“Chanel ha elegido al actor mundialmente conocido Brad Pitt para ser la cara de la próxima campaña publicitaria de Chanel Nº 5”. Con esta escueta frase como toda nota de prensa, en minimalista blanco sobre negro, y acompañada de un retrato del intérprete realizado por Greg Williams (fotógrafo británico habitual de varias publicaciones de Condé Nast como Vogue Italia y GQ y de los carteles de las dos últimas entregas de James Bond), la división de cosméticos de la centenaria firma francesa se ha marcado un golpe de efecto de esos que entretienen durante algunas horas a las redes sociales y consiguen cientos de páginas de publicidad gratuita (como esta).
Lo noticiable del caso es que, tras contar con los rostros de Nicole Kidman, Audrey Tautou o Catherine Deneuve —y a Marilyn Monroe como su más ilustre consumidora—, Chanel usará por primera vez a un hombre en la campaña de su joya de la corona. Desde que lo desarrollara el perfumista ruso-francés Ernest Beaux y se presentara el 5 de mayo (quinto mes del calendario; el número cinco era algo más que una superstición para Coco Chanel) de 1921, Chanel Nº 5 coloca, según la mitología del marketing, un frasco en el mercado cada 30 segundos. Esto es, una facturación anual cercana a los 100 millones de dólares (77 millones de euros).
Desde la oficina de prensa de Chanel no aclaran si estamos ante el lanzamiento de la versión masculina del perfume (algo poco probable, dados su carácter icónico y las connotaciones “extremadamente femeninas” del producto), ni ningún detalle del contrato. El portal E! News, que adelantó la noticia el martes, habla de una cifra de “siete dígitos” y asegura que la campaña se rodará en Londres esta semana (según The Sun, los Jolie-Pitt han comprado una residencia en Richmond, al este de la capital inglesa).
La relación de Pitt con la publicidad siempre ha sido excelente. Se le ha visto en diversos registros: sexi y juvenil (Pringles), intenso y vulnerable (Damiani) o viril y aventurero (Edwin Jeans). Y en línea con la larga tradición de superestrellas estadounidenses protagonizando anuncios asiáticos esperpénticos, rayando la parodia en la campaña del banco japonés Softbank, donde interpretaba al devoto asistente personal de un luchador de sumo.
Pero hasta la fecha su mayor hito mercadotécnico ha sido conseguir que censuren en Malasia una campaña que hizo para Toyota por ser considerado “demasiado guapo”. Amén de una naturaleza que podría hacer “sentir inferiores” a los hombres malayos. Zainuddin Maidin, viceministro de información del país del sureste asiático, ampliaba en The Guardian sus razones: “¿Por qué debemos usar su cara en nuestros anuncios? ¿Acaso nuestra gente no es lo bastante guapa?”.
Lo noticiable del caso es que, tras contar con los rostros de Nicole Kidman, Audrey Tautou o Catherine Deneuve —y a Marilyn Monroe como su más ilustre consumidora—, Chanel usará por primera vez a un hombre en la campaña de su joya de la corona. Desde que lo desarrollara el perfumista ruso-francés Ernest Beaux y se presentara el 5 de mayo (quinto mes del calendario; el número cinco era algo más que una superstición para Coco Chanel) de 1921, Chanel Nº 5 coloca, según la mitología del marketing, un frasco en el mercado cada 30 segundos. Esto es, una facturación anual cercana a los 100 millones de dólares (77 millones de euros).
Desde la oficina de prensa de Chanel no aclaran si estamos ante el lanzamiento de la versión masculina del perfume (algo poco probable, dados su carácter icónico y las connotaciones “extremadamente femeninas” del producto), ni ningún detalle del contrato. El portal E! News, que adelantó la noticia el martes, habla de una cifra de “siete dígitos” y asegura que la campaña se rodará en Londres esta semana (según The Sun, los Jolie-Pitt han comprado una residencia en Richmond, al este de la capital inglesa).
La relación de Pitt con la publicidad siempre ha sido excelente. Se le ha visto en diversos registros: sexi y juvenil (Pringles), intenso y vulnerable (Damiani) o viril y aventurero (Edwin Jeans). Y en línea con la larga tradición de superestrellas estadounidenses protagonizando anuncios asiáticos esperpénticos, rayando la parodia en la campaña del banco japonés Softbank, donde interpretaba al devoto asistente personal de un luchador de sumo.
Pero hasta la fecha su mayor hito mercadotécnico ha sido conseguir que censuren en Malasia una campaña que hizo para Toyota por ser considerado “demasiado guapo”. Amén de una naturaleza que podría hacer “sentir inferiores” a los hombres malayos. Zainuddin Maidin, viceministro de información del país del sureste asiático, ampliaba en The Guardian sus razones: “¿Por qué debemos usar su cara en nuestros anuncios? ¿Acaso nuestra gente no es lo bastante guapa?”.
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