Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

19 feb 2012

“Seré el Picasso de Carlos Saura”


Antonio Banderas, ayer en el hotel Palace de Madrid. / CRISTOBAL MANUEL
Antonio Banderas provoca síndrome de Estocolmo. Nadie habla mal del actor malagueño en el cine español: los compañeros le respetan y le admiran, quienes han trabajado con él jamás le dedican una palabra negativa y la prensa vive enamorada de un intérprete todo profesionalidad y educación. Con el fotógrafo habla de objetivos y cámaras, de Haití y de cómo le pilló la revolución tunecina mientras rodaba en ese país Oro negro, de Jean-Jacques Annaud. El personal del hotel donde se hospeda –su estancia habitual cuando está en Madrid- se deshace en halagos sobre su amabilidad.
Y delante de la grabadora Banderas siempre ofrece perlas y entra a todos los trapos: cinematográficos, políticos y económicos. A pesar de que estos días ha saltado de Los Ángeles a Berlín, y de allí a Granada, Málaga y Madrid, y pese a cierta cara de cansancio, el actor sigue en un movimiento continuo que en los próximos meses le llevará a otro personaje mítico: Pablo Ruiz Picasso.
Pregunta. Su carrera ha mutado radicalmente desde que cambió de representantes: lleva del tirón un allen, otro almodóvar, un annaud, un soderbergh
Respuesta. Y viene uno bueno en verano, que es Carlos Saura. Seré el Picasso de Saura en 33 días. Es un personaje que me ha perseguido durante mucho tiempo y siempre lo había rechazado. Me merece mucho respeto porque soy malagueño, porque nací a cuatro cuadras de donde lo hizo él. Siempre me ha fascinado: salvando las distancias, se fue de Málaga un poco más joven que yo, y sentía como yo una morriña brutal por la tierra. Tuve la suerte de conocer hace tiempo a su hija Paloma y me contó que Picasso nunca abandonó su idea de volver a Málaga. También me dijo que le gustaba oírme porque yo hablo el español con el acento cerrado malagueño –que le recordaba a su padre-, de zeta pura. En mis inicios, cuando vine a Madrid, lo escondía por cierto complejo de inferioridad y para que los directores me escucharan en castellano neutro. Ahora no. Es una película especial, porque cuenta los 33 días de creación del Guernica, en mitad de la Guerra Civil, con un Picasso que el corazón se le va a España… Con sus dudas ante el encargo de un mural, que se le van cuando ve las imágenes del bombardeo de Gernika.
P. Es un momento de furia creativa, en el que Picasso usa incluso malos materiales en pos de la rapidez.
R. He hecho ya mis deberes, he investigado y he leído que él lo pintó con cierta idea de provisionalidad, de algo que no iba a permanecer. Picasso le decía a la gente que le rodeaba: “Cuando acabe la exposición haced lo que queráis con él”. Y al mismo tiempo se contradecía: “Esto es un regalo para España, para los dos Españas, para la izquierda y para la derecha”
. Para desesperación de su agente, que quería vender la obra y olvidarse de regalos [risas].
P. España vive ahora una profunda crisis con reformas drásticas incluidas.
R. El momento es muy complicado, y el resultado de las medidas que el gobierno está tomando no lo veremos en mucho tiempo. Me alío con la gente que cree que los recortes son necesarios para rebajar el déficit, pero al mismo tiempo no se está jugando en la otra parte del problema, que es crear trabajo. No hay estímulos en esa dirección, probablemente porque se está intentado ir demasiado deprisa, y ya no hablo del gobierno español, sino de Europa, de Berlín, que dicta las normas que se aplican en los países que estamos en problemas. ¿Cuánta gente se va a quedar en la calle? Es complejo, yo no quiero radicalizarme en la crítica a determinadas acciones. Lo que me preocupa es esa sospecha que también ronda a los indignados o a quienes acamparon en Wall Street: que no estamos gobernados por quienes hemos votado sino que hay otros poderes que no presentan cuentas ante los electores y son quienes dictan las políticas económicas, llámese mercado, lobbys, agencias de clasificación… ¿Se están produciendo golpes de estado económicos? Parece que estamos al final de una era: puede que haya una evolución o a lo mejor tensan demasiado la cuerda y estalla la revolución. Con las primas de riesgo y ciertas políticas alemanas me entra un cierto mosqueo. Y hablo desde mi opinión de actor, no soy un economista.
P. ¿Nota la crisis en su productora, a su alrededor?
R. Sí, tengo una familia muy extensa y hay ya varios parados. El cine español, que siempre está en crisis general, ahora vive un momento de parón en los rodajes. Literalmente. No solo por problemas de financiación, sino que se añade la incertidumbre. Lo siento por mis compañeros de aquí, porque yo vivo en Estados Unidos y allí las cosas son muy distintas. Mis producciones en España las voy a sacar, más lentamente, pero lo haré. Los artistas somos malos gestores, porque somos unos románticos. Por eso tengo gestores externos para mis producciones.
P. Viene a unos Goya en los que no es el favorito.
R. No voy a ganar el goya. Creo que es el trofeo más cantado. Mi mujer me dijo: "Quiero ir a los Goya contigo". Le respondí: "Pero es que voy a perder". Y Melanie me cortó: "Con más razón quiero estar". Ella estaba ensayando en Nueva Orleans, porque rueda ya, y por eso estará en Madrid menos de 24 horas. Pero ese el carácter de la mujer con la que me casé [risas]. Sería muy ruin por mi parte no ir porque no voy a ganar, como pienso que ocurrirá. Estoy muy agradecido con mi candidatura y con las 16 de la película. Sé que suena a perogrullada, y sin embargo es así. Fue un trabajo interesantísimo, y me ha dejado un poso que no se revela inmediatamente, pero que me ha hecho encontrar unas claves y unas cuerdas nuevas para mi guitarra. Me ha abierto los ojos a nuevos matices.
P. Porque Pedro Almodóvar le empujó…
R. …a luchar contra mis propios instintos naturales. Después de 26 años juntos, Pedro busca en mí y me deja marca otra vez. A mis 51 años. Qué tipo. Pedro nunca se ha doblegado, siempre ha buscado como lo hace un artista puro y fiel a su personalidad. Viendo un documental de Picasso, me fijé en cómo seguía y seguía pintando aunque tú pensaras que estaba el cuadro acabado. El proceso le llevaba a tantos sitios. Pedro es igual, un buscador, un genio que estará con el tiempo en la categoría de Picasso, Buñuel, Miró, españoles que son su propio estilo. Son libres. Hay que metabolizar sus películas y con el tiempo adquieren su dimensión. Mira, en Paramount nos juntaron para una foto a 100 actores para celebrar el centenario del estudio. Estaba todo Hollywood y se me acercaron todos a alabar la radicalidad de La piel que habito. En el mundo anglosajón ha dejado una huella profunda. Porque en el fondo habla de la creación artística, y mi personaje se comporta como Dios artista y como un monstruo.
P. ¿Está envejeciendo a gusto?
R. Mucho, a veces me produce satisfacción ver mi madurez en la pantalla. Incluso a veces me gustaría envejecer más rápido. Y pienso volcarme cada vez más en la dirección.

18 feb 2012

Las claves griegas




¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Grecia es un país obsesionado con el gasto público y con la expansión del Estado vía endeudamiento. Para que nos hagamos una idea, en los últimos 30 años el Gobierno griego no ha cuadrado ni un solo ejercicio –repito, ni uno solo– con superávit en sus cuentas públicas. Comprensiblemente, la deuda pública, que estaba en el 22% sobre el PIB en el año 1980, hoy ha ascendido al 150%. Y todo, ¿para qué? Pues para edificar un parque temático socialista: el gasto público pasó de representar el 25% del PIB al 50%.

¿Cómo influyó en este proceso su entrada en el euro?
El euro proporcionó financiación barata a un Gobierno que ya estaba cayendo en la asfixia financiera y que en 1998 ya tenía que pagar unos tipos de interés superiores al 8%. Gracias a la expansión crediticia que llevó a cabo el sistema bancario europeo, comandado por el Banco Central Europeo (BCE), Grecia pudo financiarse en 2005 a tipos de interés del 3,5% y con una prima de riesgo del 0 puntos básicos.

¿Significa eso que no deberían de haber entrado en el euro?
No, Grecia debió entrar en el euro pero no en el Banco Central Europeo. La diferencia es clave: en Kósovo usan el euro pero sus bancos no tienen acceso al BCE para refinanciarse merced a la deuda pública de este Estado; en Panamá y Ecuador emplean el dólar pero no pueden acceder a la Reserva Federal estadounidense. Grecia debió de haberse eurizado pero no como accionista del BCE, sino como una economía que acepta pasivamente una moneda externa sobre la que no puede ejercer ningún control. Y, en este sentido, las manipulaciones de sus cuentas habrían sido bastante irrelevantes: también mintió Argentina en 2001 y a EEUU le afectó bien poquito. En definitiva, lo ideal habría sido que el Gobierno griego renunciara del todo a la política monetaria y que no pudiera aprovecharse de la financiación barata generada por el BCE.

Y ahora, ¿por qué no les echamos del euro?
Porque no se puede echar a un país del euro: nadie puede impedir que los griegos usen los euros que poseen y que sus bancos denominen sus depósitos en la divisa que les plazca. En España, por ejemplo, podemos abrir depósitos en dólares, y Obama tiene escasa capacidad para impedírnoslo. Lo mismo con Grecia: si desean emplear los euros para sus transacciones monetarias, nadie puede hacer nada. Lo que sí puede hacerse y debería hacerse es cerrarles a los griegos definitivamente el acceso al BCE: el banco central todavía acepta sus pasivos estatales para las operaciones de refinanciación con los bancos. Hay que proceder de manera inmediata a cerrarles la ventanilla del banco central, no como medida de represalia, sino porque un banco central jamás debería comprar activos basura.

Si amenazan con impagar su deuda, ¿no podemos embargarles?
No, no hay ninguna autoridad internacional autorizada para embargar a un país. Los Estados mantienen la soberanía sobre su territorio y no se les puede intervenir en contra de su voluntad. Por eso, los Estados no quiebran, suspenden pagos o, mejor dicho, repudian la deuda.

¿Por qué se dice que, si suspenden pagos, saldrán del euro?
Porque el Gobierno no querrá asumir las consecuencias de quebrar manteniéndose en el euro. Ahora mismo, Grecia gasta más de lo que ingresa y mantiene sus enormes desembolsos captando capital en el exterior. Sin embargo, el Gobierno no puede financiarse en el mercado: los tipos de interés que ha de pagar para endeudarse superan el 100% a un año. Si hasta ahora ha podido mantener los pagos a proveedores, funcionarios y pensionistas, ha sido gracias al plan de rescate europeo que ahora amenaza con someter a referéndum, es decir, gracias a que Alemania y el resto de países la seguían concediendo crédito a costa de sus contribuyentes. Sin embargo, si Grecia rechaza el plan de rescate y suspende pagos, no podrá captar capital ni del mercado ni de los Estados europeos, por lo que debería acometer recortes y privatizaciones mucho más duros e intensos de los que hasta ahora se le exigían (el Gobierno sólo podría gastar cuanto ingresara internamente). La alternativa irresponsable y sencilla del Ejecutivo será la de salir del euro y ponerse a imprimir los dracmas que necesita para cubrir sus déficits.

¿Solventará el dracma los problemas griegos?
Al contrario. Por un lado, la inflación del dracma supondrá una masiva redistribución de la renta: desde los ciudadanos a los funcionarios griegos. No olvidemos que la inflación equivale a un impuesto a aquellos que ven incrementadas sus rentas más tarde que los precios (y los funcionarios son quienes primero cobran el dinero recién impreso). Por otro, la devaluación del dracma provocará una fuga de capitales que sólo con el tiempo revertirá en forma de afluencia de inversión extranjera para adquirir activos nacionales griegos a precio de saldo (por la devaluación). Pero el caos monetario inflacionista y devaluacionista provocará un desaguisado interno masivo: empresas que eran rentables dejarán de serlo y otras que no lo eran pasarán a serlo, teniéndose que reajustar toda la estructura productiva en unos momentos de elevada conflictividad social.

¿Quiénes serían los principales perjudicados del repudio de su deuda?
Los bancos franceses y alemanes y, sobre todo, el Banco Central Europeo son los principales tenedores de deuda griega: el BCE posee en torno a 50.000 millones como consecuencia de la negligente decisión de Trichet y de Draghi de adquirir deuda basura griega en contra del mucho más sensato criterio del cesado Axel Weber.

Mas, ¿acaso Alemania no se ha lucrado durante años a costa de Grecia?
Se dice que Alemania sufrirá del impago griego pero que, previamente, se había lucrado durante años de manera muy considerable vendiéndoles sus manufacturas a los griegos gracias al crédito barato que les proporcionaban. Sin embargo, el hecho de que Grecia tenga muchas deudas pendientes con Alemania significa, en el fondo, que los teutones todavía no han cobrado los bienes que les vendieron. Por consiguiente, el impago de la deuda les dejará un agujero en sus cuentas: los alemanes habrán estado trabajando y produciendo mercancías para que los griegos se las apropien y no se las paguen.

Entonces, ¿por qué el miedo se ha extendido a España?
España no sale directamente perjudicada por la suspensión de pagos griega, salvo por el dinero que de manera imprudente les hemos prestado a los griegos como parte del plan de rescate europeo. Sin embargo, el repudio heleno sí pone de relieve cuatro cosas: una, que los países del euro también quiebran a pesar de todos los rescates eurocráticos que se aprueben; dos, que las finanzas públicas italianas se parecen de manera inquietante a las griegas y si siguieran la misma senda el país sería irrescatable; tres, que la banca francesa, repleta de bonos griegos e italianos, podría hallarse en una situación delicada. Y la solvencia de Europa depende, ahora mismo, de Alemania y de Francia; y cuatro, que para bien o para mal, la Eurozona se está construyendo de espaldas a una población que, en su mayor parte y debido a su cortoplacismo y escasa amplitud de miras, prefiere la quiebra, la devaluación masiva, la inflación y el aislamiento exterior a los ajustes y las privatizaciones: nada de lo que sentirse orgullosos, pero con esos bueyes hay que arar y es de entender que los inversores internacionales no se sientan demasiado cómodos con unas sociedades tan inmaduras.

Jorge Manrique



COPLAS DE DON JORGE MANRIQUE POR LA MUERTE DE SU PADRE
                    
I
  Recuerde el alma dormida,
avive el seso e despierte
  contemplando
cómo se passa la vida,
cómo se viene la muerte
  tan callando;
  cuán presto se va el plazer,
cómo, después de acordado,
  da dolor;
cómo, a nuestro parescer,
cualquiere tiempo passado
  fue mejor.
                    
II
  Pues si vemos lo presente
cómo en un punto s'es ido
  e acabado,
si juzgamos sabiamente,
daremos lo non venido
  por passado.
  Non se engañe nadi, no,
pensando que ha de durar
  lo que espera
más que duró lo que vio,
pues que todo ha de passar
  por tal manera.
                    
III
  Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
  qu'es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
  e consumir;
  allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
  e más chicos,
allegados, son iguales
los que viven por sus manos
  e los ricos.


Eres libre mariposa.
Elige entre aludir o eludir
lo que significó en tu pasado,
reviviéndolo con lo que evocas,
o enterrando lo no aceptado,
al marcharse en un sueño,
a otro sueño, de tu lado.
Pero no le mantengas
en tu corazón al margen,
ni quieras nadar en contra
de los vientos dominantes.
Vuelve a su historia.
Vuelve a sus bondades
y a su imperfección.
Vuelve, en suma, a él.
No silencies su boca.
Que ese volver
no es inútil nostalgia.
Nada más inexacto.
Es algo más sencillo:
Ese volver es amor.
Para ello no hay que tener
ni ganas ni justificaciones.
Sólo hay que querer
lo que, a otros desconocidos,
se le concede sin duda
por sus sueños fecundadores.
Gana él. Lo perdiste tú.
Ahora para ti empieza
el boceto preparatorio
de ese proceso creativo,
personal e íntimo,
en el que él pervivirá.