Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

21 oct 2012

La Niebla.............Por Jose Carlos Cataño

En la incierta hora de este amanecer, la niebla toma el resplandor húmedo de las avenidas.
¿Puedo llamarla desgarrada, a la niebla? ¿O puedo decir que se ensaña con lo poco que emerge de la ciudad?
Un coche gira en torno a la Plaza. "¡Dejadme gritar de alegría!", exclama una voz joven mientras el vehículo acelera calle arriba.

Feijóo amplía su mayoría absoluta y Beiras irrumpe con fuerza

Pues que luego no se quejen. Si así votaron no nos fastidien a los demás.

El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, revalida para el PP la mayoría absoluta en Galicia, según los datos del escrutinio oficial. Con el 75% ya analizado, el PP amplía su poder en la Cámara gallega y se sitúa en 41 diputados.
El escrutinio  también apunta a un fuerte descalabro del PSOE que, de sus 25 años actuales, pasa, de momento, a 18. Además, se confirma el enorme éxito de la coalición entre el exlíder del BNG y Esquerda Unida, Alternativa Galega de Esquerda (AGE), una fuerza que se creó hace apenas un mes y que está ya en 9 escaños. Según esta la página oficial de la Xunta, Beiras superaría incluso a su antigua formación, el Bloque, que se queda ahora mismo en 7 diputados. El escrutinio apunta a que el hundimiento de los socialistas se puede producir en la provincia que tradicionalmente le ha sido más fiel, la de A Coruña, donde perderían hasta tres de los ocho diputados con que contaban. En esa circunscripción es en la que el PP muestra una tendencia a crecer más, así como la coalición que encabeza Beiras, que tanto allí como en Pontevedra puede alcanzar hasta cuatro diputados.
La Xunta estuvo informando durante todo el día de una fuerte caída de la participación, de más de seis puntos porcentuales respecto a 2009. Todo indica que el Gobierno gallego estuvo comparando datos no homogéneos, incluyendo en los resultados finales de los anteriores comicios los votos de la nutrida colonia gallega en el extranjero. De otro modo no se entiende el brusco cambio en las cifras facilitadas por el Gobierno autónomo durante todo el día y las del escrutinio, que hablan de un leve descenso de la afluencia a las urnas, de apenas un punto porcentual.
Las elecciones en Galicia se han planteado casi como un plebiscito a la política de recortes del PP. El presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo, fue, desde el primer día de su Gobierno, un precursor de la política de austeridad, y, de hecho, presenta los mejores datos de déficit público entre todas las comunidades españolas. Pero la oposición a los populares también trataron de meter en la batalla las impopulares medidas tomadas por el Gobierno central y los reiterados incumplimientos de las promesas electorales por parte de su presidente, Mariano Rajoy.
El PSOE, que ha llegado a estos comicios en muy difíciles circunstancias, por sus crisis internas en Galicia y por los daños que ha sufrido en toda España tras perder el Gobierno, el pasado noviembre, ha hecho todo lo posible por transmitir a los gallegos que el voto al PP abriría la puerta a recortes más duros del Gobierno de Rajoy. El secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Ruibalcaba, se ha volcado como nunca en la campaña gallega, lo que permite aventurar que los resultados también serán un examen para el actual líder de la oposición.
Los nacionalistas han acudido a estos comicios divididos tras las escisiones sufridas por su partido matriz, el BNG. Esta última formación, que presentaba como su candidato a Francisco Jorquera, su portavoz en el Congreso de los Diputados hasta hace unas semanas, ha afrontado la fuerte competencia con la Alternativa Galega de Esquerdas, una coalición formada a última hora entre el exlíder del BNG Xosé Manuel Beiras y Esquerda Unida, la marca gallega de IU. El veterano Beiras ha sido a los 76 años la gran sorpresa de la campaña. Sin apenas tiempo, dinero ni infraestructura organizativa, todo indica que va a tener un resultado notable y que ha logrado recoger los votos del desencanto entre la izquierda.

PAPELES PERDIDOS

El Rothfuss más macabro

Por: Elisa Silió21/10/2012
Rothfuss-adventures2

El autor de El nombre del viento imagina tres finales terroríficos para un cuento de factura infantil
En diciembre de 2009 este periódico visitaba a Patrick Rothfuss (1973) en su aislado refugio de Stevens Point en el ya de por sí remoto Wisconsin.
 Por entonces había vendido ya en España 95.000  ejemplares de El nombre del viento, el primer tomo de su trilogía fantástica, y había sido traducido a 30 idiomas.
 Andaba ya corrigiendo o reescribiendo, según se mire porque tardó años, el segundo y para quitarse presión Rothfuss decidió escribir junto al dibujante Nate Taylor este cuento Las aventuras de la princesa y el señor Fu, cuyo título despista.
 Lo protagoniza una princesa que vive en un castillo de mazapán –hasta allí puro azúcar- con la única compañía de su oso de peluche -el señor Fu que no abre el pico- y lo que llama “la cosa de debajo de la cama” que no quiere ver la luz. Esta presentación de personajes -que ocupa las primeras páginas ilustradas- da idea de que lo que se avecina no es precisamente un cuento de hadas.

    El mismo Rothfuss describe su librito como “un combinado de Calvin y Hobbes, y Coraline, con una pizca de Edward Gorey”. “Lo dicho: este no es un cuento para niños”. Lo enfoca “para adultos que tengan un sentido del humor un tanto siniestro y sepan apreciar los cuentos infantiles ilustrados tradicionales”.
 Las escenas dibujadas en Las aventuras de la princesa destilan un dramatismo aumentado por ser bicolor en blanco y negro. Rothfuss confió en Nate Taylor amigo suyo desde 2000, confidente y con la misma visión negra de la vida.
 Antes el dibujante, que trabaja animando videojuegos, había convertido en un cómic on line parte de la trilogía.

Cosas que me quitan el sueño, por Elvira Lindo y no es un bolso de Chanel

La incapacidad de Wert y Mas para tenderse la mano en el premio Planeta me produjo vergüenza.

 

A los que dormimos mal, los médicos nos recomiendan que no miremos una pantalla después de las diez de la noche. Como llevo años durmiendo de pena, he vivido el cambio fundamental de este consejo médico: antes, en el mundo precibernético, te aconsejaban que no vieras la tele, ahora te hablan de pantallas. Que no veas ni la tele, ni el ordenador, ni el iPhone ni el iPad. Del cine no te dicen nada, y a mí ese olvido me produce una pena imponente porque de alguna manera habla de la decadencia del cine en las salas. Ay. También te recomiendan no beber vino. Y de verdad que lo he intentado.
La cuestión es que si quiero dormir bien, tendría que ser otra persona. Sin mis dos copillas nocturnas y sin pantallas. Además, debería aprender a desconectar de los asuntos que me preocupan a partir también de las nueve, cenar prontito y no hablar de España.
 Llegados a este punto comprenderán ustedes que dormir bien en este país se ha puesto imposible. A consecuencia del ambiente que se respira, sigo la costumbre nabokoniana de dejar una maldita pastilla en la mesita de noche. Por si acaso. Apago la luz y le rezo un Padrenuestro al doctor Estivill. Al cabo de dos horas, créanme o no me crean, qué me importa ya, juro que la pastilla resplandece.
 Como esas virgencitas fluorescentes que velaban el sueño de las madres de antes. Y es tan fácil, pero tan fácil sucumbir a su influjo. Mientras mi mano se acerca hasta ella guiada por su extraordinario fulgor, me acuerdo de todas las cosas que me quitan el sueño y me digo: de acuerdo, yo tengo que cambiar, pero antes que yo debería cambiar España, y no parece que haya visos.
La noche del lunes 15, día de Santa Teresa (esposa de Lara padre), habiendo cenado a la hora en la que cenan las monjas, con una frugalidad rayana en el ascetismo y completamente sobria, apagué el ordenador y me dispuse a leer un libro en el sofá. Un espíritu insomne ha de tener mucho cuidado también con lo que lee. Nada de ensayo político.
 Nada de historia. Novelas de fácil asimilación. O biografías que te hagan soñar, algo como la biografía de Joaquín Torres, el arquitecto de los famosos.
 Pero aunque la tele tenga ya algo de aparato vintage por cuanto todo lo que aparece en ella se puede ver al día siguiente en una pantallita, sigue siendo peligroso enfrentarse a su presencia. Te viene como un eco de la antigua dependencia y en cuanto te descuidas la enciendes.
 La otra noche, la del 15, la encendí. Y no porque quisiera comprobar si los nombres que habían manoseado los quinielistas del Planeta eran los de los ganadores reales del premio mejor dotado de la literatura en español (puede esperar a la hora radiofónica del desayuno), sino porque durante días todas esas pantallas que no me dejan dormir habían conseguido atizar en mi interior el morbo del encuentro entre el presidente de la Generalitat y el ministro de Educación, ese señor que me trae recuerdos de mis tardes adolescentes de mecanografía: w-e-r-t.
Para dormir bien tendría que cenar prontito y no hablar de España. Esto en este país es imposible
Me puse el debate 24 horas de Televisión Española, que es un programa inaudito donde hablan contertulios de mente articulada que dejan hablar a sus colegas y no levantan la voz, y esperé a que la presentadora diera paso a la fiesta planetaria, tratando de convencerme de que unas imágenes sin más de un apretón de manos, aparte del morbillo despertado, no habrían de robarme el sueño. Ilusa de mí. Flanqueando al señor Lara, avanzaban esos dos representantes legítimos.
 A un lado, el que españoliza a los niños catalanes; al otro, el que internacionaliza el conflicto. W-e-r-t con la sonrisa tensa, Mas con cara de enigma. Se sentaron sin mirarse separados por la frontera carnal del enorme señor Lara. Qué bien viene un señor enorme en estas coyunturas. No sé si ustedes duermen bien ni si estaban la otra noche como yo contemplando el desencuentro en directo, pero debo confesar que esa incapacidad para tenderse la mano y entablar una conversación banal me produjo algo más que tensión.
La expresión que define lo que sentí es antigua: vergüenza ajena. Por su desabrida manera de actuar deduzco que estos dos señores entienden que solo han de sentirse responsables de sus actos ante las personas que piensan exactamente como ellos. A los demás, que les zurzan, que hubieran votado al ganador. Ni por un momento contemplan la posibilidad de que los votos que les colocan donde están son de una parte de la población, pero los impuestos con los que se les paga provienen de todos los contribuyentes.
 A ellos se les da una higa. Tenían que escenificar su guerrita. Acudían a un premio literario con el afán de hacerse protagonistas de la noche. Ni Silva ni Torres, oiga. Aquí, W-e-r-t y Mas, felizmente agazapados tras ese empresario que visto lo visto debería llevarse su planeta a las Seychelles, donde reina una gran tranquilidad.
De camino a la cama iba pensando en todas esas criaturas humanas a las que durante cualquier jornada laboral hemos de tender la mano, aunque no compartamos con ellas ni una sola idea. Mientras, aquellos que están siendo pagados para aliviar tensiones se dedican a agitarlas. Comprenderán que habiendo visto tan violento espectáculo, mi mente se negara a desconectar. Solo el resplandor místico de la pastilla consiguió devolverme algo de sosiego.