Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

15 oct 2012

Las fábulas verdes de Samaniego Por: EL PAÍS | 15 de octubre de 2012

Del Blog EROS.

  Samaniego
Aquí están salvados de la quema y los prejuicios del tiempo los ahora titulados "Veintidós cuentos picantes', en un libro publicado por la editorial riojana Pepitas de Calabaza (antaño recogidos en El jardín de Venus) que recoge textos del autor Félix María Samaniego. Sí, el mismo que se hizo famoso en su época (siglo XVIII) por esas fábulas morales que han perdurado en la historia. Esta edición de poesías eróticas, calenturientas y a veces bien explícitas es de Alfonso Martínez Galilea y las ilustraciones de Javier Jubera García. Muchos de estos textos de autor 'libertino' se guardaron como literatura oral y fueron pasando de boca en boca con los años. Narraciones de las andanzas de mozas, frailes, monjas, husares, viudas, soldados, esposas descontentas y bigardos de altura y de cómo los habitantes de aquel tiempo en ciudades, conventos o aldeas se las arreglaban para ligar y fornicar de lo lindo y escapar al control y las convenciones. Aquí van algunos ejemplos.
"Samaniego (Laguardia, Álava, 1745-1801) era sobrino del Conde de Peñaflorida y uno de los fundadores de la Sociedad Económica Vascongada, se había educado en Francia. […] Pero no era propagandista, y se contentó con ser poeta licencioso al modo de La Fontaine, pues sabida cosa es que los fabulistas, como todos los moralistas laicos, han solido ser gente de muy dudosa moralidad. Compuso, pues, Samaniego, aparte de sus fábulas, una copiosa colección de cuentos verdes, que algunos de sus amigos más graves (mentira parecería si no conociéramos aquel siglo) le excitaban a publicar, y que todavía corren manuscritos o en boca de la gente por tierras de Álava y La Rioja". Esto decía Marcelino Menéndez y Pelayo en su Historia de los heterodoxos españoles. Y aquí compartimos dos de sus calenturientos escritos.
Las lavativas
Cierta joven soltera, / de quien un oficial era el amante,/ pensaba a cada instante / cómo con su galán dormir pudiera / porque una vieja tía / gozar de sus amores la impedía. /
Discurrió al fin meter la penitente / en su casa, y, fingiendo que la daba / un cólico bilioso de prente, / hizo a la vieja, que cegata estaba, que un colchón separase / y en diferente cama se acostase. /
Ella en la suya, en tanto, / tuvo con su oficial lindo recreo, / dándole al dengue tanto / que a media voz, en dulce regodeo,/ suspiraba y decía: / -¡Ay...! ¡Ay...!¡Cuanto me aprieta esta agonía! /
SamaniegoLa vieja cuidadosa, / que no estaba durmiendo, / los suspiros oyendo, / a su sobrina dijo cariñosa: /
- Si tienes convulsiones aflictivas. / niña, yo te echaré unas lavativas./
-No, tía -ella responde-, que me asustan. /
- Pues si son un remedio soberano. /
-¿Y qué, si no me gustan? /
-Con todo, te he de echar dos por mi mano /
Dijo, y en um momento levantada, / fue a cargar y a traer la arma vedada. / La mozuela, que estaba embebecida / cuando llegó este apuro, / gozando una fortísima embestida, / pensó un medio seguro / para que la función no se dejase / ni a su galán la tía allí encontrase; / montó en él ensartada, / tapándole su cuerpo y puesta en popa, / mientras la tía, de jeringa armada, / llegó a la cama, levantó la ropa / por un ladito y, como mejor pudo, / enfiló el ojo del rollizo escudo. /
En tanto que empujaba / el caldo con cuidado, / la sobrina gozosa respingaba / sobre el cañon de su galán armado, / y la vieja, notando el movimiento, / le dijo:
- ¿Ves como te dan contento / las lavativas, y que no te asustan? / ¡Apuesto a que te gustan! /
A lo cual la sobrina respondió: / -¡Ay! por un lado sí, por otro no.

La paga adelantada
Una soltera muy escrupulosa / casarse rehusaba, / y decía a su madre que pensaba / que hacer la mala cosa / aún después de casada era pecado. / Un bigardón del caso fue informado, / y, habiéndose en la casa introducido / y hallándose querido, / pidió a la niña luego en casamiento.
Ella el consentimiento / dio con la condición de que tres veces / en la primera noche se lo haría / por ponerla corriente, y seguiría / luego una sola vez todos los meses. /
Samaniego2
Hízose al fin la boda / y, de la noche ya llegado el plazo, / la muchacha tres veces, brazo a brazo, /  sufrió, sin menearse, la acción toda. /
Concluyó el fuerte mozo su trabajo / y durmióse cansado; ella, impaciente, / andaba impertinente / volviéndose de arriba para abajo, / hasta que él acabó por despertarse / y huraño dijo:
-¡Hay tal cosquillería, / que por dos veces ya me has despertado! /
Y ella exclamó, acabando de arrimarse: / -¿Me quieres dar un mes adelantado?

Una historia de cuerpos abiertos......... Juan Manuel Játiva


¿La visión de una himenoplastia en directo parece fuerte? ¿O lo parece más la visión de un cuerpo tras el tratamiento por cáncer de mama? Tan solo son obras de arte que “pretenden crear una conciencia”, subraya la historiadora Irene Ballester (Alicante, 1979), que examina en su libro El cuerpo abierto la historia de las representaciones extremas de la mujer en el arte contemporáneo. Himenoplastia es un vídeo de la guatemalteca Regina José Galindo. Intravenus series # 1 June es una fotografía de la pionera norteamericana Hanna Wilke, fallecida por cáncer en 1993. No solo tienen en común el género de la mirada y de la protagonista, sino que, además, esta es en ambos casos la propia autora.
“Son imágenes que de alguna manera, como nuestra vista no está acostumbrada a ellas, pueden repeler, claro”, reconoce Ballester. Pero es que “un arte contra la violencia de género es un arte de denuncia, porque a estas alturas de la vida, un arte esteticista no tiene sentido”, argumenta en la construcción de un relato de los siglos XX y XXI que se sitúa al otro lado de una historia del arte en la que “los cuerpos femeninos han sido pintados o esculpidos desnudos para el disfrute del hombre”.
“Cuando el cuerpo de una mujer artista se abre aparece el dolor y la ira”, dice Pilar Pedraza
De hecho, recapitula, los hombres maduros y con arrugas sí que han sido representados en el arte occidental y son, por ejemplo, apóstoles, son personas sabias, santos o patriarcas. En cambio, “las mujeres viejas son sinónimo de brujas”, ironiza. Y cuando Tamara de Lempicka pinta a una anciana monja, muy lejos del glamour y voluptuosidad a que tenía acostumbrados a sus admiradores, el resultado, Madre superiora, se considera uno de sus peores cuadros. Alice Neel se hizo su primer autorretrato a los 80 años y se desnudó para ello. Margi Geerlinks incluyó en su serie Mothers una mujer anciana dando un pecho a un recién nacido. Y Cindy Sherman se vistió caracterizada de vieja como en un lienzo holandés del XVII y medio desnuda para agitar una vez más conciencias.
En el vídeo de Regina José Galindo se trata de que el espectador o la espectadora se pregunte por qué la autora se reconstruye el himen, y entonces averigüe qué sucede porque “hay una sociedad que lo pide, es una membrana que implica pureza tuya y de tu familia y eso todavía pasa, con la etnia gitana, en México, en países árabes, por ejemplo”. Tras publicar el libro, a Irene Ballester había personas que le decían “qué portada más fea, feísima y ¿esta quién es?”. Pues esta es El ángel de la anatomía, una pintura de la argentina Leonor Fini en la que la artista se muestra descarnada, todo huesos excepto el pelo y el rostro, en una imagen algo tétrica, impactante. Aunque no fue surrealista, Fini estuvo en el círculo de los surrealistas y “fue considerada una musa cuando era una artista por derecho propio, igual que Meret Oppenheim”, reclama Ballester, que recuerda haber cursado la licenciatura de Historia del Arte “sin que se hablara de mujeres artistas, ni en el Renacimiento ni en la edad contemporánea”.
Irene Ballester, con su libro. / MÒNICA TORRES
La alicantina decidió desquitarse de tal carencia en la tesis doctoral, tomando como punto de partida dos obras de arte, la citada de Fini y La columna rota de Frida Kahlo, no por causalidad nacidas las dos en 1907.
“Son dos obras en las que ambas, de alguna manera, se desgarran en su interior”, observa la historiadora. Son, en definitiva, como “cuerpos abiertos”, una terminología que adoptó en el doctorado de su profesora, la escritora Pilar Pedraza.
 Son cuerpos que se convierten en “lienzos de expresión”, que hablan por sí solos. “Cuando el cuerpo de una mujer artista se abre”, escribe Pedraza en el prólogo del libro, “cesa toda algarabía mercantil, carnavalesca, religiosa, o mágica y aparecen el dolor, la ira y la descalificación en toda su crudeza”. Volviendo a su referente, Ballester recuerda que “Kahlo fue la primera en hablar de violencia de género cuando en los años 40 ni se sabía qué era eso”.
 El relato discurre a través de la vida y producción de artistas que en su obra “habían denunciado la violencia de género, los abusos del patriarcado, el sometimiento, o la maternidad obligada”.
Algunas son reconocidas, como Meret Oppenheim, Marina Abramovic, Claude Cauhn o Cindy Sherman. Otras menos, como es el caso de Hanna Höch, una fotomontadora “solo recordada por los dadaístas porque preparaba los bocadillos en las reuniones de sus colegas”.
La guatemalteca Regina José Galindo está bien respaldada por los galeristas y la mexicana Lorena Wolffer ha presentado su obra por diversos países de Europa y América. Wolffer, como la colombiana Martha Amorocho, que fue víctima de una violación en su infancia, es una de esas artistas abundantes en el estudio de Ballester, que “han convertido su arte y su cuerpo en una plataforma para denunciar los abusos de la violencia de género y el feminicidio”.
Lorena Wolffer reproduce en sí misma los balazos de Ciudad Juárez
En marzo, esta dirigió un proyecto en el Matadero de Madrid en el que entre otros trabajos, se presentaba Mientras dormíamos, donde Wolffer reproduce en su propio cuerpo, con un plumón quirúrgico, “cada uno de los golpes, cortadas y balazos” sufridos por las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez
. Así transforma su cuerpo “en un vehículo de representación de la violencia hacia la mujer” en esta ciudad, “hoy aparentemente institucionalizada”.
La artista mexicana participa en la exposición In-out house, que se inaugura este lunes en la Universidad Politécnica de Valencia, con el subtítulo Circuitos de género y violencia en la era tecnológica, comisariada por Mau Monleón y con la colaboración de Ballester.
 La más conocida de las artistas incluidas en la muestra politécnica es la veterana estadounidense Suzanne Lacy, de la que Ballester recuerda la performance titulada In morning and in rage, en la que escenificó, en 1977, frente al Ayuntamiento de Los Ángeles la denuncia por la violación de diez mujeres y la pasividad policial. “Es una acción pionera consistente en apropiarse del espacio público para denunciar la agresión a las mujeres”, apunta la historiadora alicantina.
Con el tríptico Lo llevo puesto se presentará Martha Amorocho.
 Diversas manos masculinas se deslizan por su cuerpo, reproduciendo las sensaciones desagradables de la violación que sufrió en su infancia.
 Es un tema recordado también en Por mi culpa, por mi gran culpa, donde su piel aparece marcada por clavos, recordando a la fotógrafa alemana Grete Stern, amenazada por clavos en una de sus célebres escenas oníricas
. Las imágenes extremas en estos casos no solo muestran el sufrimiento y denuncian las causas, también tienen efectos catárticos.

El sueño de la razón romántica

El Museo Städel de Fráncfort examina la fascinación por la maldad, la muerte y los fantasmas en la pintura del Romanticismo más oscuro.

Los pintores románticos fueron algo más que iluminados con pose de dandy que dedicaron sus días a observar paisajes asombrosos con la melena al viento y el mentón en el aire.
 Caminaron por la vida como visionarios torturados por las fuerzas oscuras, que indagaron en los abismos de la condición humana a través de un interés desmedido por lo tenebroso, lo grotesco y lo fantasmagórico. Así lo descubre la exposición Schwarze Romantik (“Romanticismo negro”), inaugurada en el Museo Städel de Fráncfort, que hasta el 20 de enero permite explorar la agonía existencial de los artistas del periodo, así como la de precursores y herederos de su legado, a través de más de 200 obras de pintores como Goya, Blake, Delacroix, Géricault, Friedrich, Klee, Magritte o Munch.
Más que propensos al autoengaño, los románticos fueron individuos desencantados por el contexto histórico en el que les tocó vivir.
 “La desilusión que sucedió a la Revolución Francesa y la desconfianza en los criterios que habían guiado la Ilustración despertaron un gran interés por lo oscuro.
 Nuestro objetivo es alejarnos de los estereotipos sobre el Romanticismo para descubrir la auténtica identidad de un movimiento que se define por la obsesión por miedos y pesadillas”, explica el comisario de la muestra, Ingo Borges, desde este museo situado a la orilla del Meno y poseedor de una de las mayores colecciones de arte de Alemania.
El centro, que acaba de ampliar su espacio de exposiciones, intenta revitalizar el interés por una ciudad más conocida como capital de la prima de riesgo que por el atractivo de su oferta cultural.
Los románticos fueron individuos desencantados por el contexto histórico en el que les tocó vivir
En una Europa todavía más removida que la de hoy, asolada por las guerras napoleónicas y fracturada por la desaparición de los sistemas de organización política conocidos hasta entonces –con el absolutismo se vivía mejor, debieron de pensar algunos—, los románticos amanecieron obcecados por la amenaza invisible de los espectros nocturnos
. En la grieta aparecida entre un pasado por olvidar y un futuro desdibujado, los pintores nunca entendieron “si estaban caminando sobre una semilla o un desecho”, como dejaría dicho el escritor romántico Alfred de Musset.
 La idea de la muestra consiste en aplicar a la pintura la teoría del “Romanticismo oscuro” formulada por el crítico literario Mario Praz, quien describió a los poetas del periodo como seres fascinados por “la idea del horror como fuente de goce y belleza”, que decidieron escarbar en los bajos impulsos que el decoro del siglo anterior había logrado reprimir.
El sueño de la razón ilustrada, como diría Goya, produjo monstruos.
 Retratista de múltiples escenas de tortura, mutilación y canibalismo –“tristes presentimientos de lo que ha de acontecer”, como reza uno de sus Caprichos—, aparece presentado como padre fundador de esta inclinación por las tinieblas.
 Resultó tan influyente como Fuseli, que iba para pastor protestante, pero también sería abducido por las fuerzas del mal. La pesadilla, cuadro que da una bienvenida poco cálida a esta exposición de luz tenue y paredes grises, generó estupor y temblores en su época, cuando las damas de salud frágil fueron invitadas a mantenerse a una distancia prudencial del lienzo.
El sueño de la razón ilustrada, como diría Goya, produjo monstruos.
El erotismo mórbido que encerraba su obra sería muy imitado en los siglos posteriores.
Ectoplasmas de rasgos femeninos, cadáveres con un halo virginal y femmes fatales enviadas por el diablo se multiplicaron en la pintura, así como mitos clásicos, medievales o isabelinos de comportamiento no siempre digno –de Fausto a Hamlet y de Medea a Lady Macbeth— a quienes los pintores adoptaron en “una búsqueda perpetua de antihéroes con los que poder identificarse”, como apunta Borges.
 Gran figura del Romanticismo alemán, Caspar David Friedrich ocupa otra de las salas.
 Conocido por sus panorámicas compatibles con el merchandising museístico, su obra encierra en realidad bosques encantados, veleros fantasma y cementerios nebulosos, supuestos efectos del trauma de haber visto fallecer a un hermano que todavía no gateaba, hundido en un estanque invernal.
El fin del mundo, fantasía masoquista en la que reincidimos como sociedad cada vez que llega un cataclismo, también aparece ampliamente representado en cielos rojizos que anuncian lo peor, de Thomas Cole a Salvador Dalí. La llegada del simbolismo y de las vanguardias no dejó al arte libre de estas obsesiones malsanas, como demuestra la obra de Max Ernst.
 A los surrealistas, la negra introspección romántica les sirvió de portal de acceso a un mundo ajeno a la realidad física
. El nacimiento del cine pronunciaría todavía más esta predisposición a lo oscuro. Como demuestra la exposición, F.W. Murnau, Fritz Lang y James Whale calcaron en sus encuadres a Friedrich, Fuseli o Wiertz. La exposición se detiene en los años cuarenta.
No le habría costado demasiado seguir adelante, hasta describir una cultura que ya ha marcado en el calendario la fecha del próximo apocalipsis, mientras venera a heroínas adolescentes de tez mortecina y prefiere no numerar, por pura superstición, la planta 13 de los rascacielos.

 

El melancólico e inteligente adiós de los Rivera

A mi no me gusta esas ferias de toros, y no porque digan que si lo matan o no al Toro, tampoco me gusta ni ver matar a un conejo, lo vi de niña y jamás he podido comrlo.
Pero por decir que no me gusta esa fiesta no soy abanderada de nada, porque me gustan los toreros , no todos pero algunos, son guapos y se exiven , el traje de matador no lo entiendo, ya sé que es un ritual y de ahí vendrá el dicho" Es un hombre que se viste por los pies", bueno, no le queda otra. y están esos colores y tantas canciones , las folkloricas y los toreros, aunque cada dia eso ya no se ve.
Pues Cayetano Rivera Ordoñez, guapo según el dia, dice que se despide, pero es que le dan muchas cornadas y según cuentan cuando el toro te coge muy amenudo es que no eres buen torero, no calculas distancias ni posibles giros del animal, eso dicen, y Cayetano está muy corneado, nunca pudo estrenar el traje que le hizo Armani para una faena. Y casi fue mejor que no se lo pusiera, las cosas tradicionales no admiten banalidades.
Los hermanos Rivera durante la feria taurina de Villanueva del Arzobispo el pasado septiembre. / GTRESONLIN
En poco menos de una semana, el mundo de los toros se ha quedado huérfano de los hermanos Rivera Ordóñez, Cayetano y Francisco, que han decidido decir adiós o hasta luego a la profesión de toreros, a la que tanto deben.
 Y lo han hecho en silencio, como de tapadillo, en un atípico protocolo de despedida —me voy, pero no me ausento—, y con la divinidad como redentora y jueza: “Si Dios quiere”, decía el hermano mayor.
En poco menos de una semana se ha puesto fin, —de momento— a dos trayectorias taurinas deslumbrantes tiempo ha, y que se han ido apagando en beneficio del auge de dos personajes públicos que han conseguido jubilar a los toreros.
Pero son listos estos dos hermanos, y han demostrado que, además de un porte elegante, les funciona la cabeza fuera de los ruedos.
 Se han ido en silencio, sin anuncios previos, sin besos a las arenas de las plazas, sin emociones que alegran más la cuenta corriente que el corazón… Y sin corte de coleta, esa ceremonia tan íntima como expresión pública de que hasta aquí hemos llegado.
 Cayetano se ha retirado de manera temporal, y Francisco lo deja en manos de Dios.
 Es decir, que uno por razones temporales y el otro por espirituales dejan la puerta abierta para volver cuando los genes despierten y una buena oferta lo demande.
Y se van cuando uno y otro son una sombra de lo que fueron; cuando se ha roto el encanto del poderío de Francisco y el empaque de Cayetano, cuando son más interesantes fuera que dentro de la plaza, cuando la afición les ha pasado página, y pingües negocios reclaman su atención.
Porque los dos hermanos tienen vida más allá de los ruedos.
Cayetano, modelo de alta costura y perfumes, ha saboreado el glamour de la pasarela de Milán y estampa su cara bonita en los anuncios que salpican las paradas de autobuses.
Francisco es empresario con intereses en el textil, el inmobiliario, la agricultura, la ganadería, la restauración y las plazas de toros.
Y ambos son dos personajes públicos en el sentido más cañí de la palabra.
 Nacieron famosos y toreros por imposición genética.
No es posible una familia más taurina y popular que la suya, una curiosa coctelera en la que se mezclan los más puros mimbres del toreo con la cima del corazón mediático.
Y los dos se han creado un perfil propio, novedoso y diferente, estratégicamente diseñado al gusto de la modernidad. Elegante Cayetano, con ese atractivo aire entre la melancolía, la tristeza y la timidez; parco en palabras, pero de voz grave y solemne.
 Descarado Francisco, huidizo o no según las circunstancias, arisco y mujeriego, religioso y peleón, con ese punto agridulce de soberbia del que presume el guaperas canalla.
El bueno y el malo, y sin lugar para el feo.
Francisco y Cayetano, dos toreros creadores de ilusión
. El mayor llegó a Sevilla el 23 de abril de 1995, se hizo matador de toros de la mano de Espartaco y puso el toreo boca abajo. Tal fue su exhibición de poderío técnico, capacidad, valor e inteligencia natural ante la cara del toro, que el niño de Paquirri y protegido del abuelo Ordóñez se convirtió en un torerazo de la noche a la mañana.
Y así se paseó por las principales ferias durante varios años, como digno sucesor de sus mayores.
Cayetano fue el contrapunto.
 Nació a los toros ya mayor, cuando otros dormitan ya en su cortijo.
 Se vistió de luces cuando comprendió que la pantalla del cine no iluminaría su futuro, y dijo ser un torero diferente, cuajado de empaque y personalidad.
 No tuvo suerte con su apoderado, Curro Vázquez, quien más que su representante ha sido su ángel de la guarda protector, y lo convirtió en matador de becerros y no toros
. Lo cuidó tanto que lo descafeinó, y Cayetano se hizo una caricatura de sí mismo.
 O, quizá, nunca tuvo la ambición necesaria.
Cayetano se ha ido en el momento justo, castigado por los toros, sin asumir el compromiso que hace grandes a los toreros, y más admirado en la pasarela que en el ruedo.
A Francisco hace tiempo que se le rompió el amor con el toro.
Se cansó de llevar sobre sus espaldas la enorme responsabilidad de figura y prefirió ser uno más, al abrigo del cotilleo nacional sobre su ascendencia, su fallido matrimonio de alta alcurnia y sus amoríos de quita y pon.
 Uno más, pero desde la atalaya privilegiada de su enorme popularidad que le permitía estar en los primeros puestos del escalafón sin causa para ello. Nunca más fue ya el torero poderoso que deslumbró en sus primeros años.
Cayetano y Francisco se han marchado y hacen bien
. En silencio y sin alharacas, como corresponde a quien se ve empujado a decir adiós porque nada ni nadie le retiene.
En la hora de este melancólico e inteligente adiós, quede en la balanza la ilusión aportada por los dos hermanos, herederos de la más pura savia taurina.
Por encima de su obra quedará el peso de sus apellidos; y quedará la agridulce sensación de que sus personajes han devorado a los toreros
. Cosas de la vida…