Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

9 mar 2012

Ir y Decisión

Ir y decisión .




Hay fiesta en mis poros!
no se que hacer con mi potencia

soy global en mis genes y entran en mi muchas dudas

quien soy?
que hago aqui?
quienes eh sido?

...y viajo

soy ave que va a todas partes
soy ave que busca pastizal para esconderse

y busco en el mar estrellas decayendo
busco las grandes conglomeraciones para sentirme con todo

...luego, pierdo mi fuerza

siento que el tiempo ya tiene fin
pero es mi tiempo el que debo pensar

...y regreso estable

duermo

soy feliz después del caos...

vuelvo a las estrellas
con sonrisa y abrazando mis hombros
con el pelo mas largo...

TECNICA: Mixta sobre cartulina

merece la pena verlo, alucinante

No digan recortes, llámenlo amor

La corrección política en el lenguaje ha alumbrado también eufemismos como “país en vías de desarrollo, en vez de país subdesarrollado”, apunta en este sentido Darío Villanueva, y especifica el mecanismo: “Una forma de afirmar algo malo es negar algo positivo”.
Las firmas de alta gama no anuncian rebajas, sino ventas especiales
El uso de lenguaje económico con determinados fines viene de antiguo, abunda Fernando Esteve. “Fíjese que, de toda la riqueza que crea una empresa, a los beneficios empresariales, se les llama excedentes empresariales, que significa algo bueno, y al beneficio del trabajador se le considera coste laboral unitario”, apunta. “Nadie quiere subir costes, por sentido común, y todos estaremos de acuerdo en que cuanto más excedentes tenga una empresa, mejor”, añade.
 “Eso ya lo tenemos incorporado a nuestro lenguaje [y, por tanto, a nuestro subconsciente]”, explica Esteve.
 Cuando se habla de educación o sanidad gratis, por ejemplo, se puede llegar a olvidar que ya se paga con impuestos.
El profesor también encuentra un sesgo o fin muy persuasivo o en el uso de algunas metáforas. “Cuando un político o economista se mete a dietista, échese a temblar”, alerta, “como cuando dicen:
‘Tenemos mucha grasa, debemos hacer dieta y entonces volveremos a estar bien’.
Si logras trasladar esa imagen a unos ciudadanos que no saben de economía, confiarán ciegamente en que, en efecto, han estado comiendo demasiado y ahora les toca adelgazar, y que esa dieta, aunque les duela, es lo mejor que les puede pasar”.
Lo mismo ocurre con la resaca.
 Utilizar esa imagen para la crisis es, de alguna forma, llevar a la culpa a quien la sufre, por haberse emborrachado. “Para mí una de las cosas más cretinas de esta crisis es eso, hablar de resaca. Implica que ahora lo pasas mal porque has cometido excesos, y no podemos caer en la trampa de estas metáforas”, remata. Los periodistas, critica, “también se dejan llevar por la metáfora facilona”.
Gobierno y sindicatos
apelan si les interesa
a la moderación salarial
Los tecnicismos pueden convertirse también en grandes aliados del lenguaje edulcorado.
 Los expedientes de regulación de empleo (ERE) como forma de referirse a los despidos colectivos de una empresa son un buen ejemplo.
Otro es el “concurso de acreedores”, que fue la forma que la ley de 2003 escogió para referirse a la antigua suspensión de pagos de las empresas, mucho más cruda y explícita.
La jerga financiera, que tan intrincada resulta a veces, también acaba teniendo un efecto nebuloso en la comunicación. “Exposición” a la deuda o “activos adjudicados”, para referirse muchas veces a los inmuebles que han embargado porque sus propietarios no podían pagar el crédito.
 Y, hace poco, la compañía aérea Spanair anunció que dejaba de operar por “falta de visibilidad financiera”, es decir, que no tenía dinero y no lograban que nadie se lo diera.
Los hombres de negocios
no tienen “problemas”,
afrontan “retos”
En este capítulo de la interminable crisis, no deja de oírse la palabra “sacrificio” cuando se habla de programas de recortes (los que buscan la “consolidación fiscal”).
El proyecto europeo se tambalea a cuenta de los desequilibrios presupuestarios y la crisis de deuda soberana.
Es interesante acudir ahora a un análisis de Javier Pradera, publicado en este mismo periódico el 1 de agosto de 1993. Más allá del eufemismo recogía las negociaciones de Gobierno y agentes sociales para un plan de empleo.
 “Los bizantinos distingos del Ejecutivo para convencer a los españoles de que la convergencia con Europa exigiría esfuerzos pero no sacrificios casi agotó sus reservas de pólvora verbal”, escribía Pradera. “La inútil pugna semántica para determinar si el rigor de la política presupuestaria del nuevo Gobierno llevará a cabo un recorte de los gastos sociales o procederá sólo a su contención tal vez distraiga los ocios veraniegos, pero apenas ayudará a que la negociación progrese”, continuaba.
Y así presentó Miguel Boyer los presupuestos el 17 de mayo de 1983: “La lucha contra la inflación debe verse facilitada por una actitud de moderación salarial”.
Este tipo de lenguaje no habita solo en la boca de los poderes públicos, apunta Antón Costas.
“También los sindicatos lo asumen cuando tiene que defender algunos pactos, como, por ejemplo los de moderación salarial”. Y es que moderación viene de moderar: templar, ajustar, arreglar algo evitando el exceso.
Algunos debates y sus recursos lingüísticos perduran con el tiempo.
 Vendrán más años malos, diría algún poeta melancólico. Los hombres de negocios, en cambio, esquivan los “problemas” en las entrevistas y suelen hablar más de “retos” o “desafíos”. Vendrán recortes, para unos, o ajustes, o reformas, o medidas de consolidación fiscal.
Y otros lo llamarán amor.

CALLAR Y ACALLAR

Callar y acallar

Por: | 09 de marzo de 2012
Callar y acallar3Hacemos bien en cuidar lo que decimos y cómo lo decimos.
 Pero no está de más que cuidemos lo que silenciamos, ya que hay muchas maneras de hacerlo.
 Una, desde luego, es callar, pero otra no menos infrecuente es acallar. Milorad Pavić  subraya en Paisaje pintado con té: “lo que más me gusta es el árbol que habla, es el único que da un fruto doble.
 En él se puede distinguir entre el silencio y el mutismo.
 Porque un hombre con el corazón henchido de mutismo y otro con el corazón henchido de silencio no se parecen en nada.”
Hay una manera de proceder que consiste en impedir que algo venga a ser palabra.
 El silencio elegido es un modo de decir, pero el silenciar es tanto un modo de callar como de acallar.
No siempre acallar requiere una intervención tan explícita como la de no dejar hablar. Michel Foucault nos recuerda en El orden del discurso que, además de vedando lo que cabe decirse o impidiendo el acceso, a través del control y de la delimitación, hay otros mecanismos y procedimientos para evitar que la voz venga a ser palabra.
Hay discursos erigidos sobre silencios, silencios elocuentes que dan que hablar, pero no siempre se trata sólo de un modo de decir, sino a veces de un modo de obstaculizar que se diga algo otro. 
No sólo mediante la exclusión o la prohibición, también mediante la clausura de los ámbitos y la escisión de  las competencias, a través de los registros y tonos del lenguaje, o de acuerdo con las capacidades sociales y lingüísticas que, de una u otra manera, hacen más o menos inviable participar con la propia palabra.
También es determinante cómo el saber es puesto en escena, revalorizado, distribuido, repartido y atribuido. En este sentido, Foucault considera que la educación es una manera política de mantener o de modificar la apropiación de los discursos, con los saberes y los poderes que llevan consigo. 
Y de ahí también su importancia decisiva.
Callar y acallar7
Valgan estas consideraciones para no estimar inocente ni la organización de las disciplinas, ni la distribución de sus competencias, como si en sí mismas fueran inocuas.
 Ello resulta tan inadecuado como proclamar su perversidad. Simplemente permite comprender que hay una historia de las disciplinas, como hay una historia de las ideas, o de los conceptos, o una historia del pensamiento. 
No hay una asepsia teórica y práctica, lo cual no impide valorar en cada una de ellas lo que cabe denominarse científico.
La determinación de las materias, de las disciplinas, su definición y sus competencias es asimismo objeto de debate. La pluralidad y diversidad de los modos de vida se muestra en ellas, así como la complejidad social. En concreto, al respecto, el lenguaje hace su trabajo
 Y dice también por su modo de tratar el silencio, por su modo de callar y por su manera de acallar. La lengua es una escuela, un aula de convivencia, de ideas y de personas, pero no hemos de pedirle que ella sola haga lo que nosotros no siempre estamos dispuestos a realizar. Sí que corresponda a nuestros quehaceres, a nuestras convicciones sociales y a objetivos compartidos. Y que nos acompañe. La lengua es nuestra lengua.
Tal vez así comprendamos bien a Susan Sontag, quien en Yo, etcétera nos dice bien expresivamente: “Mi problema es idéntico a mi lenguaje. O sea, si no tuviera este lenguaje, no tendría este problema. Si no tuviera este problema, no tendría este lenguaje. No necesitaría ayuda.”
(Imágenes: Jean Baptiste Simeon Chardin, Retrato de mujer y Vilhelm Hammershøi, La burbuja del jabón)