Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

9 oct 2011

La duquesa del pueblo ELVIRA LINDO

Hay mañanas en las que todos los periódicos se parecen.
 Los carcas, los amarillistas, los beatos y los socialdemócratas. Todos ellos, tan habituados a discrepar en titulares y fotos de portada, en ocasiones se dan la mano en el empeño de señalar lo que ha sido una fecha histórica.
 Son mañanas felices esas en las que los directores de uno y otro signo, de su padre y de su madre, escorados a la izquierda, al centro o a la derecha, se ponen de acuerdo en que hay un acontecimiento que sobresale por encima de todos los demás.
Todos los periódicos parecían iguales la mañana siguiente al asesinato de Kennedy, al de Martin Luther King, a la caída del muro de Berlín, al atentado de las Torres Gemelas, al de los trenes de Atocha, la liberación de Ortega Lara, la muerte de Franco, el golpe de Tejero, la llegada a la Luna, el terremoto en Japón, el triunfo de Obama, la invasión de Irak, el ahorcamiento de Sadam Husein, el trío de las Azores, la ministra embarazada pasando revista a las tropas, el No a la guerra, la acampada de los indignados, la huelga de profesores, y, por supuesto, la mañana de este jueves pasado, en la que los periódicos, saltándose barreras ideológicas y estúpidos orgullos locales, se pusieron de acuerdo para ofrecer a sus lectores el indescriptible baile de la duquesa de Alba después de un sí quiero que se pronunció, como dicen las revistas del ramo, en la más estricta intimidad. Seamos precisos: no todas las fotos de portada fueron iguales.
En honor a la verdad, tenemos que distinguir entre las imágenes en las que aparece la duquesa bailando con manoletinas y aquellas otras en las que, rompiendo con las reglas del estricto protocolo, se las quita y deja a la vista dos entrañables tiritas en los dedos del pie que vienen a simbolizar, según he leído, el espíritu libre de esta duquesa del pueblo. No hablo por hablar (o desde la ignorancia), hablo por boca de los expertos.
Les he leído que entre los méritos de la duquesa está el de acumular más títulos nobiliarios que nadie, ¡toma ya!; que la Reina se tendría que inclinar ante ella, ¡eso es mucho!; que podría bailar rumbas (con o sin manoletinas) por toda España sin tener que pisar un solo metro de tierra que no fuera suyo, ¡hala!; que tiene palacios por un tubo y obras de arte como para parar un tren, ¡qué fuerte!; que posee una colección de joyones que supera a la de la reina de Inglaterra, pero que a ella le pierden a la par que la humanizan las baratijas de mercadillo, ¡viva la campechanía!
He leído que Sevilla la adora, que ella adora a Sevilla, y a los toreros y a los gitanos, porque tiene alma de zíngara; he oído con estas orejas que se han de comer la tierra los gritos de la muchedumbre enfervorecida gritándole ¡guapa, guapa!
Esa masa entusiasta que en las épocas feudales se llamaba el populacho.
He leído que el pueblo se identifica con ella porque es un espíritu libre que desde jovencita hizo de su capa un sayo.
Y he leído (también) entre líneas. Y hasta he escuchado a la bella presentadora de Corazón, corazón decir que el novio se quedó perplejo cuando vio a la novia en la puerta de la iglesia. Perplejo.
 Yo creo que o el redactor es un cachondo o en el momento de escribir el adjetivo le llamó su novia por teléfono. De cualquier manera, soy humana y me resulta imposible no dejarme arrastrar por la perplejidad del novio, si me permiten los de Corazón, corazón hacer uso del término. Da la impresión de que doña Cayetana ha sentado un precedente histórico, que a partir de este momento todas esas ancianas que tenemos postradas en sillas de ruedas, que no reciben la debida atención de sus hijos y languidecen dando paseítos escoltadas por unas Carmen Tello de origen latinoamericano, van a levantarse y a decir ¡basta!
Y el día del espectador estarán mirando en la cola de un cine a que se les aparezca un Alfonso treinta años menor que ellas, que les pida una cita y las haga reír y las quiera por lo que son y no por lo que representan ni por lo que tienen.
Bueno, esto último no constituye un problema, porque las abuelas viudas de España, básicamente, ni tienen ni representan nada.
Pero al igual que cada vez que una joven princesa se casa inocula en el corazón de muchas muchachas humildes el deseo de una boda aristocrática, quién no nos dice que el enlace de la duquesa no habrá servido para que en la mente de las ancianas se vuelva a abrir una puerta que hacía treinta años que permanecía cerrada a cal y canto.
Sé que algunos varones (amigos míos), en estos días que podríamos definir como mágicos, les han preguntado a sus madres con cierta aprensión si no han acariciado la idea, a raíz de este significativo ejemplo, de liarse la manta a la cabeza y meter a un hombre en casa para cerrar con un buen redoble de tambor el tercer acto de su vida.
 Las madres (las de estos amigos míos de los que hablo) les han contestado a sus hijos con total honestidad: qué asco, hijo mío, meter a un tío en casa.
 Podría parecer esta afirmación un poco ordinaria en boca de una madre, pero no les falta razón: ellas querrían un Alfonso, no un desecho de tienta.
 Un Alfonso como el de la duquesa, que las quisiera por lo que son y no por lo que tienen o representan. Como el de la duquesa.



Los hijos en general son Egoistas y los de la Duquesa más.
Aceptan el capricho de su soberana madre porque no les queda más remedio y porque una vez repartida la fortuna se quedan ya superaliviados.
La sacará Don Alfonso, la paseará y se la lleva de viaje, mientras ella va comprando lo que le apetece. Ese señor que podía ser cualquiera será Duque consorte de la Casa de Alba, y qué más da? Nunca vi a los hijos viajando con su madre, y lo siento por esos amigos que preguntan a sus madres si pondrían a los ochentaypico un hombre en su vida, pueden estar tranquilos si sus madres no tienen fabolusas fortunas y un rango que aportar, no existe la más mínima posibilidad de que ellos tengan que "sacar a su madre" Con D. Alfonso el chollo se ha acabado para todas las familias y serán los hijos los que apechugen pagando a señoras que las cuide, no es que yo en este lio me posicione, nada que objetar, si la Duquesa se infla de botox y esas cosas que estiran, ella se las paga, !!Cuantas señoras querrán estirarse con arreglillos alguna de sus imperfecciones? Los hijos se lo van a pagar? Pues no.
Deberían haber intervenido para no ponerse tan desfigurada, pero a ellos les da igual, pues que se fastidien, Entiendo que a ese señor le debe parecer bien los gustos de su ya esposa, total, lo que me intranquiliza, es un decir, que ella haya tenido 2 maridos y ahora este, es posible que igual vuelva a quedarse viuda, mientras la gente se escandaliza porque lleve bailarinas, aqui no decimos esa cursilería de "manoletinas".
La Duquesa no es más libre , es más caprichosa porque todo lo puede comprar como la vida laboral de su actual esposo, anda que no estará contento ni nada. Pues dejemos que sean felices, a mi no me van a invitar nunca a una corrida de Toros, por ejemplo. Son personas de casta y de casta le viene al Galgo. Mientras hagan algo, esos que todo lo critican para sacarnos de la Crisis, por qué no se casan Sarkozí con Angela Merkel,? por ejemplo???

He leído que entre sus méritos está el de poder bailar por toda España sin pisar un metro que no sea suyo






El enlace hará soñar a muchas ancianas con un Alfonso que las quiera por lo que son, no por lo que tienen

8 oct 2011

HAN vuelto las mariposas.

HAN vuelto las mariposas. No se lo creen: con sus pequeños latidos quebrados van reconociendo el verano en octubre.
 Los árboles, perplejos, no saben qué hacer con sus oros. Las nubes se han ido. Las nubes se arremolinan en un azul tenue y remoto y desde allá preguntan qué es este calor. Nada responde. Todo resplandece. Una luna viene de lejos creciendo con la frente ardiendo.






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Puro azul de octubre, ya estamos aquí. ¿Y por qué se hinchan las palabras, cuando al nombrar tu azul salvaje quisieran ser solamente como ese golpe de minutos, esa intensidad que tiembla en oro contra las hojas todavía verdes de los árboles, ese apuramiento que observamos en la aurora y en el anochecer, ser tan sólo esa duda en alto e intensa antes de ceder a la claridad o a la noche?

Publicado por José Carlos Cataño

Las cuentas secretas de los Thyssen

Las cuentas secretas de los Thyssen
La administración de la herencia del barón es la causa de la cruenta batalla que Carmen Cervera y su hijo Borja mantienen desde 2007, año en que este se casó con Blanca Cuesta. Él reclama un adelanto de 1,5 millones de dólares. Su madre se niega. EL PAÍS habla con ambas partes .
.Lo mismo que no hay en el diccionario una palabra que defina con exactitud la pérdida de un hijo, es difícil encontrar en la historia de la literatura un drama que reproduzca el enfrentamiento de una madre con su hijo con la saña con la que libran desde hace tiempo Carmen Cervera, baronesa Thyssen (Sitges, Barcelona, 1943), con su hijo Borja Thyssen (Madrid, 1980).
Desde 2007, año en que Borja se casó con la modelo catalana Blanca Cuesta, no hay semana en la que ella o él no hablen de sus peores intenciones para con el otro en la prensa del corazón. Pero no se trata del socorrido desencuentro entre una suegra y su nuera -que también-; la herencia del barón Heinrich von Thyssen, a quien Cervera conoció cuando su hijo tenía solo dos años, se presenta como la causa real de esta cruenta batalla. EL PAÍS ha hablado con ambas partes.




La otra cara de Blanca

Todo por la herencia

El hacha de guerra

Carmen Cervera Fernández de la Guerra




"Se está cumpliendo lo firmado en Basilea", aclara la baronesa. "Todo es exclusivamente mío. Otra cosa es que mi hijo se deje sacar dinero por abogados



"Borja: "se la puede dejar [la colección] a las niñas o a la Cruz Roja. Nos trae al fresco



"Borja recibe 300.000 dólares anuales y tres entregas quinquenales de 1,5 millones

Desde febrero de 2002, año en el que se produjo el reparto de la herencia del barón entre todos sus hijos durante un laborioso acuerdo en Basilea, Borja recibe 300.000 dólares anuales y 1,5 millones de dólares (1,25 millones en euros) en tres entregas quinquenales. Tiene pendiente la tercera, prevista para cuando cumpla 35 años.
 Los acuerdos tomados en la ciudad suiza parecen un peligroso secreto de Estado. Los protagonistas eluden desmenuzar lo acordado y se escudan en sus respectivos bufetes de abogados (Jaime Rotondo, en el caso de la madre, y Pedro Mejía, en el del hijo). "De eso no se habla. Fue una decisión de todos y yo cumplo estrictamente con lo acordado", es lo máximo que se le puede sacar a Carmen Cervera sobre el asunto.



Pero en el entorno de Borja no se habla precisamente de satisfacción.
Hay impaciencia por disponer de lo heredado sin goteos, por cuantiosos que sean, y no ven razones para que Cervera juegue el papel de administradora.
"Queremos un acuerdo global testamentario que aclare que Borja es propietario de bienes y derechos a los que no tiene acceso en su totalidad. Es un problema de administración. Borja prefiere una solución pacífica antes de llegar a un contencioso. Pero no va a esperar que las causas naturales resuelvan el conflicto [Tita tiene 69 años]", resume una de las personas más próximas a Borja.



Él es ya un hombre de 31 años, padre de dos hijos (Sacha, de tres años, y Eric, de pocos meses), que desde hace un año intenta cambiar la imagen de vago y vividor. Comprometido en exclusiva con la revista ¡Hola!, poco se sabe de sus opiniones de asuntos que vayan más allá de la maldad de su progenitora o de lo bien que duermen sus niños.
 De entrada, ha bajado 20 kilos (ya no hace pesas) y pasea por la calle sin exhibir los tatuajes que tanto molestaban a la madre. Con su mujer y sus hijos, ha dejado Barcelona para instalarse de alquiler en un chalet de la exclusiva y carísima urbanización La Finca, en la que tiene por vecinos a deportistas de élite.



No es que quiera estar más cerca de su madre (ella pasa temporadas en la finca de 35.000 metros cuadrados en La Moraleja), sino que han hecho el equipaje porque él siempre sintió que Madrid es su ciudad y porque quería dar a sus niños la estabilidad que él no tuvo.
Se suele quejar de que no le llevaron al colegio de manera regular. Solo estuvo escolarizado un año en Suiza y dos (a salto de mata) en Madrid. "Llegó la guerra del Golfo y a mi madre le entró la paranoia de que me hicieran algo", cuenta. Y se acabó lo de compartir el aula con otros niños de su edad.



Sí tuvo una flota de profesores que no consiguieron que Borja pasara de segundo de BUP.
Él se recuerda como un chico retraído, solitario y agresivo, hasta el punto de patear las espinillas del servicio encargado de cuidarle.
Algunos periodistas conservan en la memoria una visita a Villa Favorita, donde se albergaba la colección de arte del barón antes de venir a España, durante la que pudieron ver al niño Borja cebándose con las piernas de uno de sus guardaespaldas.
"Hasta los 14 años fui un chico bastante imposible.
 Lanzaba platos y vasos al suelo, me enrabietaba a lo tonto. Luego me tranquilicé", reconoce ahora, a la vez que se disculpa explicando que ese tipo de cosas las hacen unos chicos con otros, pero que él solo podía desfogarse con quienes se ocupaban de él a cambio de un sueldo.
No daba esa impresión cuando en las inauguraciones del Museo Thyssen acompañaba a su madre y al barón totalmente repeinado y saludando a todo aquel que le presentaban.



Y si ahora es un chico tranquilo al que le disgustan las agresiones físicas, lo que no ha reconducido es su interés por el estudio.
Domina el inglés, el italiano y el catalán, pero considera que ya es tarde para entrar en la Universidad, sobre todo porque carece de base. "Me aprobaban, pero de aquella manera", reconoce él mismo.



Desde los 14 años hasta ahora, la única actividad por la que se le conoce es por la diversión.
 El mar y las discotecas han sido los escenarios en los que se le ha visto hasta la saciedad. El mundo del lujo en el que entró a formar parte desde los dos años le ha acompañado en un tren de vida que solo los muy ricos se pueden permitir.
 La madre, Carmen Cervera, no fue capaz nunca de negarle un capricho. Su relación fue idílica hasta que apareció Blanca Cuesta, la modelo y enfermera catalana, cinco años mayor que él, con la que empezó a salir cuando Borja tenía 17 años. Fue su primera novia seria.
 Ella tenía un currículo sentimental más amplio.
Al principio no hubo problemas.
La joven pareja y futura suegra compartían viajes, salidas, excursiones en yate e incluso, como ambas partes reconocen, operaciones de cirugía estética. El enfrentamiento empezó en 2007, cuando comunicaron que se iban a casar y que ella estaba embarazada.



Para Borja, ese momento fue el comienzo de la guerra.
 El primer obstáculo, los papeles. "Necesitaba la partida de bautismo. Se suponía que fui bautizado en Nueva York, en la catedral de Saint Patrick, pero después de esperar varios meses a que me llegara, allí no consta mi bautismo.
Es otro detallito de cómo es mi madre. Me tuve que bautizar de mayor y en España".



Pese a todo, se casaron (en régimen de separación de bienes y con un documento privado que acota las propiedades de cada uno) el 11 de octubre de 2007 en Terrassa, en una ceremonia secreta y nocturna, ya que la pareja había vendido la exclusiva. Blanca estaba embarazada de cinco meses.
La baronesa no asistió y cesaron los espléndidos regalos (casas, coches) con los que hasta entonces había obsequiado a su hijo.
 Ella dijo públicamente que su hijo formaba parte de una secta, y los abogados de él empezaron a presionar para que dispusiera de toda la herencia del barón Thyssen.
 El ritmo de vida de los nuevos esposos no bajó, y con él, la urgencia por conseguir liquidez.



Uno de los episodios más inquietantes para los que temen que pueda haber alguna repercusión en el futuro de la colección Thyssen (totalmente blindada por ser propiedad del Estado español) lo protagonizaron Borja y Blanca el día que se presentaron en el museo, en mayo de este año, para llevarse dos obras que colgaban junto a la colección Carmen Thyssen, prestada temporalmente por la baronesa al museo: El bautismo de Cristo, de Giaquinto, y Una mujer y dos niños junto a una fuente, de Goya, valorados en unos siete millones de euros.
 La seguridad del museo invitó a la pareja a abandonar el edificio y el patronato acordó que las telas no saldrían del museo.
Los abogados de Borja llevaron la reclamación a los tribunales y el tema sigue pendiente de resolución. Para la baronesa no hay caso. "Podría dejárselos en herencia si yo quisiera porque, a sugerencia mía, Heini los compró los días de su bautizo en Nueva York. Él no tiene ningún documento que acredite esa propiedad.
 No se entera. Ya veremos qué hago".



Del acuerdo global testamentario que Borja está dispuesto a reclamar, la baronesa no quiere oír hablar.
"No es un problema de administración. Se está cumpliendo al pie de la letra lo firmado en Basilea. Recibe 300.000 dólares anuales y tres entregas de 1,5 millones de dólares. Solo queda la última entrega, que se producirá cuando toque". Y aclara que no existen sociedades a medias, ni él es copropietario en nada. "Todo es mío. Exclusivamente mío. Otra cosa es que se deje sacar dinero por los abogados. No se da cuenta de la situación en la que está metido".



Carmen Cervera no habla de su propio testamento, pero asegura que el conflicto con su hijo mayor no va a repercutir en la colección Carmen Thyssen, tasada por Sotheby's en 700 millones de euros.
"Yo tengo tres herederos: mi hijo Borja y las gemelas, que son menores. Lógicamente, habrá que lograr acuerdos para que no haya sorpresas de última hora. Mi intención es dejar todo bien atado para que nadie se llame a engaño". Una advertencia que en el entorno de Borja comentan con displicencia: "Se lo puede dejar a las niñas o a la Cruz Roja. Nos trae al fresco".



A Tita le duele especialmente que su hijo no dude en arrastrar por el lodo el apellido Thyssen que tantas batallas le costó ganar frente a los hijos del barón.
Sin embargo, él se queja de que ha sido ella quien les ha obligado públicamente a hacer cinco pruebas de paternidad de su hijo Sacha y quien ha dicho que ha caído en una secta al casarse con Blanca Cuesta.



Las enormes cifras que se manejan no impiden que Borja se haya quejado en repetidas ocasiones de falta de "liquidez".
Además de las suculentas cuotas de la herencia, recibe ingresos por varios edificios que tiene en alquiler. Tanto él como Blanca dicen tener diferentes proyectos laborales absolutamente secretos por el momento.
Puede que tengan que ver con fotografía y con Internet. Él, colgada del cuello, lleva siempre su cámara y habla orgulloso de los 500 volúmenes de fotografía que posee, algunos de subastas en eBay, donde presume de conseguir auténticas gangas.



Tomás Llorens, el que fuera conservador jefe del Museo Thyssen durante entre 1991 y 2005, asegura que detrás de todo esto hay un problema de soledad y de irreflexión.
"Los dos son muy caprichosos y están muy solos".
 Puede que sea eso lo que ocurra con los Thyssen.

7 oct 2011

Cuando Marilyn se convirtió en símbolo sexual

A la venta la foto de Tom Kelley, que representa una de las imágenes más conocidas de la primera etapa de la actriz.- La instantánea fue la primera portada de 'Playboy' .
.Corría 1949.
Una jovencita pelirroja buscaba triunfar, haciéndose un hueco como modelo, o, mucho mejor, en Hollywood. Entonces, un fotógrafo le hizo un retrato algo subido de tono para esos años -1949- para el que posó desnuda como una pin up sobre una tela de terciopelo rojo.
 El retratista, agradecido a la modelo, le pagó 50 dólares de la época.
Ella los usó para pagar el primer plazo de un coche. Él, años después, llegó a convertir su foto en la primera portada de Playboy.




Marilyn, inédita y más joven que nunca



Marilyn Monroe, un icono sexual con perfil literario



El fotógrafo era Tom Kelley y la modelo, cuyo retrato protagonizó cientos de calendarios de la época, era nada menos que una Marilyn Monroe de tan solo 23 años.
Los 50 dólares de la época se transformarán en varios miles dentro de dos semanas, cuando el emblemático retrato salga a la venta. La casa de subastas neoyorkina Swann Auctions ha puesto a la venta la imagen de la actriz, junto con algunas otras emblemáticas de grandes estrellas de Hollywood. Se estima que la imagen alcance los 3.000-4.500 dólares (unos 2.200-3.300 euros).



En la propia web de la subasta puede leerse un comentario de Norman Mailer, que una vez escribió acerca de esta sesión. El escritor y ensayista aseguraba: "Curiosamente, en algún sentido, es desnudo que hizo Kelley sobre Marilyn se convirtió en el catalizador de la revolución sexual que le siguió poco después".



La historia, que ha dado a conocer el diario británico The Telegraph, también tiene como curiosidad el que, precisamente esa foto que ahora se subasta, fue portada del primer número de Playboy. Daile Kaplan, una de las especialistas de la casa de subastas neoyorkina, ha explicado al diario que "Monroe llegó a Hollywood en 1946 y como muchos otros comenzó como modelo.
Posó para esta fotografía en 1949, y luego se usó en numerosos calendarios.
Tenía el pelo más largo y de un color más natural, rubio rojizo. Cuatro años después de ser tomada, la imagen se usó para la edición inaugural de la revista Playboy y la ayudó a catapultarse al estrellato.
 Fue realmente la imagen que la lanzó".



Todo objeto que haya pertenecido a la estrella de La tentación vive arriba o Con faldas y a lo loco, o que tenga relación con ella, causa furor en las subastas.
Recientemente salió a la venta un lote de imágenes de la primera juventud de la actriz, que causaron una gran expectación porque reflejaban una época desconocida de la rubia de Hollywood. También generan expectación sus vestidos.
El rosa de satén que lució en Los caballeros las prefieren rubias se vendió hace poco más de un año por más de 250.000 euros, y el blanco, uno de los más icónicos de la historia del cine, utilizado para La tentación vive arriba, consiguió recaudar unos increíbles 3,4 millones de euros.
Hasta se han llegado a subastar las radiografías de la actriz por más de 36.000 euros. Porque nada es demasiado para Marilyn.