Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

1 ene 2012

TRIBUNA: SANTOS JULIÀ Políticos y profesionales

Los llaman tecnócratas, pero son en realidad profesionales cualificados, gentes que han desempeñado altos cargos en entidades financieras públicas o privadas y que, ante la magnitud de la crisis, han sido llamados a ocupar posiciones de poder político en sus respectivos Estados, alcanzando en Grecia y en Italia la presidencia del Gobierno y aquí, en España, el ministerio de Economía.
El veredicto ha sido contundente: dando la espalda a la voluntad de los ciudadanos, la tecnocracia ha sustituido a la política, o, por decirlo como nuestro tecnócrata por antonomasia, Laureano López Rodó, los profesionales de la política sustituidos por la política de los profesionales: una prueba más de la herencia franquista que contaminará hasta el fin de los tiempos a esta democracia deficitari6.

Renunciaron a lo que les es propio dejándose embaucar por la lógica de los mercados
¿De verdad han ocurrido así las cosas? ¿De verdad que por haber llamado a expertos en finanzas hemos caído en un estado de excepción económica?
Curiosamente, en España, la impresión, antes de la crisis, era más bien la contraria: que la política, o los políticos habían colonizado espacios de la sociedad civil y de la Administración civil del Estado que no les correspondían; y que desde el control de esos espacios habían politizado instituciones clave del Estado de derecho como el Tribunal Constitucional y el Consejo General del Poder Judicial, o medios de comunicación como las televisiones autonómicas, o servicios públicos, como hospitales y escuelas, por no hablar de teatros, auditorios, museos nacionales y otras sinecuras y bagatelas de nuestro peculiar spoil system.
También las finanzas.
Es pronto para olvidar que la mitad del sistema financiero español lo constituían, hasta la crisis, las Cajas de Ahorros y que sus Consejos de Administración estaban fuertemente condicionados por los políticos.
Las Cajas servían a las políticas de los Gobiernos de sus respectivas Comunidades Autónomas, sin sentirse atadas por consideraciones técnicas en cuestiones como préstamos a particulares o a partidos.
De hecho, los poderes locales y regionales consolidados en los últimos 30 años han crecido a la sombra de las Cajas, siempre dispuestas a echar el resto en envites faraónicos, desde aeropuertos a grandes urbanizaciones, por no hablar de la corrupción subyacente, que encontraba en la composición de sus Consejos de Administración su mejor caldo de cultivo. Sin la política crediticia incentivada por los políticos, la burbuja inmobiliaria no habría alcanzado ni la mitad de su insoportable volumen y quizá no lamentaríamos hoy la vandálica destrucción del litoral mediterráneo.
De manera que sería menester un poco de tranquilidad respecto a los estados de excepción de los que, al parecer, estos profesionales son los heraldos. La relación mercado / Estado es tan vieja como el Estado mismo que, desde su origen, ha alimentado sentimientos de amor y odio hacia los banqueros. Cuenta Carlo Cipolla que Felipe II se subía por las paredes cuando recibía, de los banqueros genoveses, los balances de sus deudas, en ocasiones más del 50% del importe del préstamo, concedido al 15% de interés. No le entraba en la cabeza a don Felipe "esto de los cambios e intereses", pero los banqueros eran intratables: o pagaba el interés más el riesgo añadido, o cortaban el chorro de oro. Al fin, el monarca, tras esquilmar a sus súbditos, se declaraba en bancarrota, forma habitual de renegociar su deuda.
Mucho han cambiado el Estado y la banca desde aquellos tiempos, pero algo continúa hoy como ayer: finanzas, mercados, o sea, capitalismo, más globalización, están aquí para quedarse. La cuestión no consiste en que profesionales de las finanzas ocupen posiciones reservadas a los políticos, sino en que los políticos se conduzcan, cuando de ingresos y gastos públicos se trata, como auténticos profesionales. Cuando el déficit crece, como en España, de un 34% a un 66% del PIB en tres años, lo que hay que cambiar es de política; y cuando los políticos asisten impávidos a un desbocado endeudamiento privado o lo fomentan con incentivos fiscales hasta magnitudes que superan cinco veces el PIB, lo urgente no es prescindir de los banqueros que aprovechan la ocasión para enriquecerse; lo urgente es cambiar de política, justamente para impedir que los banqueros se forren repartiendo créditos que expolian a sus desprevenidos clientes de sus ahorros y sus viviendas.
En esta crisis de nunca acabar han sido tan determinantes las políticas gubernativas y las instituciones reguladoras como las familias, las empresas y las entidades financieras del sector privado. Por eso, es inútil reclamar más política, menos mercado.
En los sistemas capitalistas, las crisis financieras siempre tienen raíces políticas; no por nada, la tríada que va de Marx a Mao pasando por Lenin daba por seguro que el derrumbe del capital arrastraría el fin del Estado. Pero como el futuro, tras ese doble derrumbe, es el presente visible en las exequias del déspota coreano, será mejor aplicar las energías a la reparación del sistema; y para eso no sobrará la contribución de profesionales, a condición, claro está, de que los políticos no renuncien a lo que le es propio dejándose embaucar por la lógica de los mercados, como ha ocurrido con nuestros socialdemócratas mientras se bañaban en las plácidas aguas del republicanismo cívico.
Santos Juliá es historiador.

''LOUIS ARMSTRONG'''' - WHAT A WONDERFUL WORLD

Las bestias negras de Facebook

Las bestias negras de Facebook

Qué son 200 millones? Nada, comparado con el honor. Eso es lo que los gemelos Cameron y Tyler Winklevoss quieren que usted crea. Desde 2004 han perseguido a Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, en los tribunales.
Primero, para pedirle una compensación, acusándole de robar la idea sobre la que creó la mayor red social de Internet. Luego, porque no estaban contentos con los términos de la indemnización extrajudicial que recibieron de Zuckerberg.
La justicia de Estados Unidos ha intentado detener el frenesí de demandas de los apuestos gemelos.
Ellos, sin embargo, no van a parar.
A cualquier ocasión, le recuerdan a quien quiera escucharles: Facebook puede tener muchos usuarios, pero nació sin ningún honor.


Los Winklevoss, de 30 años, son arquetipos de lo que en Norteamérica se conoce como la élite WASP (siglas de white anglo-saxon protestant, o lo que es lo mismo: blancos, anglosajones y protestantes).
No hay nada en su biografía que salga del manual del perfecto WASP: nacidos en Southampton, Nueva York; perfectos al piano desde niños; apasionados del remo; atletas olímpicos; formados en la Universidad de Harvard; miembros de los selectos clubes Hasty Puding y Porcellian, tan rancios como su nombre sugiere.
Ni siquiera su fisionomía traiciona su waspismo: de perfectas quijadas cuadradas, engominadas cabelleras y turgentes músculos, altos como estatuas griegas.
Su atuendo: siempre perfecto.
Perfecto en clase, perfecto fuera de ella. Solo se desprenden de la americana y la corbata cuando están remando.
Y aun en esa instancia, su uniforme deportivo sigue siendo impecable
. No dejan a nadie indiferente. Se les ama o se les odia. Por lo que publican los medios de EE UU, más bien lo segundo
. Esto dijo de los gemelos en verano Larry Summers, que fue presidente de Harvard cuando ellos estudiaban allí: "Si un estudiante de licenciatura viene a verte con corbata y americana un jueves a las tres de la tarde, hay dos posibilidades. Una es que esté buscando trabajo y tenga una entrevista. La otra es que se trate de un capullo (asshole). En este caso se trataba de la segunda opción".
Las rencillas nacen de un encuentro de ambos con el rector, en 2004, en el que este rechazó amonestar a Zuckerberg por las acusaciones de haber robado la idea de Facebook. Después de que Summers les llamara capullos, los Winklevoss emitieron un comunicado en el que le criticaban por sus malos modos, su falta de tacto y carencias éticas. ¿Qué importa que Summers sea uno de los economistas más respetados de EE UU, asesor del mismísimo presidente Barack Obama? Da lo mismo. Al fin y al cabo, Zuckerberg es uno de los multimillonarios más jóvenes del planeta y también mancilló el honor de los Winklevoss. En el mundo de los gemelos el dinero no compra la dignidad.
"Qué ironía que nuestro atuendo, aquel día, obedeciera al respeto que le debíamos al mismo presidente", escribieron los gemelos en una reciente carta dirigida a la administración de Harvard. "Los modales [de Summers] estuvieron en consonancia con su reputación de carecer de tacto. No creemos que fuera un fallo suyo no chocarnos la mano cuando entramos en su oficina (porque hacerlo hubiera implicado bajar los pies de la mesa y haberse levantado de su silla), ni que nos alarmara su tono. Es que despreció nuestras quejas por un asunto que ponía sinceramente en duda normas éticas muy sólidas, como son las recogidas en el Código de Honor de Harvard".
El honor, esa virtud para los Winklevoss casi extinta. La historia es sabida, popularizada por la película La red social: junto con su compañero Divya Narendra, los Winklevoss crearon un listado de alumnos en Internet para Harvard; llegaron a un acuerdo verbal con otro alumno, Zuckerberg, para que se encargara de la programación; este, a escondidas, creó Facebook, que era un proyecto sospechosamente similar; ellos le demandaron; finalmente llegaron a un acuerdo extrajudicial por el que recibieron 65 millones de dólares, 45 de ellos en acciones. Hoy, el valor de esa indemnización se estima en 200 millones, dado el éxito de Facebook. Luego volvieron a llevar a Zuckerberg a los tribunales acusándole de haberles mentido sobre el valor real de las acciones. Pedían 650 millones. Perdieron el caso en abril de 2011.
Entonces, el juez Alex Kozinski les espetó: "En algún momento, las demandas tienen que parar". No conoce ese juez a los Winklevoss y su sentido del honor. Habrán agotado la vía judicial, pero siempre les queda la vía del bochorno público. Ellos quieren que Zuckerberg, el joven judío de clase media de Nueva York, al fin y al cabo un don nadie antes de crear la mayor red social del mundo, pague con la humillación pública. Después de todo, Zuckerberg se burló de ellos. Según un mensaje privado filtrado por la revista Business insider, este le dijo a un amigo lo que les iba a hacer a los Winklevoss: "Les voy a joder, probablemente en la oreja".
Y luego está el perfil que, según los gemelos, Zuckerberg creó al hackear la red social que ellos crearon posteriormente, ConnectU.
Es una falsa página personal de Cameron. En ella se detallan varios detalles. Idioma: "WASP-y". Raza: "Mejor que la tuya". Color de pelo: "Rubio ario". Allí estaba, el empollón informático, feúcho y retraído, burlándose impunemente de los dos hermanos a los que todos, incluido él, debían adorar.
Así había sido siempre en la tradición escolar estadounidense: los apuestos atletas causan admiración, los empollones pasan desapercibidos.
¿No conocía Zuckerberg las normas? Queda claro que no. Al pagarles la indemnización admitió, implícitamente, su culpa. Y pasó página.
¿Qué le importaba a él aquel vetusto sentido del honor? ¡Si ni siquiera había acabado sus estudios de Harvard! Sin Harvard y sin honor, ahí está Zuckerberg, sentado sobre una fortuna de 17.500 millones.
De los que, no hay que olvidarlo, los Winklevoss solo quieren 650.
Al final parece, que además de honor, también anhelan otras cosas.

 

Las mejores 10 películas de 2011 (y 2)

) Melancolía
Si Melancolía le gustó hasta a Boyero, es que Lars von Trier ha dado en la diana. Los ejercicios de estilo que introdujo en Anticristo (el resto de aquel trabajo no estaba a la altura) funcionan a la perfección en una drama familiar con aromas a Celebración, de Thomas Vinterberg, pero que está marcado por el Apocalipsis: un planeta va a estrellarse contra la Tierra. Kirsten Dunst saca brillo a un papel escrito para Penélope Cruz en una película que acaba al contrario que los blockbusters hollywoodienses de catástrofes: con una ración extra de muerte y destrucción.

1) El árbol de la vida
La otra obra maestra del año, que obtuvo la Palma de Oro en Cannes. Lo siento por Sean Penn, que se queja del recorte que sufrió su personaje en la mesa de montaje: el maestro Terrence Malick sabe de ritmo., e incentiva la parte con Brad Pitt. La película más esperada del último lustro del director más esquivo de la actualidad (aunque ahora empieza a rodar con profusión) se ve con la boca abierta, admirado ante la experiencia sensorial que propone e impone el cineasta estadounidense. Nunca la infancia fue retratada en toda su intimidad y emoción. Va más allá del cine. Para la Historia.

5) The artist
De acuerdo. No cuenta nada nuevo; cualquiera que vea películas de los años veinte descubrirá todas sus referencias... pero, ¿y qué? Pocos filmes emanan tanto amor por el cine como The artist. Pocos largometrajes hacen justicia a la palabra magia.
El mejor ejemplo de porqué seguimos viendo cine: para disfrutar. En el paladar del buen cinéfago brincarán las sensaciones y la vuelta a las esencias como le pasaba al crítico gastronómico que saboreaba el plato cocinado por aquel chef especial en Ratatouille.
  No habrá paz para los malvados
Enrique Urbizu en Hollywood estaría rodando todos los años joyas estilo Drive. Pero en España filma poco: un lujo para una industria tan exangüe como la española. Que haya incluido más de un cuarto de hora sin palabras en una persecución en la que el espectador se convierte en el Santos Trinidad del título, que exprima y saque todo ese jugo interpretativo a José Coronado, que sea capaz de jugar con el 11-M sin caer ni en el morbo ni avasallar el recuerdo de las víctimas... En definitiva, que haya hecho un thriller canónico y a la vez repleto de matices renovadores habla a las claras de su talento.

Pon las que tu creas que deben estar aqui, como la Fuente de Las Mujeres , por ejemplo.