Lo que para otras hubiera sido una desgracia, para Isabella Rossellini fue una liberación: cuando cumplió los 41 años la despidieron de Lancôme como imagen de marca. "Aseguraron que había sobrepasado la edad de la mujer que querían representar". Y tras varios dimes y diretes —que no me voy si me echáis; pues te aparcamos y no te sacamos en las fotos—, Rossellini acabó como vicepresidenta del departamento de marketing de la competencia: Lancaster. "En realidad, dejé de preocuparme por la belleza. No por mi belleza, sino por aparentarla".
Así que aunque aún le faltan meses para cumplir los 60 años (le caen el 18 de junio), a la actriz, modelo ahora ocasional y entomóloga aficionada —de este hobby hablaremos más tarde—, la hija del director Roberto Rossellini y la actriz Ingrid Bergman (una unión que supuso un escándalo en su época), no le importa hablar de la edad, en concreto de entrar en la tercera, o de su ya muy abandonado sentido del ridículo
. En Tres veces 20 años —que se estrena en España el viernes que viene— encarna a una mujer, madre de familia y esposa de un arquitecto (William Hurt). Mientras que él afronta aterrado los 60 años como solo un hombre sabe (renovación de vestuario, lío con una subordinada), ella —italiana que vive en un mundo anglosajón, igual que Rossellini— se dedica a comprar todo tipo de utensilios para ancianos (por ejemplo, agarraderas para salir de la bañera) de forma claramente cómica e intenta acercarse a sus tres hijos.
Pregunta. Julie Gavras, la directora de la película (es hija de Costa-Gavras), dice que la contrató cuando vio su serie de cortos Green porno, dedicados a la vida sexual de los insectos, en los que usted aparece disfrazada de bicho. De su sentido del ridículo ni hablamos.
Respuesta. Hombre, yo escribí las historias, así que o lo hacía yo o... Sí, me sentí cómoda. Y eso que el porno duro a veces también lo interpretaba yo [risas]. Robert Redford fue el que me empujó a ello, cuando estaba involucrada en otra historia, y por eso empezó su difusión por el Sundance Channel.
P. ¿Cómo le dio por los insectos [Rossellini solo promociona el filme vía telefónica, porque si falta tres días a clase de un doctorado en entomología que estudia en Nueva York la echan, y ya ha agotado dos comodines]?
R. Quería hablar de animales, pero sé que mucha gente no está interesada en ellos. En cambio todo el mundo está interesados en el sexo, y en esto la naturaleza es escandalosa
. Lo que me gusta de los animales es que hay muchos misterios en ellos. Más aún en los insectos.
P. Tres veces 20 años la rodó hace dos temporadas. ¿No le molestó que la llamaran para un personaje mayor que usted?
R. En absoluto. Vi la primera película de Julie Gavras, Blame it on Fidel, y me enganchó. Sinceramente, no hay muchos guiones para actrices mayores, y me pareció genial que una chica joven redactara algo tan sabio, cariñoso y cómico. El envejecimiento no es tomado por la vía de la tremenda, como suele hacerse habitualmente en el cine.
P. ¿Vio los Oscars?
R. Sí.
P. ¿No sintió cierta envidia cuando Christopher Plummer ganó la estatuilla con 82 años, compitiendo, entre otros, con Max von Sydow, de la misma edad? Eso no ocurre con las actrices.
R. No, por Dios. Me encantó. Aplaudí a rabiar. Nada de envidia, al menos de la insana.
P. ¿Hay cosas cercanas a su vida en el filme?
R. Diría más bien que habla de Costa-Gavras... Pero sí, nací en Roma, tengo un sentido del humor latino. Mary, mi personaje, está más atado. Yo no tengo tres hijos ni estoy casada. Voy más por libre.
P. En España tenemos un dicho: “Detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer”. ¿Se ha sentido así alguna vez?
R. Me lo apunto. Estoy de acuerdo. Absolutamente. Es cierto que me he emparejado y trabajado con personalidades fuertes [entre sus parejas han estado Martin Scorsese o David Lynch], me atraen. Bueno, yo lo soy. Mira, el dicho vale perfectamente para Marty [Scorsese], que vive rodeado de un universo femenino. Su editora, su productora... En fin, creo que es un problema más estadounidense que europeo. Allí se estila más lo de que la mujer se quede en casa cuidando de los niños y preparando el hogar para la vuelta del trabajo del marido.
P. ¿Para usted la familia es importante, muy importante...?
R. Bueno, mis hijos han crecido. Me siento igual de cercana a ellos que cuando eran críos. Pero mi hija vive a dos horas en coche de mi casa, y no nos vemos todos los días.
P. ¿Existen películas para mujeres? Esta lo parece.
R. Sí, lo es. Pero no creo que existan diferencias entre directores y directoras. Y lo digo porque acabo de trabajar con tres seguidas [entre ellas, Marjane Satrapi, comiquera y cineasta, en Pollo con ciruelas], algo rarísimo en la industria del cine.
P. ¿Por qué es tan difícil verla en la gran pantalla?
R. Es sencillo: no hay tantos papeles maduros y sí muchas actrices de mi edad.
¿Cómo voy a llevar la contraria a un director que prefiere contratar a Catherine Deneuve antes que a mí?
Así que aunque aún le faltan meses para cumplir los 60 años (le caen el 18 de junio), a la actriz, modelo ahora ocasional y entomóloga aficionada —de este hobby hablaremos más tarde—, la hija del director Roberto Rossellini y la actriz Ingrid Bergman (una unión que supuso un escándalo en su época), no le importa hablar de la edad, en concreto de entrar en la tercera, o de su ya muy abandonado sentido del ridículo
. En Tres veces 20 años —que se estrena en España el viernes que viene— encarna a una mujer, madre de familia y esposa de un arquitecto (William Hurt). Mientras que él afronta aterrado los 60 años como solo un hombre sabe (renovación de vestuario, lío con una subordinada), ella —italiana que vive en un mundo anglosajón, igual que Rossellini— se dedica a comprar todo tipo de utensilios para ancianos (por ejemplo, agarraderas para salir de la bañera) de forma claramente cómica e intenta acercarse a sus tres hijos.
Pregunta. Julie Gavras, la directora de la película (es hija de Costa-Gavras), dice que la contrató cuando vio su serie de cortos Green porno, dedicados a la vida sexual de los insectos, en los que usted aparece disfrazada de bicho. De su sentido del ridículo ni hablamos.
Respuesta. Hombre, yo escribí las historias, así que o lo hacía yo o... Sí, me sentí cómoda. Y eso que el porno duro a veces también lo interpretaba yo [risas]. Robert Redford fue el que me empujó a ello, cuando estaba involucrada en otra historia, y por eso empezó su difusión por el Sundance Channel.
P. ¿Cómo le dio por los insectos [Rossellini solo promociona el filme vía telefónica, porque si falta tres días a clase de un doctorado en entomología que estudia en Nueva York la echan, y ya ha agotado dos comodines]?
R. Quería hablar de animales, pero sé que mucha gente no está interesada en ellos. En cambio todo el mundo está interesados en el sexo, y en esto la naturaleza es escandalosa
. Lo que me gusta de los animales es que hay muchos misterios en ellos. Más aún en los insectos.
P. Tres veces 20 años la rodó hace dos temporadas. ¿No le molestó que la llamaran para un personaje mayor que usted?
R. En absoluto. Vi la primera película de Julie Gavras, Blame it on Fidel, y me enganchó. Sinceramente, no hay muchos guiones para actrices mayores, y me pareció genial que una chica joven redactara algo tan sabio, cariñoso y cómico. El envejecimiento no es tomado por la vía de la tremenda, como suele hacerse habitualmente en el cine.
P. ¿Vio los Oscars?
R. Sí.
P. ¿No sintió cierta envidia cuando Christopher Plummer ganó la estatuilla con 82 años, compitiendo, entre otros, con Max von Sydow, de la misma edad? Eso no ocurre con las actrices.
R. No, por Dios. Me encantó. Aplaudí a rabiar. Nada de envidia, al menos de la insana.
P. ¿Hay cosas cercanas a su vida en el filme?
R. Diría más bien que habla de Costa-Gavras... Pero sí, nací en Roma, tengo un sentido del humor latino. Mary, mi personaje, está más atado. Yo no tengo tres hijos ni estoy casada. Voy más por libre.
P. En España tenemos un dicho: “Detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer”. ¿Se ha sentido así alguna vez?
R. Me lo apunto. Estoy de acuerdo. Absolutamente. Es cierto que me he emparejado y trabajado con personalidades fuertes [entre sus parejas han estado Martin Scorsese o David Lynch], me atraen. Bueno, yo lo soy. Mira, el dicho vale perfectamente para Marty [Scorsese], que vive rodeado de un universo femenino. Su editora, su productora... En fin, creo que es un problema más estadounidense que europeo. Allí se estila más lo de que la mujer se quede en casa cuidando de los niños y preparando el hogar para la vuelta del trabajo del marido.
P. ¿Para usted la familia es importante, muy importante...?
R. Bueno, mis hijos han crecido. Me siento igual de cercana a ellos que cuando eran críos. Pero mi hija vive a dos horas en coche de mi casa, y no nos vemos todos los días.
P. ¿Existen películas para mujeres? Esta lo parece.
R. Sí, lo es. Pero no creo que existan diferencias entre directores y directoras. Y lo digo porque acabo de trabajar con tres seguidas [entre ellas, Marjane Satrapi, comiquera y cineasta, en Pollo con ciruelas], algo rarísimo en la industria del cine.
P. ¿Por qué es tan difícil verla en la gran pantalla?
R. Es sencillo: no hay tantos papeles maduros y sí muchas actrices de mi edad.
¿Cómo voy a llevar la contraria a un director que prefiere contratar a Catherine Deneuve antes que a mí?
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