Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

30 mar 2012

El valor del conocimiento


El editor Pablo Mazo. / SAMUEL SÁNCHEZ
El estudio requiere una disciplina personal que ayuda a conformar el carácter y a forjarse una visión de la realidad que facilita afrontarla en el futuro, sean cuales sean las circunstancias. Esta es una de las primeras premisas que resaltan los que trabajan con el conocimiento todos los días, bien sea desde la tarima de una universidad, en un puesto de selección de personal o analizando los datos que reflejan cómo el nivel de conocimientos afecta en positivo tanto a la hora de encontrar un empleo como a la de ascender en la escala laboral.
Los expertos en recursos humanos de las empresas inciden, sin embargo, en que el conocimiento va más allá de la mera formación académica. Tanto o más que la titulación obtenida, valoran la actitud del candidato hacia el aprendizaje constante. Y la cultura del esfuerzo.
En un momento de dura crisis, las cifras reflejan de manera persistente que los más sacudidos por el desempleo son quienes tienen menos estudios. La tasa de paro entre los jóvenes universitarios es tres veces inferior a la de los titulados en ESO: 11,5% entre los titulados superiores que tienen entre 31 y 35 años, frente al 28% entre los que tienen solo la ESO. Los porcentajes son del 18% y 31%, respectivamente, entre los que tiene 25 y 30 años, según datos de la encuesta de población activa correspondientes a 2011.
El paro se ceba con los jóvenes de clases populares y sin estudios
Entre los jóvenes de 25 a 35 años (es decir, con edad para haber terminado los estudios) que tienen bajo nivel de formación, la tasa de paro está muy por encima de la general de toda la población, que es del 21%, mientras que en el caso de los jóvenes licenciados y graduados sucede al revés. Por tanto, es un hecho que tener título superior protege más a los jóvenes.
Al comparar este dato con 2007, en los inicios de esta crisis, se ve que entonces la diferencia era mucho menor. El perfil de los jóvenes más azotados por el desempleo es claro: de clase social baja y con un nivel de estudios no universitario.
Pablo Solera estudió la carrera de Informática en la Universidad de Castilla-La Mancha. Con 31 años gana bastante más de 1.000 euros al mes en su actual trabajo, en Londres, pero ya ingresaba más de eso hace seis meses en el empleo que tenía en Madrid, en una consultoría de informática. “Tuve la suerte de que antes de acabar los estudios me cogieron como becario en una empresa”, recuerda. “Durante ese año me maté trabajando, pero mereció la pena porque me contrataron”.
“Mi experiencia: hay que especializarse y esforzarse”, dice Pablo, de 31 años
Tenía 24 años, ha estado seis años en la misma empresa trabajando de consultor informático y le ascendieron a jefe de proyecto. “Me ha ido bastante bien. En ambas compañías trabajamos para grandes empresas ayudándolas a gestionar el conocimiento y el acceso a la información creando sistemas de búsqueda internos”, explica. Es decir, crean una especie de mini-Google personalizado para la información interna.
Pablo Solera cree que, en su caso, la clave ha estado en la especialización. “Mi experiencia es que hay que especializarse y esforzarse. En informática somos mucha gente y hay un montón de profesionales muy buenos. Hay que echarle muchas horas y estar muy al día, trabajar por tu cuenta en casa para enterarte de qué está cambiando. Es una profesión que, con unos conocimientos de base, te ofrece la posibilidad de mejorar en casa investigando por tu cuenta”. Se fue a Londres porque siempre quiso trabajar fuera de España, vivir esa experiencia. “No es por dinero, porque aquí no vienes a ahorrar”, relata por teléfono. “O me iba ahora, con 31 años, o no me iba a ir nunca”. Habla muy bien inglés, es lo único que le pedían. Y dice que la informática le apasiona. Lo que cuenta de su entrevista de trabajo es revelador: “No me preguntaron qué había estudiado, con qué notas, ni dónde. Yo no fui un estudiante brillante. Una persona empezó a hablar conmigo para averiguar qué sabía y qué no. Y me cogieron”. Trabaja en Sword Group, una multinacional francesa. Y en estos últimos seis meses ha viajado a hacer trabajos de consultor a Nueva York, Austria, Francia y a 10 ciudades de Reino Unido.
“A pesar de todo, compensa estudiar, está claro, porque la crisis a quien más está afectando es a quien no tiene estudios, según se refleja en los datos”, explica José Saturnino Martínez, profesor de Sociología en la Universidad de La Laguna y experto en educación y desigualdad y en mercado de trabajo. “El nivel de formación tiene otras ventajas, las demandas de las personas con más estudios tienen más visibilidad política (como las del Movimiento del 15-M) y disponen de más acceso tanto a la información y a la cultura y a la salud, según se ve en las encuestas”, afirma.
Pablo Solera, informático de formación, trabaja en Londres. / CARMEN VALIÑO
“Los movimientos de protesta de los universitarios son sobre todo miedo a bajar de clase.
 Además, es un colectivo que percibe, según revelan los datos, que su situación es provisional, mientras que los chicos de clases populares, aunque sean universitarios, perciben sus expectativas bloqueadas, se sienten engañados”, señala este sociólogo.
“Cuando se habla de mileurismo en general hay mucha gente a la que se olvida”, prosigue Martínez. Y lo explica. El debate sobre los jóvenes universitarios que ganan menos de 1.000 euros y trabajan en puesto de menor cualificación oculta otro problema, que a quien más afecta es a las clases sociales más bajas.
Los datos reflejan además que entre los que ganan menos de 1.000 euros hay que destacar el origen social, al que muy a menudo va ligado el nivel de estudios.
La encuesta de condiciones de vida del Instituto Nacional de Estadística (INE) y Eurostat de 2009 concluía que esta crisis económica está afectando más a la gente que tenía ya antes ingresos bajos y estaba en condiciones más precarias que a las clases medias.
 Además, cuando se analiza la situación de los jóvenes mileuristas, se ve que el 60% de los chicos con nivel bajo de estudios tienen todas las papeletas para serlo frente al 20% de los que tienen formación universitaria, aunque en el caso de las chicas no se aprecia tanta diferencia.
“Hablar de los universitarios mileuristas como un grupo más o menos homogéneo es un error, porque hay fracturas por origen social y de género.
 Distintas carreras tienen expectativas laborales diferentes, no es lo mismo la que dirige a un oficio (como Medicina) que la que es de cultura general (como Filosofía), no todas tienen la misma empleabilidad. Y concluye aportando un dato importante: la crisis de los años noventa afectó a todos los jóvenes por igual, se ve en los datos, el nivel de estudios no protegía nada del paro, al revés que en la crisis actual”, concluye Martínez.
Las protestas de los universitarios es miedo a bajar de clase, dice un sociólogo
El profesor del Departamento de Metafísica y Teoría del Conocimiento de la Universidad de Valencia y expresidente de la Sociedad Académica de Filosofía, Vicente Sanfélix, aporta su perspectiva e ideas para los jóvenes desde el conocimiento.
“En igualdad de condiciones siempre tiene más oportunidades laborales quien mejor y más formación tenga. Siendo inmenso el paro juvenil, es menor entre los titulados universitarios”, señala.
En su opinión, no hay dudas de que merece la pena estudiar lo más posible y hacer una carrera, a pesar del alto nivel de paro y del hecho de que muchos estén realizando empleos para los que se requiere mejor cualificación de la que tienen.
 “Hace ya tiempo que los estudios universitarios empezaron a dejar de ser un medio de ascenso en la escala social. La crisis puede haber agudizado esta tendencia. Pero también puede tener su parte positiva. Quizás los estudiantes podrían empezar a dejar de elegir los estudios a realizar en función de sus supuestas salidas y a guiarse más por sus intereses intelectuales y vocacionales”.
El profesor Sanfélix opina que “se debería empezar a separar el concepto de rentabilidad del estudio”. “O en todo caso no dar a ese término, si es que queremos seguir empleándolo, un significado eminentemente economicista. La formación universitaria —y subrayo la palabra formación, que no es lo mismo que la mera instrucción y mucho menos una mera transmisión de información— debiera proporcionar algo tan valioso que no tiene precio: una comprensión mucho más compleja de la realidad”.
Las personas con más conocimientos, y no necesariamente solo estudios formales, están más preparadas para afrontar las cosas que les sucedan en la vida
. Desde una entrevista de trabajo hasta la asunción de responsabilidades laborales y personales, pasando por la propia situación de desempleo. “Sobre todo”, insiste Sanfélix, “si lo que proporcionara la universidad fuera más una formación que una mera instrucción”.
“En cierta manera es este el presupuesto con el que trabajan las universidades en ciertas sociedades (por ejemplo, la británica)”, añade este experto, “en las que se suele considerar que un título universitario, con independencia de la disciplina en que se otorgue, es un serio indicio de que la persona que lo posee estará en disposición de desempeñar un trabajo con mayor eficacia, aunque en principio pueda incluso carecer de los conocimientos específicos que ese puesto requiera”.
La formación protege a los jóvenes de la crisis, pero no es una garantía
A los desanimados o escépticos con seguir estudiando o empezar una determinada formación, Sanfélix les recomienda, en primer lugar, que escojan lo que más les guste, sin pensar en las posibles salidas profesionales. “También que piensen que la formación les hará menos manipulables y más dueños de sí mismos. Y, por último, les invitaría a que consideraran que la crisis económica debiéramos aprovecharla para considerar la posibilidad de otras formas de vida, en que las fuentes de disfrute y satisfacción personal no tendrían por qué estar ligadas al incremento indefinido del consumo, tal y como la cultura actualmente vigente quiere inculcarnos”.
Lo que está claro es que a mayor nivel de estudios más posibilidades se tiene de acceder a puestos de mayor responsabilidad y, por tanto, de mayor retribución.
 Este es uno de los primeros aspectos que destaca el director de Recursos Humanos de Adecco, Carlos Viladrich, acostumbrado a la selección de personas tanto para su empresa como para muchas otras. “Es innegable que la formación te da la posibilidad de aspirar a mejores retribuciones; ahora bien, el nivel de estudios tampoco garantiza de forma inmediata acceder a un puesto de trabajo acorde con tu formación porque en la actualidad no hay oferta laboral que dé respuesta al nivel de cualificación.
 Y la consecuencia es que hay gente sobrecualificada con niveles salariales bajos”.
Pero Viladrich aporta otra idea relevante para los jóvenes:
“Lo que has estudiado es importante, pero lo es más lo que significa para ti lo que has estudiado. Es decir, cuál es la motivación por el aprendizaje de una persona. Esto tiene que ver con la solidez cultural.
 Un joven puede haber estudiado Bellas Artes, por ejemplo, y no tener conocimientos específicos para un determinado puesto. Pero si estos los puede adquirir una vez está en la empresa y transmite que tiene inquietudes por el conocimiento, por el saber, eso es más importante a la hora de seleccionarla que su formación previa”. La razón es que “una actitud inquieta ante el conocimiento se replica en el puesto de trabajo, es una actitud ante la vida en general, y la tienen personas que luchan luego por aprender más, por mejorar, por producir mejor y por asumir una responsabilidad”. “Cuando ves a alguien con esa actitud suele estar relacionado con su capacidad de relacionarse y de influir en los demás (sean compañeros, jefes o subordinados)”.
Una actitud inquieta ante el conocimiento se replica en el trabaj0"
Respecto a estudiar una carrera universitaria, Viladrich dice que en tanto requiere esfuerzo es relevante ante un empleador porque “la gestión del esfuerzo es tan importante como la gestión del talento, sea para ser directivo o servir comida en un restaurante”.
“La actitud ante el trabajo es clave para ser seleccionado”.
¿Pero todo esto no tiene que ver con el talante inquieto y sociable natural que tienen algunas personas, muchas veces vinculado además con un entorno que favorece estas inquietudes?
 “Desde luego que sí”, dice Viladrich, “pero se puede aprender, una vez que se sea consciente de las carencias que se tienen. Por ejemplo, con cursos de desarrollo personal, sobre cómo hablar en público, con coaching (el seguimiento de un experto para potenciar tus valores y crecer personal y profesionalmente) o mentoring (el apoyo de un experto o mentor para mejorar en una disciplina concreta), es decir, con entrenamiento y formación”.
 Además, estaría bien, concluye este experto, que estas competencias (de hablar en público, de trabajar en equipo, de aprender a conocer tus puntos fuertes,...) se potenciaran lo más posible en los centros educativos.
Pablo Mazo reconoce que merece la pena estudiar. Al menos para él ha sido algo “valiosísimo”.
 Lo ha comprobado en los últimos ocho o nueve años.
Tiene 34 años y es un ejemplo de que estudiar compensa.
 Ahora gana más de 1.000 euros después de que, con 28 años, se animara a fundar una editorial con dos amigos que había conocido años antes en el Colegio Mayor Chaminade de Madrid.
 Su apuesta por Periodismo y Filosofía no le ha salido nada mal, “después de mucho esfuerzo”, matiza. Lo dice después de que se embarcó en el doctorado de Periodismo, con lo que la salida laboral parecía ser la docencia, explica. Su tema de tesis era El análisis semiótico de utopías negativas, es decir, como las que se cuentan en 1984 o en Un mundo feliz. “En esos años leí mucho y aprendí mucho.
 Es verdad que eres un privilegiado porque puedes estar 10 años estudiando y viviendo en casa de tus padres, pero, aun así, eso tampoco te garantiza nada.
Y cuando mi amigo Daniel me propuso crear la editorial Salto de Página estaba en un momento de bloqueo profesional y familiar, del que me sacó el proyecto”, explica.
 Su amigo Daniel Martínez, que ahora tiene 36 años —ha estudiado Derecho, el segundo ciclo de Teoría de la Literatura y el Máster de Edición del Grupo Santillana—, añade que “Pablo tenía la formación formal en análisis literario que necesitaban para montar una editorial que apostara por la calidad”.
Los dos amigos, junto a un tercero de edad similar, Gonzalo Cabrera, editaron el primer libro en el año 2007. Y no les ha ido nada mal. Ya han sacado 55 títulos y su apuesta es por los autores emergentes de España y Latinoamérica. Las obras escogidas recibieron ya el primer año varios premios, como el Ojo Crítico de Narrativa y el de la Semana Negra de Gijón.
Aunque es difícil decir en qué radica su éxito, hay varios factores que tienen que ver con las cualidades que exponen los expertos
. Ambos, Pablo y Daniel, han elegido una profesión vocacional, como recomendaba Vicente Sanfélix.
 Eran unos locos de la literatura ya en el colegio mayor, según confiesan. También demuestran una gran pasión por aprender, por el conocimiento, como apuntaba Carlos Viladrich.
No parece casualidad. Pero además, como cuentan ellos, querían montar “un proyecto empresarial viable”. “Se podría decir que hemos tenido una actitud conservadora económicamente, basada en no gastar lo que no tienes”, explica Daniel. “Ahora”, puntualiza, “el primer año fue una locura, trabajábamos sin horario, nos quedábamos dormidos sobre la barra espaciadora..
. Es tu proyecto y luchas para que salga bien”.

29-M: Cultura cerrada por huelga

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Actores y trabajadores audiovisuales durante una protesta del 29M
El 98% de la producción dramática y audiovisual de Madrid se ha paralizado hoy con motivo de la huelga general. “Por primera vez hemos concurrido juntas todas las organizaciones del espectáculo. Los trabajadores somos más fuertes que el Gobierno y la Patronal, que han ido de la mano en el desprestigio de esta huelga”. Es un fragmento del manifiesto que el actor Vicente Cuesta ha leído a través del megáfono esta tarde en la madrileña Plaza del Rey, frente a la Secretaría de Estado de Cultura, donde se ha convocado al colectivo de trabajadores del espectáculo.
Más de medio centenar de actores y empleados del cine y del teatro coreaban eufóricos las palabras de Vicente Cuesta tras la pancarta que sostenían Carlos Bardem, Aitana Sánchez-Gijón y Willy Toledo, entre otros.
La actriz Gloria Muñoz ha leído de uno en uno la lista de los 36 teatros madrileños que no abrirán sus puertas esta tarde, mientras los asistentes gritaban al unísono un escueto "bien" después de cada uno. Solo tres salas madrileñas estarán abiertas al público: el teatro Arlequín, el Compac Gran Vía y el teatro Amaya. Barcelona también se ha sumado a la iniciativa del cierre espontáneo de los teatros: La mayoría, sobre todo los de gestión privada, secundarán la huelga y este jueves no programarán sus espectáculos habituales, mientras que los grandes equipamientos públicos, como el Teatre Lliure y el Teatre Nacional de Catalunya (TNC), no sabrán si mantienen sus funciones hasta última hora. Los cines y museos de Madrid y Barcelona decidieron esta mañana abrir con normalidad, aunque fuentes institucionales han informado de que ha habido "menos afluencia que otros días".
36 teatros madrileños que no abrirán sus puertas esta tarde
Tras la lectura del manifiesto la actriz Adriana Ozores ha enumerado las adhesiones internacionales que se han solidarizado con el colectivo de la industria del espectáculo española, entre los que están el Sindicato de Actores de Gran Bretaña, la Unión de Escritores y artistas de Cuba, la Federación de artistas islandeses, siete sindicatos de actores y artistas brasileños, y así suman hasta 17 los países que apoyan la huelga de la cultura española. Los rodajes de las series producidas en la capital también se han paralizado durante la jornada: Aída, El barco, Gran hotel, Gran reserva o El secreto de puente viejo son algunas de las 14 series que se han unido al parón en señal de protesta contra la reforma laboral. “El cine no se ha podido sumar al paro porque en este momento no se ruedan pelis”, ha explicado Carlos Bardem.
Marisa Paredes también ha acudido a la concentración: “Toda esta gente joven que ha venido refleja que hay una generación entera dispuesta a luchar por la cultura. Vivimos un momento en el que muchas de las cosas fundamentales de nuestra sociedad están en peligro, y lo que está pasando es realmente grave… ¡El despido libre! La gente tiene que saberlo. Vivimos con miedo, y no hemos llegado a una democracia para esto”, ha dicho la actriz con aparente preocupación, mientras Alberto San Juan se acercaba a saludarla e intervenía en la conversación: “Es que no hay conciencia de que esta reforma laboral supone la imposibilidad de defender al trabajador, cuya dignidad queda en manos de la buena o mala voluntad del empresario. Y más vale arriesgar el puesto de trabajo ahora que perder los derechos”, ha dicho el actor. Adriana Ozores, una de las actrices más activas de la protesta, ha asegurado que la muestra de oposición es fundamental: “No podemos creer siempre a mamá y papá Gobierno, el ciudadano ha de tener la capacidad de crítica, que es lo que da madurez a una sociedad”. El éxito de convocatoria ha sorprendido a organizadores y asistentes. El actor Carlos Bardem calificaba la “brillante” el ambiente que allí había y el alto número de gente que ha participado en la huelga. “En Madrid hay entre 600.000 y 800.000 trabajadores del mundo del espectáculo. Nosotros solo somos las pocas caras visibles de esta profesión, pero casi todos son obreros: iluminadores, carpinteros, estilistas, maquilladores… Son los que hacen posible esta industria. La huelga del espectáculo es solo una gota más en este mar que hoy ha salido a la calle. Se ha tardado muchísimo… demasiado, pero no podemos permitir que nos quiten nuestro trabajo”.
Una de las primeras salas en anunciar el cierre con motivo de la huelga ha sido el Teatro de La Abadía
La concentración, que ha durado poco más de 45 minutos, ha terminado con la marcha de todo el colectivo hacia la plaza de Neptuno, punto de partida de la manifestación principal del 29M, convocada a las 18 horas por UGT y CC OO.

Una de las primeras salas en anunciar el cierre con motivo de la huelga ha sido el Teatro de La Abadía. Laia Marull no se enfundará hoy ese ajustado traje negro ni se pondrá las gafas oscuras para interpretar a esa mujer solitaria y compleja que protagoniza Hedda Gabler. Por consenso interno este teatro ha decidido no ofrecer funciones hoy. El paro no solo afecta a Hedda Gabler, sino también a la obra Ensayando al Misántropo, que dirige Luis d’Ors hasta el próximo domingo
. Ayer, responsables del teatro se estaban poniendo en contacto con los espectadores que ya habían comprado la entrada de Hedda Gabler, que dirige David Selvas, para ofrecerles la posibilidad de asistir otro día o, en su caso, hacerles la devolución del importe.
 No así con Ensayando al Misántropoque, adelantándose a la fecha de la huelga, comenzaron sus representaciones un día antes del previsto inicialmente.
Otro de los espectáculos afectado es el musical Follies que, con éxito arrollador, se está representando en el teatro Español desde el pasado 10 de febrero. Follies, un gran montaje de lujo, música y belleza, pone en el escenario a un total de 38 actores, 18 músicos y una cantidad importante de técnicos.
Desde el Ayuntamiento de Madrid, del que depende El Español y el Matadero, se aseguraba que su intención es la de que las distintas obras se representen.
Tampoco se verán Quitt, la obra de Peter Handke que protagoniza Eduard Fernández en el Valle Inclán y Extraño anuncio, en la sala Francisco Nieva del mismo centro.

Y Vicens Vives burló la censura


Ambiente de Jueves Santo, en una terraza de Madrid en 1940, década tratada por Vicens Vives en su Historia de España / Vidal (EFE)
No tenía que pasar la censura oficial, ni tampoco la de sus colegas nacionales. Por eso, Jaume Vicens Vives (1910-1960) fue a por todas en unos textos inéditos cuyo hallazgo fue la gran aportación dejada por la conmemoración del centenario del nacimiento del historiador. Los reveladores documentos ven ahora la luz en el libro España contemporánea: 1814-1953 (Acantilado; Quaderns Crema, en catalán). Son 300 páginas al cuidado del historiador Miquel Marín Gelabert, de la Universidad de Zaragoza y descubridor de los textos. El encargo surgió durante un congreso internacional en Mantua en 1952
. El material estaba pensado para integrar una ambiciosa obra de siete volúmenes (L’ Europe du XIXe et du XXe siècle). Vicens Vives, pese a ser medievalista, se ofreció para ello.
Más allá del indudable interés académico, el descubrimiento es una gran noticia para los amantes de la honestidad.
 Valgan como prueba las anotaciones hechas a corazón abierto por Vicens Vives sobre la Guerra Civil.
 Según el historiador, se llegó a ella por la alianza de intereses de la Iglesia y una derecha “incapaz de otra cosa que la pura y simple vuelta atrás”.
 Hubo represión en la retaguardia de ambos bandos, pero “con la importante salvedad” de que en el autoproclamado nacional “los jefes del pronunciamiento militar se entregaron a una represión sistemática”, mientras en la zona republicana el terror venía de “organizaciones que escapaban a todo control”.
El autor habla de represión en la retaguardia de ambos bandos
La particular y desprejuiciada mirada del historiador se aplica también a la construcción de la España franquista, que define como marcada por un estraperlo que había embrutecido el país.
 La autarquía, escribe, es inviable en una nación de “cuotas, controles y racionamientos” que comportan una economía "esclerótica", fruto de “una burguesía de estrechas miras egoístas y una administración codiciosa”
. El “centralismo administrativo y espiritual, reforzado por el empuje del nacionalismo castellano” es total.
Cuando escribe esto, Vicens Vives cuenta con 42 años y una actividad frenética como catedrático de la Universidad de Barcelona, como editor de éxito de manuales escolares, director de diversos centros de estudios históricos e investigador de prestigio. Entre verano de 1953 y principios de invierno de 1954 deja el texto escrito en castellano para su posterior traducción al francés (nunca se ha hallado el original).
Jaume Vicens Vives en su viaje a Cerdeña en 1957
Fe del interés en la empresa se puede hallar en una misiva dirigida a su amigo el filósofo Josep Ferrater Mora. En ella, le habla de este trabajo, que define “dedicado a la historia reciente, con notas a pie de página, numerosa bibliografía y absoluta sinceridad”.
 “Comprende de 1808 a 1952. Quizá interesaría a algún editor norteamericano. Si se quiere encargar de ello se lo agradecería…”. Al mismo destinatario le dice unos meses después: “Todo esto no son más que preludios de mi Historia Española Contemporánea, que espero que sea mi trabajo culminante”.
“Sinceridad”, “trabajo culminante”… Vicens Vives iba fuerte. Y lo demuestra también la bibliografía que utiliza, muy contemporánea y que probablemente tuvo que consultar fuera del territorio español o de forma casi clandestina. Son citas de obras de exiliados como Salvador de Madariaga o hispanistas como Pierre Vilar y Gabriel Jackson. Todo está al servicio de un centenar largo de folios, divididos en tres capítulos: uno inicial que ocuparía de 1815 a 1870, otro hasta 1914 y un tercero hasta septiembre de 1953.
Diversos avatares retrasaron la obra e hicieron que Vicens Vives no pudiera corregir pruebas del primer capítulo hasta 1957. El volumen se publicaría en 1959, pero no se distribuiría hasta 1960. El segundo aparecería en 1962 y el último, en 1964. Vicens Vives nunca vio los dos últimos. Tampoco todo el mundo pudo leerlo. Se sabía de la existencia de los textos dedicados hasta 1917 pero no de los cerca de 60 folios que conformaban la interpretación de la Guerra Civil y la creación y desarrollo del estado franquista hasta el momento del escrito. Esta parte es la que Martí Gelabert hizo aflorar cuando el centenario del historiador hace dos años.
Vicens Vives disfrutó y rentabilizó apenas parcialmente lo que escribió. Solo entre finales de 1957 y 1959 utilizó el contenido de los dos primeros capítulos en el último volumen de su Historia Social y Económica de España y América.
Poca cosa pudo aprovechar del tercero. En total fueron más de 200 modificaciones, así como la supresión de todo el análisis de los antecedentes de la Guerra Civil y buena parte de la bibliografía más incómoda
. Lógico: en el trabajo original, una de las aportaciones más significativas está en los seis dilemas en los que resume los retos del régimen: Dirigismo o libertad económica, Socialismo de Estado o justicia social, Autoridad o libertad, Unitarismo o regionalismo, Ortodoxia o disidencia e Incorporación o división intelectual. El último llamaba a superar “los divorcios desde 1808 entre tradición y progreso, unidad y diversidad, ortodoxia y disidencia”.
Consultó bibliografía clandestina de autores exiliados, como Madariaga
El proyecto truncado podía considerarse la primera historia oficial de Europa al ser auspiciada y patrocinada incluso por el Conseil de l'Europe, como apunta Martí Gelabert en el prólogo.

80.000 gritos contra la reforma laboral

D. E. TORRES/R. ACOSTA
LAS PALMAS DE GRAN CANARIA
La manifestación en contra de la reforma laboral sacó a la calle a miles de canarios. Aproximadamente 80.000 protestaron en las calles de Las Palmas de Gran Canaria convocados por todas las organizaciones sindicales con representación en las Islas y los partidos de izquierda.

La cabecera de la protesta había llegado a la Plaza de la Feria en torno a las 20.30 horas cuando las últimas pancartas pasaban junto al Estadio Insular, tras salir de la Plaza de la España. Un cálculo sobre la ocupación de la vía en 2,6 kilómetros no alcanzan los 90.000 asistentes que aseguraron los convocantes pero supera con creces la rebaja hecha por la Delegación del Gobierno, que limitó a escasamente 10.000 el número de asistentes. Una de las más multitudinarias desde las que exigieron en los 80 la Universidad.

Siguiendo un intrincado recorrido obligado por el Ayuntamiento capitalino para evitar el nudo de Torre Las Palmas, la protesta partió de Mesa y López a las 18, 15 horas para seguir luego por Pío XII hasta León y Castillo. Para ello se obligó a los miles de manifestantes, que no pararon de cantar consignas, gritar contra la reforma y tocar pitos y palmas, a pasar delante de la Clínica de La Paloma, en una de las calles de un solo carril de Ciudad Jardín.

"Si esto no se amaña, caña, caña"; "Rajoy escucha, el pueblo está en la lucha", "La Unión Europea nos recorta y nos chulea", fueron varios de los lemas coreados en medio de una notable presencia policial. Agentes municipales, de la Policía Canaria y de la Policía Nacional siguió a la comitiva de principio a fin, 'vigilada' también desde el aire por un helicóptero. Aunque sin dar números sobre el número total de efectivos, el jefe superior del Cuerpo Nacional de Policía en Canarias, Valentín Solano, aseguró que eran "todos los necesarios".

La pancarta de cabecera fue llevada durante todo el recorrido por los representantes de las 18 organizaciones convocantes en un acto que podría considerarse de histórico. Tras esta, y además de muchas otras sindicales, no faltaron las de formaciones políticas como Coalición Canaria -que fue llevada por dirigentes como María del Mar Julios, Fernando Bañolas o Jorge Rodríguez-, Nueva Canarias, Izquierda Unida, PSOE, además de otros minoritarios de izquierdas y nacionalistas.

Y entre la multitud los bomberos del Consorcio de Gran Canaria y los guagüeros que, en ambos casos, hicieron notar su presencia entre vengalas y voladores.