Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

25 mar 2012

Mensajes en la comida de Merkel


Angela Merkel, degustando una salchicha tradicional de Turingia, en 2009 / WOLFGANG RATTAY
Tengo una teoría absurda y conspiranoica que me gustaría compartir con ustedes: Angela Merkel nos está mandando señales a través de la comida. Ríanse, pero si esta iluminación se demuestra cierta dentro de unos años acabaré saliendo en la tele como esos expertos que previeron la crisis en 2002 y todo el mundo se burlaba de ellos.
Mi epifanía sobre la alimentación merkeliana se produjo después de que una amiga pusiera en mi muro de Facebook unas fotos de la canciller alemana comprando en un supermercado de Berlín.
 Cuando las vi me pregunté: ¿qué nos está queriendo decir Angela con estas imágenes? Que una primera ministra vaya a hacer la compra al salir del trabajo revela que es igual de pringada que usted y que yo, ergo tiene los pies en la tierra y no se le va la pinza como a nuestros pintorescos gobernantes estilo Camps.
 Pero, ¿y el contenido de la cesta? La col sería una muestra de orgullo alemán, aunque también puede significar que necesitamos más austeridad, dado el triste olor a comida pobre (por no decir a pedo) que desprende cuando la cueces.
 Con los pimientos rojos y las aceitunas estaría advirtiendo de que, por desgracia, no se olvida de nosotros, los vagonetas mediterráneos.
 El vino blanco no sé cómo interpretarlo: puede ser un “me doy a la bebida porque lo vuestro no hay quien lo arregle” o un “más vale que os vayáis dando a la bebida porque no sabéis la que os espera”.
Quizá esté viendo signos donde no los hay, como uno de esos chiflados de la América profunda que se encuentran la cara de Jesucristo en una chuleta y a la Virgen María en un ganchito.
Pero la propia Merkel ha reconocido que su compra refleja algunas de sus ansiedades: en una entrevista, hace un par de años, contó que, como ciudadana de la difunta RDA, tendía a acumular comida como una posesa, no fuera a venir una de esas escaseces tan típicas de los países comunistas.
Que una primera ministra vaya a la compra revela que es igual de pringada que usted y que yo
Me queda por desentrañar el famoso incidente de la cerveza.
 Hace unas semanas, un camarero torpón le tiró seis pintas en la chepa a la canciller en una reu­­nión de su partido. Enteritas. Angela supo por un momento lo que es ser una espalda mojada, pero reaccionó como una señora elegante.
En su templada sonrisa me pareció leer un mensaje aterrador: echadme encima lo que queráis, que yo seguiré mandando y vosotros no valéis ni para servirnos cañas.

"Siempre me han atraído las personalidades fuertes, yo lo soy"


La actriz Isabella Rossellini, en un retrato de 2011. / SEAN GALLUP (GETTY IMAGE
Lo que para otras hubiera sido una desgracia, para Isabella Rossellini fue una liberación: cuando cumplió los 41 años la despidieron de Lancôme como imagen de marca. "Aseguraron que había sobrepasado la edad de la mujer que querían representar". Y tras varios dimes y diretes —que no me voy si me echáis; pues te aparcamos y no te sacamos en las fotos—, Rossellini acabó como vicepresidenta del departamento de marketing de la competencia: Lancaster. "En realidad, dejé de preocuparme por la belleza. No por mi belleza, sino por aparentarla".
Así que aunque aún le faltan meses para cumplir los 60 años (le caen el 18 de junio), a la actriz, modelo ahora ocasional y entomóloga aficionada —de este hobby hablaremos más tarde—, la hija del director Roberto Rossellini y la actriz Ingrid Bergman (una unión que supuso un escándalo en su época), no le importa hablar de la edad, en concreto de entrar en la tercera, o de su ya muy abandonado sentido del ridículo
. En Tres veces 20 años —que se estrena en España el viernes que viene— encarna a una mujer, madre de familia y esposa de un arquitecto (William Hurt). Mientras que él afronta aterrado los 60 años como solo un hombre sabe (renovación de vestuario, lío con una subordinada), ella —italiana que vive en un mundo anglosajón, igual que Rossellini— se dedica a comprar todo tipo de utensilios para ancianos (por ejemplo, agarraderas para salir de la bañera) de forma claramente cómica e intenta acercarse a sus tres hijos.
Pregunta. Julie Gavras, la directora de la película (es hija de Costa-Gavras), dice que la contrató cuando vio su serie de cortos Green porno, dedicados a la vida sexual de los insectos, en los que usted aparece disfrazada de bicho. De su sentido del ridículo ni hablamos.
Respuesta. Hombre, yo escribí las historias, así que o lo hacía yo o... Sí, me sentí cómoda. Y eso que el porno duro a veces también lo interpretaba yo [risas]. Robert Redford fue el que me empujó a ello, cuando estaba involucrada en otra historia, y por eso empezó su difusión por el Sundance Channel.
"Los animales tiene muchos misterios. Y más aún los insectos"
P. ¿Cómo le dio por los insectos [Rossellini solo promociona el filme vía telefónica, porque si falta tres días a clase de un doctorado en entomología que estudia en Nueva York la echan, y ya ha agotado dos comodines]?
R. Quería hablar de animales, pero sé que mucha gente no está interesada en ellos. En cambio todo el mundo está interesados en el sexo, y en esto la naturaleza es escandalosa
. Lo que me gusta de los animales es que hay muchos misterios en ellos. Más aún en los insectos.
P. Tres veces 20 años la rodó hace dos temporadas. ¿No le molestó que la llamaran para un personaje mayor que usted?
R. En absoluto. Vi la primera película de Julie Gavras, Blame it on Fidel, y me enganchó. Sinceramente, no hay muchos guiones para actrices mayores, y me pareció genial que una chica joven redactara algo tan sabio, cariñoso y cómico. El envejecimiento no es tomado por la vía de la tremenda, como suele hacerse habitualmente en el cine.
"Dejé de preocuparme por mi belleza. Bueno, por aparentarla"
P. ¿Vio los Oscars?
R. Sí.
P. ¿No sintió cierta envidia cuando Christopher Plummer ganó la estatuilla con 82 años, compitiendo, entre otros, con Max von Sydow, de la misma edad? Eso no ocurre con las actrices.
R. No, por Dios. Me encantó. Aplaudí a rabiar. Nada de envidia, al menos de la insana.
P. ¿Hay cosas cercanas a su vida en el filme?
R. Diría más bien que habla de Costa-Gavras... Pero sí, nací en Roma, tengo un sentido del humor latino. Mary, mi personaje, está más atado. Yo no tengo tres hijos ni estoy casada. Voy más por libre.
P. En España tenemos un dicho: “Detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer”. ¿Se ha sentido así alguna vez?
R. Me lo apunto. Estoy de acuerdo. Absolutamente. Es cierto que me he emparejado y trabajado con personalidades fuertes [entre sus parejas han estado Martin Scorsese o David Lynch], me atraen. Bueno, yo lo soy. Mira, el dicho vale perfectamente para Marty [Scorsese], que vive rodeado de un universo femenino. Su editora, su productora... En fin, creo que es un problema más estadounidense que europeo. Allí se estila más lo de que la mujer se quede en casa cuidando de los niños y preparando el hogar para la vuelta del trabajo del marido.
P. ¿Para usted la familia es importante, muy importante...?
R. Bueno, mis hijos han crecido. Me siento igual de cercana a ellos que cuando eran críos. Pero mi hija vive a dos horas en coche de mi casa, y no nos vemos todos los días.
P. ¿Existen películas para mujeres? Esta lo parece.
R. Sí, lo es. Pero no creo que existan diferencias entre directores y directoras. Y lo digo porque acabo de trabajar con tres seguidas [entre ellas, Marjane Satrapi, comiquera y cineasta, en Pollo con ciruelas], algo rarísimo en la industria del cine.
P. ¿Por qué es tan difícil verla en la gran pantalla?
R. Es sencillo: no hay tantos papeles maduros y sí muchas actrices de mi edad.
 ¿Cómo voy a llevar la contraria a un director que prefiere contratar a Catherine Deneuve antes que a mí?

Marcel Duchamp, modo de empleo

Duchamp, entrevistado por James Johnson Sweeney en 1956.

J. J. S. – Este divorcio, esta liberación de toda intervención humana en la pintura y el dibujo, ¿acaso tienen alguna relación con el interés que usted mostró por los ready-mades?
M. D. – Naturalmente, fue mi intento de sacar una conclusión o una consecuencia cualquiera de esa deshumanización de la obra de arte lo que me llevó a concebir los ready-mades. Tal es, como usted sabe, el nombre que di a esas obras, que en realidad ya están hechas. He aquí por ejemplo mi ready-made Cage d’oiseau [Jaula de pájaro]: intente levantarla, es demasiado pesada, pues esos cubos blancos que hay dentro y que parecen terrones de azúcar son en realidad cubos de mármol. Es un ready-made en donde el azúcar se ha vuelto mármol, creando un efecto en cierto modo mitológico. Mire ahora un ready-made que data de 1916. Es un ovillo de cordel entre dos placas de cobre. Antes de que lo hubiera terminado, [el amigo y coleccionista de arte] Walter Conrad Arensberg metió algo en el interior del ovillo, sin decirme lo que era, y por mi parte nunca intenté saberlo. Era una especie de secreto entre nosotros y, como producía un ruido, llamamos al objeto Ready-made à bruit secret [Ready-made con ruido secreto]. Escúchelo. No sé, no sabré nunca si es un diamante o una moneda.
(…)
M. D. –He aquí una pieza que se remonta a la época Dada, la Gioconda adornada con bigote y perilla. Era por mi parte un gesto iconoclasta y violentamente...
J. J. S. – ¿Sacrílego?
M. D. – Sacrílego, blasfemo, todo lo que usted quiera. Pero, además de éste, me quedan del período Dada otros «gestos» del mismo género. Por ejemplo, este cheque desmesurado. Pagué a mi dentista por medio de este instrumento que yo mismo había dibujado, y que estaba emitido por un banco inexistente. ¡Y lo aceptó! Lo más curioso es que diez o quince años más tarde, volví a ver a mi dentista y le compré mi cheque para mi colección personal.
Mire ahora la martingala que concebí para hacer saltar la banca de la ruleta de Montecarlo. ¡Naturalmente, la banca sigue en pie! Pero yo creía haber encontrado un sistema. De modo que emití acciones que luego vendí a diversas personas a fin de constituir un capital destinado a explotar este sistema.
J. J. S. – ¿Llegó a ganar algo?
M. D. – Jamás... Por otra parte, como ya sabe, lo que me interesa es el lado intelectual de las cosas, aunque no me guste el término de «intelecto» demasiado seco, demasiado desprovisto de expresión.
Me gusta la palabra «creer». En general, cuando alguien dice «sé», no se sabe, se cree. Creo que el arte es la única forma de actividad por la que el hombre como tal se manifiesta como verdadero individuo. Sólo gracias a ella puede superar el estadio animal, porque el arte es una salida hacia regiones donde no dominan ni el tiempo ni el espacio. Vivir es creer; al menos es lo que yo creo.

Vidas Cotidianas?

Varias son las generaciones que han visto, y vuelto a ver, lo que el doblaje nos ha presentado en español bajo el nombre de Lo que el viento se llevó. Pocos –cierto es–, son los que identifican película-novela-autora. Como fenómeno social es casi lo de menos. Esta película/novela, y seguro que por este orden, pertenece a lo cotidiano de nuestras vidas.
 
 
Desde el punto de vista literario, varios personajes han cobrado vida propia. Viven en la mente de todos. Ese asociacionismo de filmografía-literatura-costumbres resulta ser un fenómeno no muchas veces repetido a lo largo de la historia reciente. ¡Y qué decir de la música que acompaña a los sucesos! Es un hecho que, de una forma o de otra, todos tenemos un momento de nuestras vidas vinculado, sobre todo, a la película. Por lo tanto,
la elección de la novela para realizar un estudio de las formas de tratamiento y de la cortesía es absolutamente apropiada, por ser Rhett Butler, ante todo y pese a todo, un caballero del Sur.


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Publicado por dime jose sin tilde para 2 el 3/24/2012 07:47:00 PM