Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

18 dic 2011

Una Mariposa y yo

Es mi historia y la de la mariposa
con qué me encontré,
mi amiga, mi compañera en un viaje
que iniciamos por separado
y que todavía no ha terminado,
porque estamos condenados
en él a buscar y, por ello, no sabemos
si alguna vez tendrá como fin
el poder observarnos, sentados,
con miradas acariciadoras
aguardando ver las estrellas
partir con la primera luz del alba.

Llévame que no quiero estar solo

tumbado junto a este dolor.

Llévame que quiero tener mis ojos

abiertos al placer de tus alboradas,
mejor que mantenerlos cerrados
soñando a ser insensible,

Llévame al fin de tus ojos,

lirios azules de invierno,
y al comienzo de tus labios,
amapolas rojas de estío,
para poder morir de tarde
cuando asoma la luna,
y el sol dora tu piel
como la de las manzanas maduras.

!!Qué te pasó Urdagarín?

"El patrocinio debe considerarse como una actividad estratégica de la empresa, cuya longevidad debe ser la suficiente como para poder consolidarse sus efectos positivos". Iñaki Urdangarin y su socio Diego Torres, a través del Instituto Nóos y su Fundación Deporte, Cultura e Integración Social, publicitaron así la idea motora de su factoría de captación de mecenazgos fijos, con el fin de lograr una cartera de clientela asociada permanente.
El instituto logró en siete años más de cien aportaciones privadas
En uno de sus foros se invitó a las compañías a participar en una operación de patrocinio colectivo solidario "aportando 25.000 euros anuales" cada una, renovable año a año, que les convertía en "propietarias" de uno de los "valores" difundidos y les daba derecho a recibir "formación en la empresa". Nóos fichó marcas multinacionales y regionales, a veces de la mano de las autoridades que les contrataban.
Una firma de Mallorca pagó 110.000 euros a Torres por unas "jornadas estratégicas" con sus directivos.
Los investigadores concluyen estos días la recogida de datos de la Operación Babel en el caso Palma Arena, que alude a los negocios de Nóos con las Administraciones de Baleares y Valencia.
Se han practicado decenas de interrogatorios de testigos en Barcelona, Valencia y Palma. Hacienda aportará otro informe al juez José Castro que rastreará los movimientos de más cuentas corrientes de la trama. Después se levantará el secreto y serán imputados el expresidente Jaume Matas y el duque de Palma.
La fuga de cerca de 500.000 euros en fondos de Torres y Urdangarin a una empresa pantalla en Londres está acreditada en la causa. Su entidad altruista Fundación Deporte, Cultura e Integración Social fue la compradora de la firma de ocultación fiscal De Goes for Stakeholder.
Nóos y sus terminales lograron en siete años más de cien aportaciones privadas. Obtuvieron nueve millones, más otros siete de pagos públicos. Ninguna de las empresas que contrató al holding Urdangarin-Nóos presentó denuncia judicial.
Un empresario de Valencia que abonó más de medio millón declaró: "He hecho un negocio horroroso", pero reconoció que le ofrecieron patrocinio para el nombre de un estadio.
En los documentos de Nóos hay un argumento recurrente: continuidad de eventos, renovar contratos, fijar un nexo a través de "observatorios permanentes" y "oficinas del proyecto".
Por operaciones no ejecutadas con esos conceptos se cuestionan pagos por más de 700.000 euros en los Foros de Baleares de 2005 y 2006.
El Instituto Nóos de Estudios Estratégicos de Patrocinio y Mecenazgo se definió como un think tank, un grupo de pensadores, "expertos internacionales en estrategias de patrocinio y rentabilización del hecho deportivo y organización de grandes eventos".
En el foro Summit de Valencia, entre 2004 y 2006 -también bajo la lupa judicial-, Urdangarin defendió los patrocinios continuados por el "retorno en ventas o ingresos".
El duque razonó que "las empresas estarían dispuestas a seguir realizándolos [los patrocinios] en tanto que éstos les reportaran un beneficio" por "reputación, imagen o ingresos".

La zarzamora - Lola Flores

Sin palabras Crítica del artist de Carlos Boyero

Boyero: "Hacía tiempo que no lo pasaba tan bien en el cine como con 'The artist"

 

Productores, jefes de marketing y espíritus creativos desgastan sus neuronas intentando averiguar cómo se puede mantener la clientela de las salas oscuras. Hacen remakes de películas que convenía dejarlas como estaban, utilizan el 3D hasta en la sopa, rutinariamente, con la avidez de vender entradas más caras a cambio de ofrecer el más difícil todavía, le ofrecen protagonismo exclusivo a los efectos especiales, creen que algo debe cambiar pero no tienen muy claro qué.
Jean Dujardin
Ampliar
Jean Dujardin, el protagonista de The artist, en un fotograma de la película.-

THE ARTIST

Dirección: Michel Hazanavicius.
Intérpretes: Jean Dujardin, Bérénice Bejo, John Goodman.
Género: comedia. Francia, 2011. Duración: 100 minutos.


Todo fluye con inteligencia, gracia y sentimiento en 'The artist'; una joya
Pero, como en los cuentos de hadas, érase una vez en la que un productor llamado Thomas Langmann financió un proyecto con apariencia suicida, una película muda y en blanco y negro.
Ocurrió al final de la primera década del tercer milenio, cuando ninguna televisión exhibía cine en blanco y negro en la certidumbre de que no las vería ni Dios, cuando casi todos los niños ignoraban que habían existido dos maravillosos hacedores de risa e incluso de lágrimas (lo segundo solo en el caso de Chaplin, la poética de Keaton no se permitía el sentimentalismo), cuando los agoreros o el realismo aseguraban que iban a desaparecer cosas, rituales y costumbres que habían donado entretenimiento, alegría, emoción, consuelo y felicidad a la gente de cualquier parte.
Se titulaba The artist y la parió Michel Hazanavicius, un soñador dotado de fe inquebrantable en su criatura
. Y cuentan las crónicas que esa película presuntamente descabellada enamoró a un público numeroso, le concedieron oscars y multitud de premios e incluso esos seres tan raros cuyo exótico trabajo consistía en hacer críticas de cine le concedieron su solemne bendición. Y si todas esas apetecibles y lógicas cosas no hubieran ocurrido con The artist, daría igual. Nadie podría despojarla de su condición natural de joyita, o de joya a secas.
La historia que narra esta admirable película se ha contado muchas veces (no solo los cinéfilos recuerdan lo que ocurría entre James Mason y Judy Garland en Ha nacido una estrella, también está el recuerdo agradecido del gran público), pero el talento de Hazanavicius logra que suene a algo nuevo, o que no te importe que te la vuelvan a contar.
Sigue las reglas clásicas que marcaron una época en la que el cine no había perdido la inocencia, incluida la milagrosa salvación en el último momento. Algunos listorros deducirán que se sabían esta película de principio a fin y que dado el infinito valor del tiempo no tiene sentido desperdiciarlo. Allá ellos.
Sin el menor rasgo de impostura, sin juguetear frívolamente con la nostalgia, sin estomagantes moderneces, Hazanavicius construye una tragedia que comenzó con risas.
Habla de un rey del cine mudo, vitalista, generoso, elegante, seductor sin esfuerzo, con la seguridad tranquila del que ha vivido largamente los días de vino y rosas, que no ha previsto el ocaso, lo inadecuado de su personalidad para seguir triunfando cuando el cine empieza a hablar, cuando lo que antes era esplendoroso ahora resulta anacrónico o ridículo.
Este hombre acorralado, que como aquel personaje de Fitzgerald ya puede hablar con la autoridad que le otorga el fracaso, que cree haberlo perdido todo, que intenta mantener la dignidad en medio de alcohol amargo y la ruina, aún dispondrá de la última oportunidad, otorgada por una triunfadora enamorada, por alguien con memoria y corazón que se ha adaptado brillantemente a los códigos del nuevo mundo.
Todo fluye con inteligencia, gracia y sentimiento en The artist. Incluida una secuencia tremenda e inolvidable en la que el protagonista empieza a ser consciente de los sonidos de la realidad y de cómo afectarán al cine. Dispone del espléndido actor Jean Dujardin y de la seductora y radiante actriz Bérénice Bejo, acompañados de secundarios magistrales como John Goodman y James Cromwell.
Y todos los espectadores con cerebro y corazón en un determinado momento nos ponemos a bailar claqué aunque no sepamos. Y aplaudimos. Y salimos del cine con una sonrisa duradera y el alma gozosa.
Algo me está pasando, coincido con Boyero, no dejen de verla.