Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

20 oct 2012

Melendi: “La borrachera del avión me cambió la vida”

Una charla con el cantante sobre su rol en 'La Voz', las secuelas de la piratería, su autodestructivo pasado y el psicoanálisis como salvación.

 

Pregunta. El programa La Voz, de búsqueda de talentos canoros, va como un tiro. Y muchos concursantes eligen irse con usted. ¿Es el coach revelación?
Respuesta. Yo creo que ellos vienen ya con una idea muy predeterminada, saben con quién se quieren quedar. Yo soy el que más talento ve, el que más se da la vuelta [los coach escuchan las voces de espaldas, y giran la silla cuando quieren elegir a alguien]. Los aspirantes no dan ni el treinta por ciento de lo que tienen por los nervios. Veo voces especiales y hay cosas de desafinación que no tengo en cuenta, porque el primero que desafina soy yo.
P. Siempre ha sido un bala perdida. ¿Con la tele se está haciendo más formalito?
R. Yo estoy más formalito desde hace seis años, cuando inicié un proceso de cambio, que necesitaba, porque a mí la música me superó por todos los sitios. Un día llegué a mi casa y dije: algo estoy haciendo mal. Me están pasando cosas muy bonitas y soy infeliz.
P. Y decía: “El mundo me ha hecho canalla”. ¿Ahora va de virginal doncella?
R. Noooo. Soy un chaval normal, de barrio, y mi vida, con unos padres maravillosos, ha sido siempre muy fácil. Mi mayor enemigo he sido yo, yo mismo, y he pasado un proceso de cambio, de conocerme a mí mismo, muy doloroso. Pero ya me he caído del guindo. Tengo dos hijos, llevo siete años con mi pareja y la cosa está en otro plano.

A corta distancia

Despacho en la discográfica con la que saca nuevo disco. Aparece tatuado hasta la bandera, y como con el tiempo justo para contestar a las preguntas. O tiene prisa, o es hiperactivo. No me acompaña en el vaso de agua. A veces se mueve en la silla. Escueto, buen chico, da la impresión de no haber roto un plato en su vida, a pesar de que confiesa haber destrozado más de una vajilla.
P. Como asturiano, ¿le pesa ser de Oviedo y no de Gijón?
R. Ja, ja, ja. No, no, ¿por qué? Yo estoy muy orgulloso de ser de Oviedo. A mí Gijón me encanta, y tengo allí muchos amigos. Nuestra rivalidad es simplemente futbolística. Y yo en eso tengo un sentimiento carbayón.
P. Han escrito: “Es pobre en lo musical, pero tiene capacidad para la empatía”. ¿Malillo, pero simpaticón?
R. Algo así yo creo que quiere decir. Yo siempre he basado mi carrera en la composición, en las letras, y en comunicar con la gente. Siempre he reconocido que no tengo una gran voz.
P. ¿Llegó a pagar el combustible cuando se agarró la borrachera en un avión a México y el piloto tuvo que regresar a Madrid?
R. Al final se firmó un contrato de confidencialidad, y algo se tuvo que pagar de costas civiles, sí. Mi vida tenía que explotar por algún lado.
P. Pues que explotara en un avión lleno de pasajeros...
R. Vuelvo a pedirles excusas. Pero para mí aquello no fue negativo. A partir de entonces me cambió la vida, y empecé a pensar mucho más en hacia dónde quería ir y qué estaba haciendo mal.
P. Si bebe por miedo al avión, ¿por qué no prueba con tila?
R. El problema es que, además, tomaba pastillas para los nervios. Estaba una o dos semanas antes sin dormir. Tenía mil trabas mentales.
P. Le veo muy serio y razonable. Han debido de ser tremendos los ejercicios espirituales.
R. Sí, y el psicoanálisis, y muchas cosas, claro. Sobre todo el proceso de conocerte a ti mismo.
P. Y ahora que se conoce, ¿se gusta?
R. Me gusto más que antes.
P. ¿Sigue estando colocado casi siempre, como dijo una vez?
R. No sé cuándo lo dije. Se saca todo de contexto. Sí es verdad que yo, a la hora de componer, cuando me atasco, me fumo un porrillo y se me abre la mente. Pero esto se lo puede decir cualquier artista del planeta Tierra.
P. ¿Y ahora mismo qué le coloca?
R. El día a día, la ilusión que me da el trabajo, el nuevo disco que sale en noviembre, hacer cosas diferentes. La Voz para mí es una aventura, porque llevo quince años en un bucle de grabación de disco, promoción, gira. Y llega un momento en el que no creces más como persona.
P. En 2007 hizo un videojuego en el que su personaje era un proxeneta que traficaba con drogas. Ejemplar para sus niños.
R. No es cosa mía. Era un juego de bandas y de mafiosos, y no se llama como yo. Solo cogieron mi físico.
P. Ha estado siempre a favor de la piratería. No querrá ni oír hablar de la Ley Sinde.
R. Cuando yo empecé en la música las compañías me dieron de lado, y no puedo negar que estoy donde estoy por los conciertos y el boca a boca. No puedo tirar ahora piedras contra mi tejado y ser un hipócrita. Ahora, con el nivel de piratería al que estamos se esta está arruinando el negocio.
P. Si usted fuera concursante, ¿se iría con Melendi?
R. Depende. Yo puedo aprender mucho de mis tres compañeros coach [Bisbal, Rosario y Malú], sobre todo vocalmente. Conmigo, no, porque ya sabría lo que he hecho. Vocalmente no quiero aprender más de lo que sé. Prefiero aprender música, porque mi instrumento es suficiente para contar lo que cuento. Y mis canciones cantadas con otra voz más lírica no pegan.
P. De mayor no quiere ser Plácido Domingo ni Pavarotti.
R. Ni puedo –no tengo ni la capacidad ni el talento–, ni procede, para lo que yo hago.

Guillermo de Luxemburgo, en estado grave tras un accidente

Guillermo de Luxemburgo, de 37 años, hijo del gran duque de Luxemburgo y de la gran duquesa Josefina Carlota, resultó herido grave ayer en un accidente de tráfico a las afueras de París. El menor de los cinco hijos del monarca luxemburgués, que conducía un Renault Clio de alquiler, viajaba con su mujer, Sybilla, de 32 años, que fue ingresada en estado menos grave, indicaron fuentes médicas. Otras dos personas resultaron también heridas de gravedad en el mismo siniestro, registrado en la autopista A-10, a la entrada de la capital francesa, y en el que se vieron implicados tres automóviles. Según el último parte médico, el príncipe sufre "traumatismo craneal, pero no está en coma", como adelantaron algunos medios, y la princesa Sybilla sufre "una fractura en la pierna".
Al parecer, el Renault Clio, que conducía Guillermo de Luxemburgo, chocó con un Volkswagen Golf que circulaba por delante en medio de los dos carriles y después de dar varias vueltas de campana recibió el impacto de un Jaguar. El presidente francés, Jacques Chirac, quien telefoneo al gran duque Juan de Luxemburgo "nada más conocer la noticia del accidente de su hijo", se mantuvo constantemente a lo largo de toda la jornada "al corriente sobre la evolución" de su estado de salud, informaron fuentes del palacio del Elíseo.
El palacio ducal de Luxemburgo anunció que hasta mañana no emitirá ningún parte médico sobre el estado de salud del príncipe Guillermo, ya que no tenía ninguna novedad dentro de la gravedad. El próximo día 28 de septiembre estaba previsto que el gran duque de Luxemburgo abdicara en favor de su primogénito Henri.

Un sí quiero marcado por la austeridad y las críticas

Las protestas por el elevado coste de la boda moderan la pompa del enlace de Guillermo de Luxemburgo y Stéphanie de Lannoy.





 

Guillermo de Luxemburgo y Stéphanie de Lannoy, a la salida de la catedral de Notre-Dame, ya convertidos en marido y mujer. / GTRESONLINE
Todo apuntaba a que la boda religiosa entre el príncipe Guillermo de Luxemburgo y su prometida, la condesa Stéphanie de Lannoy, celebrada esa mañana en la catedral de Notre Dame, sería una efeméride para recordar pero no ha sido así
. Parece que las críticas por el elevado coste de la boda real, 350.000 de euros del que deberán responsabilizarse las arcas públicas luxemburguesas, han llegado a los oídos de los futuros herederos del Gran Ducado, que prefirieron moderar la pompa que suele rodear a este tipo de eventos.
La ceremonia ha sido de lo más sobria, ceñida perfectamente al protocolo.
 Ni siquiera el público que se congregó en los alrededores del templo se mostraba entusiasmado por lo que momentos después iba a tener lugar en el interior de la basílica
. Unas pocas banderas luxemburguesas y belgas ondeaban en las vallas que separaban a los espectadores de la recepción oficial.
Los invitados fueron llegando puntuales.
 Hicieron el habitual saludo protocolario a la bandera del Gran Ducado antes de hacer su entrada. Entre los asistentes, también se encontraron los príncipes de Asturias, Felipe y Letizia, que fueron el foco de atención de la prensa antes y durante el festejo
. Llegaron a las diez y media acompañados de un nutrido grupo de personalidades de la monarquía europea: los príncipes herederos de Noruega, Haakon y Mette-Marit, Victoria y Daniel de Suecia, Guillermo y Máxima de Holanda y finalmente Federico y Mary de Dinamarca. Carolina de Mónaco, Lalla Salma de Marruecos, Constantino y Ana María de Grecia o los duques de Essex fueron otros de los aristocráticos invitados.
La vista estaba puesta sobre el atuendo de la princesa Letizia.
 Los expertos apuntaban que el estilo sería muy austero para no alentar las críticas de la sociedad española por los excesos de las casas reales en tiempos de crisis económica.
 Y acertaron. Letizia se presentó con un modelo y complementos en tono nude del diseñador Felipe Varela, habitual en su armario, y un sombrero del mismo color de Pablo y Mayaya.
Las ovaciones del público recayeron sobre los cuatro hermanos del príncipe Guillermo, que llegó a la catedral poco antes de las once, acompañado de su madre, María Teresa Mestre, Gran Duquesa de Luxemburgo.
 Allí fue recibido por el arzobispo Jean-Claude Hollerich, que ofició la boda.
Pocos minutos después, Stéphanie de Lannoy hizo despertar el júbilo del público saludando desde el coche que le llevó hasta la entrada de la basílica
. Las cámaras enfocaron a la nueva princesa luxemburguesa que lució un vestido de color marfil, creación del diseñador de alta costura Elie Saab, según un comunicado de Palacio. La larga cola y velo que portaba no impidieron que llegase al altar sin contratiempos.
 En la cabeza lució una tiara y un sencillo recogido.

19 oct 2012

El Prado acoge el retrato del misterioso soldado de ‘Las lanzas’

'Retrato de caballero', de Diego Velázquez. / The Metropolitan Museum of Art
Decía el hispanista norteamericano Jonathan Brown que si Velázquez se hubiera atrevido a autorretratarse como uno de los caballeros de la corte del Rey Felipe IV en el cuadro que pintó el artista, Las lanzas, le hubieran dado el billete de vuelta a Sevilla inmediatamente.
 Tanto es así que la convicción que existía hasta principios del siglo XX de que el soldado anónimo que aparece en el extremo derecho de la pintura era el retrato del pintor sevillano se descartó.
Las semejanzas entre aquel misterioso soldado de la Corte, y el busto que cuelga desde hoy en la pared adyacente a la de Las Lanzas, en la sala 9 del Museo del Prado, son más que evidentes.
 Retrato de Caballero, la obra que fue atribuida a Diego Velázquez en 2009 tras su restauración, ha viajado desde el Metropolitan Museum of Art de Nueva York para rencontrarse con otras pinturas de su autor, y estará expuesta hasta el próximo 27 de enero.
Tras un misterioso anuncio por parte de la pinacoteca de la presentación de una obra “que no se había mostrado nunca antes en España” y sin aportar más datos, se ha presentado esta mañana el busto.
 “El secretismo tiene un motivo: esta obra tiene un receptor especial, es un homenaje al patrono emérito del museo, Plácido Arango, a quien que se le presentó ayer en un acto muy emotivo y que está dentro del marco del programa expositivo ‘La obra invitada’, de la Fundación Amigos del Museo del Prado”, ha señalado Gabriele Finaldi, director adjunto de Conservación e Investigación del museo
. Al final, el secreto no fue tal porque la identidad de la obra la publicó un diario nacional. Tampoco se pudo ver al presidente del patronato en la presentación.
La identidad del modelo sigue siendo una incógnita para investigadores y expertos.
 Su comparación con el Autorretrato de Valencia y con el que aparece en Las Meninas llevó al hispanista alemán Angus Mayer, fallecido en 1944, a volver sobre la idea de que Retrato de Caballero fuera un autorretrato.
Sin embargo, la comparación desvela más diferencias que semejanzas: “Los ojos, la punta de la nariz, o el tono pálido de la tez del misterioso personaje que aparece en La rendición de Breda hacen pensar que se trata de una persona distinta”, observa Keith Christiansen, jefe de Pintura Europea del MET.
Retrato de caballero había pertenecido, desde el siglo XVIII, a colecciones privadas alemanas, hasta que en 1925 o 1926 pasó a manos de Joseph Duveen, el marchante de pintura antigua más importante de su tiempo.
Con objeto de facilitar su salida comercial hizo restaurar el cuadro atendiendo a criterios que satisficieran las expectativas del coleccionismo internacional.
 Esa intervención creó un fondo homogéneo, definió las partes del tronco que estaban simplemente abocetadas, convirtió el cabello en una masa uniforme y, en general, dio lugar a una imagen muy estática, una sensación que el envejecimiento del barniz no hizo sino aumentar.