Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

12 abr 2012

Somos lo que vestimos

Por encima de tendencias, cosas que nos sienten más o menos bien o tipos de prendas que pretendemos que nos definan como parte de un determinado grupo (lo que queremos que proyecte o se calle respecto a nuestra personalidad) está, a priori, el impacto que tiene la ropa que escogemos sobre nuestras acciones y estados de ánimo, vamos, sobre nuestra propia psicología.
Sin ir más lejos, la Northwestern University de Chicago acaba de publicar un informe acerca de la influencia que tiene la ropa sobre los procesos cognitivos de aquel que la viste, basándose en el comportamiento de un grupo de estudiantes a los que se les encomendó desempeñar determinadas tareas ataviados con idéntica bata blanca: a unos se les dijo que la bata era de médico y a los otros que era de pintor.
 A modo de conclusión, los investigadores resolvieron que aquellos que asimilaron su vestir a la praxis médica cumplieron con su cometido de manera más rigurosa y responsable que aquellos que percibieron su atuendo como eso que le sirve al pintor para no mancharse. Según el Dr. Galinsky, uno de los impulsores de este proyecto publicado en The Journal of Experimental Social Psychology, la ropa que te pones, o más concretamente, el significado que ésta tiene, predispone tu manera de actuar. De los 74 voluntarios sometidos a este ejercicio, los que creyeron llevar una bata de médico actuaron con mayor diligencia porque asociaron vestimenta con competencia. No así el resto.
"Me fascinaba la idea de explicar por qué nuestras aptitudes pueden verse modificadas en función de lo que llevamos puesto" asegura Galinsky "especialmente cuando se trata de un uniforme o un disfraz: estos nos ayudan a meternos en un papel hasta el punto que de ellos depende nuestro éxito o credibilidad ".
Que se lo digan a la policía, a los bomberos, o a los actores mismo. Estos últimos jamás alcanzarían los picos de verosimilitud que consiguen con algunos de sus personajes si no fuera por la caracterización.
"La ropa que nos ponemos es capaz de alterar la manera en la que interaccionamos con el resto del mundo porque determina el modo en el que nos ven los demás de la misma manera que condiciona lo que pensamos de nosotros mismos", puntualiza el doctor.

 
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¿Nos creeríamos igual a AnnaSophia Robb como Carrie Bradshaw si tuviera que prescindir de sus looks?
Foto: GTresonline
Aunque el punto de partida de este análisis nada tiene que ver con la moda, sus conjeturas pueden extrapolarse perfectamente al campo del estilo. Allí las pilla al vuelo la psicóloga clínica Jennifer Baumgartner, autora del libro You Are What You Wear: What Your Clothes Reveal About You. Ella considera tanto lo que quieres decir o dices sin querer a través de la ropa como la manera en que la misma influye en tu comportamiento por lo que simboliza.
Así, esta terapeuta del vestir, establece la siguiente tabla:
- Si eres de las que nunca tira ropa: te empeñas en seguir conectada al pasado a través de tu armario.
- Si vistes prendas lo más neutras posibles y jamás llevas accesorios: eres conformista y comodona. No te atreves a llamar la atención.
- Si tienes tendencia a ponerte ropa que te viene grande: te niegas a asumir tu talla porque tienes una percepción de tu cuerpo distorsionada.
- Si eres demasiado sexy o inapropiada: buscas la atención equivocada.
- Si no vistes acorde a tu edad (por exceso o defecto de años):  intentas vestir de acuerdo a la edad que sientes pero te has quedado a medio camino entre lo que tú ves y lo que ven los demás.
- Si vistes siempre como si fueras a la oficina: te valoras en función de tus logros profesionales.
- Si no llevas nada que no incluya un logo: crees que tu estatus económico es la clave de la aceptación social.
Ella le pone remedio a cada una de sus presunciones.
Nosotros le dejamos la puerta abierta a la conexión emocional.
 Porque con la misma determinación que recoge cierto documento sacro aquello de ¡Levántate y anda!: lo primero que hacemos al alzarnos es vestirnos, sea como sea, para volver a caminar.

Guía definitiva para comprar vintage Buscar un par de tallas más, acercarse a una ventana y otros trucos recomendados por los expertos.

Ojo con las tallas
Según un estudio de la revista The Economist la media de la talla 38 británica actualmente sirve a una mujer que en la década de los 70 llevaba una 42.
 Algo similar sucede en EEUU. La explicación es que el peso medio se ha incrementado con los años y las empresas textiles han estirado las tallas para que una mujer pueda llevar la misma durante toda su vida. Y así compre más.
 Es un dato que hay que tener en cuenta con las compras online de ropa usada. Afecta sobre todo a la ropa de mujer porque el tallaje es más arbitrario que el de la masculina.
Intenta encontrar tu talla siempre” aconseja Charlotta Lind de la conocida tienda vintage madrileña Lotta “Los arreglos encarecen la prenda y no siempre queda como tú quieres. Pero como son prendas únicas puede que te encapriches de algo que no es tu talla. En ese caso no compres algo que sea más grande: por muy buena modista que tengas, no suele quedar bien. Hay que desplazar hombros, cadera... al final hay que deshacer toda la prenda. La única excepción puede ser las faldas ya que se mete la cintura, no la parte superior que es lo difícil. Pero que no sea una falda plisada”
Para Vicente Hernández, propietario de la institución ibicenca Ganesha la ropa demasiado justa puede tener solución: “Las cinturas suelen venir con pinzas, se deshacen para conseguir más amplitud. Las prendas victorianas (siempre suelo tener cinco o seis enaguas o piezas teatrales) suelen ser las más pequeñas porque en aquella época llevaban corsé.”

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El vestido-camisón de Nicole Richie
Foto: Gtresonline
Usa tu imaginación
Las clientas de Ganesha, entre las que están Daphne Guinness, Kate Moss, Jade Jagger, Tatiana Santo Domingo, Julia Restoin Roitfeld o Margherita Missoni, siempre encuentran algún tesoro que Vicente trae de India, Francia o Argentina.
 Ya sean atuendos circenses, vestidos de lentejuelas de compañías de vodevil o ajuares.
"Son especialmente populares los camisones antiguos de raso o seda en crudo o colores pastel: “Se los ponen de noche y algunas los llevan como vestidos de novia”.
Haz los deberes
“Quien sabe de historia de la moda compra como coleccionista” apunta Vicente.
 “Los más jóvenes en cambio se llevan cosas de los años ochenta y artículos de moda que se pueden poner en ese momento. Yo no sigo tendencias pero ellos miran lo que saca Dolce & Gabbana, por ejemplo y encuentran algo parecido. Todo lo de Hermés me lo quitan de las manos. Está tan bien hecho que es puro arte.”
Charlotta repasa la lista de lo más codiciado esta temporada:
 “Los jerséis y rebecas oversize de angora de los 80, los botines de piel con cordones, los vestidos cortos ligeramente entallados de los años 60, los turbantes y las faldas plisadas de los años 70”.
Antiguo, que no viejuno
Si buscas prendas usadas con apariencia contemporánea, hay que tener cautela con los estampados. Como señala Vicente, envejecen más rápido que las telas lisas
: “Los estampados revelan perfectamente la edad de la edad de la prenda”.

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Natalia Vodianova con uno de los vestidos de Fortuny de su colección
Foto: Getty
Mira con lupa
“Si una prenda está descosida en las costuras tiene fácil arreglo. Pero si el tejido mismo tiene roturas, no lo compres” recalca la dueña de Lotta.
 “Ojo con las manchas. La iluminación en muchas tiendas vintage no es muy buena.
Pide poder salir a la calle con la prenda ¡no te cortes! En el caso de las chaquetas revisa bien el forro y los bolsillos
. Pregunta si han lavado la prenda. Si quieres averiguar si algo es vintage (que no te vendan gato por liebre) fíjate en la etiqueta y en el acabado de la prenda. Suelen ser bordadas”
Vicente coincide en la importancia de la luz y el trabajo de la aguja:
No hay que comprar en sitios oscuros, donde no se puedan apreciar los detalles. Es importantísimo ver los puntos en la prenda: son como su corazón.
Mira los pespuntes en el borde del forro y fíjate si son medios-anchos, es un signo que están cosidos a mano. Hay veces que arreglan cosas y las repasan a máquina: eso es como hacer un lifting sin buenos resultados.”

Una historia de cine negro del siglo XVII

Una mujer casquivana, fría y brutal:Dos Mujeres Con C


Nicolas Sarkozy y su entonces esposa, Cécilia Ciganer, en julio de 2006. / CORDON PRESS

La relación amor-odio entre Nicolas Sarkoy y su exesposa Cécilia Attias (de soltera Cécilia Ciganer Albéniz) sigue generando bilis y portadas.
 Si la campaña presidencial de 2007 pasó a la historia porque Cécilia no votó por su marido en la segunda vuelta y porque la noche del triunfo fue para Sarkozy “la más triste” de su vida, según confesó hace poco porque ese día se enteró de que Cécilia le iba a abandonar, la nueva carrera hacia el Elíseo está sirviendo para ajustar viejas cuentas pendientes y para fabricar una nueva imagen al impopular presidente saliente.
Las hostilidades se han desatado con una biografía de Sarkozy, escrita por Catherine Nay y titulada L'Impétueux (El impetuoso), que retrata a Cécilia como una mujer casquivana, fría y brutal.
 Entre otras cosas,
 Nay revela que la bisnieta de Isaac Albéniz largó a Sarkozy del domicilio conyugal obligándole a dormir de okupa en casa de sus amigos durante una crisis.
Se trataba de un episodio desconocido, incluso para la madre del todavía jefe del Estado, Andrée Sarkozy, Dadu para los amigos, que al parecer no sale de su asombro.
El impetuoso, biografía muy autorizada, forma parte del despliegue de medios exculpatorios puestos en marcha por el entorno de Sarkozy para tratar de borrar el sambenito de nuevo rico que arrastra el presidente bling bling. La tesis básica de esta campaña paralela dirigida al corazón es que Sarkozy es un hombre justo, bueno y entregado, que si erró alguna vez fue por amor y que tras mucho sufrir hoy tiene una familia digna de un estadista.
Carla Bruni forma parte de esta célula de crisis y se esfuerza cada día en hacer declaraciones que resalten la sencillez y normalidad de la vida en el Elíseo. Tras su célebre “somos gente modesta”, ahora ha dicho: “Al lado de madame Pompidou, yo soy Lady Gaga”.
 Siguiendo esta línea, los asesores del presidente afirman que “votar por el cambio es votar a Sarkozy”, y una reciente portada de Paris Match (revista que edita su millonario amigo Arnaud Lagardére) ha mostrado a un Sarkozy oscuro y ojeroso, con aspecto de enterrador responsable.
El propio Nicolas II ha asumido en televisión algunos “fallos de relaciones públicas” atribuyéndolos a su amor fou por Cécilia. En el programa Des paroles y des actes, el candidato saliente (como le llama su rival François Hollande) acusó a Cécilia de ser la responsable tanto de la celebración de la victoria de 2007 en Fouquet's como de las vacaciones posteriores en el yate Paloma del empresario Vincent Bolloré.
Cuando le preguntaron si volvería a celebrar la victoria en la prohibitiva brasserie o en un yate de 40 metros, Sarkozy entonó un dramático “no” y añadió
: “Esta vez tengo una familia, una familia sólida, y sé dónde podría ir a celebrar la victoria. Con aquellos a los que quiero.
 No tendría necesidad de buscar refugio en otro sitio”.
Desde su loft de Manhattan, Cécilia, que unos años atrás dijo de Sarkozy que era “un tacaño y un mujeriego que no quiere ni a sus hijos”, pero que en febrero pasado había apoyado la reelección de su ex, ha preferido no responder a la puñalada y ha dejado que lo haga su marido actual, Richard Attias.
El publicista, con quien la efímera exprimera dama tuvo varios romances mientras estaba casada con Sarkozy, ha negado la implicación de su esposa en aquellas decisiones que desilusionaron a tantos franceses solo unas horas después de elegir al presidente en 2007:
 “Un mandato de cinco años no se puede echar sobre la espalda de una persona que solo estuvo allí seis meses”.
Attias ha añadido que Cécilia llegó tardísimo a Fouquet's y ni siquiera votó por Sarkozy, dando a entender que fue el presidente quien organizó la soirée de Fouquet's y el fallido crucero de relax para tratar de reconquistar a Cécilia cuando la pareja se iba a pique.
A menos de dos semanas para la primera vuelta, y con los sondeos dando por segura su derrota, Cécilia ha decidido no hablar y ni siquiera se pone al teléfono cuando llama Sarkozy, según el Journal du Dimanche. La guerra es la guerra, y según Le Nouvel Observateur, Louis, el hijo común, ha tomado partido por su padre y le ha dicho a la madre una frase tan dolorosa como memorable:
 “Si papá pierde, será culpa tuya”.