Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

14 ago 2012

Poesía (y sobrasada) sin límites

Poesía (y sobrasada) sin límites

Por: | 14 de agosto de 2012
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El poeta Jaume C. Pons Alorda, en plena lectura de sus poemas.
Un libro es, según la RAE, un “conjunto de muchas hojas de papel u otro material semejante que, encuadernadas, forman un volumen”
. Cierto. Pero también lo es que esa definición hace tiempo que se nos queda corta. Un libro es y, cada vez más, será “un único argumento o narrativa de extensión larga, independientemente de la forma que tenga o si es en papel o electrónico”, asegura Kevin Kelly, gurú del futuro e inconformista senior de la revista Wired.

La editorial catalana Atem Books publicó el pasado verano Unlimited sobrassada, un libro de poesía ilustrada con poemas de Jaume C. Pons Alorda e ilustraciones de Cristòfol Pons. Un colorido conjunto de páginas, en edición limitada de 100 ejemplares, que se ajustaba a la tradicional definición de la academia.
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Pero un día Emma Llensa y Maria Cerezo, fundadoras de Atem Books, se toparon en Youtube con un vídeo de Pons Alorda declamando sus poemas. 
“Normalmente cuando lees poesía tiendes a adoptar un tono muy serio y, de repente, vimos al poeta recitando sus versos eufóricamente, moviéndose…”, dice Cerezo.
 Y enseguida lo llamaron y se pusieron a trabajar –durante tres meses– en la app de Unlimited sobrassada, desarrollada también por ellas a través de Ubicuo Studio, un ejemplo de ese libro del presente y del futuro del que habla Kelly.

En la versión para iPad de Unlimited sobrassada se pueden leer los poemas de Pons Alorda en catalán, inglés, español, francés e italiano, escuchar los audios del autor leyendo sus versos o seguir sus pasos por una ruta poética por las calles de Barcelona; también navegar por las ilustraciones de Cristòfol Pons y ver cómo pinta un mural en Menorca…
 “La gente que había leído la versión en papel nos dice que es casi como leer otro libro”, explica Cerezo, quien reconoce que la buena acogida de Unlimited sobrassada les ha sorprendido. Muchísimo. "Lo han comprado en Taiwán, China, Argentina... Es muy bonito que personas de lugares insospechados se interesen por un libro de poesía en catalán". 

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Todas las imágenes son cortesía de Atem Books y Ubicuo Studio.

YAYO RODRÍGUEZ | Activista y tutora de Educación Ambiental de la UNED “Vivimos un golpe de Estado global”


Yayo Herrero, en la Puerta del Sol, donde arrancó grandes ovaciones el 13 de mayo en la asamblea ‘Desmontando Mentiras’. / SANTI BURGOS
Eran ya las siete de la tarde cuando Sagrario Herrero, Yayo, empuñó el micrófono y sacó media cuartilla con anotaciones subrayadas en rojo.
 Enfrente, unas 800 personas aguantando como podían el calor que emanaba del cemento recalentado de la Puerta del Sol.
 Todavía le temblaban un poco las piernas.
Esta era una cita grande. La noche anterior, las plazas habían vuelto a llenarse para celebrar el aniversario del 15-M y le tocaba participar como oradora invitada en la asamblea informativa Desmontando Mentiras, organizada por el grupo de Economía de Sol. En las asambleas del 15-M se procura no aplaudir. La aprobación se demuestra haciendo el gesto, que algunos han bautizado como Mickey Mouse, de girar las manos en el aire.
 Con Yayo Herrero, los mickey mouses se pusieron a dar palmas.
“La verdad es que quedé aturdida por la emoción durante un buen rato, y dos días después, todavía se me ponía la carne de gallina al recordar el momento”, cuenta en una cafetería cercana a la Puerta del Sol Yayo, de 46 años, antropóloga, tutora de Educación Ambiental en la UNED y activista de largo recorrido.
Sobre la mesa, junto a su bolso, la cuartilla subrayada en rojo que utilizó aquel día.
Comenzó su intervención explicando cómo el sistema en el que vivimos está de espaldas a los procesos naturales, tanto del planeta como de las personas; cómo la dependencia, los unos de los otros, es algo natural e insoslayable: somos dependientes al nacer, lo somos en la vejez. ¿Y quién realiza en la mayor parte de los casos ese trabajo invisible pero fundamental para nuestras existencias?: Las mujeres.
 Primeros aplausos.
Planteó que hay que salir de esa lógica perversa de crecimiento, beneficio y acumulación.
 Que el planeta tiene unos límites físicos:
“El ciclo del agua no se renueva al ritmo de la economía capitalista”.
 Que el sistema no tiene en cuenta los límites de los cuerpos:
 “Da la espalda a la enfermedad, a la discapacidad y a la muerte”. E invitó a los presentes a que se plantearan cuáles son las necesidades reales del ser humano.
Paradojas del mundo en que vivimos: el cuidado de la vida humana, en muchas ocasiones, no está retribuido. No solo eso: en la escala del prestigio social, ocupa un lugar bajo, como es el caso de tantas mujeres inmigrantes que cuidan de los ancianos.
 ¿Qué es socialmente más importante y qué debe ser recompensado?: ¿lo que hace esa mujer o lo que hace un alto ejecutivo que solo multiplica beneficios a costa de machacar el planeta?
Su intervención, que debía durar 15 minutos, sobrepasó los 20. Reivindicó la necesidad de que haya rentas mínimas y máximas. Y sostuvo que el capitalismo se presenta a sí mismo como una ley natural cuando existen alternativas. ¿Cuáles?: “Una economía que coloque el bienestar en el centro, en vez del lucro y la acumulación”.
 Desde aquella asamblea, a Herrero se le han multiplicado las peticiones de intervenciones en charlas y conferencias.
En el último año y medio el resurgir de la política en la calle ha sido impresionante”
Yayo Herrero, que además de profesora es una de las tres coordinadoras de Ecologistas en Acción, se muestra muy optimista, a pesar de la que está cayendo:
 “En el último año y medio el resurgir de la política en la calle ha sido impresionante”. En el aniversario del 15-M, observó un salto cualitativo importante en madurez, discurso y análisis del movimiento ciudadano. “Vivimos una especie de golpe de Estado global.
 No sabemos quiénes toman las decisiones.
 Al poder económico la gente le importa un carajo”.
Herrero considera legítima la desobediencia civil y pacífica, expresada en las ocupaciones de plazas, en la resistencia a los desahucios y a las redadas indiscriminadas contra inmigrantes.
 “La recuperación de la política en la calle es una condición necesaria para poder darle la vuelta a las cosas”, defiende.

La peor novela: el testamento por Tereixa Constenla


Cela entre su segunda esposa, Marina Castaño, y su hijo. / luis magán
Las herencias dan grandes tramas literarias, pero los escritores suelen ser pésimos redactores de testamento. A menudo es su peor novela.
 O no, o tal vez sea la más perfecta, si pensamos que es la única ocasión en que de verdad los personajes cobran vida propia y forjan capítulos durante años.
 Si el autor no la deja escrita puede desatarse una batalla a la altura de sus tramas: caso Stieg Larsson.
 En otras lo que establece con letra clara ante notario contraría a personas con expectativas: caso Mario Benedetti.
Y luego está Cela: caso aparte.
El escritor urdió una trama societaria y operaciones ficticias para marginar a su único hijo, Camilo José Cela Conde, de su sabrosa herencia. El Nobel gallego no dejó cabos sueltos
. El 17 de julio de 1991 otorgó testamento en Padrón donde declaró heredera a su segunda esposa, Marina Castaño, y despachó sin nada a su hijo, al que daba “por totalmente pagado de todos sus derechos en la herencia de testador” con la donación de un miró de peripecia rocambolesca conocido como El cuadro rasgado (vendido por el hijo en 120.000 euros en 1995).
Las diferencias entre los dos Cela no eran menores, según describe la sentencia del caso.
 Con el tiempo cayeron en esa espiral ascendente que tan bien retrató la película La guerra de los Rose a propósito de las peleas conyugales.
 En 1994, el hijo intentó revocar la donación a la Fundación Camilo José Cela del manuscrito original de La familia de Pascual Duarte.
 Un año después, el padre hizo lo propio para tratar de dar marcha atrás con la donación del miró en los juzgados. “Habida cuenta tales desavenencias y con la finalidad de perjudicar los derechos legitimarios de su único hijo, Camilo José Cela y Marina Castaño formalizaron una serie de negocios jurídicos”, según la sentencia.
Los derechos literarios del Nobel gallego suponen 3,9 millones
A partir de 1996, el autor de La colmena cedió todos los derechos de explotación sobre sus obras y su nombre a dos sociedades, de forma que cuando falleció, el 17 de enero de 2002, no poseía bienes ni derechos de ningún tipo.
 Era pobre de pedir. En todas las maniobras mercantiles había dos objetivos: eludir el pago de la pensión de 4.808 euros mensuales a su primera esposa, Rosario Conde, y apartar a su hijo de sus bienes.
Lo que trató de atar el novelista lo han desatado ahora los jueces, que no han dudado en reescribir otro final (provisional, de momento) a la historia.
Primero, el Juzgado de Primera Instancia número 40 de Madrid en 2010.
 Después, la Audiencia de Madrid en mayo pasado.
 Ambos dan la razón a Camilo José Cela Conde en sus reclamaciones, al declarar “la nulidad de determinados contratos por constituir donaciones encubiertas” y “la inoficiosidad de las aportaciones a la Fundación Camilo José Cela” (se entregaron bienes por valor de 3,7 millones de euros que los jueces consideraron lesivos para los intereses del hijo).
Según las sentencias, los derechos “legitimarios” de Cela Conde ascienden a 5,2 millones de euros (1,1 deberán aportarse por la Fundación y el resto por Marina Castaño) para sumar la parte legítima de la herencia que le corresponde (dos terceras partes), a la que habrá que añadir un porcentaje de los derechos de autor de Cela, valorados durante el procedimiento judicial en 3,9 millones de euros. La versión final, no obstante, será escrita por el Tribunal Supremo, ante el que Marina Castaño y la Fundación Camilo José Cela han presentado un recurso de casación.
Por su parte, Miquel Capellà, abogado de Cela Conde, ha solicitado la ejecución provisional de la sentencia.
Marina Castaño ha recurrido al Supremo
la sentencia que le recorta la herencia
En realidad, excluido el morbo, la trifulca hereditaria de los Cela es una de tantas. “El hecho de que los litigios hereditarios tengan que ver con escritores no cambia en absoluto el trasfondo jurídico. La única variante a considerar es la determinación del contenido económico de los derechos de autor que también forman parte del caudal hereditario”, explica Capellà.
Pero sí hay algunas singularidades en el ambiente literario que contribuyen a que la desaparición del autor desencadene un conflicto. “El escritor se caracteriza por su distancia con las cosas prácticas y concretas, por lo cual siempre posterga el ‘ordenar sus papeles’, y muchas veces la muerte —tan impredecible— llega antes de ese momento.
 No necesariamente los herederos tienen un compromiso literario con la herencia que reciben, y hacen lo que pueden o lo que les ofrece mayores ingresos (en el corto plazo)”, apunta por correo electrónico Guillermo Schavelzon, cuya agencia literaria representa a numerosos autores latinoamericanos como Andrés Neuman, Iván Thays, Gioconda Belli, Marcela Serrano o Ricardo Piglia.
Stieg Larsson, el protagonista del fenómeno literario de más impacto mundial de los últimos tiempos (con permiso de J. K. Rowling), cumplió con esa apreciada regla de oro de los creadores: desdén hacia el futuro y despreocupación por lo mundano
. Larsson murió de un infarto en noviembre de 2004, ocho meses antes de que la primera entrega de Millennium se convirtiera en un boom editorial sin precedentes. Murió con las estrecheces económicas con las que vivió.
 Y sin testamento.
 Sus herederos legales fueron su padre Erland y su hermano Joakim, que han recibido los colosales beneficios de las ventas de la trilogía protagonizada por Mikael Blomkvist y Lisbeth Salander. Eva Gabrielsson, su pareja durante 32 años, se quedó al margen de la herencia porque su país no otorga derechos fuera del matrimonio (si no hay testamento).

La trama que no controló Stieg Larsson

Cuando la imagen de los Larsson estaba en entredicho tras la publicación de algunos artículos sobre la fortuna de Millennium, Eva Gabrielsson recibió una propuesta: dos millones de euros, un tercio de los derechos de autor y la participación con voz y sin voto en la sociedad que gestiona los derechos. Lo meditó bastante, pero acabó diciendo no.
 Ella insiste en que reivindica la gestión de la propiedad literaria —en 2010 solicitó a los Larsson el derecho a gestionar textos periodísticos y políticos— y que le da igual el dinero.
Muy distinta es la interpretación de Kurdo Baksi, un amigo de Stieg que publicó un libro plagado de claroscuros criticado por Gabrielsson y apoyado por Erland y Joakim.
Él cree que Gabrielsson tiene un afán más corriente que dificulta el pacto entre ambas partes: “El acuerdo no es posible, porque Gabrielsson quiere todo el dinero aunque no estaba casada con Stieg Larsson”. “Ella ha hablado fatal de la familia Larsson, que quiso darle dos millones de euros, pero Eva quiere controlar todos los derechos de los libros de Stieg: económicos, artísticos y morales”, afirma.
Joakim Larsson asegura que han intentado “reconciliarse” con Gabrielsson sin éxito.
“Respetamos a Eva mucho, ella fue parte de la vida de mi hermano y queremos dialogar con ella sobre qué hacer con su legado pero no contesta al teléfono ni nuestras cartas. ¡No es buen terreno para comenzar a dialogar!”.
Al margen de lo que ha llovido (en ventas millonarias por todo el mundo y adaptaciones cinematográficas), está en juego la continuidad de Millennium.
 Stieg Larsson dejó escritas 200 páginas de la cuarta entrega en el ordenador que conserva Eva, que además estaría dispuesta a concluir la novela.
La falta de compromiso con la memoria —y la ética de Stieg Larsson, un periodista de izquierdas especializado en investigaciones sobre grupos de extrema derecha— es uno de los principales reproches de su oficiosa viuda, que censura la “industria Millennium” en que se ha convertido la saga en manos de sus familiares.
 “A este paso, no sería de extrañar que un día me lo encuentre en una botella de cerveza, un paquete de café o un coche.
 No quiero que sus luchas y sus ideales sean embrutecidos y explotados”, escribe en Millennium, Stieg y yo (Destino), memorias de sus días con el periodista y de sus días sin él.
Ahí explica las peripecias por las que pasó la negociación con la familia Larsson, que incluyó propuestas mezquinas (la donación de la mitad del apartamento de 54 metros cuadrados en el que vivía con Stieg a cambio del ordenador del escritor donde se conservan 200 páginas de la cuarta entrega de Millennium) y pintorescas (¡una propuesta de matrimonio de conveniencia con el padre de Stieg!).
Como era de esperar, nada de lo que cuenta Gabrielsson en su libro concuerda con las explicaciones de Joakim Larsson, hermano del escritor fallecido.
“Mientras Stieg vivió mi padre y yo tuvimos una buena relación con Eva Gabrielsson.
 Después de su muerte, le dimos todo lo que Stieg tenía de dinero y el apartamento.
 Queríamos que tuviera una buena vida. Y entonces dejó de hablarnos.
Dijo que no quería dinero nuestro procedente de los libros de mi hermano.
 No quería regalos nuestros, quería heredar el dinero o trabajar para ellos, así que le ofrecimos un asiento en la compañía que gestiona el legado de mi hermano y dos millones de euros, pero dijo no”, cuenta por correo electrónico Joakim Larsson.
En otros casos, el lío salta porque la voluntad del autor está demasiado clarita. Mario Benedetti, que legó algunos de los títulos más sugerentes de las letras españolas (Primavera con una esquina rota, Biografía para encontrarme…), trató siempre de preservar su libertad aunque atentase contra sus intereses económicos o sus raíces familiares.
En 1974, cuando ya estaba exiliado en Buenos Aires, rechazó a Carmen Balcells como agente total apelando al lirismo: “No se me escapa que es una mala decisión en lo económico, pero en este campo, al menos, quiero mantener mi libertad”. Y tal vez el lirismo le llevó a cambiar su testamento en 2008, un año antes de morir, para nombrar como heredera universal de todos sus bienes a una fundación encargada de promover su obra y apoyar a organizaciones defensoras de los derechos humanos, “en especial las dedicadas al esclarecimiento y la investigación de los detenidos desaparecidos en nuestro país, respetando en todo caso el pensamiento y convicciones del autor”.
A Raúl Benedetti le disgustó la última decisión de su
hermano Mario
Benedetti incluso puso por escrito los nombres de las personas que se sentarían en el consejo de administración de la fundación y designó a la escritora Sylvia Lago como presidenta. “Me consta que Benedetti no quería en vida nada que llevara su nombre, por la humildad que lo caracterizaba, decía que se podría considerar un acto de soberbia. Algunos allegados, entre ellos su hermano, le insistían en la formación de una fundación. Finalmente accedió a dejarlo plasmado en su testamento”, cuenta Sylvia Lago por correo electrónico, en el que asegura que al no existir herederos forzosos, “no se presentó ningún inconveniente, tampoco se interpuso ninguna denuncia”.
A su hermano Raúl Benedetti el escritor le otorgó una aportación mensual fija y vitalicia de 1.430 euros. Pero tras pasar por el notario, la poesía de Mario salió tronando por boca de Raúl. “Para mí, se lo hicieron firmar”, declaró el hermano del poeta al semanario uruguayo Búsqueda, antes de anunciar que daría la batalla legal para revocar el testamento, entre otras razones porque confiaba en presidir la fundación.
Raúl murió en 2011, poco antes de subastar un centenar de cartas y postales que su hermano le había enviado a lo largo de su vida desde diferentes exilios y viajes. Pero, recuerda Guillermo Schavelzon, agente literario de Benedetti, “la justicia uruguaya rápidamente decidió que no tenía nada que opinar al respecto”. “En realidad”, puntualiza, “el reclamo fue hecho por su reciente cónyuge, que tiene 50 años menos que Raúl”.
“Ningún escritor se anima a decir qué publicar y qué no”, señala Schavelzon
La irritación de Raúl encontró eco en la prensa, aunque finalmente todo se encauzó como Mario Benedetti quería. “Los medios nos ofrecen siempre los malos ejemplos: las peleas entre hermanos, entre viuda y viudo e hijos, etcétera. Más grave me parecen algunos casos donde no hay conflicto, pero la viuda elimina o cambia dedicatorias, u otros casos en los que 15 años después de muerto el autor, cada año, puntualmente, aparece un libro inédito”, critica Schavelzon.
 En la picota han estado o están la gestión de algunos legados literarios como los de Jorge Luis Borges, Rafael Alberti o Vicente Aleixandre (pendiente de una sentencia del Supremo).
Guillermo Schavelzon alude a un elemento complejo que añade conflictividad a las herencias de los autores: “Nadie quiere trabajar con algo tan inmaterial y conflictivo como son los textos escritos por uno mismo
. Casi ningún escritor se anima de verdad a decidir qué quiere que se publique y qué no; los que realmente actuaron así, no sabemos quiénes son, simplemente porque destruyeron lo que no querían publicar”.
Y a quienes lo tienen claro, ¿es legítimo desobedecerles? En una carta que se considera su testamento, el autor de La metamorfosis escribió:
“Todo lo que se encuentre de mis escritos cuando yo muera, debe ser quemado de forma inmediata, sin ser leído”.
Si Max Brod hubiese hecho caso a la petición de su amigo, Franz Kafka, jamás se hubieran publicado El proceso, El desaparecido y El castillo.

La Agencia del Medicamento obliga a Mercadona a retirar 11 cosméticos

El ministerio considera que no hay riesgo para la salud y no dicta alerta sanitaria.

Mercadona ha retirado 11 productos cosméticos de los estantes, de su marca blanca Deliplus, después de que lo ordenara la Agencia Española del Medicamento.
 El organismo sanitario adoptó la medida tras comprobar que las 11 cremas y lociones contenían dos elementos que, según la normativa vigente, no pueden estar juntos en un solo producto.
Se trata de un corrector del PH (la trietanolamina) y de un conservante (bronopol), que al combinarse pueden generar nitrosamina.
El Ministerio de Sanidad ha insistido en que el uso de los productos retirados no entraña “ningún riesgo para la salud” a corto y medio plazo, pero que los estudios indican que uso a largo plazo podría ser perjudicial. La exposición durante mucho a la combinación de ambos elementos podría estar relacionada, según las fuentes consultadas, con algún tipo de cáncer.
Todos los productos fueron retirados a finales de julio. Como medida de seguridad adicional, ha señalado la empresa productora, RNB, que es interproveedora de Mercadona, los nuevos artículos con la fórmula adecuada a la normativa tienen un nuevo código de barras.
Ello permitirá que, en el caso de que algún cosmético antiguo se hubiese quedado en los establecimientos, sería detectado al pasarlo por caja.
RNB también ha indicado que, a pesar de ordenar su retirada, la nula peligrosidad de los productos ha llevado a la Agencia Española del Medicamento a no decretar una alarma sanitaria al respecto, ya que los cosméticos que los clientes puedan tener en casa no entrañan riesgo. A pesar de ello, Mercadona se ha comprometido a cambiar el producto a quienes quieran hacerlo.
Los 11 productos que se han retirado son los siguientes: Solcare loción after sun hidratante; Solcare loción after sun luminosidad; Solcare gel after sun aloe vera; Deliplus nutritiva corporal con aceite de oliva; Deliplus crema de manos nutritiva; Deliplus hidratante corporal con aloe; Deliplus hidratante corporal efecto luminosidad; Deliplus hidrantante corporal reafirmante; Deliplus hidratante antisequedad para pies; Deliplus nutritiva corporal con almendras y Deliplus hidratante corporal pieles atópicas.
RNB explicó que, tras producirse un cambio en la normativa, interpretó que la misma obligaba a los fabricantes a garantizar que la presencia de trietanolamina y bronopol no generaba en el producto la nitrosamina.
 Según la empresa, sus técnicos comprobaron que sus cosméticos no las generaban, pese a lo cual la Agencia Española del Medicamento ordenó evitar cualquier riesgo y procedió a ordenar su retirada. RNB es uno de los varios interproveedores que suministran productos a Mercadona bajo la marca Deliplus
. La nitrosamina, apuntaron fuentes sanitarias, está presente en productos alimenticios de uso común, como el bacon.