16 oct 2011
La familia real recicla su armario
La infanta Elena recupera el traje que llevó hace 14 años a la boda de su hermana -
"Ese traje me suena", pensaron muchos de los asistentes al desfile del Día de la Hispanidad que esta mañana se celebró en las calles de Madrid al ver a la infanta Elena llegar al desfile. Hubo que echar una mirada tiempo atrás, nada menos que 14 años, para comprobar que efectivamente la hija mayor de los Reyes de España había buscado en el fondo de su armario. Doña Elena decidió recuperar el traje de Christian Lacroix le hizo para la boda de su hermana Cristina con Iñaki Urdangarín el 4 de octubre de 1997. Eso sí, esta vez la infanta prescindió de la enorme pamela en tonos lila con la que completó aquel conjunto alabado por los especialistas del mundo de la moda de medio mundo.
Cristina de Borbón. Duquesa de Palma
El 12 de octubre es una de las pocas ocasiones en que se pueden ver reunida a toda la familia real.
Quizá por eso no solo la infanta Elena quiso hacer un guiño en tiempos de crisis y repetir traje.
También lo hizo la princesa Letizia, que escogió un traje de chaqueta en tonos rosa que ya ha llevado en varias ocasiones. Doña Sofía apostó por uno de sus clásicos conjuntos en tonos lila que tampoco era nuevo.
Doña Cristina se decantó por un vestido acompañado por una chaqueta corta en tonos dorados, que al parecer se ha puesto en Estados Unidos, donde vive, pero que en España no se recuerda.
El año pasado, el conjunto elegido por la princesa de Asturias fue muy criticado. Según algunos expertos de protocolo no cuumplía las normas exigidas.
En esa ocasión, Doña Letizia lució un pantalón de franela gris, de talle alto y acampanado, y una camisa en tonos rosa palo con bordados en el pecho, mientras que la Reina y las infantas cumplieron con el protocolo y lucieron trajes cortos.
Este año, sin embargo, parece que las mujeres de la familia real han querido hacer un gesto con sus armarios en tiempo de crisis.
"Ese traje me suena", pensaron muchos de los asistentes al desfile del Día de la Hispanidad que esta mañana se celebró en las calles de Madrid al ver a la infanta Elena llegar al desfile. Hubo que echar una mirada tiempo atrás, nada menos que 14 años, para comprobar que efectivamente la hija mayor de los Reyes de España había buscado en el fondo de su armario. Doña Elena decidió recuperar el traje de Christian Lacroix le hizo para la boda de su hermana Cristina con Iñaki Urdangarín el 4 de octubre de 1997. Eso sí, esta vez la infanta prescindió de la enorme pamela en tonos lila con la que completó aquel conjunto alabado por los especialistas del mundo de la moda de medio mundo.
Cristina de Borbón. Duquesa de Palma
El 12 de octubre es una de las pocas ocasiones en que se pueden ver reunida a toda la familia real.
Quizá por eso no solo la infanta Elena quiso hacer un guiño en tiempos de crisis y repetir traje.
También lo hizo la princesa Letizia, que escogió un traje de chaqueta en tonos rosa que ya ha llevado en varias ocasiones. Doña Sofía apostó por uno de sus clásicos conjuntos en tonos lila que tampoco era nuevo.
Doña Cristina se decantó por un vestido acompañado por una chaqueta corta en tonos dorados, que al parecer se ha puesto en Estados Unidos, donde vive, pero que en España no se recuerda.
El año pasado, el conjunto elegido por la princesa de Asturias fue muy criticado. Según algunos expertos de protocolo no cuumplía las normas exigidas.
En esa ocasión, Doña Letizia lució un pantalón de franela gris, de talle alto y acampanado, y una camisa en tonos rosa palo con bordados en el pecho, mientras que la Reina y las infantas cumplieron con el protocolo y lucieron trajes cortos.
Este año, sin embargo, parece que las mujeres de la familia real han querido hacer un gesto con sus armarios en tiempo de crisis.
Eastwood abre el armario de hoover
El director enfurece al FBI por llevar al cine la homosexualidad de su fundador .
J. Edgar Hoover, director del FBI entre 1935 y 1972, fue un tipo duro en una época en que solo tipos duros gobernaban Washington.
Bajo su mandato, el cuerpo de policía judicial de Estados Unidos acosó a gánsteres, mafiosos, comunistas y líderes de los derechos civiles.
Él mismo forjó el FBI y lo convirtió en la más eficiente arma del gobierno federal para imponer el orden y hacer cumplir la ley. Su único lema era "mano dura".
Ahora, otro tipo duro, Clint Eastwood, lleva la historia de su vida a la pantalla.
Sin embargo, la sorpresa del FBI y de los admiradores de Hoover ha sido mayúscula cuando han descubierto que en ese biopic queda al descubierto la homosexualidad de su mítico director.
Su imagen dura contrasta con la relación que tuvo con su adjunto
No es que haya sido el secreto mejor guardado de Washington.
Hoover nunca se casó. Vivía solo.
Cada mañana, de camino a las oficinas del FBI, pasaba en su limusina Cadillac a recoger a su director adjunto, Clyde Tolson.
Comían juntos en el hotel Mayflower.
En verano viajaban juntos a San Diego. Pasaban el fin de año en Nueva York, también juntos.
En invierno escapaban de vacaciones a Miami.
Cuando Hoover murió, en mayo de 1972, le dejó a Tolson más de la mitad de su fortuna (estimada en 425.000 dólares). Él murió tres años después.
Eastwood no ha hablado mucho de su película, J. Edgar, que se estrena en EE UU el 9 de noviembre.
El guion es obra del escritor y activista gay Dustin Lance Black (oscarizado por Mi nombre es Harvey Milk). A Hoover lo interpreta Leonardo DiCaprio. A Tolson, Armie Hammer (La red social).
En el tráiler se ve a DiCaprio como un personaje atormentado que reverencia a su madre y depende de Tolson. "Te necesito", le confiesa en un momento. En otro le acaricia la mano dentro de una limusina.
"Era tan discreto en su vida privada como en la pública, y confiaba solo en un círculo muy pequeño y protegido", asegura la productora Warner Brothers en la nota de prensa.
En principio, tener a un patriota como Eastwood filmando la vida de un mito como Hoover era una bendición para los mandamases del FBI.
Después de hablar con el director y ver el tráiler, parece que no lo es tanto. Mike Kortan, director adjunto del FBI (el mismo cargo que ocupaba Tolson) se reunió con Eastwood en dos ocasiones. En ambas calificó la supuesta homosexualidad de Hoover de invención y rumor.
William Branon, exagente del FBI y vicepresidente de la Fundación J. Edgar Hoover, envió una carta de protesta a Eastwood en abril.
"Nuestro apoyo entusiasta se ha visto arruinado por informaciones de los medios de comunicación con declaraciones de Dustin Lance Black en las que asegura que en el largometraje se retratará una relación homosexual entre el señor Hoover y su lugarteniente, Clyde Tolson", escribió.
"No hay base real para ese tipo de caracterización del señor Hoover.
Proceder con ese tipo de caracterización, sobre la base de afirmaciones totalmente falaces e infundadas, sería una grave injusticia y una tergiversación monumental".
Eastwood respondió, también por carta, asegurando que la película "no da crédito a las alegaciones de que se travestía" ni "intenta retratar una relación abiertamente homosexual entre el señor Hoover y Clyde Tolson".
El problema para el FBI está en una palabra empleada por Eastwood: "abiertamente".
Es un hecho que Hoover no era "abiertamente" homosexual.
Y puede que el director se limite a retratar los hechos tal y como fueron.
Pero precisamente son esos hechos los que en sí mismos se han prestado a todo tipo de interpretaciones en Washington a lo largo de los años.
De momento, ningún colectivo de activistas ha reaccionado ante el hecho de que la Fundación J. Edgar Hoover, muy cercana al FBI, se tome la palabra homosexual como un insulto.
J. Edgar Hoover, director del FBI entre 1935 y 1972, fue un tipo duro en una época en que solo tipos duros gobernaban Washington.
Bajo su mandato, el cuerpo de policía judicial de Estados Unidos acosó a gánsteres, mafiosos, comunistas y líderes de los derechos civiles.
Él mismo forjó el FBI y lo convirtió en la más eficiente arma del gobierno federal para imponer el orden y hacer cumplir la ley. Su único lema era "mano dura".
Ahora, otro tipo duro, Clint Eastwood, lleva la historia de su vida a la pantalla.
Sin embargo, la sorpresa del FBI y de los admiradores de Hoover ha sido mayúscula cuando han descubierto que en ese biopic queda al descubierto la homosexualidad de su mítico director.
Su imagen dura contrasta con la relación que tuvo con su adjunto
No es que haya sido el secreto mejor guardado de Washington.
Hoover nunca se casó. Vivía solo.
Cada mañana, de camino a las oficinas del FBI, pasaba en su limusina Cadillac a recoger a su director adjunto, Clyde Tolson.
Comían juntos en el hotel Mayflower.
En verano viajaban juntos a San Diego. Pasaban el fin de año en Nueva York, también juntos.
En invierno escapaban de vacaciones a Miami.
Cuando Hoover murió, en mayo de 1972, le dejó a Tolson más de la mitad de su fortuna (estimada en 425.000 dólares). Él murió tres años después.
Eastwood no ha hablado mucho de su película, J. Edgar, que se estrena en EE UU el 9 de noviembre.
El guion es obra del escritor y activista gay Dustin Lance Black (oscarizado por Mi nombre es Harvey Milk). A Hoover lo interpreta Leonardo DiCaprio. A Tolson, Armie Hammer (La red social).
En el tráiler se ve a DiCaprio como un personaje atormentado que reverencia a su madre y depende de Tolson. "Te necesito", le confiesa en un momento. En otro le acaricia la mano dentro de una limusina.
"Era tan discreto en su vida privada como en la pública, y confiaba solo en un círculo muy pequeño y protegido", asegura la productora Warner Brothers en la nota de prensa.
En principio, tener a un patriota como Eastwood filmando la vida de un mito como Hoover era una bendición para los mandamases del FBI.
Después de hablar con el director y ver el tráiler, parece que no lo es tanto. Mike Kortan, director adjunto del FBI (el mismo cargo que ocupaba Tolson) se reunió con Eastwood en dos ocasiones. En ambas calificó la supuesta homosexualidad de Hoover de invención y rumor.
William Branon, exagente del FBI y vicepresidente de la Fundación J. Edgar Hoover, envió una carta de protesta a Eastwood en abril.
"Nuestro apoyo entusiasta se ha visto arruinado por informaciones de los medios de comunicación con declaraciones de Dustin Lance Black en las que asegura que en el largometraje se retratará una relación homosexual entre el señor Hoover y su lugarteniente, Clyde Tolson", escribió.
"No hay base real para ese tipo de caracterización del señor Hoover.
Proceder con ese tipo de caracterización, sobre la base de afirmaciones totalmente falaces e infundadas, sería una grave injusticia y una tergiversación monumental".
Eastwood respondió, también por carta, asegurando que la película "no da crédito a las alegaciones de que se travestía" ni "intenta retratar una relación abiertamente homosexual entre el señor Hoover y Clyde Tolson".
El problema para el FBI está en una palabra empleada por Eastwood: "abiertamente".
Es un hecho que Hoover no era "abiertamente" homosexual.
Y puede que el director se limite a retratar los hechos tal y como fueron.
Pero precisamente son esos hechos los que en sí mismos se han prestado a todo tipo de interpretaciones en Washington a lo largo de los años.
De momento, ningún colectivo de activistas ha reaccionado ante el hecho de que la Fundación J. Edgar Hoover, muy cercana al FBI, se tome la palabra homosexual como un insulto.
'Red state', de Kevin Smith, gana el premio a la mejor película en Sitges
La británica 'Attack the block' logra los trofeos del público, de la crítica y la mención especial del Jurado .
No parecía haber muchas dudas entre público y jurado: las películas que más habían llamado la atención dentro de la sección Oficial de este Sitges 2011 eran la británica Attack the block, de Joe Cornish, y la estadounidense Red state, de Kevin Smith.
Este mediodía la primera ha obtenido el premio de la crítica, del público, a la mejor banda sonora y la mención especial del jurado con su estupenda visión de la vida adolescente en un barrio de una gran ciudad... rodeados de una invasión alienígena, y la segunda ha recibido el trofeo al mejor actor (Michael Parks, brutal como un violento predicador ultrarradical) y a la mejor película del certamen.
Como el mismo director del certamen, Ángel Sala, ha dicho: "Es la resurrección de Kevin Smith", verbalizando lo que muchos pensaban desde la proyección del filme, que recupera un director clave del indie estadounidense de los noventa (Clerks, Dogma y, sobre todo, Persiguiendo a Amy), y cuyo último trabajo fue la vergonzante ¡Vaya par de policías!.
La historia de Red state es dura. El desarrollo de la carrera comercial en Estados Unidos de Red state es apasionante.
El filme esconde varios cambios de género, y el espectador no sabe muy bien nunca qué está viendo, ante los giros de argumento que dilucida Kevin Smith.
Aunque el núcleo central es el asalto a una comunidad de cristianos radicales por parte de unas policías sin reparos en usar la violencia.
El trío de interpretaciones que componen Michael Parks (como el pastor líder), Melissa Leo (su hija) y John Goodman (el policía que comanda el asalto) es soberbio.
Pero además Kevin Smith no tiene ningún complejo en deshacerse de sus protagonistas y el público no puede nunca llegar a encariñarse de ningún personaje... porque nunca sabes quién va a morir.
El director Juan Antonio Bayona, miembro del jurado, apuntaba: "Es un filme incómodo de ver". Cierto. El crítico Quim Casas, que también estaba en el jurado, subrayaba: "Es un relato contundente de la actual sociedad americana, con apuntes del estilo [y su humor] de Kevin Smith". También es verdad.
Sin embargo, Red state ha sido un quiebro tan radical en su carrera, que ha tenido innumerables problemas para ser vista.
Smith no encontró distribuidor en su país, y en una hábil jugada decidió subastar en Internet al mejor postor esos derechos.
En el último momento él mismo pujó, se quedó con la película y desde entonces ha combinado la venta de Red state a cadenas locales con la proyección del filme en salas con él mismo presentándolo.
Smith ya tiene una carrera como humorista, o mejor, como desgranador de la actualidad cinematográfica en teatros, con lo que no le cuesta nada subirse a un escenario y hablar sobre lo que la gente va a ver.
En España tampoco tiene aún distribuidor, puede que el premio anime a alguien a comprarla.
Su contundencia y calidad bien lo merece.
La otra película fenómeno, la británica Attack the block, ha logrado unir a crítica y público, que le han otorgado sus galardones.
Cómo unos adolescentes macarras defienden su barrio de una invasión alienígena tiene toda su gracia, y el guion y la dirección de Joe Cornish (una de las cabezas pensantes de Zombies party y Scott Pilgrim contra el mundo) llevan la historia por muy buen camino. Attack the block, que ha arrasado en Reino Unido, llegó a Sitges con distribución en España ya firmada.
Del resto del palmarés de la sección Oficial destacan los premios a la mejor dirección, para el coreano Na Hong-Jin por The yellow sea; a la mejor actriz, para la estadounidense Brit Marling, por Another earth, y el de los mejores efectos especiales para la española Eva.
Del resto de las diversas secciones y sus correspondientes premios (hasta 40), destaca el galardón a la menor película que el jurado de Nuevas Visiones les ha otorgado al genio coreano Park Chan-wook y a su hermano pequeño Park Chan-kyong por su Night fishing, un mediometraje de 33 minutos grabado con la cámara de un teléfono móvil.
El Méliès de Plata a la mejor película europea fantástica ha sido para Kill list, de Ben Wheatley.
El festival en cifras
El festival ha vuelto a romper récords de asistencia.
Un certamen se hace bien como promoción de sus títulos (Cannes), bien pensando en la industria y el público (San Sebastián), bien pensando solo en el aficionado (Sitges).
Con una sección Oficial de hasta ocho títulos diarios es imposible informar de ella; en cambio los aficionados están encantados de ver una película tras otra, y en esa línea Sitges da a su gente lo que quieren: a falta de cerrar las cantidades con las taquillas de esta noche y mañana domingo, cuando aún hay proyecciones, el certamen adelantaba cifras provisionales de unas 66.000 entradas vendidas y 115.000 espectadores totales.
El Auditorio del Meliá Sitges, con capacidad para 1.200 personas, se ha llenado en bastantes sesiones, y la película que más entradas ha vendido ha sido Mientras duermes, de Jaume Balagueró, proyectada fuera de concurso.
Angel Sala sale reforzado de esta 44 edición, aunque aún sigue en los tribunales la causa promovida por la fiscalía por la proyección el año pasado de A serbian film.
No parecía haber muchas dudas entre público y jurado: las películas que más habían llamado la atención dentro de la sección Oficial de este Sitges 2011 eran la británica Attack the block, de Joe Cornish, y la estadounidense Red state, de Kevin Smith.
Este mediodía la primera ha obtenido el premio de la crítica, del público, a la mejor banda sonora y la mención especial del jurado con su estupenda visión de la vida adolescente en un barrio de una gran ciudad... rodeados de una invasión alienígena, y la segunda ha recibido el trofeo al mejor actor (Michael Parks, brutal como un violento predicador ultrarradical) y a la mejor película del certamen.
Como el mismo director del certamen, Ángel Sala, ha dicho: "Es la resurrección de Kevin Smith", verbalizando lo que muchos pensaban desde la proyección del filme, que recupera un director clave del indie estadounidense de los noventa (Clerks, Dogma y, sobre todo, Persiguiendo a Amy), y cuyo último trabajo fue la vergonzante ¡Vaya par de policías!.
La historia de Red state es dura. El desarrollo de la carrera comercial en Estados Unidos de Red state es apasionante.
El filme esconde varios cambios de género, y el espectador no sabe muy bien nunca qué está viendo, ante los giros de argumento que dilucida Kevin Smith.
Aunque el núcleo central es el asalto a una comunidad de cristianos radicales por parte de unas policías sin reparos en usar la violencia.
El trío de interpretaciones que componen Michael Parks (como el pastor líder), Melissa Leo (su hija) y John Goodman (el policía que comanda el asalto) es soberbio.
Pero además Kevin Smith no tiene ningún complejo en deshacerse de sus protagonistas y el público no puede nunca llegar a encariñarse de ningún personaje... porque nunca sabes quién va a morir.
El director Juan Antonio Bayona, miembro del jurado, apuntaba: "Es un filme incómodo de ver". Cierto. El crítico Quim Casas, que también estaba en el jurado, subrayaba: "Es un relato contundente de la actual sociedad americana, con apuntes del estilo [y su humor] de Kevin Smith". También es verdad.
Sin embargo, Red state ha sido un quiebro tan radical en su carrera, que ha tenido innumerables problemas para ser vista.
Smith no encontró distribuidor en su país, y en una hábil jugada decidió subastar en Internet al mejor postor esos derechos.
En el último momento él mismo pujó, se quedó con la película y desde entonces ha combinado la venta de Red state a cadenas locales con la proyección del filme en salas con él mismo presentándolo.
Smith ya tiene una carrera como humorista, o mejor, como desgranador de la actualidad cinematográfica en teatros, con lo que no le cuesta nada subirse a un escenario y hablar sobre lo que la gente va a ver.
En España tampoco tiene aún distribuidor, puede que el premio anime a alguien a comprarla.
Su contundencia y calidad bien lo merece.
La otra película fenómeno, la británica Attack the block, ha logrado unir a crítica y público, que le han otorgado sus galardones.
Cómo unos adolescentes macarras defienden su barrio de una invasión alienígena tiene toda su gracia, y el guion y la dirección de Joe Cornish (una de las cabezas pensantes de Zombies party y Scott Pilgrim contra el mundo) llevan la historia por muy buen camino. Attack the block, que ha arrasado en Reino Unido, llegó a Sitges con distribución en España ya firmada.
Del resto del palmarés de la sección Oficial destacan los premios a la mejor dirección, para el coreano Na Hong-Jin por The yellow sea; a la mejor actriz, para la estadounidense Brit Marling, por Another earth, y el de los mejores efectos especiales para la española Eva.
Del resto de las diversas secciones y sus correspondientes premios (hasta 40), destaca el galardón a la menor película que el jurado de Nuevas Visiones les ha otorgado al genio coreano Park Chan-wook y a su hermano pequeño Park Chan-kyong por su Night fishing, un mediometraje de 33 minutos grabado con la cámara de un teléfono móvil.
El Méliès de Plata a la mejor película europea fantástica ha sido para Kill list, de Ben Wheatley.
El festival en cifras
El festival ha vuelto a romper récords de asistencia.
Un certamen se hace bien como promoción de sus títulos (Cannes), bien pensando en la industria y el público (San Sebastián), bien pensando solo en el aficionado (Sitges).
Con una sección Oficial de hasta ocho títulos diarios es imposible informar de ella; en cambio los aficionados están encantados de ver una película tras otra, y en esa línea Sitges da a su gente lo que quieren: a falta de cerrar las cantidades con las taquillas de esta noche y mañana domingo, cuando aún hay proyecciones, el certamen adelantaba cifras provisionales de unas 66.000 entradas vendidas y 115.000 espectadores totales.
El Auditorio del Meliá Sitges, con capacidad para 1.200 personas, se ha llenado en bastantes sesiones, y la película que más entradas ha vendido ha sido Mientras duermes, de Jaume Balagueró, proyectada fuera de concurso.
Angel Sala sale reforzado de esta 44 edición, aunque aún sigue en los tribunales la causa promovida por la fiscalía por la proyección el año pasado de A serbian film.
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