Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

20 mar 2012

César Manrique

Diane Pernet, la opaca mirada de la moda

Diane Pernet
Una típica imagen de Diane Pernet.


Pocos encarnan el término coolhunter mejor que Diane Pernet. La estadounidense, inseparable de unas gafas de sol que opacan su mirada, viaja literalmente por el mundo en busca de nuevo talento al que apoyar desde sus múltiples soportes audiovisuales. En uno de sus viajes encontró el par de gafas perfecto, el que llevaba décadas buscando: "Fue en diciembre en Perugia (Italia). Conocí a Sandro Gonnella, quien me hizo unas a medida para su marca Ozona.
Me gustan tanto que le hice prometer que no las va a reproducir. Hace años desde Linda Farrow me ofrecieron crear un modelo para mí.
Cuando les dije que sus gafas eran casi idénticas a las viejas Alain Mikli que he llevado siempre me contestaron que yo solo me conformaría con un modelo igual...
Si quisiera lo mismo se las pediría a Alain Mikli. Sandro ha sido un soplo de aire fresco. Entendió que hasta el mínimo detalle era importante y me envió once pruebas antes de recibir mi aprobación. Fue valiente ante el reto y venció", cuenta a S Moda.
Franck-Laguillez
Con un abanico, otro de sus accesorios preferidos.
Foto: Miguel Villalobos
Desde que hace dos décadas dejara de ser diseñadora decidió reinventar su vida pasando del backstage a la primera fila de las pasarelas. Cambió Nueva York por París y se convirtió en editora de moda de las cabeceras más influyentes. A partir de ahí nació su gran proyecto, el blog A Shaded View on Fashion, el lugar (virtual) en donde cualquier promesa de la industria desea estar.
 Considera que la reciente Semana de la Moda de París ha vivido una edición poco memorable, aunque resume los grandes momentos destacando la propuesta de Rick Owens, como es habitual en ella, la diversión y el glamour de Givenchy, además de la gran fiesta de Lanvin, el adiós de Raf Simons en Jil Sander y la potente colección de Ann Demeulemeester.
Para alguien tan inquieto como Pernet era cuestión de tiempo que las posibilidades audiovisuales de su publicación online derivaran en algo aún más grande.
 Su casi homónimo festival de cine – ASVOFF, de carácter itinerante -, hermana las dos disciplinas, afianzando un subgénero casi inédito hasta el momento. "Las películas de moda nacieron a partir de la urgencia real por insuflar nueva vida a través de la magia del cine a un área creativa algo encorsetada. El festival da la oportunidad a talentos de ambas áreas, y de otras también, a buscar la excelencia y a conquistar nuevos territorios en territorio aún inexplorado“.
 Aún se sorprende de la evolución de este crossover y de lo rápido que ha pasado "de la experimentación libérrima a convertise en un bona fide de las artes, con un preciado valor comercial“, defiende, en constante apoyo a su proyecto.
Diane Pernet
Pernet con Rossy de Palma en una edición del festival ASVOFF.
Foto: Laura R Sentís
Aunque las nuevas tecnologías le hayan dado el empujón definitivo fue a principios de los 90 cuando ASVOFF nació en la mente de Pernet, tras una frustrante experiencia colaborativa con el director Amos Gitai, para quien creó el vestuario de Golem. L'Espirit d'Exile. "De él aprendí el miedo que existe entre cineastas y diseñadores de vestuario. Se puede decir que sus temores plantaron esta semilla“. Considera que el alemán Fassbender -Querelle- y el británico Peter Greenaway -The Pillow book- sí que han sabido incorporar la moda a sus películas, como también lo han hecho recientemente filmes como Shame, The Iron Lady o The Artist.
Cada nuevo paso que da se abre un nuevo camino y ahora ella, que es la que suele registrar las creaciones ajenas para su blog, es quien se pone ante la cámara para protagonizar el documental del francés Benjamin Seroussi. "Diane es un ser maravilloso que está por encima de lo que entendemos por cotidiano, pero a la vez es una persona accesible y cariñosa“, cuenta sobre la cazadora de tendencias el fotógrafo Benjamin Seroussi.
 Entre sus planes está el de crear vídeo-retratos sobre grandes personalidades que destaquen por su iniciativa. "La elección de Diane caía por su propio peso. Es difícil encontrar a una persona que de tanto de sí misma para promocionar el esfuerzo de otros.
 Ella ya había sido fotografiada, ilustrada e incluso se habían hecho esculturas.
Yo quería sublimar su figura“, dice el francés. La generosidad de la estadounidense con Seroussi fue tal que accedió a romper para él su estricto código estético, de negro onmipresente, para lucir otros colores como el blanco y el rojo en prendas que el japonés Yohji Yamamoto diseñó en los últimos 20 años.
La cinta se proyectó hace unas semanas durante la reciente edición del certamen en su visita a Barcelona, una de las ciudades favoritas de Pernet. Su primer encuentro con la ciudad fue durante un viaje de juventud y de un billete de tren que le dio acceso a toda Europa. "Aún recuerdo esa actitud de vive y deja vivir que podías notar simplemente observando a la gente en la calle, tan distinta a la de París.
Daba la impresión de que allí uno se sentía permanentemente de vacaciones - aunque no estuviera descansando -. Por ejemplo, sigo sin entender cómo podéis cenar tan tarde y levantaros tan temprano para ir a trabajar“.

EL LENGUAJE PLÁSTICO DE UN VISIONARIO DISIDENTE

EL LENGUAJE PLÁSTICO DE UN VISIONARIO DISIDENTE
En una conversación con el escritor canario Víctor Ramírez, en la que surgió el tema de la mezquindad e imbecilidad a que podía llegar el ser humano, éste, en un momento de la misma afirmó tajante: "Por lo menos nos queda el arte, el arte como respuesta del hombre a la miseria de la vida".
Hacía Víctor esta especial y contundente declaración de principios, después de mucho reflexionar, después de mucho disfrutar y aprender con el hecho creativo y después de darse cuenta de que mientras el hombre sea capaz de crear arte y existan personas que aprendan y disfruten con ese arte, habrá un motivo para la esperanza.
Pues bien, Alberto Manrique es uno de estos hombres que tienen el maravilloso don de crear arte -pictórico es el suyo.
 Un don alimentado con las muchas horas de taller y soledad, de trabajo y estudio, imprescindible esfuerzo "placentero" para poder ofrecernos esas obras capaces de producir en el privilegiado espectador, un sutil placer estético o una forma distinta de reflexionar.
Esta nueva exposición de Alberto Manrique continúa ahondando y, por lo tanto, sigue siendo fiel a su línea creativa más personal: aquella en la que el autor bucea mas en su interior en un supremo intento por descubrir que o quien sea él y poder así, compartir el hallazgo con los demás; es entonces cuando con especiales colores: es entonces cuando intenta materializar -en el espacio y el tiempo particular del cuadro-, los sueños, los duendes, los fantasmas que conviven con él, que forman parte de él, que acaso sean él.
Unos cuadros, donde Alberto Manrique -partiendo del supuesto insobornable de que la obra de arte debe ser un territorio para expresarse con total, con absoluta libertad- nos entrelaza historias, visiónes, ideas, sentimientos, recuerdos, fantasías.... que muy bien pudiéramos hacer nuestras.
Aunque Alberto Manrique le imprime a todos y cada uno de los cuadros de esta serie una atmósfera mágica, extraña, subrreal, casi me atrevería a decir que fantasmal, al introducir en ellos elementos, objetos en su mayoría cotidianos, logra crear en el espectador -en mí lo produjo- una especie de atento desconcierto, una cierta inquietud que se traduce en un tenue estremecimiento: desde ese momento quedas irremediablemente atrapado en el ámbito del cuadro, pudiendo ocurrir que te sientas parte del mismo.
Creo que fue Jorge Luis Borges quién dijo que la literatura era como una especie de sueño dirigido. Después de contemplar las creaciones pictóricas de Alberto Manrique no se hace difícil llegar a concluir, al modo de Borges, que su pintura -cada obra, cada cuadro-, es la materialización de un sueño, pero de un sueño consciente que el autor ordena y define, relaciona y le otorga vida propia. Aunque muchas veces da la sensación de libre albedrío, cada pincelada, cada tono, cada colorido, es el resultado de una profunda reflexión, de una muy pensada composición.
Lo aparentemente soñado por Alberto Manrique y que vierte sobre el papel, dé entrad a
nos produce una emoción estética (siempre placentera sí coincidimos con los gustos del autor), luego, como suele ocurrir con los "sueños reales", uno va relacionando, entrelazando e interpretando los ele
mentos que configuran el aunque sólo sea o sirva para uno. Estoy con aquellos que creen que la obra de arte, ya sea un poema, una escultura, una novela, una composición musical o un cuadro, pueden tener una lectura o interpretación distinta a la que le quiso imprimir su autor.
En lo que no caben hacer interpretaciones, según mi opinión, es en el hecho cierto de que el autor siente una atracción muy especial por el placer de las asociaciones indistintas, por la estética del misterio, de lo indeterminado, que muy bien se podría traducir por un intento de romper todos los hábitos mentales que continuamente están condicionando nuestra mirada sobre la realidad visible o la firme creencia de que la única forma posible de entender y distanciarse de la realidad es adentrándose en su nebulosa incongruencia..
En cada creación, es decir, en cada cuadro, Alberto Manrique reinventa y enriquece su mundo particular -con sus recuerdos, sus sueños, sus ilusiones-, utilizando formas y colores únicos con absoluta maestría.
Una diferencia esencial de esta nueva serie con las anteriores, es la clara luminosidad que le imprime a sus últimas creaciones. Si tenemos en cuenta que la mayoría de los cuadros de esta nueva serie se desarrollan en interiores, es decir, en espacios cerrados, el optar por colores y tonos más vivos, le imprime un carácter más vital, más vivifícante, menos sombrío.
Por otro lado, un elemento que permanece sin modificar en todas sus entregas hasta el momento, es el especial cuidado en el tratamiento del espacio en cada creación pictórica.
 Un espacio particular en el que el autor va distribuyendo los elementos que configuran cada cuadro, logrando como resultado una perfecta composición, Estos espacios junto a la movilidad y el ritmo que le confiere a los objetos, las formas y los personajes, me llevan -en un audaz atrevimiento interpretativo-, a decir que están inspirados en las composiciones musicales, por las que tanta pasión siente el autor.
Por todo esto, Alberto Manrique viene a formar parte de esa especial raza de los visionarios disidentes", que en todos los tiempos han ofrecido sus obras artísticas a la humanidad como aportación personal de sus espíritus creativos y sensibles.
Albert France decía que los niños imaginan con facilidad las cosas que desean y no tienen. Cuando en su madurez conservan esa facultad maravillosa, se dice de ellos que son poetas o locos.
Alberto Manrique es, ni más ni menos, que un feliz poeta pictórico.
 
JOSÉ ALMEIDA

Alberto Manrique




El espíritu del café  (103 x 35 cms)
Hoy me hundo en tu luz
en el sabor oscuro de tus ojos,
para tomar el humo, el azabache,
el aroma que nace redondo del café.

Para limpio danzar
con la bruma que hiere con su lluvia nocturna
el júbilo nevado de la leche
como el día y la noche
sedienta telaraña de espumosos manteles,
corruptor de la blanca
doncellez de la nata
aguijón del olfato, no duermes, no descansas,
fustigas la modorra,
relámpago,  memoria de la noche,
esencia, extraño tinte,
como la luz, el fuego, la alegría
es el humo que nace
del fondo de la taza
donde habita el desuelo,
el cerco que amanece entre tus labios
donde la noche hunde su indolencia,
y mis ojos se van
al hogar amoroso de los tuyos,
donde el café ilumina
tierna, con toda el alma,
el humo del espíritu que amo.

José María Millares Sall