Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

10 jun 2012

Nuestro hombre en la red por Elvira Lindo

Una definición del columnista es la de: individuo que tiene la rara habilidad de granjearse enemigos con menos de 400 palabras

Consciente como soy de que España es ese país en el que durante una comida los comensales ocupan el 70% del tiempo recordando platos memorables que saborearon en el pasado y aventurando los platos deliciosos que les deparará el futuro, decidí adaptarme de nuevo a la patria citándome, el mismísimo día de mi llegada, con un tío (ahora se dice “tipo”) que ocupa el 70% de sus columnas hablando de comida. En el 30% restante se le cuela la actualidad, y ahí es donde suele meterse en líos. Pero, ¿de qué sirve un columnista si no se mete en líos? Es más, podría decirse que la definición más ajustada del columnista es la de: individuo o individua que tiene la rara habilidad de granjearse unos cuantos enemigos con menos de cuatrocientas palabras. De lo que se trata es de levantar pasiones, y nuestro hombre, el tío (o el tipo) con el que me cité en mi primera comida española, las levanta a destajo. Bloguero insigne de El Comidista, espacio en teoría dedicado a la gastronomía, pero que le sirve al autor de excusa para agitar conciencias, dar algún palo cuando encarta, provocar sonrisas casi siempre y desplegar un talante irónico sin llegar nunca a hacer sangre. Ese es Mikel Iturriaga. Sí, como el del baloncesto. Son hermanos de sangre, como casi toda España sabe. Aunque cuando le observé avanzar entre las mesas del restaurante pensé que el célebre exbaloncestista era una suerte de primo de Zumosol de nuestro comidista, que está mucho más delgado que en la foto del periódico. Ya, ya sé que en la foto solo aparece el rostro, pero el lector suele hacerse una idea del resto, y en mi imaginación yo le había añadido unos cuantos kilos, tanto en panículo adiposo como en músculo, vaya usted a saber por qué. Tal vez fuera porque se apellida Iturriaga.
Más frugal que comilón, más Quijote que Sancho, el flaco comidista me quería comer con coca-cola light y, como pueden ustedes comprender, me negué en redondo, y el hombre, que se ve que tiene buen carácter, cedió como un caballero, me acompañó con el vino y también con la tortilla de patatas, no deconstruida, pero sí babosita, como les gusta a los del norte. Esta fanática tortillista tiene comprobado que según se baja hacia el sur peninsulero el huevo se va cuajando. No me pregunten por qué, yo solo constato.Hablamos del pan. De ese texto que escribió sobre el camelo del pan en esta nueva ola de panaderías decoradas en el colmo de la autenticidad que cobran a precio de oro un pan en el que a menudo una se deja los dientes. Hablamos de la dificultad de encontrar una buena barra, de la pérdida de la tradición del buen pan, incluso en los pueblos. Hablamos de su madre, que hace poco murió y a la que le dedicó una columna conmovedora. Hablamos de ese vídeo que él popularizó desde su blog de un Arguiñano cocinando, como suele, y echando a un tiempo pestes de estos responsables de nuestra crisis que se van de rositas, con una buena pensión y sin dar explicaciones. No hablamos, sin embargo, del señor Mercadona, porque el comidista aún no le había dedicado esa carta locuaz que se ha convertido esta semana en la pieza más leída del periódico, pero el tema se mascaba en el ambiente, al tiempo que mascábamos esas croquetas celestiales que hacen en Las Tortillas de Gabino. La comida era una excusa para hablar de la vida, igual que ocurre en lo que él escribe. Igual que le ocurría a Haro Tecglen cuando ocupaba ese espacio diario en el periódico para escribir, supuestamente, sobre radio y televisión.
El columnista tiene algo de esos niños que si no se saben la pregunta del examen hacen lo posible por acabar escribiendo sobre el tema que dominan. Mikel domina como cronista el mundo de la gastronomía, y a menudo da una información inaudita y valiosa, como aquella vez que nos descubrió esas páginas web dedicadas a la gente a la que se le ha aparecido nuestro señor Jesucristo en los alimentos, pero su fuerte está en valerse de lo gastronómico para alzar el vuelo y decirle alto y claro a todos los señores Mercadona que hacer críticas al débil y no al poderoso es cobarde, y más si se vive una situación de privilegio. Eso sí, ahora, Mikel tendrá que ir a comprar cremas y galletas a Mercadona con el cuello de la gabardina subido y unas gafas negras. Gajes del oficio.
A Mikel Iturriaga su blog le sirve para agitar conciencias, dar algún palo o provocar alguna sonrisa
Hablamos de Bilbao. Cómo va a comer una con un tío de Bilbao y no hablar de Bilbao. Es de todo punto imposible.
 Y la conversación fluyó con simpatía, sin los silencios incómodos que suelen padecer dos desconocidos que se enfrentan a una comida a dúo.
 Y yo le dije, blogs hay muchos; blogueros, otros tantos, por eso es una maravilla que en ese mundo tan confuso y concurrido de la Red alguien consiga que su voz sea identificable, se alce sobre las otras voces y consiga que unos fieles hagan clic en la página a diario en busca de información, de pura comedia o de una receta.
 Porque, supuestamente, en ese blog se habla de comida, de los platos memorables que comimos y de los que nos quedan por comer, pero también de todo esto que nos está pasando.
Y para rematar, una información que interesará tanto a ellas como a ellos: es más delgado de lo que imaginé, sí, pero también más guapo que en la foto.
Y hasta aquí puedo leer.

 

9 jun 2012

FOUR LOVERS

 

Cuando Rachel conoce a Vincent en el trabajo, decide organizar una cena con sus respectivos cónyuges: Franck y Teri. Las parejas de treintañeros tardan tan poco en hacerse amigos como en enamorarse. Pero, con el paso del tiempo, la confusión va tomando forma en sus conciencias. En “Four lovers”, los sentimientos se mezclan y poco a poco se van haciendo más oscuros y crueles.

Triste Faena, cuándo no puedes devolver una vida ¿Que se debe hacer?


José Ortega Cano, el pasado enero, en Sevilla. / GTRESONLINE
El silencio rodea al que fuera famoso matador de toros José María Ortega Cano. Un hombre hecho a sí mismo, que pasó de vender melones en la madrileña Puerta del Sol a hacerse un sitio entre la élite del toreo en los años ochenta y noventa. Sus allegados no hablan; el novillero que apadrina, Rafael Cerro, se excusa por teléfono, y su popular cuñada Rosa Benito deja sin contestar los mensajes de EL PAÍS. “No es momento de entrevistas”, dice el abogado de Ortega, Enrique Trebolle, con despacho en Zaragoza, cuando se le pide un contacto con su cliente. Y es que la situación del ­extorero, de 58 años de edad, que se enfrenta a una petición fiscal de cuatro años de cárcel en el juicio por homicidio imprudente que se celebrará en ­Sevilla el próximo marzo, es bastante delicada.
Hace ahora un año, la noche del sábado 28 de mayo de 2011, el empresario y ganadero regresaba a su finca Dehesa Yerbabuena al volante de su nuevo coche por la A-8002, la carretera que une Castilblanco de los Arroyos con Sevilla. Su monovolumen Mercedes R320 CDI, una máquina poderosa que pesa más de dos toneladas y alcanza una velocidad de 250 kilómetros por hora, invadió de pronto el carril contrario y se estrelló casi de frente contra un Seat Altea, conducido por Carlos Parra Castillo, un vecino de Castilblanco de 48 años de edad, que se dirigía a Sevilla.El impacto fue brutal. Parra falleció en el acto, y el extorero resultó con heridas muy graves que le mantuvieron mes y medio en el hospital Virgen Macarena de Sevilla. Allí, nada más ingresar, se le extrajo sangre que fue analizada por el Instituto Toxicológico Nacional, como es normal en estos casos. Ortega Cano presentaba un índice de alcohol en sangre de 1,26 gramos por litro, dos veces y media superior al permitido. La Guardia Civil de Tráfico determinaría más tarde que en el momento del choque el vehículo del extorero iba a unos 125 kilómetros por hora, en una carretera con límite de 90.
La familia del fallecido pensó que el caso estaba resuelto. Y la Asociación Estatal de Víctimas de Accidentes DIA pidió que el juicio fuera ejemplar. El propio diestro tuvo palabras que hicieron pensar que asumía su responsabilidad y estaba realmente abatido. “Las primeras manifestaciones fueron muy correctas, pero luego ha cambiado”, cuenta Manuel Ruiz Lucas, exalcalde de Castilblanco por el partido Nueva Izquierda Verde Andaluza (Niva) e íntimo amigo del fallecido. Fuentes próximas a la familia Parra aseguran que el extorero no les ha visitado para pedirles perdón, algo que su amigo el periodista Tico Medina dijo que haría con seguridad. Y sus escasas declaraciones se han ido ajustando cada vez más a la línea de defensa marcada por su abogado, quien considera que su cliente no debe ser tomado como chivo expiatorio. “No me parece correcto que se pida una sentencia ejemplar. Tendrá que ser una sentencia que se ajuste a los hechos, a las pruebas y a los testimonios”, dice. Trebolle lamenta que los resultados de la prueba de alcoholemia y el informe de la Guardia Civil se hayan filtrado a la prensa, sin dar tiempo a que se establezca la verdad.
En su última aparición televisiva, Ortega Cano dijo que hubiera preferido morir él en el choque, para reconocer después que la idea de ir a la cárcel le pone “los vellos de punta”.
Ortega Cano y Jurado, en su boda en Yerbabuena, en febrero de 2005. / JOSÉ MANUEL PÉREZ CABO
Ante el juez de instrucción, en septiembre pasado, el diestro había atribuido el accidente a un supuesto desvanecimiento, debido quizá a la medicación contra la arritmia cardiaca que estaba tomando. Negó que su conducción la noche del suceso fuera peligrosa y errática, pese al testimonio de varias personas. Al contrario, dijo que se encontraba bien y conocía a fondo la carretera. Y si se olvidó de apagar las luces del coche al aparcar frente a un hotel fue porque este era nuevo y no estaba familiarizado con él.
El abogado Trebolle presentó informes de expertos universitarios en los que se demuestra supuestamente, con elaboradas fórmulas matemáticas, que el diestro conducía despacio y puso en duda la validez de las pruebas toxicológicas a que fue sometido su cliente, aduciendo que no se atuvieron a un protocolo que garantice la fiabilidad de las mismas. Ya lo había dicho el extorero. El alcohol en sangre era el que empapaba los algodones que se usaron al tratar de encontrarle una vena para extraerle la sangre.
“Pero si se rechazan los análisis de sangre efectuados a Ortega Cano, entonces habría que rechazar también las miles de pruebas de este tipo que se realizan en España en casos similares”, dice Francisco Canes, presidente de DIA, muy crítico con la conducta del torero. “La justicia debe ser contundente con casos así. Todo el mundo sabía que bebía y seguía conduciendo”. Y no es igual que el suceso se debiera al consumo de alcohol, lo que constituye un delito, que al efecto de los medicamentos, que sería una falta.
Los abogados de la familia Parra, Andrés Avelino Romero y Luis Romero, del bufete Luis Romero y Asociados, cuentan con testigos que vieron supuestamente a Ortega Cano adelantar en prohibido y vomitar al detener su coche en un hotel de la localidad de Burguillos, próxima a Castilblanco. Una pareja llamó incluso a la policía para alertar sobre la peligrosidad del conductor de un Mercedes negro, el que guiaba el extorero. “Hemos solicitado más pruebas al Juzgado de lo Penal número 6, donde se celebrará el juicio”, dicen los letrados.
En Castilblanco, un pueblo de 5.000 vecinos, el ambiente está cargado. “La gente quiere que se haga justicia, pero justicia con sentido común, que les parezca justa”, dice el exalcalde Ruiz Lucas. Carlos Parra, la víctima, era un vecino conocido, aunque hubiera pasado años en el extranjero. Ortega Cano es solo uno de los latifundistas de la zona, donde abundan las propiedades en torno a las 600 hectáreas, como las que tienen Mario Conde o el expresidente del Sevilla CF José María González de Caldas. “Aunque Ortega Cano es de los pocos que vive en su finca”, cuenta Ruiz Lucas, “por el pueblo se le ve poco. Va a la farmacia o al médico. Sus hijos vienen más. La niña estudió la secundaria aquí, y los dos tenían sus pandillas”. Por lo demás, la fama del extorero no impresiona. “Otra cosa era Rocío Jurado, que levantaba pasiones”, añade el exalcalde.

Las desventuras de un padre famoso

Ortega Cano, con su hijo, José Fernando, el pasado 17 de febrero, en Sevilla. / GTRESONLINE
Las revistas del corazón y las tertulias de cotilleo han encontrado un nuevo filón en José Fernando y Gloria Camila, los hijos de José Ortega Cano. Ya hay periodistas especializados en las andanzas, más bien intrascendentes, de los dos. Se acabó la paz para el diestro retirado, que amenazó no hace mucho con marcharse de España si seguían las maledicencias sobre los chicos. Pero todo apunta a que no podrá impedir que entren en la misma vorágine que lo ha engullido a él. Aunque hay diferencias entre ambos. Mientras Gloria Camila, de 16 años, es una jovencita estudiosa, amante del baile y de la música, que no ha dado especiales problemas al padre, José Fernando, que ha cumplido 18 años, ha sacado ya las uñas. Mal estudiante, supuestamente abandonó el colegio irlandés donde Ortega Cano le había internado esperando quizá que le disciplinaran. Luego surgió el romance con una chica 15 años mayor que él, que mereció numerosos titulares y provocó que, en un arrebato, el chico se marchara de Yerbabuena el pasado Día del Padre, decidido a independizarse. Ortega Cano le quitó hierro al asunto. “Es solo un adolescente”, y a esa edad no se tiene nada claro. José Fernando regresó a casa y rompió con la chica. Y casi de inmediato hizo declaraciones a la revista ‘Semana’ desmintiendo que haya intentado buscar a sus padres biológicos en Colombia y afirmando que nunca abandonó la escuela, ni ha tenido problemas con su padre. Una forma de entrar en la rueda infinita de rumores y desmentidos, de exclusivas halagadoras para hacer frente a las críticas más mordaces. Una forma de ofrecerse como personaje a la audiencia de las tertulias televisivas, siempre incontrolables.
La gente recuerda todavía el bullicio que se organizó cuando se casaron en YerbabuenaJosé Ortega Cano y Rocío Trinidad Mohedano Jurado, en febrero de 1995. Para el diestro, que había cuajado para entonces una importante carrera de matador de toros, fue el último peldaño en el ascenso al estrellato. La Jurado, siete años mayor, tenía a las espaldas un matrimonio anulado, con el púgil Pedro Carrasco, y una hija, Rocío. Para Ortega, de 42 años, era la primera boda. “Rocío, que era una persona excepcional, buena e inteligente, se convirtió en la brújula de Ortega Cano, un tipo buenísimo también, pero sin preparación”, cuenta un amigo de ambos que pide anonimato. “Ortega ha sido siempre un luchador. Su carrera de matador fue durísima. Tuvo que lidiar muchas corridas difíciles, recibió montones de cornadas. Es el único al que se le ha indultado un toro, Velador, en la plaza Monumental de Madrid. Tiene todo mi respeto como torero, pero desde la muerte de Rocío Jurado anda un poco perdido”.
La cantante falleció el 1 de junio de 2006, y apenas año y medio después el torero perdió también a su madre. Doña Juana Cano era el otro gran amor de su vida. La gente se sorprendía cuando veía la ternura y dedicación con la que el torero la trataba y la complicidad que existía entre ambos.
Doña Juana y su marido, Francisco Ortega, dejaron Cartagena cuando José era muy pequeño buscando un futuro mejor. Por puro azar, cuentan, tomaron el tren para Madrid, y no para Barcelona, y se instalaron en San Sebastián de los Reyes (un municipio situado a 18 kilómetros al norte de la capital española), donde abrieron un puesto de fruta. Uno de los hermanos del diestro regenta todavía una frutería allí, y una de las hermanas tiene su propio negocio de peluquería. A su madre, que siempre confió en José María y supo que era un caso especial entre sus cuatro hermanos, le regaló el diestro un chalé en Aldea del Fresno (Madrid) con enorme cama circular.
Pero el matrimonio con una estrella como Rocío Jurado transformó al torero. De repente, se vio envuelto en la vorágine de las celebridades que frecuentan el papel cuché. Los fotógrafos les perseguían, la gente hablaba de ellos y les llovían las invitaciones. Juntos adoptaron, en 1999, a dos niños colombianos, Gloria Camila y José Fernando, cuando el diestro había amagado ya con su retirada de los ruedos.
La muerte de la Jurado le dejó solo ante los peligros de su nuevo estatus de personaje superpopular. Comenzó a frecuentar los programas de televisión y terminó siendo devorado. De repente, Ortega Cano empezó a ser vapuleado en programas como Sálvame, de Telecinco, donde se abordaban supuestos problemas con sus cuñados, los Mohedano, mucho más curtidos en las lides del famoseo. Incluso salieron a relucir las rencillas con los hermanos del extorero, uno de los cuales, Francisco, llegó a declarar en una conexión telefónica con el programa, poco antes del accidente del año pasado, que Ortega Cano tenía “un problema con el alcohol” y que no lo reconocía. “Es incomprensible lo de este hombre. Fue un torero respetadísimo. No entiendo el giro que ha dado su vida. Creo que él mismo es su peor enemigo”, dice un crítico taurino sobre el extorero.
El extorero, a la salida del hospital Virgen de la Macarena, en Sevilla, en julio de 2011, el día que recibió el alta tras su accidente de coche. / PACO PUENTES
Al menos, los negocios seguían marchando.
 Una vez retirado de los ruedos (primero en 1998, luego en 2003, aunque después de esa fecha toreó algunas corridas más), Ortega Cano pasó a ser empresario y ganadero
. Abrió su finca, Dehesa Yerbabuena,a bodas y comuniones y la convirtió en una especie de santuario de la Jurado.
 Un lugar de culto de la artista muerta, lleno de fotos suyas y recuerdos. Las agencias que organizan las visitas cargan 27 euros per capita, con almuerzo incluido.
Aquel sábado 28 de mayo,
 Ortega atendió como de costumbre a decenas de turistas antes de salir a hacer unos recados y llevar luego a su hija, Gloria Camila, de 16 años, a casa de una amiga en la localidad vecina de Valverde. Los abogados de la familia Parra aseguran que bebió esa tarde con los visitantes y que alguno se permitió aconsejarle que no cogiera el coche.
La defensa del diestro insiste en que Ortega solo tomó Coca-Cola y se mojó los labios en una copa de cava. Y tiene preparados nuevos testigos para demostrarlo: los dueños de los hoteles y restaurantes por los que pasó el empresario el fatídico sábado.
Ocurra lo que ocurra, y pese a su confianza en la labor del fiscal, Francisco Canes, presidente de DIA, se lamenta de lo sufrido por los Parra.
“Es tremendo porque han perdido a un esposo, a un padre, a un hijo y a un hermano, y han recibido una indemnización miserable [169.000 euros]”. Por no hablar de los gastos de abogados a los que han tenido que hacer frente.
 “Han gastado un dinero que no tenían”. Y siente que de nuevo, ante la justicia, se enfrenta un poderoso Mercedes contra un mucho más modesto Seat Altea.
Parece que los que perdieron a un padre, a un amigo, a un esposo, les parece poco el dinero que se les dió por indemnización, quiere decir que si se les hubiera dado más no segurían con este desgraciado caso? casi dos muertos, pero uno va viviendo o mejor arrastrando su vida.

Se nos colgó el ordenador, de tanto usarlo

Parafraseando la canción de Rocío Jurado, quiero reflexionar acerca de cómo en los últimos años hemos venido asistiendo a una auténtica aceleración de la sociedad en cuanto a la tecnología se refiere, tanto en su desarrollo como en la aparición de nuevas formas. Un importante cambio en el que hay que destacar Internet y que ha repercutido en diferentes ámbitos de nuestra vida cotidiana, sobre todo lo referente a las relaciones sociales.

El uso constante e ininterrumpido de tecnologías como el teléfono móvil, el ipod o el ordenador con sus correspondiente conexiones a Internet… ha dado lugar a que cada vez seamos más independentistas en nuestras relaciones. Nos aislamos y nos encerramos en una “burbuja” llena de instrumentos con los que sí que nos relacionamos, dejando a un lado la parte humana de las relaciones. Es así, como podemos ver a numerosas personas pegadas a sus teléfonos móviles (no hace falta mencionar que todos ellos con wifi o conexión directa a Internet) comunicándose con amigos, conocidos, familiares…, a las cuales paradójicamente, ven personalmente y no son capaces de entablar una relación de más de dos palabras. Todo ello fomentado por la aparición reciente de las conocidísimas y cuestionadas redes sociales, en las que la vida privada deja de serlo. También, y en cuanto a internet se refiere, hoy día tenemos formas diferentes de escuchar la radio, sustituyendo ésta por cualquier aparato con internet y que nos permita no solo oír la música que la radio nos proporciona sino también realizar multitud de funciones que antes eran impensables desde la radio.

Internet no solo a repercutido en las relaciones sociales, sino que lo ha hecho en todos los ámbitos de nuestra vida, haciendo impensable la separación de nosotros de este gran invento.

Lo malo es que, a los niños del futuro, con tanto ordenador, los termino viendo así: