Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

6 ene 2012

Los ladrones devuelven un 'magritte' robado hace dos años por no poder venderloUn cuadro del pintor surrealista belga René Magritte (1898-1967) robado hace dos años por dos hombres en un museo de Bruselas ha sido devuelto, aparentemente porque los ladrones no han podido venderlo, informa hoy la prensa belga. La obra, titulada L'Olympia y valorada entre tres y cuatro millones de euros, desapareció de una pinacoteca de Jette (distrito al noroeste de Bruselas ) que acoge la antigua casa del matrimonio Magritte. La pintura es un desnudo de Georgette Magritte, la esposa del artista, sobre un fondo de un paisaje junto al mar. Las cartas privadas de Magritte desvelan su faceta más comercial El absurdo cotidiano de Magritte toma Bruselas Hace un siglo de Magritte René François-Ghislain Magritte René Magritte A FONDO Nacimiento: 21-11-1898 Lugar: Lessines, Hainaut La noticia en otros webs webs en español en otros idiomas El experto en arte Janpiet Callens, con el que contactaron hace dos semanas los supuestos ladrones para entregarle el cuadro, lo ha entregado las autoridades. Callens ha explicado que los cacos no consiguieron colocar L'Olympia en el mercado negro, según los medios belgas. Cuando los ladrones cometieron su fechoría, el 24 de septiembre de 2009, se llevaron el cuadro a cara descubierta del pequeño museo en Jette. Magritte, uno de los pintores que más ha influido en los artistas de la segunda mitad del siglo XX, nació en Lessines, quedó huérfano en 1912 -su madre se tiró a un río y su recuerdo le persiguió en muchas de sus telas a través de cuerpos humanos cubiertos por una sábana- y vivió toda su vida en Bélgica excepto entre 1927-29, cuando se instaló con Georgette en París. Dejó París por la crisis de 1929, que hundió el mercado del arte y por sus enfrentamientos con André Breton, el padre del surrealismo.

Un cuadro del pintor surrealista belga René Magritte (1898-1967) robado hace dos años por dos hombres en un museo de Bruselas ha sido devuelto, aparentemente porque los ladrones no han podido venderlo, informa hoy la prensa belga. La obra, titulada L'Olympia y valorada entre tres y cuatro millones de euros, desapareció de una pinacoteca de Jette (distrito al noroeste de Bruselas ) que acoge la antigua casa del matrimonio Magritte. La pintura es un desnudo de Georgette Magritte, la esposa del artista, sobre un fondo de un paisaje junto al mar.
El experto en arte Janpiet Callens, con el que contactaron hace dos semanas los supuestos ladrones para entregarle el cuadro, lo ha entregado las autoridades.
Callens ha explicado que los cacos no consiguieron colocar L'Olympia en el mercado negro, según los medios belgas. Cuando los ladrones cometieron su fechoría, el 24 de septiembre de 2009, se llevaron el cuadro a cara descubierta del pequeño museo en Jette.
Magritte, uno de los pintores que más ha influido en los artistas de la segunda mitad del siglo XX, nació en Lessines, quedó huérfano en 1912 -su madre se tiró a un río y su recuerdo le persiguió en muchas de sus telas a través de cuerpos humanos cubiertos por una sábana- y vivió toda su vida en Bélgica excepto entre 1927-29, cuando se instaló con Georgette en París.
Dejó París por la crisis de 1929, que hundió el mercado del arte y por sus enfrentamientos con André Breton, el padre del surrealismo.

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Chile, blanquear la dictadura

Chile, blanquear la dictadura

Chile fue un disparo en el corazón del mundo, una herida mortal a la sensibilidad democrática, una reiteración alevosa de lo que había pasado en otros lugares; fue, para los españoles que no lo habían vivido, una representación feroz, presente, de un pasado que aquí no se había cerrado todavía, y sigue abierto.
El golpe militar de Pinochet, organizado con el apoyo tácito de Estados Unidos en un tiempo en que la gran potencia debilitaba de manera obscena a los que vivían en su patio trasero, acabó con el Gobierno de Allende y se llevó por delante a miles de personas, políticos o no, que la metralleta y la tortura hallaron a su paso. Como lo habíamos vivido (como nos lo contaron a los que no lo habíamos vivido), sabíamos a qué sonaban esos sables, como vocablos mortales lanzados sobre las cabezas de los disidentes. Hubo tortura, masacres, detenciones ilegales, persecuciones masivas de progresistas o de ciudadanos que, simplemente, estaban en contra de que se usurpara así el poder.
Pasó el tiempo, a Pinochet lo debilitaron la paciencia audaz de los demócratas y la presión internacional. Y fue en el extranjero donde finalmente el juez Baltasar Garzón ayudó a desnudarlo de los abundantes ropajes de su hipocresía. Ahora Chile es otro país, naturalmente, otra vez un país democrático en el que relucen, entre otros valores, algunos de los valores que ayudó a alimentar su historia: el respeto por la cultura y, cómo no, por la historia. Hasta que ha venido un ministro de Sebastián Piñera a interrumpir el sendero de respeto al pasado, a los perseguidos en ese pasado, y ha querido convertir la dictadura en un rasguño militar, en un régimen militar tan solo, como si hubiera sido el suspiro de un pie de página la dictadura sanguinaria de Augusto Pinochet.
Es un insulto a la historia, pero como la historia está llena, naturalmente, de seres humanos, es un insulto a la humanidad. Hay una famosa secuencia en la que un ministro de Educación que luego sería presidente de Chile, Ricardo Lagos, señala con el dedo a Pinochet, en un programa de televisión, para que responda ante la ciudadanía de los manejos que estaba estableciendo para quedarse para siempre con el poder. Ese episodio, de una enorme valentía, pues en ese momento el dictador militar estaba en la poltrona del poder que arrancó por la fuerza, se conoce en Chile, y en el mundo, como El dedo de Lagos.
A veces lo veo en Youtube, para confirmar con mis propios ojos el tamaño de la esperanza que tuvieron los chilenos, aun bajo aquel yugo, para oponerse y para exigir, en nombre de las virtudes de la democracia, que se apeara del desfiladero desde el que seguía observando a Chile como si fuera su finca. Ojalá ahora esa iniciativa que trata de blanquear la dictadura caiga bajo el dedo de los que, como Lagos, lucharon por un país que no quería ser dormido con mentiras.