ciudad como lo está describiendo.
Tras un cerradísimo giro, la guagua entra por la calle Real de San Juan, una acusada pendiente de un solo carril que nos lleva tras otra curva, esta de casi 360 grados, a la punta de la loma por la calle Camino al Polvorín. Por dentro, el risco son casas hombro con hombro. Debemos llevar provisiones. El Autoservicio Reyes, al final de Camino al Polvorín, nos podrá salvar de un apuro
. En su parada nos bajamos. Antes de iniciar el descenso a pie, aprovechamos para echar un vistazo. Estamos en lo más alto.
 Caminamos por la calle Tártago buscando rendijas que se abran a la ciudad baja.
Llegamos a una atalaya tras esquivar a cuatro chiquillos que tiran penaltis a una portería inventada con dos conos de tráfico. Vemos casi el mismo paisaje que los primeros moradores de la zona. En primer término cientos de azoteas autoconstruidas. Detrás el barrio de Vegueta, con la catedral de Santa Ana del tamaño de una uña, inconfundible por su piedra negra, extraída del propio cerro de San Juan en los siglos XVI y XVII. Y al fondo el mar añil. Donde hoy navegan mastodónticos buques mercantes entonces se temía el avistamiento de corsarios.
Ahora los Corsarios andan por los riscos, ni los taxis se adentran por el Polvorin ni risco que se tenga por tal, una advenediza allcaldesa del PP, que sino fuera porque dijo que ella era de Triana Alta, tendría todos mis respetos si no se avergonzara haber vivido en el Risco San Nicolás o San José.
Iniciamos el descenso por la vía principal.
 Nace de la curva que une las calles Camino al Polvorín y Tártago. Si llegamos temprano veremos desperezarse el risco
. Oiremos tras las paredes a madres despertando niños. Veremos puertas que se abren y de las cuales salen hombres muy delgados, con arrugas en el rostro que parecen cicatrices. Nos miran con extrañeza y desconfianza, como si transitáramos por una propiedad privada.
 Miraremos por el hueco de los pocos solares que han quedado sin construir. Leeremos sus pintadas. “Nunca. No te olvido”, “Alejandro y Melin”. Veremos mujeres sentadas en rústicos banco de piedra. Preguntamos por la mejor vista.Como en Grecia pero sin Yogourt.
 “Para eso tienen que dejarles entrar en una casa y subir a la azotea.”
La ruta solo puede hacerse libremente. Pateando cada callejuela. Cantabria, Géminis, Sagitario, Piscis, Cruces de San Juan, San Felipe, Pegaso.
 Subiendo y bajando empinadas escaleras, las más logradas provistas de modestísimos barandales verdes. Desde un altillo de la calle Cantabria la panorámica de la ciudad es especial. En primer término, el risco de San Nicolás. Al fondo, las montañas de La Isleta sobre el puerto de La Luz.
Finalizamos el descenso en la ermita de San Juan Bautista.
 Data del siglo XVII. Es arquitectura de tradición mudéjar.
 Su interior puede visitarse solo los sábados, de 18.45 a 20.15 horas, coincidiendo con la misa. Hay hambre. Dejando atrás el risco, muy cerca, en el número 23 de la calle Pedro Díaz de Vegueta, está el pintoresco bar del Sporting Club.
 Picoteamos a muy buen precio excelentes albóndigas caseras, papas arrugadas y la clásica pata asada. El postre nos lo reservamos en otro lugar. Será un placer, pero solo para los ojos. Llegamos a la plaza de Santa Ana, corazón histórico de la ciudad, y por 1,50 euros terminaremos la ruta subiendo en ascensor a lo alto de las torres de la Catedral
. El horario de apertura es de 10.00 a 16.30 de lunes a viernes y los sábados de 10.00 a 13.30.
 La vista que se tiene desde allí de esta ciudad abigarrada de casas desde los riscos hasta el mar es espectacular.
Y echesen una siesta por la paliza pegada, ya digo que no se a quién se le ocurrió tremendo pateo y con riesgo.
Y por la Noche salgan por Vegueta y verán que eso si es "algo" que no debe perderse.

10 dic 2012

Juventud felicidad....

Hubo una vez, no hace mucho, en la Isla, como un destello de último juventud, de felicidad desprendida. Parte de la belleza del fulgor era que sabíamos, a plena conciencia, que nos habíamos despedido de la juventud en un tiempo remoto, tan remoto como la propia Isla.
Fue un fulgor que cubrió los valles y las aristas de aquella sustancia mítica que una vez, casi al comienzo de nuestra historia, descubrimos en medio de la náusea. Tenía la intensidad de la tierra húmeda de las veredas en diciembre, del azul oceánico entre las nubes blancas de los alisios, el brillo de la colina de San Roque cuando se asoma al Atlántico y, más allá del horizonte, reverbera otra vida, otra posibilidad, y también otra felicidad, que nunca llegamos a conocer.
Me conmueve traer ahora aquel destello último. Yo creo que muchos de los que participaron en las tardes estivales que rememoro para adentro, en los paseos por los áridos del Sur, de un modo inconsciente rechazaron después seguir mordiendo la alegría.
Las veces que he vuelto aquello no estaba triste, ni sumido en una luz superior, que pertenece a la Isla pero se mantiene escondida, como escondidas se encuentran las venas del volcán que la unen al lecho del océano para que no se desvanezca, para que no deje de existir como nosotros hemos dejado de existir en aquel instante de juventud.

Las últimas veces que he vuelto, aquello incluso vibraba con su vida propia remozada, comercial y bulliciosa, pero que ya no es la nuestra, la vida nuestra que hemos vertido hacia allá tanto tiempo, para que la Isla, y nosotros, se mantuviera.

En cierto modo, todas nuestras palabras, todo nuestro amor, han sido como las venas volcánicas. Y aquel relumbre de felicidad al que me refiero, la juventud del volcán diciendo su luz.
 
Del Diario Virtual de Jose Carlos Cataño.

Mo-Yan Nóbel de La Literatura


El Nobel de Literatura Mo Yan recibe el galardón de manos del rey Gustavo de Suecia. / HENRIK MONTGOMERY (AP
El chino Mo Yan, que ha recibido hoy en Estocolmo el Premio Nobel de Literatura, describe en su obra un pasado de China que "es una revisión convincente y mordaz de cincuenta años de propaganda", ha dicho sobre el escritor el presidente del Comité Nobel de Literatura, Per Wästberg, durante la alocución con la que le presentó antes de que recogiera del manos del rey Carlos Gustavo de Suecia la medalla y el diploma que acreditan el premio.
El Konserthuset (Sala de Conciertos) de Estocolmo ha acogido un año más la entrega de los Premios Nobel, en una ceremonia presidida por los reyes Carlos Gustavo y Silvia de Suecia, y a la que asistieron la princesa heredera Victoria, su marido el príncipe Daniel y los príncipes Carlos Felipe y Madeleine.
De todos los Nobel entregados hoy, el que más expectación había suscitado fue el de Mo Yan, seudónimo que significa "no hables" y cuyo nombre es Guan Moye, quien desde que se conoció la atribución del premio ha recibido críticas, entre otros, de disidentes chinos por considerarle un intelectual del régimen
.Todavía van así, intelectual del régimen ¿Eso que es?..
En su presentación, Wästberg no ahorró elogios a la literatura de Mo Yan, de 57 años, y su retrato de la sociedad china.
 Mo Yan conoce "prácticamente todo lo que hay que conocer sobre el hambre y, probablemente, la brutalidad del siglo XX en China nunca ha sido descrita de una manera tan desnuda", ha asegurado.
En su literatura, el autor chino "ataca la historia y sus falsificaciones, así como las penurias y la hipocresía política", ha dicho Wastberg, quien además ha citado algunas de sus obras en las que se "mofa" de la "pseudociencia revolucionaria" o dirige su "ironía a la política familiar china" del hijo único.
 En las historias de Mo Yan "nunca encontramos el ciudadano ideal que fue una característica estándar en la China de Mao" sino que son capaces de adoptar "los pasos y medidas más amorales para satisfacer sus vidas y reventar las jaulas en las que han sido confinados por el destino y la política".
 "En la obra de Mo Yan, la literatura mundial habla con una voz que ahoga a la mayoría de los contemporáneos", ha concluido el académico.
En una ceremonia a la que asistieron 1.570 invitados y que siempre está marcada por un riguroso protocolo, el primero en tomar la palabra fue el presidente de comité de la Fundación Nobel, Marcus Storch, quien ha recordado que horas antes en Oslo la Unión Europea había recibido el Nobel de la Paz. Storch ha recorrido en su discurso la historia de los Premios Nobel que se entregan un día como hoy al ser la fecha del fallecimiento de su creador Alfred Nobel (1833-1896), así como la historia de su fundación y los retos de futuro.
Los laureados, todos hombres, recogieron su medalla y diploma de manos del rey e hicieron una reverencia al monarca, otra a los miembros de la Academia y la tercera al público, pues el protocolo no establece que puedan hacer discursosSería una Torre de Babel.
. Los premios fueron entregados con el orden habitual, con lo que los primeros en acercarse al centro del escenario fueron los laureados en Física, David J. Wineland y Serge Haroche, elegidos por haber abierto una "nueva era" en la física cuántica.
 En Química se reconocieron los estudios de Robert J. Lefwokitz y Brian K. Kobilka sobre receptores celulares, a través de los que logran sus efectos casi la mitad de los medicamentos.
El británico John B. Gordon y el japonés Shinya Yamanaka, merecieron la distinción en Medicina por demostrar que las células adultas pueden ser reprogramadas para desarrollar cualquier tipo de tejido.
 Los últimos en recoger sus medallas de manos del rey fueron los estadounidense Alvin E. Roth y Lloyd S. Shapley, por sus trabajos sobre el diseño de los mercados y su teoría de las asignaciones estables, que les valieron el premio de Economía, creado en 1969 por el Banco de Suecia en memoria de Alfred Nobel.
El acto ha contado con diversos interludios musicales a cargo de la Real Orquesta Filarmónica de Estocolmo, bajo la batuta de Daniel Blendulf y contó con la actuación como solista del clarinetista Emil Jonason, con obras, entre otros de Pyotr Tchaikovsky, Gioacchino Rossini y George Gershwin.
Los Premios Nobel han visto reducida este año su dotación económica en un veinte por ciento, hasta los 8 millones de coronas suecas, (unos 930.000 euros o 1,5 millones de dólares), por categoría, para lograr un rendimiento del capital ajustado a la inflación. Como cada año, la Sala de Conciertos estuvo decorada por unas 17.000 flores y hojas enviadas desde Sanremo (Italia), localidad donde falleció Alfred Nobel, y en esta ocasión predominaron los tonos cálidos y llenos de matices, desde el cereza al naranja en varias versiones incluidos los tonos pastel.
 La solemne ceremonia se cerró con el himno nacional sueco Du gamla, Du fria (Vieja y libre tierra).Pues quien fuera Sueco, aunque me pelara de frio.