Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

18 nov 2011

Un Hombre del Hierro*


zaurelio-ayala1.JPGHoy toca hablar de un hombre... de dos... de la isla de El Hierro. Aurelio Ayala Fontes es un gran tipo, pero un tipo peculiar. 

Aunque es el único hijo de sus padres que nació fuera de la isla herreña, pasó allí sus primeros años y ya dijo el clásico que la patria de todo hombre es la niñez (yo añadiría que también la primera juventud). Luego ha saltado a otras islas, pero siempre enarbolando la bandera de la Isla del Meridiano. Es un hombre que contiene mil historias, adornadas por su inseparable bufanda roja, que camina cansino pero que siempre va a gran velocidad, que te recibe con un gesto hosco y te desarma cuando esboza una sonrisa, que es casi siempre. Tiene una voz fuerte, ahora valdría decir que volcánica, pero lo del volcán es algo tan doloroso para los herreños que no es momento de usarlo como metáfora. Lleva la historia de su isla en la cabeza, pero no una historia cualquiera, sino la de los hombres y las mujeres que día a día, década a década, construyen la convivencia en un lugar maravilloso pero muy duro.
zaurelio-ayala.JPGEl Hierro ha sido una isla bendecida y maldecida por la Naturaleza; un día le da el Garoé para apagar su sed y otro le envía un huracán y se lo arrebata; durante una época la colma de bonanzas submarinas y de pronto las arrasa con lava ardiente. Y eso lo palpa Aurelio Ayala en cada uno de los habitantes de la isla y en su memoria. El año pasado nos contaba El Hierro a través de la figura ya legendaria de Domingo Machina; ahora nos lo cuenta en un médico, Juan Ramón Padrón Pérez, con lo que eso ha significado en la vida de una isla a veces alejada de los grandes circuitos. Ese libro se llama Un hombre, un médico, una isla. No son tres conceptos distintos, es un sentimiento insular que define a la vieja isla bimbache, que está hecha de hombres especiales como Machina o Padrón Pérez, y de mujeres como Valentina. Si durante mucho tiempos supimos del devenir herreño en la voz y la pluma de José Padrón Machín, que levantó acta del primer avión de pasajeros que aterrizó en el aeropuerto, de la ampliación del puerto de La Estaca, de las fiestas de la Bajada, de una carretera que llegaba al Tamaduste o a Guarazoca, es ahora Aurelio Ayala quien pasa lista en la memoria de la isla y completa el retrato con los perfiles de la gente imprescindible.
Es una forma de cerrar el círculo, que sigue abierto porque estoy convencido de que quedan muchas personas que conforman la isla herreña en la memoria de Aurelio Ayala.
***

Publicado en Bardinia por Emilio gonzález  Déniz

17 nov 2011

'Melancolía', máxima favorita a los premios del cine europeo

Los académicos europeos han sabido separar el arte -una película- de los desvaríos de su autor -Lars von Trier- y esta mañana en Sevilla en el anuncio de las candidaturas de los galardones del Cine Europeo, Melancolía, de Lars von Trier ha obtenido ocho candidaturas, contra las cuatro de sus principales rivales:
En un mundo mejor, de Susanne Bier (filme danés que ya ganó el Oscar al mejor filme de habla no inglesa), El niño de la bicicleta, de los hermanos Dardenne, El discurso del rey, de Tom Hooper, The artist, de Michel Hazanavicius, y Le Havre, de Aki Kaurismäki. La piel que habito, de Pedro Almodóvar, competirá en los apartados a mejor música -por la partitura de Alberto Iglesias- y a mejor dirección artística -por la labor de Antxon Gómez-. Además Chico y Rita está en el apartado a mejor película de animación
En mejor película disputar
án el galardón Melancolía, El niño de la bicicleta, The artist, En un mundo mejor, Le Havre y El discurso del rey.
La mejor dirección estará entre Susanne Bier, los Dardenne, Von Trier, Kaurismäki y el húngaro Bela Tarr, por su El caballo de Turín. La mejor actriz estará entre Kirsten Dunst y Charlotte Gainsbourg (ambas por Melancolía), Cécile de France (El niño de la bicicleta), Nadezhda Markina (Elena) y Tilda Swinton (We need to talk about Kevin).
El mejor actor saldrá del quinteto entre Jean Dujardin (The artist), Colin Firth (El discurso del rey), Mikael Persbrandt (En un mundo mejor), Michel Piccoli (Habemus Papam) y André Wilms (Le Havre).
Alberto Iglesias compite en mejor música contra las bandas sonoras de El discurso del rey, El caballo de Turín y The artist. Antxon Gómez concursa contra las direcciones artísticas de Melancolía y Habemus Papam.
En el acto hablaron a favor del cine europeo el director del ICAA, Carlos Cuadros, y el presidente de la Academia, Enrique González Macho, que además recibirá esta noche un premio de honor.
Y se adelantaron dos premios: el Euroimage, que en su quinta edición al mejor productor europeo, recaerá en la hispanouruguaya Mariela Besuievski, de la Tornasol Films responsable de títulos como El secreto de tus ojos o Un cuento chino, y cerebro de innumerables coproducciones entre España y Latinoamérica.
Las candidaturas se anuncian dentro del festival de cine europeo de Sevilla, en lo que el director artístico del certamen, Javier Martín Domínguez, califica como "el acto más importante de esta semana". La entrega será en Berlín el próximo 3 de diciembre.
A pesar del fallo técnico que deslució ayer por la noche la gala de inauguración -no se proyectó la película de arranque, Los muertos no se tocan, nene- la mañana soleada de Sevilla ha ayudado a pasar el mal trago en un acto que se celebra con la Giralda, el Guadalquivir y la Torre del Oro de fondo.

Es todo movimiento. A sus 26 años, Keira Knightley tiene una fuerza imparable, que se refleja en su conversación, en su estilo y en la velocidad que ha tomado su carrera. Enfundada en un bonito vestido de raso negro, es hoy la personificación de la mujer Chanel, firma de la que es imagen: sus zapatos bicolores –en negro y crema–, su collar de perlas, esos pendientes que enmarcan unas facciones duras pero siempre suavizadas por su sonrisa… Con una candidatura al Oscar por Orgullo y prejuicio que no hay que olvidar, año tras año sigue en boca de todos, ya sea por taquillazos como Piratas del Caribe o por trabajos más controvertidos, como la biografía de Sabina Spielrein, amiga y amante de Sigmund Freud y Carl Jung, en Un método peligroso. Su nueva película es una historia de amor y locura. En la vida real, ¿ha tenido alguna experiencia tan obsesiva? Nunca lo he vivido de esta manera, pero creo que el amor es obsesión, enfermedad, creación y destrucción. Es tan arrollador que cualquier relación contiene tintes de todo esto, aunque quizá no hasta el extremo que vemos en las películas. La entiendo. No debe ser fácil verse entre dos hombres como Viggo Mortensen y Michael Fassbender. Eso sí es increíble. ¡Soy una chica con suerte! Tanto talento y tan diferente… Viggo se parece más a mí; trabajamos de una forma similar, rebuscamos toda la información que podemos. Michael no lo necesita tanto y prefiere la repetición, trabajar incesantemente con el texto de su personaje. ¿Cómo se libera de tanta intensidad? No hay nada como un par de vodkas antes de una escena difícil y una copa de champán para celebrar el final (risas). La verdad es que hay quien piensa que la interpretación es como la psicoterapia. Yo no estoy muy de acuerdo, pero es cierto que es increíblemente catártica y que si el material es intenso o deprimente, te hace disfrutar mucho más el resto del día. Especialmente si lo acompañas de un buen partido de fútbol y una cerveza. ¿De qué equipo es? Del West Ham, siempre. ¿Y cómo se compagina la imagen de chica elegante con la afición al fútbol? i soy elegante, es por culpa del azar. Me gustan Chanel, Erdem y L’Wren Scott. Siempre me ha interesado el arte de la moda y tengo la fortuna de haber trabajado con algunas de estas casas, pero no sabría definir aún cuál es mi estilo personal… si es que tengo alguno. ¿Le gustan las joyas? Sí. Hace dos años me robaron en casa y se lo llevaron todo. No es que tuviera mucho, pero me dejaron sin nada, así que ahora no quiero joyas. Eso sí, confieso que las que llevo puestas a eventos y fiestas siempre me las prestan las firmas. ¿Recuerda cómo se inició en su profesión? Sí y no. Porque, al parecer, les pedí a mis padres un agente cuando solo tenía tres años y no lo recuerdo mucho… Aunque parezca increíble, cuando cumplí seis ya tenía uno. La verdad es que, aparte del apoyo de mi familia, he tenido una suerte increíble en esta industria con gente como David Cronenberg o Joe Wright. O Johnny Depp. ¿La ha invitado ya a su isla? ¡Noooooooo! ¡Nunca me ha invitado! ¡Canalla! (risas). La verdad es que la experiencia en Piratas del Caribe fue extraordinaria. Imagínate, comencé con 17 años y acabé cuando tenía 21. Ahora lo veo como algo muy lejano. ¿Echa de menos una vida más tranquila? La verdad es que tuve un momento de locura durante los años de Piratas, cuando literalmente tenía a 20 paparazzi en la puerta y no podía ni ir al supermercado sin que me siguieran. No podía hacer otra cosa más que quedarme en casa. Ahora ha cambiado mucho la situación y la vida es más sencilla, aunque paso mucho tiempo de un hotel a otro. Quizá demasiado. Y cuando vuelve a su casa, ¿qué se encuentra? Un desastre total. Me mudé hace cinco años y no he tenido tiempo de hacer todas las cosas que quería. Es un piso ecléctico, funcional, con un montón de antigüedades baratas que compro en eBay y algunos recuerdos que guardo de mis rodajes. ¡Menos mal que vienen a limpiarlo!

Es todo movimiento. A sus 26 años, Keira Knightley tiene una fuerza imparable, que se refleja en su conversación, en su estilo y en la velocidad que ha tomado su carrera. Enfundada en un bonito vestido de raso negro, es hoy la personificación de la mujer Chanel, firma de la que es imagen: sus zapatos bicolores –en negro y crema–, su collar de perlas, esos pendientes que enmarcan unas facciones duras pero siempre suavizadas por su sonrisa…
Con una candidatura al Oscar por Orgullo y prejuicio que no hay que olvidar, año tras año sigue en boca de todos, ya sea por taquillazos como Piratas del Caribe o por trabajos más controvertidos, como la biografía de Sabina Spielrein, amiga y amante de Sigmund Freud y Carl Jung, en Un método peligroso.
Su nueva película es una historia de amor y locura. En la vida real, ¿ha tenido alguna experiencia tan obsesiva?
Nunca lo he vivido de esta manera, pero creo que el amor es obsesión, enfermedad, creación y destrucción. Es tan arrollador que cualquier relación contiene tintes de todo esto, aunque quizá no hasta el extremo que vemos en las películas.
La entiendo. No debe ser fácil verse entre dos hombres como Viggo Mortensen y Michael Fassbender.
Eso sí es increíble. ¡Soy una chica con suerte! Tanto talento y tan diferente… Viggo se parece más a mí; trabajamos de una forma similar, rebuscamos toda la información que podemos. Michael no lo necesita tanto y prefiere la repetición, trabajar incesantemente con el texto de su personaje.
¿Cómo se libera de tanta intensidad?

No hay nada como un par de vodkas antes de una escena difícil y una copa de champán para celebrar el final (risas). La verdad es que hay quien piensa que la interpretación es como la psicoterapia. Yo no estoy muy de acuerdo, pero es cierto que es increíblemente catártica y que si el material es intenso o deprimente, te hace disfrutar mucho más el resto del día. Especialmente si lo acompañas de un buen partido de fútbol y una cerveza.
¿De qué equipo es?

Del West Ham, siempre.
¿Y cómo se compagina la imagen de chica elegante con la afición al fútbol?

i soy elegante, es por culpa del azar. Me gustan Chanel, Erdem y L’Wren Scott. Siempre me ha interesado el arte de la moda y tengo la fortuna de haber trabajado con algunas de estas casas, pero no sabría definir aún cuál es mi estilo personal… si es que tengo alguno.
¿Le gustan las joyas?

Sí. Hace dos años me robaron en casa y se lo llevaron todo. No es que tuviera mucho, pero me dejaron sin nada, así que ahora no quiero joyas. Eso sí, confieso que las que llevo puestas a eventos y fiestas siempre me las prestan las firmas.
¿Recuerda cómo se inició en su profesión?

Sí y no. Porque, al parecer, les pedí a mis padres un agente cuando solo tenía tres años y no lo recuerdo mucho… Aunque parezca increíble, cuando cumplí seis ya tenía uno. La verdad es que, aparte del apoyo de mi familia, he tenido una suerte increíble en esta industria con gente como David Cronenberg o Joe Wright.
O Johnny Depp. ¿La ha invitado ya a su isla?
¡Noooooooo! ¡Nunca me ha invitado! ¡Canalla! (risas). La verdad es que la experiencia en Piratas del Caribe fue extraordinaria. Imagínate, comencé con 17 años y acabé cuando tenía 21. Ahora lo veo como algo muy lejano.
¿Echa de menos una vida más tranquila?
La verdad es que tuve un momento de locura durante los años de Piratas, cuando literalmente tenía a 20 paparazzi en la puerta y no podía ni ir al supermercado sin que me siguieran. No podía hacer otra cosa más que quedarme en casa. Ahora ha cambiado mucho la situación y la vida es más sencilla, aunque paso mucho tiempo de un hotel a otro. Quizá demasiado.
Y cuando vuelve a su casa, ¿qué se encuentra?
Un desastre total. Me mudé hace cinco años y no he tenido tiempo de hacer todas las cosas que quería. Es un piso ecléctico, funcional, con un montón de antigüedades baratas que compro en eBay y algunos recuerdos que guardo de mis rodajes. ¡Menos mal que vienen a limpiarlo!

Pilar Donoso apaareció muerta....


El amor nace con una sonrisa,
crece con
una ilusión,
se marchita con
un beso
y se muere con
una traición

El amor nace con una sonrisa,
crece con
una ilusión,
se marchita con
un beso
y se muere con
una traición

Pilar Donoso, la hija del fallecido escritor chileno José Donoso, fue encontrada muerta el martes por la noche en su casa de Santiago.
La policía ha señalado como posible causa de la muerte la ingesta de medicamentos.
Sabemos que una bella actriz norteamericana de reparto precipitó el suicidio del poeta y novelista italiano Cesare Pavese.
Eso lo explican su epistolario y su última llamada telefónica desde un hotel de Turín. Esa mujer fue el detonante. ¿Pero dónde empezó todo? ¿En qué rincón de sus años jóvenes o de su infancia o de un poema comenzó a larvarse la tragedia?
Ayer nos llegó la noticia del suicidio de Pilar Donoso (Madrid, 1967), hallada muerta en su casa de Santiago de Chile en la noche del martes
. Desconocemos el desencadenante de semejante decisión. Aunque saberlo tampoco nos sirva de nada. Porque, como en el suicidio de Pavese, lo que cuenta es el principio de todo. Y ese principio lo desconocemos. Es imposible conocerlo.
Así que sólo nos queda conjeturar y rastrear en las palabras que escribió
Pilar Donoso escribió un libro sobre su padre, el novelista chileno José Donoso (1924-1997), titulado Correr el tupido velo (Alfaguara, 2010).
La impresión que deja su lectura es la de una persona que desde pequeña tuvo que apechugar con las cíclicas angustias y desesperación de sus padres adoptivos.
Terribles jornadas de depresiones y no menos terribles jornadas de alcohol de ambos. Y por si fuera poco todo ello para una niña, días de escasez monetaria, a lo que se sumaba una patológica necesidad de reconocimiento por parte de José Donoso. La lectura de ese libro desasosegante no incluía la sensación de ira por parte de quien lo escribió. Pilar Donoso escribió un libro para neutralizar sus demonios interiores. Ahora nos preguntamos si llegó realmente a neutralizarlos. Correr el tupido velo nunca me pareció un libro atormentado, sino uno que describía dos vidas atormentadas. Y con eso tuvo que convivir la niña y adolescente Pilar Donoso.
Cuando terminé de leer su único libro, tuve la certeza de que su autora no había escrito nada que nos hiciera entrever el resentimiento o la venganza.
Nada que nos pareciera una herida abierta, imposible de cicatrizar. Todo lo contrario. Las palabras corrían un velo, sin ira ni cuentas pendientes. Expresé alguna vez que escribir sobre los padres se estaba convirtiendo en un sospechoso subgénero literario: amarillismo biográfico de la peor especie. Correr el tupido velo corría ese peligroso riesgo sin caer en él. Pilar Donoso escribió un libro honesto, lleno de preguntas acerca de los abismos que bordearon sus padres.
Y en los que cayeron. Me acordé de El pedigrí de Patrick Modiano y de Tiempo de vida de Marcos Giralt Torrente. Es decir, auténticos exponentes de un género literario de altura moral y verdadero horizonte estético.
En esa estela y clave literaria trabajó Pilar Donoso. Leímos la investigación que llevó a cabo en su proceso, en su itinerario vital. Pero nunca supimos, ni sabremos ya jamás, qué averiguó la hija y la escritora para sí tras esa penosa labor.
La publicación de Correr el tupido velo significó para Pilar Donoso la ruptura matrimonial, tras veinte años de feliz convivencia, y el abandono de sus tres hijos.
También episodios de ansiedad. Como si aquellas páginas le hubieran estallado en las manos.
Con ese crudo y doloroso libro le llegó una inesperada incomprensión familiar y la consiguiente soledad. Leído el libro, me quedó una especie de sensación de contagiosa nostalgia.
Cuenta Pilar Donoso que en medio de toda esa torturada atmósfera familiar, siempre guardó en su memoria un pequeño paraíso terrenal: Calaceite, el pueblo de la franja catalano-aragonesa donde quizá viviera sus horas más felices y plenas jugando en la calle con los niños de su edad. Algo en la vida de pronto se nos hace irrespirable. Porque la vida misma deja de tener sentido.
Creo que Pilar Donoso descubrió un día que es imposible escribir sobre alguien sin escribir sobre uno mismo.
Y también que es imposible que el dolor que nos rodeó durante tanto tiempo no nos haya dejado una huella demasiado insoportable.
El amor n
El amor nace con una sonrisa,
crece con
una ilusión,
se marchita con
un beso
y se muere con
una traición
ace con una sonrisa,
crece con
una ilusión,
se marchita con
un beso
y se muere con
una traición

E
El amor nace con una sonrisa,
crece con
una ilusión,
se marchita con
un beso
y se muere con
una traición
l amor nace con una sonrisa,
crece con
una ilusión,
se marchita con
un beso
y se muere con
una traición