Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

18 ago 2012

Los descontentos y la vida bella por Manuel Rico

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Juan Carlos Mestre publica nuevo libro / Cristóbal Manuel
Juan Carlos Mestre (Villafranca del Bierzo, León, 1957) es una de las voces más personales de entre las que irrumpieron en nuestra poesía en la década de los ochenta del pasado siglo.
 Gracias a una obra rigurosa (nueve poemarios en treinta años), a su apuesta por un irracionalismo que nunca pierde pie en la realidad y a un estilo inconfundible se ha convertido en un poeta de referencia obligada. Con La casa roja obtuvo el Premio Nacional de 2008, y ahora, tras la recuperación de los textos de juventud en La visita de Safo y otros poemas para despedir a Lennon (2011), Mestre da una vuelta de tuerca y se despacha con algo inusual: La bicicleta del panadero, un libro de casi 500 páginas que tiene mucho de anacronismo frente a la omnipresencia del libro breve y, si se me apura, ligero de este tiempo digital.
 Un anacronismo saludable y hasta necesario, que arriesga y, a la vez, apuesta por la poesía sin adjetivos demostrando que pese al admonitorio título de su quinto poemario, esta no ha caído en desgracia.
Ya desde el título, el libro presenta una gran carga significativa: la bicicleta como metáfora de una existencia basada en la utopía, en el equilibrio entre el hombre y la naturaleza, en cierta añoranza de un tiempo ideal, no prostituido por la razón mercantil y sus servidumbres; el panadero como artífice de un alimento ancestral, casi originario (y no solo en el sentido bíblico).
 A lo largo de casi trescientos poemas escritos con un tono y una música sostenidos, envolventes, Mestre nos conduce a un viaje con el que, a base de imaginación, de asociaciones imprevistas y casi provocadoras, indaga en la conciencia de lo contemporáneo: la cultura, el arte, la política, los acontecimientos que desde el pasado marcan, condicionan y determinan el presente, la memoria y sus diversos estratos (en el plano íntimo, pero también en el colectivo), el mundo como un medio complejo, poliédrico, en el que flotan, se comunican, establecen una relación dialéctica lo popular y lo culto, el más depurado y atrevido alarde lírico con destellos de un prosaísmo cruzado por la ironía
. Todo ello en un ambiente fantasmal, hecho de espacios y lugares imposibles, de convivencia de tiempos, escenarios y objetos fuera de la lógica establecida.
En más de una ocasión, Juan Carlos Mestre ha utilizado el término “poesía de la conciencia” para definir su obra: una combinación de conciencia crítica civil y política y conciencia de la propia materia poética: es decir, cuestionamiento del lenguaje convencional y búsqueda de sus potencialidades más sorprendentes y ocultas. En La bicicleta del panadero hay, además, una ambición cósmica.
 Pero no abstracta ni metafísica, sino sustentada en la historia.
Así, se acerca a realidades que han marcado la conciencia civil y cultural del siglo XX (Mayo del 68, Auschwitz, la Guerra Civil, el asesinato de Lennon…) poniendo en pie un protagonista colectivo, un personaje coral que dialoga con el lector a través de múltiples voces: los sastres, los carpinteros, los chatarreros, los alquimistas, los hojalateros, los judíos marcados para siempre por el Holocausto, los poetas, los socialistas utópicos, los representantes de los mercados, los albañiles, el dependiente, el padre (“Los padres mueren en invierno, tosen en invierno cansadamente sensitivos como trenes que ya no van a partir tosen mientras se deslizan sobre la nieve”), conforman un colectivo de procedencia popular que se relaciona dialécticamente con un universo cultural poliédrico: un vasto territorio de lecturas, de evocaciones, de restituciones y homenajes (de Picasso a Gide, de Cortázar a Pérez Estrada, de Lêdo Ivo a Marc Chagall). Son las distintas caras de la conciencia, la trastienda oculta de una memoria que es algo más que legado propio: es también herencia de los antepasados.
Al leer el libro de Mestre, uno se pregunta hasta qué punto la poesía no es hoy el refugio de las grandes incertidumbres de los seres humanos en un mundo crecientemente mercantilizado, el lugar donde la palabra, desde la insumisión, intenta ordenar el caos, darle un sentido histórico-emocional nuevo, intuir un futuro diferente.
 A esa pregunta parece responder el autor con una conclusión implícita: la mirada más fértil y verdadera es la que se alimenta de la derrota.
La lucidez extrema deviene, sí, del caos, pero también de la imposibilidad, de las derrotas sucesivas que han edificado la historia del hombre, la geografía de la compasión en un mundo terrible:
“Pocos confían en las multiplicaciones bíblicas / Nadie encuentra en el río pepitas de oro / Ningún periódico trae un ruiseñor en la primera página”.
 No por casualidad, La bicicleta del panadero se despliega tras una ilustrativa cita de Francis Picabia: “Los descontentos y los débiles hacen la vida más bella”.
 Mestre ha construido un extenso mosaico, un emocionante palimpsesto que es, en el fondo, un homenaje a las víctimas de la historia, a las realidades demolidas y a los sueños que aún viven.
La bicicleta del panadero, Juan Carlos MestreCalambur. Madrid, 2012, 476 páginas. 25 euros

“Este incendio es obra de un terrorista ambiental. Lo intentaban desde mayo”María Sosa Troya


Estado en el que han quedado algunas zonas del Garajonay tras el incendio. / D. MARTIN (AFP
La Gomera comenzó a arder el pasado 4 de agosto y el incendio aún no ha podido ser controlado.
 Unos 30 conatos han sido registrados en la isla durante este año, según el Cabildo. Ángel Fernández, director del Parque Nacional de Garajonay, se indigna al hablar del desastre, que ha afectado a unas 800 hectáreas de esta joya natural de la Unión Europea:
 “No debemos olvidar que esto ha sido obra de terroristas ambientales, y que estos criminales llevaban intentándolo en la isla desde mayo. Hasta ahora se había logrado atajar varios conatos de incendio, pero ya han conseguido incendiarla”.
Fernández atiende el teléfono desde el parque, donde supervisa las tareas de extinción. Está controlando la apertura de zanjas, de unos 50 centímetros de profundidad, que los efectivos que luchan contra el fuego han cavado a lo largo del perímetro para evitar que el incendio salga de la zona acotada. Unas 4.200 hectáreas se han visto afectadas por las llamas en la isla, que se han cebado en el Garajonay. “
Se trata de una estimación, pero es una barbaridad, teniendo en cuenta que este es uno de los parques naturales más pequeños y, según los datos que manejamos, el 20% de las 4.000 hectáreas que ocupa su superficie están afectadas”.
"La laurisilva de este espacio natural es el ecosistema de la UE con mayor número de especies endémicas"
Este espacio, situado en el corazón de La Gomera, alberga una importante reserva de laurisilva, un tipo de bosque húmedo
. Es la segunda área de España más importante en cuanto a flora autóctona amenazada y, “posiblemente”, el ecosistema de la Unión Europea con mayor número de endemismos, comenta Fernández. El director de este entorno natural, que ocupa el cargo desde hace ya 25 años, no se atreve a predecir cuánto tiempo será necesario para que el espacio se recupere. Sabe que depende de la antigüedad: las zonas jóvenes del parque tardarán entre 10 y 20 años; las intermedias, entre 30 y 60, y las maduras pueden necesitar de 40 a 80 años.
 Aun así, se muestra optimista y confía en que dentro de unos meses el espacio tenga otro aspecto. “Lo mejor del Garajonay, los parajes más exuberantes, siguen intactos”, remarca.
Ya no hay llamas, pero aún quedan puntos calientes que conviene tener controlados, “sobre todo cuando suban las temperaturas”, sostiene el director del parque. Fernández lo describe como un incendio mixto, fundamentalmente de copa [de los árboles], pero que también ha afectado al subsuelo, especialmente en la zona de laurisilva, más húmeda y, por tanto, más difícil de prender
. Por allí las llamas han sido “como un cáncer que se extiende muy lentamente”, quemando raíces y materia orgánica del mantillo.
 “La profundidad de las cenizas encontradas nos hizo creer que el fuego era subterráneo, pero finalmente no ha sido así, lo cual es una buena noticia, ya que podrán emplearse medios de extinción más convencionales”, señala.
"Ya no hay llamas, pero aún quedan puntos calientes que debemos tener controlados, sobre todo cuando aumenten las temperaturas"
Su mayor preocupación son los posibles fenómenos de erosión.
El fuego ha quemado parte de la materia orgánica que cubre el suelo. Se ha visto mermada, por tanto, su cubierta vegetal, una especie de alfombra protectora cuya función es fundamental para que el bosque se regenere. Por eso, este invierno será clave. Las lluvias torrenciales suponen un peligro en estos momentos, dada la vulnerabilidad de la tierra. De ahí que el director del parque espere que las precipitaciones “sean mansas”.
 Será en primavera cuando puedan determinar si las semillas de los árboles calcinados han germinado. Entonces, los daños sí serán completamente evaluables.
En cualquier caso, el 80% del parque permanece en buenas condiciones, según cuenta el director de este espacio natural protegido, declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco en 1986.
 Su parte más noble se ha “autoprotegido, por así decirlo”, pues los bosques más antiguos, en los que ha habido menos interferencia humana, son los que mejor se conservan en los incendios
. Ha ardido la zona joven, “la más castigada en el pasado” y en la que llevaban 25 años realizando un “verdadero esfuerzo” a través de un programa de recuperación ecológica.
"El fuego se ha extendido por algunas zonas como un cáncer que avanza muy lentamente"
La mayoría de los árboles de la laurisilva poseen, no obstante, capacidad de rebrote a partir de la cepa, la parte superior de las raíces donde aflora el tronco de la planta. Eso sí, ello depende de la intensidad con la que hayan sido afectadas por el fuego.
Por esta razón es necesario realizar un seguimiento. Hasta dentro de unos meses no podrán saber con seguridad la magnitud de la catástrofe.
“La laurisilva del Parque Nacional de Garajonay es única debido a su carácter insular, lo cual ha sido un reto a la hora de gestionar este espacio”, comenta Fernández.
 Se muestra casi convencido de que no se perderá ninguna especie animal, y espera que tampoco lo haga ninguna vegetal, aunque en este último caso puede ofrecer menos garantías.
 Hay 50 especies de flora endémicas de La Gomera, y 153 de fauna, según el Ministerio de Medio Ambiente
. “Las palomas canarias son quizás las más conocidas”, apunta el director. “Aunque muchos animales han perdido su hábitat, se han trasladado a otras zonas del parque”, prosigue.
A pesar de su optimismo respecto a la recuperación del Garajonay, Fernández reconoce que no había habido jamás un incendio tan virulento.
Y concluye: “El ser humano cree que tiene capacidad de hacer frente a todo, pero no es cierto”.

16 ago 2012

MIGUEL ARIAS CAÑETE, ministro de Agricultura.

MIGUEL ARIAS CAÑETE, ministro de Agricultura. “¿Un avión de madrugada? No se puede volar de noche”

El ministro de Agricultura, Miguel Arias Cañete, defendió ayer su actuación en el incendio de La Gomera: “No eludo responsabilidades. He cumplido con mi deber”.
» Petición de aviones. “Solicitar un hidroavión a la 1.27 del día 5 de agosto, cuando no pueden volar de noche, supone perder unas horas valiosas”.
» Medios disponibles. “Destinar tres de los 12 hidroaviones de los que dispone este ministerio permanentemente a las islas Canarias no es racional desde el punto de vista de la lucha contra el fuego”.
» Base permanente. “Cuando se decidió la distribución de los medios estatales, el Gobierno de Canarias no solicitó una base permanente. Por eso ahora sorprende”.

Todos con La Gomera

Primero fue El Hierro con el volcán y ahora La Gomera con el fuego. Desde hace mucho tiempo sabemos que esta última es una de las islas más bellas del mundo, y así lo afirman los geógrafos expertos en la materia. La Gomera está situada en el grupo de islas occidentales del archipiélago canario, en la región biogeográfica de la Macaronesia, islas afortunadas en palabras del botánico británico Philip Webb, en el hemisferio norte, al noroeste del continente africano, en pleno océano Atlántico.
Desde el siglo XV, La Gomera adquirió vocación americanista por cuanto desempeñó un papel importante en la logística de los viajes del almirante Cristóbal Colón cuando se empeñó en encontrar América.
 De manera especial en aquel 6 de septiembre de 1492 cuando salió rumbo a las Indias
. Luego sería el ingeniero italiano Leonardo Torriani quien se sorprendiera en el siglo XVI de la calidad de la naturaleza gomera.
 Le llamó mucho la atención la fertilidad de las tierras, de las aguas y de la vegetación que miraban al norte.
 Siglos más tarde, la que fuera Premio Cervantes en el año 1992, la cubana universal Dulce María Loynaz, casada con un periodista canario, escribió en su novela de viajes a Canarias que La Gomera era una isla dormida de volcanes, amansada, que estaba cubierta por una tupida colcha de manto vegetal. Se refería a la laurisilva, esa selva mítica que embelesó a poetas y pintores, a botánicos y zoólogos.
 Ese monte que el pueblo gomero ha protegido a lo largo de su historia.
Por la misma época, escritores nacidos en La Gomera como Pedro García Cabrera, de Vallehermoso, y como el padre José Trujillo, natural de Agulo, fueron capaces de contar la historia de su isla natal en verso y en prosa.
 Otro gomero como el canario cubano de Agulo, José Aguilar, ensalzó las bellezas y las virtudes de la fiesta agulense de San Juan en alguno de sus cuadros.
 Pintó murales en la basílica de Candelaria, en el Cabildo de Tenerife, y en el casino de la capital tinerfeña. Sobresaliente a la hora de recoger para la posteridad al liberal sacerdote gomero Don Antonio Ruiz de Padrón, diputado doceañista que con su discurso político consiguió derrocar la Inquisición española en las Cortes de Cádiz, en 1812. Un europeo que apostó por La Gomera, el austríaco Guido Kolischter, fue capaz también de dejar plasmada la belleza de la naturaleza gomera y en particular del bosque de Garajonay.
Hoy tenemos que estar unidos todos con la isla, con la gente de San Sebastián y de Alajeró, de Hermigua y Agulo, pero sobre todo con los vecinos de Vallehermoso y de Valle Gran Rey. Son los que han sufrido en sus carnes los impactos del fuego pero ya están sacudiéndose, ya están volviendo a la normalidad. Por eso todos queremos ayudarles y como hay que ser positivos tenemos que comenzar con un Plan de Recuperación Turística de La Gomera.
Habrá que aunar de nuevo Naturaleza y Cultura, con Garajonay y el Silbo como banderas, con la dimensión americana de la isla.
 Tenemos que convivir de nuevo con su naturaleza y su historia, y con la cultura de un pueblo, a pesar del fuego. Para ello contamos con una música ancestral que viene de las chácaras y tambores, y con el Silbo como lenguaje singular.
 Por todas estas consideraciones Todos con la Gomera.
Isidoro Sánchez García es ingeniero de montes y fue director de Parque Nacional de Garajonay entre 1982 y 1987.