Soy parte interesada, lo sé, pero en estas fechas, cuando uno de los regalos más frecuentes es un libro, entiendo que la gente se vaya a las pilas de Ruiz Zafón, Vázquez Figueroa, Pérez-Reverte o los premios Planeta, los grandes bet-sellers y, por supuesto, los clásicos.
Es una manera de asegurarse de que se va sobre lo seguro, y con los clásicos es verdad, no tanto con los libros vendidos por kilos, pues el éxito no asegura la calidad. Creo que siempre habrá un hueco para los libros de autores canarios, que los hay muy interesantes y en todas las vertientes de la literatura. Alexis Ravelo hace lo mismo en su blog (le copio la foto), y yo me sumo a su proclama, porque para tener una mente abierta hay que conocer lo que fuera y lo de aquí. La literatura es la que va levantando acta de la idiosincrasia de los pueblos, y por eso no podemos obviar lo que se escribe en Canarias, donde, por supuesto, hay bueno, malo y mediopensionista, como ocurre con todo.
He tenido en mis manos libros de gran éxito de critica, premiados en el extranjero y leídos a mansalva, y luego sucede que en realidad son flojitos pero con un gran soporte publicitario. Hay otros que sí, que responden a las expectativas.
Y esa es otra, cuando se regala un libro hay que pensar en quien va a leerlo, porque puede ser muy bueno pero si el lector no es aficionado a ese género o si trata un tema que viene mal traído por su historia personal, hemos patinado. En realidad, no es tan sencillo elegir qué libro regalar. Los autores lo tenemos más fácil, porque obsequiamos un ejemplar de nuestra última criatura y ya está. Aunque, la verdad, no suelo regalar libros míos
. El caso es que es importante no olvidarse de los libros de autores canarios, que en las grandes superficies están casi siempre junto a los de cocina y bricolage, pero aun así los hay muy buenos.