Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

29 abr 2012

Pensar para saber vivir

Claroscuros

La acusación de oscuridad hacia los filósofos no es una novedad. Ya Heráclito fue apodado el oscuro
. Y, por supuesto, Hegel. Este último fue calificado así por los filósofos de la Escuela de Fráncfort. Entre ellos, Theodor Adorno, quien no pasará a la historia por su claridad expositiva.
 Los textos de Platón, en cambio, son diáfanos y Eugenio Trías ha destacado la coincidencia entre algunas de las fórmulas narrativas de este autor y de la tragedia griega.
 No son tan claros los escritos de Aristóteles. Al menos, los que han llegado hasta nuestros días, arropados por una aureola de misterio.
Dice la tradición que Aristóteles escribió dos tipos de textos: los exotéricos, destinados a ser difundidos en público y hoy perdidos, y los esotéricos, que son los que han sobrevivido.
 Algunos de los primeros eran diálogos al estilo de Platón y de gran belleza compositiva.
 Nada que ver con la aridez de algunos de los tratados disponibles, que tras unos años ocultos fueron reordenados por Andrónico de Rodas.
 Epicuro es clarísimo, como corresponde a alguien que dejó escrito que todo hombre es filósofo. Las críticas más duras hacia el estilo de un filósofo son las que hicieron algunos pensadores del Círculo de Viena a Martin Heidegger.
Tras establecer un rígido criterio sobre cómo debe ser una oración para ser considerada significativa, afirmaron que muchas de las de Ser y tiempo no son ni verdaderas ni falsas, simplemente, carecen de significado.

Música para olvidar

¿Quién no tiene una fecha para olvidar? Según se van cumpliendo años se acumulan fechas para olvidar. Siempre se habla de la nostalgia.
 La nostalgia es el tema, el recurso de los suplementos culturales.
 Según un estudio sociológico reciente, el sentimiento nostálgico colectivo se genera con cuarenta años de distancia.
 De ahí el éxito de Mad Men. Tan cerca como para que no sea una serie histórica, tan lejos como para que se pueda embellecer lo que hoy resultaría insoportable
. Pero quién se ocupa del olvido.
 Parte de la tarea de nuestra memoria es descartar recuerdos tristes o aterradores
. Hay científicos, sí, que buscan la manera de interceptar en el cerebro herido la ansiedad que provoca el recuerdo de una violación, una guerra o una catástrofe. Todos tenemos fechas para olvidar
El aroma de una tarde de primavera nos trae de pronto a la memoria una primavera fatal y el olor se nos pudre con el recuerdo
. Quién no ha tachado la Nochebuena después de una separación amorosa, quién no ha detestado ese momento en que la ciudad se queda vacía un día de Año Nuevo y a ti te falta quien siempre estuvo contigo. Hay gente que tacha los fines de semana. Los niños detestan los lunes de tal manera que suelen ponerse malos los domingos cuando cae la tarde.
A Marjorie Eliot le sobraban los domingos.
Desde que un domingo de hace veinte años se le murió su hijo Philip por una infección de riñón. Marjorie trató de buscar la manera de sobrellevar el séptimo día del calendario
. Y como no hay tiempo que cicatrice la pena de una madre por la muerte de un hijo la pianista negra decidió sentarse al piano cada domingo a las cuatro de la tarde.
 Abrió las puertas de su casa para todo aquel que quisiera unirse. Los amigos músicos de la pianista llegaron con sus instrumentos para acompañarla en el duelo y el público se fue asomando tímidamente
. El número de sillas fue creciendo porque corrió la voz de este pequeño milagro que cada domingo tiene lugar en un viejo edificio art déco de Washington Heights.
Los neoyorquinos dicen que no es Harlem porque en esta zona predomina lo hispano, pero los mapas de la ciudad les llevan la contraria: es Harlem, los vecinos con los que te cruzas en el ascensor son negros americanos y Marjorie es de rostro y cultura afroamericana
.El pasado domingo, en una de esas tardes feas que conjugan viento y lluvia, fui por vez primera a casa de la anciana pianista. Otra viejecilla, muy coqueta, con jersey dorado y enormes gafas de sol nos abrió la puerta. Unas cincuenta personas sentadas en sillas blancas de plástico, distribuidas por la cocina, el pasillo y la salita escuchaban en silencio y con devoción la música que surgía de las manos de Marjorie y de un contrabajista tan delgado y enfermizo que parecía imposible que pudiera sujetar el instrumento sin desplomarse en el suelo
.De vez en cuando se unían un saxofonista francés y un trompetista chino.
Parte de la tarea de nuestra memoria es descartar recuerdos tristes o aterradores
Todo el humilde apartamento estaba en penumbra, solo aportaban algo de luz la última claridad de la tarde que entraba por las ventanas y unas lucecillas de esas que visten los árboles de Navidad. Por las paredes habían colgados con chinchetas o celofán recortes de periódicos que daban cuenta de estas milagrosas soirées, fotos de los nietos y de los dos hijos muertos, porque ya son dos con los que carga la memoria de Marjorie.
La anciana se había recogido el pelo hacia arriba, a la manera en que lo hacía Nina Simone, y tocaba el piano con los dedos siempre estirados, a la manera en que lo hacía Thelonious Monk, combados hacia arriba, como si carecieran de la facultad de doblarse.
 En la penumbra de la cocina, apoyada en la nevera, escuchando Skylark, what’s this thing called love? o Summertime sentí que estaba asistiendo a un oficio religioso. Algo había de eso, porque después leí que la voluntad de Marjorie es honrar a sus muertos cada domingo.
 El dolor transformado en música.
La música como tratamiento paliativo contra la pena. Para terminar, la pianista interpretó sin compañía alguna el Over the Rainbow, que tocada de manera tan dulce se convertía en un homenaje a todos los niños desaparecidos.
Marjorie Eliot decidió tocar cada domingo el piano para superar la muerte de su hijo un domingo, 20 años atrás
Después del concierto, la anciana portera pasó una bandeja entre los asistentes con galletas dulzonas de granola y zumos de naranja.
 El público, entre familiar, vecinal y fervoroso de la música hablaba aún en un susurro, como si nadie quisiera vulnerar el deseo de la pianista de tocar para olvidar que fue un domingo el día fatal en que comenzó a perderlo todo. Marjorie ha sido nombrada por una asociación que trata de preservar la cultura del viejo Harlem como un bien a proteger y preservar. Aun así, de vez en cuando sus amigos hacen sesiones especiales de jazz para ayudar a su maestra a pagar el alquiler.
 No es algo raro, la vida de los músicos es dura
. La vida de la mayoría de los músicos americanos es dura. Luego está esa minoría que atesora toda la atención mediática, pero aquellos que amamos la música sabemos que las historias de músicos viejos y empobrecidos no pertenecen al pasado, son presente.
 Tal vez lo que tenía Marjorie en las manos era artrosis, pero de ellas salía una música tan consoladora que yo también sentí que durante dos horas sus dedos me protegían de los malos recuerdos.

ELVIRA LINDO:
Yo llamo a esos momentos que relata Elvira, "Huequitos de Sol" porque cuando el cielo está muy oscuro, sale un huequito, a veces insignificante, pero por ahí entra el Sol que calienta nuestras almas de tanta tristeza y tantas soledades.

La lucha de la mujer por llevar los pantalones

Fotogalería
El estilo de Audrey Hepburn influyó en la aceptación del pantalón.
Decenas de miles de mujeres en Occidente se abrochan cada día el pantalón sin darle más trascendencia que cualquier hombre
. Pero emplear esta prenda no siempre estuvo carente de connotaciones y, aún hoy, todavía se lee como un símbolo de poder, fuerza o incluso irreverencia en algunos ámbitos.
 Y es que desde la escritora George Sand se apropiara del calzón para recorrer más cómodamente las calles de París, esta prenda ha vestido las pequeñas y grandes revoluciones que han jalonado la ruta hacia la emancipación de las mujeres. Un camino que la socióloga francesa Christine Bard disecciona en Historia políticia del pantalón (Ensayo Tusquets).
La autora recorre las etapas más significativas de la apropiación de esta prenda por las mujeres: desde sus primeros y tímitidos pasos dentro del mundo del deporte en los años veinte hasta las dificultades que las profesionales tuvieron prácticamente hasta hoy para poder utilizarlo en sus puestos de trabajo.
Aún cuando las mujeres lograron la igualdad civil, amplios sectores de la sociedad no aceptaban que vistieran pantalones
Porque la mejor prueba de la importancia política y simbólica del pantalón femenino es que, aún cuando las mujeres lograron la igualdad civil y laboral frenta a los hombres, amplios sectores de la sociedad no aceptaban que se vistieran como ellos.
Y no es necesario retrotraerse demasiado en el tiempo. Bard recuerda que en 1970 los ordenanzas de la Asamblea Nacional francesa niegan la entrada a Denise Cacheux (socialista) y Michèle Alliot-Marie (gaullista) por llevar pantalones. Esta última, consejera del gabinete de Edgar Faure explica a este ministro que si lo que les molesta es el pantalón, ella estaría dispuesta a quitárselo sin ningún problema. Y solo a través de esta pequeña irreverencia consigue doblegar al ordenanza y sentar precedente para el resto de políticas.
Aún hoy, los pantalones todavía no son una prenda neutral, ni carente de significado, cuando quien los viste es una mujer. Buena prueba de ello son las críticas que recibió el esmoquín que la entonces ministra de Defensa, Carme Chacón, lució en la Pascua Militar de 2009.
 El protocolo afirma que las mujeres debían llevar vestidos largos.
 Pero el revuelo que causó su elección fue tal que el departamento de Defensa tuvo que aclarar que el estilismo de Chacón se ajustaba "perfectamente" a la etiqueta requerida.
En 1970 la Asamblea Nacional francesa prohibía a las políticas entrar con pantalones
El uso del pantalón por parte de las mujeres se aceptó socialmente por un breve periodo de tiempo y razones puramente prácticas durante la II Guerra Mundial.
La mujeres tienen que incorporarse como obreras en fábricas dy allí adoptan la vestimenta más cómoda y segura: pelo recogido y pantalones.
 Pero en cuanto los soldados vuelven del frente, las mujeres vuelven a la cocina y se impone una hiperfeminización en su indumentaria que busca potenciar su rol tradicional como reposo del guerrero y madre.
Aún así, el pantalón no desaparece del todo, sobre todo entre las mujeres que se condiran más modernas. Audrey Hepburn encarna mejor que nadie este nuevo estilo
. Exhibe un aire masculino y femenino al mismo tiempo, una combinación aceptable en unos tiempos todavía muy puritanos. Es la embajadora ideal del pantalón femenino, que lleva con zapatos planos y el pelo corto. Su estilo, imitado por numerosas admiradoras, influye mucho en la aceptación del pantalón.
El estilo de Audrey Hepburn es imitado por miles de admiradoras e influye en la aceptación del pantalón
Pero su extensión a un público mayoritario, su eclosión no llegará hasta que es adoptado en los sesenta por la alta costura y el pret a porter hasta 1960, en gran parte gracias a Yves Saint Laurent, que en 1966 lanza el esmoquin femenino.
 El diseñador considera, no obstante, que "la libertad y la igualdad no se comprar con un calzón", sino que "son un estado de ánimo".
A finales de los años sesenta y principios de los setenta, tiene lugar la revolución de los vaqueros,  se convierten en la primera prenda "mixta".
 Constituyen un emblema del movimiento revolucionario en los campus, del rechazo a la guerra de Vietnam, de la lucha de los negros por sus derechos civiles y del resurgimiento del feminismo. Con el estilo hippy, los 'jeans' experimentan un difusión masiva entre ambos sexos.

Solamente tu - Pablo Alboran & Diana navarro.mpg