Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

11 may 2012

No busquen más: MAFO Por: José María Izquierdo


Mafoefe

A ver si nos entendemos, que esto va girando y girando para lograr llegar al mismo sitio de salida.
 La cosa funciona así. La culpa de todo lo que pasa, incluido que el acelerador de partículas del CERN en Ginebra, el LHC, todavía ande a la búsqueda del bosón de Higgs o, lo que es aún mucho más grave, que no haya un equipo español en la final de la Copa de Europa, la tiene el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Ahora, por ejemplo, estamos en la tesis de que el responsable de todo el desastre financiero, con Bankia en el frontispicio, es el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, más conocido como MAFO, que ya me dirán si es nombre para un cargo tan importante. ¿Y quién nombró a MAFO? Pues está bien claro, el PSOE, y así subimos el primer peldaño para llegar a donde queríamos, que la culpa de todo la tiene el gobierno de, etcétera, etcétera
. Advierto a quien corresponda, que esto de ir tirando hacia arriba tiene sus problemas, sobre todo para los prebostes del PP, tan católicos ellos, porque al final de la escalera siempre nos encontraremos al mismo y acabaremos culpando a Dios de la crisis de Bankia.
Pero es evidente que este tirar hacia arriba no nos conduce a nada. Así que mejor será ir por su orden. Ya verán. Porque claro, no irán ustedes a creer que Miguel Blesa (PP), 1996-2010, o Rodrigo Rato (PP), a cargo de la entidad –por resumir, que ya sé, obviamente, las diferencias entre Cajamadrid y Bankia-  desde entonces tienen algo que ver con la marcha de aquella casa. ¡Qué disparate!
 Tampoco los mandamases del PP, desde Rajoy a Esperanza Aguirre, que pretendió el cargo para su protegido Ignacio González, que tras una guerra con los cuchillos en la mesa se solucionó con el nombramiento del gran salvador, Rodrigo Rato.
Pero además de algo tan obvio como que los responsables de la cosa son Blesa y Rato, más José Luis Olivas, el presidente de la CAM (perdón, de Bancaja), que sumó la ruina valenciana del PP a la ruina madrileña del PP, conviene que tengamos en cuenta que hay un ministro de Economía (PP) que se llama Luis de Guindos, y otro de Hacienda que responde al nombre de Cristóbal Montoro. Y esos son los primeros en la cadena de responsabilidades. ¿También MAFO? Pues muy bien, que este catavenenos de nada le va a defender, excepto de su exclusividad en el desastre. ¿También Elena Salgado? Bueno. Pero el orden no me lo rompan: Rato, Blesa, Olivas, de Guindos, Montoro, Rajoy, Esperanza Aguirre… y a partir de ahí quienes ustedes quieran. Se los compro. Pero después.
Ya han decidido el objetivo a batir, que han considerado nuestros chicos, sabida nuestra escasa complejidad intelectual, que si nos dicen miren por dónde va el pajarito, vamos todos a mirar hacia allí, olvidándonos del buitre que tenemos encima. Vano intento.
 Pero se afanan desde la calle Génova, con varios dirigentes señalando a quién disparar, y a todos los batallones de asalto les ha llegado la gaviota mensajera. La Razón, obediente como siempre. Editorial: “Un gobernador negligente”. Les basta un parrafito para saber por dónde andan las cosas: “La nefasta gestión de Fernández Ordóñez es una factura que pagaremos todos”. La lectura es clara: Y no como la de Blesa, Rato, de Guindos o Montoro, que ha sido extraordinaria.
Pasa con Hermann Tertsch que siempre nos supera. Lean: “Veamos quiénes son responsables del fiasco de Bankia. Será por culpables. Culpa tiene Felipe González, que hizo aquella ley de órganos rectores (LORCA) en 1985 que convirtió las Cajas en pesebre político. Culpa tendrán los gobiernos autonómicos, todos, sin excepción, que desde entonces dirigían y ordeñaban las Cajas. Culpa habrá de sindicalistas y los partidos, sin excepción corrompidos por ventajas, liquidez y favores. Culpa han tenido todos los gobiernos desde aquella fecha.
 El que más, el que no sabía más que mentir sobre nuestros campeones financieros.
 El que nos hundió con su ineptitud y mentira y del que ya nadie quiere haber sido miembro. Y desde luego su gobernador del Banco de España”.
Sí, sí, también añade esto: “Y este Gobierno que no tenía culpa, ya la tiene. De momento por el carajal de su actuación estos días”. ¿Verdad que les gusta este recorrido histórico, en el que se hace responsable del fiasco de Bankia en primer grado a… Felipe González?
Y Carlos Herrera, so pretexto de iniciar un amago de defensa, no hace sino clavar más puntas en el ataúd del gobernador: “Demasiado para MAFO”, se titula la columna. O Carrascal: “Junto a las autoridades económicas, el Banco de España a la cabeza, que permitieron tales locuras”.
También tenemos gobernador en los arrabales. En Libertad Digital recogían varios titulares de esta guisa: “La Comunidad de Madrid culpa de la situación de Bankia a Mafo, Salgado y Zapatero”, o este otro, extraordinario: “Rubalcaba arremete contra el Gobierno por Bankia pero calla sobre MAFO”. Y en La Gaceta, editorial, “MAFO debe dimitir”, y artículo de Ana Samboal, “El legado de MAFO”.
LAS FACHADAS
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¿Les pareció vomitiva la fachada de La Razón del miércoles pasado, aquella de los estudiantes de la que tanto hemos escrito aquí? Pues vean la de hoy: "Los otros estudiantes" frente a “Un fracaso sobresaliente” de la convocatoria de huelga.
 Pero no quiero sustraerles el magnífico pie de foto: “Al contrario que los líderes sindicales, hay muchos estudiantes para los que la prioridad es su formación y, aunque algunos no compartan los recortes, creen que no es momento para protestas”. ¿No es enternecedor? Pero vean que por abajo asoma lo que les decíamos al inicio: “Rajoy quiere auditores independientes para los bancos ante los fallos de Ordóñez”. Ahí le duele.
 Y les quiero ver cómo ponen cara de solemnidad. Abc: “España protesta…” y ese montaje fotográfico que es que ni en los años cincuenta… ¡Qué cosas! El Mundo siempre tiene un hueco para su lideresa, pero hoy hasta careta y foto. Bien.
Dice también que “Ruiz-Mateos estafaba corriendo los puntos de las cifras”. Vamos, como el catavenenos ayer con la prima de riesgo. Pues vaya compañía… Y en La Gaceta, el esparto, que para qué sutilezas: “Bruselas descalifica totalmente al gobernador del Banco de España”. Así. Nada de eso hace Bruselas, claro. Pero ahí lo tienen.

10 may 2012

Brad Pitt será la nueva ‘mujer Nº 5’


Brad Pitt, nueva imagen del perfume Chanel Nº 5. / GREG WILLIAMS
“Chanel ha elegido al actor mundialmente conocido Brad Pitt para ser la cara de la próxima campaña publicitaria de Chanel Nº 5”. Con esta escueta frase como toda nota de prensa, en minimalista blanco sobre negro, y acompañada de un retrato del intérprete realizado por Greg Williams (fotógrafo británico habitual de varias publicaciones de Condé Nast como Vogue Italia y GQ y de los carteles de las dos últimas entregas de James Bond), la división de cosméticos de la centenaria firma francesa se ha marcado un golpe de efecto de esos que entretienen durante algunas horas a las redes sociales y consiguen cientos de páginas de publicidad gratuita (como esta).

Lo noticiable del caso es que, tras contar con los rostros de Nicole Kidman, Audrey Tautou o Catherine Deneuve —y a Marilyn Monroe como su más ilustre consumidora—, Chanel usará por primera vez a un hombre en la campaña de su joya de la corona. Desde que lo desarrollara el perfumista ruso-francés Ernest Beaux y se presentara el 5 de mayo (quinto mes del calendario; el número cinco era algo más que una superstición para Coco Chanel) de 1921, Chanel Nº 5 coloca, según la mitología del marketing, un frasco en el mercado cada 30 segundos. Esto es, una facturación anual cercana a los 100 millones de dólares (77 millones de euros).
Desde la oficina de prensa de Chanel no aclaran si estamos ante el lanzamiento de la versión masculina del perfume (algo poco probable, dados su carácter icónico y las connotaciones “extremadamente femeninas” del producto), ni ningún detalle del contrato. El portal E! News, que adelantó la noticia el martes, habla de una cifra de “siete dígitos” y asegura que la campaña se rodará en Londres esta semana (según The Sun, los Jolie-Pitt han comprado una residencia en Richmond, al este de la capital inglesa).
La relación de Pitt con la publicidad siempre ha sido excelente. Se le ha visto en diversos registros: sexi y juvenil (Pringles), intenso y vulnerable (Damiani) o viril y aventurero (Edwin Jeans). Y en línea con la larga tradición de superestrellas estadounidenses protagonizando anuncios asiáticos esperpénticos, rayando la parodia en la campaña del banco japonés Softbank, donde interpretaba al devoto asistente personal de un luchador de sumo.
Pero hasta la fecha su mayor hito mercadotécnico ha sido conseguir que censuren en Malasia una campaña que hizo para Toyota por ser considerado “demasiado guapo”. Amén de una naturaleza que podría hacer “sentir inferiores” a los hombres malayos. Zainuddin Maidin, viceministro de información del país del sureste asiático, ampliaba en The Guardian sus razones: “¿Por qué debemos usar su cara en nuestros anuncios? ¿Acaso nuestra gente no es lo bastante guapa?”.

El escondite de la palabra


FOTOGALERÍA
Mujeres en una terraza de café, hacia 1925 (Francia).
La irreverencia convertida en hipérbole del absurdo y la mala educación se ha democratizado de tal manera gracias a la televisión que cualquier voz más alta que otra se confunde primero con un esperpento catódico que con argumento de autoridad. Antes de que la pantalla contaminara la idea de tertulia y tertuliano, existían, y algo queda, unos espacios donde se disfrutaba de la conversación, se aplaudía el sentido de la crítica y no se consideraban escandalosos el libre pensamiento o las ideas irreverentes. Los cafés y salones literarios, “espacios de civilidad”, en palabras del sociólogo y politólogo José Vidal-Beneyto, que tienen su origen en la Francia del siglo XVII, trasladaron la palabra de los palacios a la calle, sin perder un ripio de excelencia. Los cafés históricos (Cátedra) de Antonio Bonet Correa repasa estos puntos de encuentro, casi de manera enciclopédica, como un manual estilístico y geográfico.
“El mejor teatro de Madrid fue el café Gijón: un escaparate, una casa de citas en el sentido más amplio del término, un refugio,…”, dice Marcos Ordóñez, autor de Ronda del Gijón (Aguilar) y crítico teatral de EL PAÍS. Este lugar, ahora en el candelero por la incógnita que se cierne sobre su terraza, en el que Ayala pasó unas cuantas tardes, “se ha quedado para los turistas”, afirma el escritor, “siguen algunas tertulias, pero es una sombra de lo que fue”.
 Lo que fue son las mañanas para los pintores, el mediodía para la gente de postín y la tarde para los escritores que se fusionaban con los actores a la salida del teatro. “A una tertulia hay que ir llorado y tosido, dejar la preocupación íntima para recomponer el mundo con saliva”, dice Manuel Vicent en Ronda del Gijón.
En los cafés y salones históricos el individuo ejercía su autonomía frente a las tradiciones, las instituciones y los poderes. Se convirtieron en rincones para la convivencia, donde lo público se convertía en privado a través de la palabra hablada de personas que tenían más que ver con la figura del diletante, del escritor amateur y del esteta, que con la del profesor universitario. En España, los herederos de Larra además de en el Gijón, alternaban en el Varela o en el Lyon desde los años treinta a los ochenta. A este último, el de la tertulia de Sánchez Ferlosio, acudían los escritores Soledad Puértolas y Andrés Trapiello. “Era un lugar destartalado, de techos altos y sucios y tranquilo, para tertulia”, dice el autor, el más joven de aquellas reuniones. “Se hablaba de todo, Grecia, palabras raras como lígrimo, asuntos del momento. Era una tertulia animada, donde se solían respetar ciertas normas. Para decirlo en palabras de Ferlosio: nos ocupábamos de las cosas, no de medirnos con los demás”.
Estos espacios terminarían siendo un lugar de peaje obligado para darse a conocer. “Había que dejarse ver", contaba Umbral. Y resguardarse del mal tiempo. “Cuando las casas eran frías e inhóspitas, es natural que la gente corriera a reunirse en un café buscando otra temperatura física y moral. El lema entonces era: Como fuera de casa en ninguna parte”, apunta Trapiello.

La herencia de las librerías café

La escritora y académica Soledad Puértolas montaría años después, en 2002, una librería café en honor a su primera novela El bandido doblemente armado, con la que acudía a las tertulias de antaño. “Duró casi ocho años, aguantamos como pudimos, pero era un mal negocio”, recuerda la académica y escritora. “Era un lugar estupendo para reunirse con amigos, también hicimos talleres, exposiciones, conciertos. Esa parte de su vocación se cumplió, pero falló la parte económica. Es difícil conciliar lo rentable con lo ideal”.
Los chicos de Tipos Infames han tenido algo más de fortuna. Su librería en el centro de Madrid lleva casi un año y medio de presentaciones literarias, encuentros con escritores, catas de vinos y otras bebidas espirituosas y tardes de lectura y conversación.
“No somos un bar con libros alrededor, si no un espacio abierto en el que suceden cosas”, cuenta Francisco Llorca, uno de los tres socios del lugar.
“Poco a poco hemos ido viendo cómo se han creado vínculos y afinidades entre nuestros clientes, muchos ya amigos”. Tipos Infames ha conseguido que el vicio solitario de la lectura se descontracture alrededor de una barra como tantos otras esquinas de estanterías y café humeante en los que la música no impide la charla, ni la oscuridad la miopía.
“Lo bonito de Madrid es que se montan tertulias instantáneas por todas partes”, dice Ordóñez. “El espíritu siempre ha estado muy vivo, no hace falta enseñar un carné para que surja una conversación en un bar o un café”.

El amor oscuro de García Lorca


El crítico Juan Ramírez de Lucas, fotografiado junto a su colección de objetos de arte popular.
Juan Ramírez de Lucas (Albacete, 1917-Madrid, 2010), periodista y crítico de arte, no quiso llevarse a la tumba su secreto. Guardó silencio durante más de 70 años, con todos los recuerdos (dibujos, cartas, un poema, su diario…) de su tragedia sentimental ocultos en una caja de madera. Sin embargo, antes de fallecer, entregó a una de sus hermanas su legado para que se hiciera público. Pese al férreo silencio que mantuvo en vida, apoyado por los propios amigos de la pareja que respetaron su intimidad, Ramírez de Lucas no quiso que la memoria de su gran amor de juventud, el poeta Federico García Lorca, se perdiera para siempre.
La pareja se conoció en el convulso Madrid republicano, donde mantuvieron su idilio de espaldas a sus familias, una de ideas muy conservadoras y otra socialista pero con sentimientos cercanos en cuanto a la homosexualidad. Culto y muy atractivo, Ramírez de Lucas soñaba con ser actor y Lorca prometió llevarlo por los teatros del mundo. Locamente enamorados decidieron escapar juntos a México. La situación de Lorca en Madrid, convertido ya en un autor de éxito en medio mundo y una de las figuras más odiadas por los grupos violentos de derechas, se hacía más peligrosa por momentos. Sus amigos le advirtieron del peligro que corría, pero el poeta no quería viajar solo. La pareja se despidió, el mes de julio de 1936, en la estación de Atocha. Ramírez de Lucas, que apenas contaba 19 años, iba camino de Albacete, buscando el permiso familiar (la mayoría de edad era a los 21) para poder marcharse a América con el poeta. Lorca subió al tren rumbo a Granada para despedirse de sus padres antes de partir para México.
La vuelta a escena de Ramírez de Lucas ha sido saludada por los expertos lorquianos, dada la importancia histórica que supone que afloren nuevos documentos que ayuden a comprender mejor la historia. Laura García Lorca, sobrina del poeta, que conocía la existencia de la carta, aseguró que podría tratarse de “material de enorme interés para el archivo de la Fundación Lorca”. Una novela de Manuel Francisco Reina, Los amores oscuros, que Temas de Hoy publica el 22 de mayo, recupera la relación de ambos. Los herederos de Ramírez de Lucas, que negocian con una editorial la posible publicación del diario y otros documentos, no quisieron aportar ningún dato a este diario, alegando problemas de herencia y de criterios sobre el destino del legado.
A estas alturas del siglo XXI sobra contar que los planes de la pareja no pudieron salir peor. Como sospechaba Ramírez de Lucas su padre puso el grito en el cielo y amenazó con poner el asunto en manos de la Guardia Civil si intentaba salir de Albacete sin su autorización. Lo había mandado a Madrid para estudiar administración pública y, pese a los buenos resultados escolares, había defraudado su confianza. Su vida paralela como actor en el Club Teatral Anfistora, creado por Pura Ucelay para estrenar, entre otras, las obras de Lorca, no encajaba para nada en sus planes, y menos aún su relación sentimental con un poeta homosexual. Trató de intermediar a su favor Otoniel, el mayor de sus 10 hermanos, miembro de las Juventudes Socialistas y el único que conocía su doble vida, pero fue en vano. Simultáneamente, desde la Huerta de San Vicente en Granada, Lorca telefoneaba animándole a que fuera paciente y comprendiera a su familia. Pensaba que se impondría la razón y acabarían entendiéndolo. Llegó una carta, fechada en Granada el 18 de julio, pero ahí perdió su rastro. El arresto de Lorca, en casa de la familia Rosales, y su fusilamiento no fueron conocidos en los primeros momentos en la confusión de la guerra. El asesinato del poeta dejó a Ramírez conmocionado. Su sentimiento de culpa no hizo sino aumentar con el paso de los años.
Tras su paso por la División Azul para limpiar su pasado, Ramírez de Lucas regresó a Madrid y rehizo su vida. Solo Agustín Penón, el escritor que viajó a Granada para investigar la muerte de Lorca en 1955, descubrió la relación y dejó constancia de ello en sus anotaciones, que posteriormente serían publicadas, en primera instancia, por Ian Gibson y después recogidas también en la edición que Marta Osorio realizó de la maleta de Penón.
Se trataba en ambos casos de unas pocas líneas perdidas entre cientos de páginas, algo que alentó el propio amante de Lorca al no contestar a los requerimientos de ninguno de los estudiosos. Perdido en el anonimato que ofrece una gran ciudad, recurrió al poeta Luis Rosales, gran amigo de Lorca, quien lo ayudó a entrar en el diario Abc, donde comenzó su carrera como crítico de arte y arquitectura, que luego desarrollaría en otros medios especializados.
Comenzó a redactar un diario y nunca se desprendió de los recuerdos que le unían a Lorca, entre ellos un poema escrito en el reverso de una factura de la academia Orad, donde estudiaba en Madrid.
No contó su relación con Lorca ni a su nuevo compañero, con el que vivió 30 años. “Tenía encanto, sentido del humor, personalidad y era muy atractivo”, cuenta Julia Sáez-Angulo, vicepresidenta de la Asociación de Críticos de Arte, quien lo valora como un pionero en la crítica de arquitectura y un gran experto en arte popular.
Tras dos años de investigación exhaustiva, que ha volcado en su novela testimonial, Manuel Francisco Reina tiene claro que Ramírez de Lucas fue el protagonista último de los Sonetos del amor oscuro. Para el biógrafo Ian Gibson la recuperación de la documentación, que obra en poder de los herederos de Ramírez de Lucas, sería fundamental para aclarar los últimos días de Lorca. “Intenté entrevistarle, pero no fue posible. Sabía que era un personaje fundamental pero supongo que su silencio tuvo que ver con el tema gai”.
Todos los expertos en la obra del poeta aplaudieron ayer la noticia.
 Para Félix Grande la sorpresa fue escuchar su nombre: “Sabíamos que había un gran amor, que en cierto modo inspiró los Sonetos de amor oscuro, pero no sabíamos cómo se llamaba”, explicó el poeta. “En las muchas conversaciones que tuve con Rosales me contó que durante los días que Lorca pasó escondido en su casa corregía sin parar esos versos.
 Nunca logré que me diera el nombre. Le había prometido a Federico que mantendría el secreto y era una persona de palabra”. Para el flamencólogo, que una historia de ese calibre permanezca oculta prueba el mundo en que vivimos tres cuartos de siglo después del asesinato. También el poeta Antonio Hernández conocía la relación.
 De hecho, lleva tiempo trabajando en un libro que cerraría la obra poética de Luis Rosales en el que aborda, entre otros, el tema de la homofobia y de Lorca y en el que aparece Ramírez de Lucas.