Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

24 mar 2012

“Soy como la cerveza sin alcohol”

Pregunta. Hace poco entregó un millón y medio de euros a un concursante de Pasapalabra. ¿Qué comisión lleva?
Respuesta. Cero coma cero. Soy como la cerveza sin alcohol.
P. No me diga que César Garrido, el afortunado, no le ha puesto ni un piso.
R. De momento no ha habido ni cubata. Yo espero que lo invierta en lo que quería, que era una cosa muy bonita: financiar la investigación de enfermedades raras.
P. Supongo que su libro Sin-vergüenzas por el mundo es autobiográfico, dada su cara dura.
R. Es autobiográfico, sí. Luego he publicado otro, Que la historia te acompañe, de historia pura y dura.
 Yo realmente soy profesor. Hice Magisterio y me especialicé en Historia. La cuento de una manera más cercana.
P. Tendrá un personaje histórico favorito.
R. Leonardo Da Vinci, porque era un hombre visionario, inquieto, y siempre pensó en el bien de los demás. Hombre completo.
P. ¿Va de niño bonito de Tele 5?
R. No hay niños bonitos en ninguna cadena. No miman a nadie. Tú me das, yo te doy. Y a ver la audiencia al día siguiente. Es un trabajo.
P. “Me considero más listo que guapo”. Pues lo suyo tampoco es para tirar cohetes.
R. ¿A nivel de inteligencia o de belleza? La belleza es algo muy subjetivo. Así que júzguelo usted. Yo prefiero ser inteligente. Y me siento bastante orgulloso de mi coeficiente intelectual.
P. ¿Porque tira para atrás?
R. No sé cuánto es. Pero me da para abarcar muchos campos.
P. ¿Casarse con una gimnasta facilita los juegos eróticos?

A corta distancia

Me recibe en su productora, en Las Rozas, cerca de Madrid. Ya dice que hay que buscarse un plan B, y que en televisión nadie es imprescindible. Es reidor. Parece tener la cabeza sobre los hombros y los pies en la tierra. Hay en su despacho un enorme Spiderman, un robot R2D2 “galáctico”, un busto japonés, una catana. Japón le tira, por el espíritu de sacrificio y porque allí mantienen vivo el concepto de honor, que aquí, asegura, es palabra a punto de desaparecer del diccionario.
R. Uno al final se acostumbra a todo. Pero estamos hablando de juegos sexuales, no de hacer una habitación con paredes de pladur.
P. Entre sus fetiches japoneses tiene una catana. ¿La usa?
R. No es un arma ofensiva, sino defensiva. La catana era la prolongación del alma del samurái, del guerrero. Y era para defenderse, no para atacar.
P. ¿Cómo tiene usted de larga el alma?
R. No sé si la tengo muy larga, pero la tengo muy limpia.
P. Pues habría que ver cómo tiene la catana.
R. Afilada. Por si acaso.
P. ¿Caiga quien caiga es el programa donde mejor ha demostrado que tiene un morro que se lo pisa?
R. CQC es el mejor lugar para aprender a hacer televisión de manera autodidacta. Y el mejor escaparate.
P. “Mi mayor osadía fue despelotarme en la Concha de San Sebastián”. ¿Cree que los vascos no están preparados para las emociones fuertes?
R. Sí están preparados. Mi mujer es vasca. Y es la que iba conmigo.
P. ¿Hubo mucho sobresalto?
R. No. Éramos 33.000 personas en pelotas. Creo que solo se fijaron en mí porque llevaba una corbata y un micro en la mano. Y era lo suficientemente desconocido como para que no hubiera comparaciones odiosas.
P. En Internet he visto una foto suya de pecholobo, sin camisa. ¿Han picado más ellos o ellas?
R. Igual de poco ellos que ellas. Estaba en mala forma. Tenía cuerpo pera, que decía mi padre: estrecho de arriba y ancho de abajo. Lo importante es estar bien por dentro.
P. Siempre tiene que merendar algo con chocolate. ¿Falta de pilas? ¿Ego perjudicado?
R. Cuatro letras: gula. Retrospección a la infancia: tabletita de chocolate con pan, rebanada de pan con Nutella. Ahora intento cuidarme un poquito más.
P. ¿Qué recuerda de esa infancia de chocolate?
R. Muchísimas cosas. Que quería ser paleontólogo y luego cantante de heavy metal.
 Que no quería trabajar en televisión. Luego quise ser profesor.
Y al final estoy sentado aquí, hablando con usted de otras cosas.
P. Ha hecho 1.387 pasapalabras. ¿Se ha comido muchos roscos?
R. Me he comido el rosco más importante de mi vida: la señorita Cid [su mujer, a la que conoció en el programa]. Me tocó el haba del roscón.
P. Para haber querido ser paleontólogo, se ha llevado muchos premios a la comunicación; antena de oro, micrófono de oro…, y el Ondas al programa.
R. Yo siempre digo que el presentador de televisión tiene que aprender a ser un gran secundario. Y saber que el protagonista es el entrevistado o el concursante.
P. ¿Y después de la tele?
R. En la tele tenemos que tener claro que somos muñecos, juguetes. Y cuando tienes un juguete favorito, pueden pasar dos cosas: una, que de tanto usarlo se rompa, y otra, que te encapriches con otro juguete. Aprovecha, disfruta, trabaja, genera y ten un plan B.

La guapa es la bruja

Los cuentos infantiles clásicos, nacidos la mayoría hace siglos, han ido experimentando cambios según la época y/o el lugar donde se relataban hasta llegar a una versión más o menos homogénea que, en buena parte de los más famosos, quedó marcada por la versión que la Disney dio de ellos en sus fabulosas películas de animación. Cosas de la mercadotecnia. Cosas, también, de la calidad. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, les ha dado por experimentar con versiones menos conocidas o por, directamente, la contaminación a través de episodios más o menos inventados.

BLANCANIEVES (Mirror, Mirror)

Es el caso de Blancanieves (mirror, mirror), acercamiento de Tarsem Singh en el que los enanitos dejan de ser mineros para ser bandoleros, donde la madrastra parece la reina de Corazones de Alicia en el país de las maravillas y donde ha desaparecido la pregunta: “Espejito, espejito, ¿quién es la más guapa del reino?”. Algo, de todos modos, nada extraño si la respuesta debía ser "Blancanieves" y para interpretar a esta han elegido a una belleza cuestionable como Lily Collins (busquen fotos, por favor), mientras la madrastra es Julia Roberts.
Una decisión que, en todo caso, sería lo de menos si el resto de la película funcionara.
 Y no es así. El tema de los enanitos asaltantes en el bosque solo da pie a un par de secuencias de acción sin brío; el ritmo es cansino; la potencia visual de Tarsem, inexistente, y ver al príncipe como un simple perrito faldero (no es una metáfora, es literal) solo produce estupefacción.

La verdad incómoda de Clara Sánchez


La escritora Clara Sánchez, en su estudio en Madrid. / ULY MARTIN
Al mirar a su alrededor, la escritora Clara Sánchez (Guadalajara, 1955) conecta sentimientos y acontecimientos de los que terminan por surgir historias, como un detective armando un puzle.
Ella lo llama escribir del presente. En forma de libro se titula: Entra en mi vida (Destino)
. Un trabajo sobre la familia, la relación “vampírica” –dice la autora- que a veces se establece entre hijas y madres e impide desligarse de las ataduras afectivas, en un marco reciente, el de los niños robados. “Se podría decir que esta novela es inventada, pero que su realidad es histórica”, explica Sánchez.
Sobrecogida por las noticias que aparecían como un goteo sobre la venta y desaparición de bebés en la década de los ochenta en hospitales españoles, Clara Sánchez recordó el nacimiento de su hija y se dio cuenta de que barruntaba esta historia antes incluso de que estas familias empezaran a reclamar a sus vástagos.
“Ahora he entendido por qué mi madre, cuando yo estaba en el hospital a punto de dar a luz, avisaba constantemente a las enfermeras de que mi marido llegaría de un momento a otro”, cuenta la autora. Algo parecido le pasa a Betty, la madre de Entra en mi vida, un personaje melancólico marcado por la intuición de que lo que le contaron en el paritorio no era del todo cierto.
Clara Sánchez venga la tristeza de esta mujer con Verónica, una joven que salió de su pluma “con la furia y la rabia” de una hija hastiada por la desilusión que se vive en su casa. “Arrastra la actitud de la madre ante la vida, es su manera de ir conociéndola y conociéndose, como en un espejo”. La búsqueda de esta chica comienza con el descubrimiento de una fotografía de una niña de pelo castaño en una vieja cartera. A partir de esta imagen se desenmaraña una trama cuasi policiaca que se apuntala sobre una red de personajes con dejes de novela negra, pero atravesados por la cotidianeidad propia de la autora.
“Me gusta salpicar mis historias con elementos de este género”, confiesa.
“En este caso la investigación de Verónica es introspectiva, tiene que buscar la verdad por su cuenta porque nadie le va a ayudar”.
En el camino, la protagonista tendrá que enfrentarse al miedo a saber y cómo determinadas personas reaccionan ante la verdad. “Tomar una decisión puede acabar con la normalidad de cualquiera, la rutina a la que estamos apegados y con la que nos sentimos tan cómodos”.
 Sánchez trastoca realidades con un estilo sencillo y directo que acorta la distancia entre el mundo que recrea y el que rodea al lector. “En el robo de niños estaban involucradas personas con el hábito de ayudar a los demás”, apunta en referencia directa a los médicos y miembros de la iglesia involucrados en las desapariciones.
 “Por eso no sólo afectan a las víctimas directas, sino a toda la sociedad por violar una confianza que considero elemental”.
La escritora no se basó en un caso concreto, ni fue retocando su novela a medida que se desangraba la herida en la prensa. “Nunca busco un tema y tampoco creo que se me pueda tachar de oportunista”, recalca contrastando sus tiempos de creación con la aparición de estos casos.
“Es como si llaman oportunistas a los que escriben sobre la Guerra civil”.
La décima novela de Clara Sánchez viene precedida del éxito de Lo que esconde tu nombre, el libro con el que se hizo con el premio Nadal en 2010 y gracias al que entró en cabeza en el mercado editorial italiano con más de 400.000 copias vendidas, hasta el momento.
 “Estoy muy emocionada, sobre todo sorprendida, pero intento vivir al margen de este tipo de cosas.
 Después de más 20 años de carrera he conseguido una libertad que me permite escribir lo que me apetece y me divierte, teniendo en cuenta lo duro que es escribir una novela. Lo bueno de lo que me pasa en Italia es que revierte en esa libertad”.

23 mar 2012

Este domingo entra en vigor el horario de verano

Este domingo cambia la hora. A las 2.00 del domingo, serán las 3.00.
 Entra en vigor el horario de verano por lo que adelantaremos los relojes 60 minutos para aprovechar mejor las horas de sol, según la directiva comunitaria que obliga al cambio desde 1981 y que se aplica como norma en los 27 países de la Unión Europea.
 Sin embargo, esta variación puede provocar un leve desajuste entre nuestro reloj biológico y la hora real, según la Sociedad Española de Neurología.
Aunque leve, el cambio puede afectar el organismo al producir una sensación de jet-lag, como cuando se viaja entre husos horarios.
“Sus efectos pueden durar entre uno y cinco días”, explica por teléfono Carlos Tejero, de la Sociedad Española de Neurología. Los síntomas se hacen notar sobre todo en las personas mayores y los niños, que son quienes más necesitan un horario regular de sueño
. Estas leves alteraciones del reloj biológico pueden causar una sensación de cansancio, somnolencia y dificultad para conseguir el sueño que se superan pronto.
Entre las medidas que se pueden tomar para adaptar el organismo al cambio horario están el no hacer siestas en el día —para poder tener más sueño por la noche—, y adelantar la rutina de forma progresiva en los días previos.
 Según el neurólogo, se sugiere ajustar el reloj en la tarde del sábado para que la cena y la hora de sueño de ese día ya estén adaptadas al nuevo horarioy así evitar o reducir los efectos de este particular jet-lag.
“No es aconsejable utilizar fármacos o remedios naturales por mucho que creamos que nos puede ayudar en la adaptación al cambio.
Hay que afrontarlo de forma progresiva y natural”, comenta Tejero.
Según los datos de 2011 del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), el cambio de hora permite ahorrar alrededor del 5% del consumo eléctrico en iluminación del país, el equivalente a unos 300 millones de euros; de los cuales, 90 millones corresponden al potencial de los hogares, lo que se traduciría un ahorro de seis euros por cada hogar español.