Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

13 ene 2012

Miguel Carcaño, “egocéntrico y sin psicopatologías”

El condenado por el crimen de la menor Marta del Castillo, Miguel Carcaño, es un joven de 21 años egocéntrico y sin problemas mentales que ha protagonizado un caso infestado de mentiras en sus múltiples versiones a lo largo de tres años. El estudio psiquiátrico que refleja su personalidad señala: “Una persona egocéntrica, con dificultades para establecer fuertes y estables vínculos afectivos, así como para comprender o ponerse en el papel de los otros (…) Sin psicopatología alguna”.
La educación libertina que recibió Carcaño moldeó a un adolescente con muy pocos límites: “De pequeño, las regañinas me entraban por un oído y me salían por otro”, confesó en una entrevista con los forenses autores de su informe.
“De chico he sido consentido pero de grande (él consideraba que sobre los 15 años), como cualquier otro. Mi madre no era muy rígida sino todo lo contrario, y mi padrastro era algo más serio pero tampoco mucho más”, explicó a los psiquiatras.
El joven acudió a la escuela hasta los 16 años y un año después trabajó en un bingo y en una empresa de limpieza. Carcaño admitió que consumía hachís y alcohol “de vez en cuando”. Su inteligencia se sitúa clínicamente dentro de la normalidad.
“Suficiente para comprender el alcance y consecuencia de todos los actos que realiza”.
La descripción que hace de sí mismo el joven plasma un retrato que le muestra reservado y celoso de su intimidad: “Confiado, extrovertido, amable, gracioso, tal vez un poquito tímido al principio y amigo de mis amigos; me gusta ayudar a los amigos en sus problemas pero mis problemas son míos”.
Uno de sus amigos puntualizaba sobre Miguel: “No era de ir buscando pelea, pero reaccionaba rápido, sin pensar en las consecuencias, no dialogaba”
. El informe interpreta ese rasgo de su personalidad: “No presenta elevados rasgos de agresividad, impulsividad o expresión física o verbal de ira o frustración, con una tendencia a evitar o escapar de estas situaciones”.
Los autores del informe aclaran que “sus actuaciones se encuentran orientadas hacia la consecución de beneficios y recompensas inmediatas, que le pueden llevar en determinadas situaciones, a transgredir normas para obtenerlas”.
Durante un careo en el juicio con su amigo Samuel Benítez le espetó: “Te pido que digas dónde está Marta. Tú estás en libertad y yo en la cárcel. Tu actitud es lo más pasota que se puede ser”.
En la cárcel, Carcaño se intentó ahorcar con una cuerda por el cuello, pero un funcionario y dos presos evitaron que se lesionara. “El intento de suicidio fue real por su cambio de actitud (...) Estaba bastante estable.
Solo hubo una alteración en su estado de ánimo cuando tuvo el intento de suicidio, que coincidió con su cambio de versión en el juzgado”, matizó una psicóloga durante el juicio. En prisión, el joven ha sido un recluso “estable” que mantenía una actitud “calmada y tranquila”.
Tras el crimen, Carcaño solo ha mostrado cierto arrepentimiento en su turno de última palabra el último día del juicio: “Pido perdón a la familia de Marta.
No fue mi intención causarle tanto daño. Si supiera dónde está el cuerpo, lo diría”, dijo ante el tribunal después de 19 sesiones.
El efecto que causaba Carcaño sobre Marta lo explicó con claridad la madre de esta, Eva Casanueva, en el juicio: “Cuando salieron, ella lo pasó mal. Venía triste (…) Estás con un chico que tiene el perfil de un maltratador: primero te puteo y luego te regalo”, le dijo a su hija poco antes de su desaparición.
Estos chicos que eran menores algunos, en el momento drámatico de matar a esa muchacha adolescente, Marta del Castillo, tuvieron y tienen en jaque a todo  el mundo, ¿Donde está el Cadaver? que hicieron con él? unas veces dicen en el rio, luego en un vertedero pero nadie les ha arrancado la verdad.
Han estado jugando con toda autoridad y sentimientos, se muestran enteros para decir mentiras tras mentiras, nadie les da un poco de razocinio para que digan, que cuenten, mattan, son varios con diferentes implicaciones, desde el 1º momento Carcaño dice que fue él, con un cenicero, ¿Que hacia Marta en su casa? el tenia otra  novia, un amigo forma parte de la comitiva de búsqueda y el ha participado en ese asesinato, y dicen que ninguno tiene una patología? es normal matar y luego enredar para que no se encuentre a esa Niña? son normales todos los que presenciaron como la mataba  y como se deshacian de ella? no tienen aspecto de asesinos, los asesinos no tienen ningún aspecto porque en algún momento de su vida su identidad desapareció, no dan pena, dan rabia, mucha impotencia, !Dilo ya! ¿que le hicieron  a esa muchacha cuyo fallo sería enamorarse de su asesino, o no, igual Carcaño dice que la mató pero sin cuerpo....Quién la ocultó, esa ristra de novias de todos ellos que callan, ocultan algo, digo yo, que pinta su hermano mayor limpiando una casa para borrar pruebas? o es que en ese cenicero no hay DNI? el CSI solo funciona en la televisión?.
Pues parece que si, un muchacho frio y sin patologias una chica quizás confiada, quizás enamorada, eso supongo algún  dia se sabrá cuando los únicos que recuerden lo sucedido sean los padres de Marta, como las niñas de Alcacer, ¿Quién mata impunemente?.

¿Por qué el juez no imputa a la infanta?

El juez José Castro, que instruye el caso Urdangarin, la pieza separada número 26 de la investigación abierta por el sobrecoste de más de 60 millones de euros en la construcción del polideportivo Palma Arena, ha imputado al duque de Palma, Iñaki Urdangarin, por apoderarse de fondos públicos y desviarlos a sus empresas privadas. Pero no ha hecho lo mismo con su esposa, la infanta Cristina, que comparte la propiedad de una sociedad, Aizoon, principal beneficiaria de los negocios supuestamente ilegales del yerno del Rey.
En el sumario apenas hay rastro de la infanta Cristina, pese a que era vocal del Instituto Nóos, la entidad sin ánimo de lucro que Iñaki Urdangarin utilizó para lucrarse a costa principalmente del dinero de diversas Administraciones públicas (la Comunidad Valenciana y la de Baleares, principalmente).
La presencia de la infanta Cristina en el Instituto Nóos no era relevante, según los empleados de este organismo que han declarado ante la policía o el juez, pues no participaba directamente en la gestión ni conocía los pormenores de las cuestiones financieras ni tomaba parte de las decisiones estratégicas.
La empresa de los duques de Palma facturó a Nóos 748.000 euros
Uno de los testigos citados por el juez en uno de sus autos sostiene que en el Instituto Nóos había un “círculo cerrado de toma de decisiones” y entre los nombres de las personas que lo formaban no figura el de la infanta Cristina.
Su esposo, el duque de Palma, desviaba una parte importante del dinero público recibido a su empresa Aizoon, cuya propiedad compartía al 50% con la hija del Rey.
Entre 2004 y 2005, Aizoon recibió 748.000 euros del Instituto Nóos por supuestos trabajos de apoyo logístico para eventos pagados por Administraciones públicas.
La fiscalía considera que esos trabajos de apoyo logístico eran irreales pues en la investigación se ha acreditado quiénes eran las personas que hacían esas tareas y no pertenecían a Aizoon.
En el historial financiero de Aizoon, según el informe de la Agencia Tributaria incorporado el sumario del caso, hay constancia de que durante los últimos cinco años Aizoon ha manejado ocho cuentas corrientes distintas de tres bancos y en ninguna de ellas figuraba como autorizada la infanta Cristina.
La fiscalía cree que los trabajos que facturó Aizoon no se hicieron
En todas las cuentas estaba Iñaki Urdangarin en solitario o, en los últimos años, acompañado del apoderado de la empresa e imputado ahora por el juez, Mario Sorribas Fierro.
La infanta Cristina declaró a la Agencia Tributaria la mitad de los beneficios que generaba Aizoon, según las indicaciones que le dieron los asesores jurídicos y fiscales de Iñaki Urdangarin.
Un correo electrónico y una nota manuscrita así lo acredita, según figura en el sumario.
Pero el juez que instruye el caso y los fiscales que lo investigan no consideran, al menos de momento, que haya indicios de la participación de la infanta Cristina en los negocios irregulares de su marido, aunque de todos los documentos requisados se deduce que la hija del Rey se benefició de las actuaciones ilegales de la trama.
La investigación judicial pretende determinar si en las prácticas empresariales de Iñaki Urdangarin se produjo falsedad, malversación de caudales públicos y fraude a la Administración.

El señor y la señora España

Durante el derrumbe de la mina chilena de San José, antes de que las labores de rescate dieran sus frutos, varios de los trabajadores atrapados ya habían firmado contratos de exclusividad con las televisiones para grabar su odisea. El presunto asesino de Marta del Castillo ha recibido en la cárcel cartas de amor de diversas adolescentes seducidas por su figura.
Una mujer denunció al rey Baltasar de una cabalgata porque al parecer lanzaba los caramelos con demasiada fuerza y uno de ellos le causó una lesión en el ojo.
Nos vamos a pique y además nos lo merecemos. Y aunque las acusaciones siempre recaigan sobre políticos, jueces, periodistas y demás instituciones más o menos públicas, la culpa también es nuestra, de la masa, incapaz de mantener eso tan ilusorio llamado dignidad.

LA CHISPA DE LA VIDA

Dirección: Alex de la Iglesia. Intérpretes: José Mota, Salma Hayek, Fernando Tejero, Juan Luis Galiardo. Género: comedia. España, 2011. Duración: 98 minutos.


De situaciones con semejante nivel de idiotez nos habla la irregular pero interesante La chispa de la vida, nueva película de Alex de la Iglesia, esta vez de encargo, con guion del estadounidense Randy Feldman, a través de un personaje a la deriva y de una situación estrambótica, de esas que obligan a la masa a posar su mirada en ella
. Una película que nos retrata como país acuciado por la crisis, económica y seguramente de valores, como también nos retrató en su día Todos a la cárcel, aquella obra de Berlanga con la que La chispa de la vida tiene variadas concomitancias.
De la Iglesia ha invocado estos días los referentes de dos míticas producciones televisivas españolas, La cabina, de Antonio Mercero, y El asfalto, de Ibáñez Serrador, y no seremos nosotros los que llevemos la contraria al propio director
. Pero aquellas, por mucho que se parezcan en la situación de partida, eran obras mucho más conceptuales que La chispa de la vida, seguramente más cercana a El gran carnaval, de Billy Wilder, y a Network, de Sidney Lumet, dos películas que, en su día, fueron acusadas desde diversos sectores de exageradas, despiadadas y enfermizas (la primera, de hecho, fue un fracaso), seguramente porque eran obras que se adelantaron a su tiempo, clarividentes ejercicios de análisis social.
Pocos se atreverán, sin embargo, a acusar a la película de De la Iglesia de exagerada. Y he ahí, a pesar de las muchas virtudes de la historia, uno de los problemas de La chispa de la vida, que va a rebufo de la realidad en lugar de adelantarse a ella.
Ahora bien, cuando no se fuerza la comedia negra, ya presente en la mayoría de las situaciones, a través de actuaciones pasadas de rosca o chistes poco sutiles, la película encuentra sus mejores momentos, apoyada sobre todo en otro grupo de intérpretes que sí ha encontrado el tono perfecto, entre el patetismo y la socarronería
. El primero, José Mota, un cómico, un actor, un descubrimiento.
Wilder, en boca del periodista sin escrúpulos Kirk Douglas, bautizó a la masa que se alimentaba de la carroña a través de los medios de comunicación como "el señor y la señora América". ¿Existen también el señor y la señora España? Pueden ustedes apostar a que sí.

Quiero por Jose Carlos Cataño

Foto © José Carlos Cataño

Me acerco a tu rostro. Pero también me gusta alejarme. Quiero ver el halo que se abre cuando retiro los ojos. Quiero ese silencio entre el deseo y el ansia. 
Quiero, a lo mejor, los sentidos fuera. O ser ya la dicha del declive, la luz que entre el día y la noche vibra como el último temblor, el oro que añora cuanto llegó a iluminar; esa luz que duda y, cuando se decide, nada hay que le ofrezca amparo. 
Quiero, quizás, imitar la marea, que desciende sin saber de las olas que vendrán a sucederle. Tal vez todo sea cuestión de estrella y parpadeo. Como decir: de ti y de mí, tanta sangre en silencio, en silencio y encendida.