"-¿Quieres subir? -dijo Mellors-. Hay una vela.
Hizo un gesto vivo con la cabeza para indicar la vela que ardía sobre la mesa. Ella cogió, obedientemente, y él contempló la curva llena de sus caderas al subir los primeros escalones.
Fue una noche de pasión sensual, en la que ella se sintió un poco asustada y casi renuente, traspasada de nuevo por los penetrantes estremecimientos de la sensualidad distintos y más agudos y terribles que los de la ternura, y en ese instante, más deseables. Aunque un poco asustada, le dejó hacer, la desnudó hasta lo más profundo haciendo de ella una mujer distinta.
No era amor, verdaderamente. No era voluptuosidad.
Era una sensualidad aguda, y abrasadora como el fuego, que hacía arder el alma como una tea. (...)
-¿Es hora de levantarse? -dijo ella.
-Son las seis y media.
-Descorre las cortinas, ¿quieres?
El sol brillaba ya por encima de las tiernas hojas verdes de la mañana, y el bosque se alzaba azulenco y fresco en la proximidad. Connie se sentó en la cama, y miró soñolienta por la ventana abuhardillada, juntándose los pechos con los brazos desnudos. Él se vistió. Ella medio soñaba con la vida, con una vida junto a él: una vida tan solo".
Es lo que quería Connie, Lady Chatterley, y finalmente lo iba a lograr aquel verano, después de cuatro meses de haber empezado el dichoso y doloroso cambio de su vida, cuando una mañana gris de febrero fue a dejar un recado a la casa del guardabosque de Wragby y lo vio bañándose con una palangana en el jardín en medio del silencio. Una escena que significó el comienzo de su descubrimiento personal, la salvación de sí misma.
Con esa historia titulada El amante de Lady Chatterley (publicada en 1928 en Florencia, Italia, porque en Reino Unido sólo fue hasta 1960), D. H. Lawrence (Inglaterra, 1885-1930) creó una novela que, más allá de sus espléndidas escenas de erostismo y censurada por "obscena", reivindica el derecho de la mujer a la igualdad en el placer, el deseo y la pasión sexual y amorosa como parte de su realización como individuo. Lawrence desplegó en esta historia un duelo entre las costumbres, la razón, la voluntad y los deseos, entre las formas antagónicas del ver el mundo: vitalismo e intelectualismo.
Aquel día del primer encuentro en invierno, Mellors no la vio y no supo lo que la esposa de Clifford contempló: "Había sido una visión singular: la había golpeado de pleno. Vio los pesados pantalones delizándose sobre los puros, blancos y delicados flancos en los que se insinuaban los huesos, y la invadió un sentimiento de soledad, de criatura compleamente sola.
Era la blanca, perfecta, solitaria desnudez de una criatura que vive sola, interiormente sola.
Y aparte de eso, poseía la belleza de una criatura pura.
No la sustancia de la belleza, ni siquiera el cuerpo de la belleza, sino una palidez, la cálida y blanca llama de una vida sola que se revela en unos contornos palpables: ¡El cuerpo!".
En aquel momento el drama en Lady Chatterley ya se venía incubando, y aquella visión, aquel encuentro con Mellors, fue solo el acelarador, el atajo hacia el encuentro consigo misma.
Cuatro meses después, ya entrado el estío, Lady Chatterley vivía otromundo.
Aquella primera mañana con Mellors, en su casita, el verano se abría para ella como el comienzo de una nueva vida.
"Connie se puso la prenda desgarrada, y se quedó mirando soñolienta por la ventana. La ventana estaba abierta, entraba el aire matinal. (...) Abajo, le oyó encender el fuego, sacar agua con la bomba y salir por la puerta de atrás.
Poco a poco le llegó el olor del tocino frito, y finalmente subió él con una enorme bandeja que apenas cabía por la puerta.
Puso la bandeja sobre la mesa y sirvió el té.
Él comió en silencio, pensando que el tiempo pasaba rápidamente. Esto hizo que lo recordara ella también.
-¡Oh, cómo me gustaría quedarme aquí contigo, y que Wragby estuviera a un millón de millas! Es de Wragby de lo que huyo, en realidad. Tú lo sabes, ¿verdad?
-¡Sí!".
Algunas dudas los esperan.
Pero al final la libertad y la igualdad triunfan. Una historia de infidelidad entre personas de diferentes clases sociales escrita en el periodo de entreguerras del siglo XX y adelantada a su tiempo vislumbrando a una mujer moderna y contemporánea nuestra, en la que D. H. Lawrence plantea un tratado sobre la atracción, el deseo, la sexualidad, el matrimonio, las relaciones; en suma, sobre los cambios que despiertan o provocan los hombres y las mujeres mutuamente y los derroteros que estos pueden tomar acordes a la razón, la voluntad o el impulso, el instinto.
El amante de Lady Chatterley, más allá de tópicos eróticos, es una defensa del amor, la ternura y el miedo a lo que se siente por el otro.
Un novela que para mí tiene tanto de buen contenido narrativo como filosófico y sociológico.
Porque Connie Chattlerley lo que busca, lo que verdaderamente desea, como hija de una sociedad, es que alguien le quite el corsé de ideas y prejuicios, y, como escribe Lawrence, "la salve de sí misma".
17 ago 2011
Coco Chanel, la espía costurera
Una nueva biografía sostiene que la diseñadora fue una agente al servicio de los nazis .
Gabrielle Bonheur Chanel, la icónica diseñadora francesa que revolucionó el mundo de la moda bajo el nombre de Coco Chanel, fue una espía para los nazis según una nueva biografía de la conocida modista que sale hoy a la venta en Estados Unidos.
Durmiendo con el enemigo:
La guerra secreta de Coco Chanel, escrito por el periodista estadounidense Hal Vaughan, ofrece detalles de la conexión de la modista francesa con los nazis, entre ellos su supuesto número de agente para la Abwehr, el F-7124, y su alias, Wesminster.
París con aroma a Coco
"Coco era una mentirosa"
Una costurera de pueblo
Una biografía airea los trapos sucios de Chanel
En la trastienda del mito
A raíz del análisis de archivos en el Reino Unido, Alemania, Francia y Estados Unidos, el periodista, que luchó para el ejército estadounidense en la Segunda Guerra Mundial, desvela "por primera vez documentos que detallan las extensas actividades de Chanel durante la guerra", explicó en un comunicado la editorial.
Según esas averiguaciones, la diseñadora francesa habría realizado misiones para el servicio de inteligencia nazi en Madrid y Berlín durante la Segunda Guerra Mundial junto a su amante, el oficial Hans Gunter von Dinklage, algunas de ellas en nombre del general de las SS Walter Schellenberg, mano derecha del comandante en jefe de ese cuerpo, Heinrich Luitpold Himmler.
"Chanel era más que simplemente una simpatizante y colaboradora de los nazis. Era una agente numerada que trabajaba para la Abwehr, la agencia de inteligencia militar alemana", asegura la editorial Knopf en el comunicado emitido con motivo de la salida al mercado estadounidense del nuevo libro sobre la diseñadora, que ya ha protagonizado más de una biografía.
En la nota se asegura que esta nueva versión sobre su vida revela de dónde provenía el antisemitismo de la diseñadora, el motivo por el que estaba "tan arraigado en ella", y cómo fue reclutada para pertenecer al cuerpo de inteligencia de los nazis.
Además, el libro explica cómo Coco Chanel utilizó su posición de espía nazi para recibir favores, como asegurar la liberación de su sobrino de un campo de internamiento militar o "arrebatarle" el control de su marca de perfumes a sus socios judíos, que se tuvieron que exiliar en Estados Unidos durante la guerra.
La biografía, que según la editorial "revela la historia al completo, negada y encubierta durante seis décadas, de la colaboración de Coco Chanel con altos mandos nazis", detalla además cómo la reina de la moda consiguió escapar de la muerte cuando fue detenida y liberada posteriormente en París.
La icónica diseñadora, que ha protagonizado numerosas biografías y películas, murió en 1971 en París, ciudad a la que regresó a los 71 años después de nueve años de exilio en Suiza para resucitar su reputación y reinventar la marca con la que revolucionó el mundo de la moda.
Gabrielle Bonheur Chanel, la icónica diseñadora francesa que revolucionó el mundo de la moda bajo el nombre de Coco Chanel, fue una espía para los nazis según una nueva biografía de la conocida modista que sale hoy a la venta en Estados Unidos.
Durmiendo con el enemigo:
La guerra secreta de Coco Chanel, escrito por el periodista estadounidense Hal Vaughan, ofrece detalles de la conexión de la modista francesa con los nazis, entre ellos su supuesto número de agente para la Abwehr, el F-7124, y su alias, Wesminster.
París con aroma a Coco
"Coco era una mentirosa"
Una costurera de pueblo
Una biografía airea los trapos sucios de Chanel
En la trastienda del mito
A raíz del análisis de archivos en el Reino Unido, Alemania, Francia y Estados Unidos, el periodista, que luchó para el ejército estadounidense en la Segunda Guerra Mundial, desvela "por primera vez documentos que detallan las extensas actividades de Chanel durante la guerra", explicó en un comunicado la editorial.
Según esas averiguaciones, la diseñadora francesa habría realizado misiones para el servicio de inteligencia nazi en Madrid y Berlín durante la Segunda Guerra Mundial junto a su amante, el oficial Hans Gunter von Dinklage, algunas de ellas en nombre del general de las SS Walter Schellenberg, mano derecha del comandante en jefe de ese cuerpo, Heinrich Luitpold Himmler.
"Chanel era más que simplemente una simpatizante y colaboradora de los nazis. Era una agente numerada que trabajaba para la Abwehr, la agencia de inteligencia militar alemana", asegura la editorial Knopf en el comunicado emitido con motivo de la salida al mercado estadounidense del nuevo libro sobre la diseñadora, que ya ha protagonizado más de una biografía.
En la nota se asegura que esta nueva versión sobre su vida revela de dónde provenía el antisemitismo de la diseñadora, el motivo por el que estaba "tan arraigado en ella", y cómo fue reclutada para pertenecer al cuerpo de inteligencia de los nazis.
Además, el libro explica cómo Coco Chanel utilizó su posición de espía nazi para recibir favores, como asegurar la liberación de su sobrino de un campo de internamiento militar o "arrebatarle" el control de su marca de perfumes a sus socios judíos, que se tuvieron que exiliar en Estados Unidos durante la guerra.
La biografía, que según la editorial "revela la historia al completo, negada y encubierta durante seis décadas, de la colaboración de Coco Chanel con altos mandos nazis", detalla además cómo la reina de la moda consiguió escapar de la muerte cuando fue detenida y liberada posteriormente en París.
La icónica diseñadora, que ha protagonizado numerosas biografías y películas, murió en 1971 en París, ciudad a la que regresó a los 71 años después de nueve años de exilio en Suiza para resucitar su reputación y reinventar la marca con la que revolucionó el mundo de la moda.
'Acordes rotos' (5): Janis Joplin, pasión de blues-rock
“Era una persona auténtica... murió como un cohete, murió en el punto álgido”. Con esta frase, el líder de Grateful Dead, Jerry García, se refería a su amiga Janis Joplin al poco de conocerse su muerte por una sobredosis de heroína.
Tenía 27 años pero parecía haber sufrido y amado por 60. Breve pero extremadamente intensa, la obra de Joplin quedó eclipsada por su leyenda desde la misma noche del 4 de octubre de 1970 en la que su cuerpo desnudo quedó sin vida sobre la cama de una triste habitación de un hotel de Los Ángeles.
Con apenas cuatro años de carrera profesional, nadie como ella ha representado al icono femenino del rock, el fulgurante apogeo de la contracultura de los sesenta norteamericanos y el poder rupturista de una generación que devino en un lenguaje universal a través de la música.
.Cuando su garganta rompía a cantar, sobrecogía el corazón. Era como si encerrase en su llanto de blues, pasado por el filtro de la electrificación, todo el sentimiento desenfadado y convulso de la década de los sesenta.
Pero no solo su voz parecía marcar el pulso de los años marcados por las mayores protestas públicas y el desarrollo del mayor movimiento pacifista de la historia de Estados Unidos, además, su imagen era y es la viva fotografía del movimiento hippy: pelo revuelto, largo y natural, sin un rulo o un atisbo de laca, anillos llamativos, largos collares y ropa de colores psicodélicos.
Con su sonrisa estirada al sol de California o su gesto roto en pleno éxtasis interpretativo, Janis Joplin rompía moldes, echaba abajo ideas preconcebidas y desataba nudos espirituales como un tornado que pasa una vez en la vida para dejar su marca para siempre.
Fue su alma indomable la que no permitió que se achicara en un entorno hostil para sus inquietudes artísticas y su sensibilidad. Nacida en la ciudad de Port Arthur, en Tejas, Joplin se crió en una familia acomodada de una sociedad próspera pero demasiado convencional. Port Arthur era la típica localidad sureña estadounidense donde mandaba la tradición y una madre pensaba más en el “qué dirán” a lo que realmente quería su hija. Blanco de las burlas de los niños del colegio y elegida el “hombre más feo de campus”, la joven cantante, que nunca fue una chica guapa y popular, pronto encontró en los bares un refugio existencial y en la cultura beat, desarrollada en los cincuenta por gente como Jack Kerouac y Allen Gingsberg, otro resguardo espiritual.
Con el objetivo de huir del sur, Joplin abandonó con un novio universitario Tejas en 1966 para llegar hasta San Francisco, centro de operaciones de la generación beat y bahía de las nuevas ideas de la contracultura y el incipiente movimiento hippy.
Allí, a diferencia de en su localidad natal, la cantante dio rienda suelta a su espíritu aventurero, impulsado por el alcohol y el sexo, mientras se transformó en una parte activa de ese cruce de caminos de razas y culturas, una vida bohemia que se encontraba en bares y cafés.
Como cantante amateur, Joplin había empezado fijándose en Joan Baez, Maria Vildaur y Judy Collins pero consideraba que no podía dedicarse a cantar folk, entre otras cosas, por carecer de la belleza necesaria de sus referentes.
Centró, por tanto, su atención en el blues y, muy especialmente, en Bessie Smith.
Como Smith, Joplin era dueña de una pasional voz capaz de cortar la respiración. Al poco de instalarse en San Francisco, se hizo vocalista de Big Brother and The Holding Company, una banda instrumental de largas improvisaciones.
Una vez metida en el mundo de la música, la tejana se benefició de la complicidad del rock con las nuevas señas de identidad de la juventud y definió con su actitud la esencia de los tiempos que estaba viviendo y protagonizando.
Excesiva e imprevisible, representaba el cambio constante y la infatigable exploración de los nacidos después de la II Guerra Mundial.
Como afirma Barry Miles, testigo directo de esos años, en su libro Hippie, la contracultura de esos años ponía en tela de juicio la moralidad sexual y proponía muchos modelos diferentes: familias sexuales extensas, orgías, grupos de terapia sexual, aceptación de la homesexualidad y, por encima de todo, la celebración jubilosa de la sexualidad, opuesta a la moralidad rígida de la generación anterior.
Como había proclamado años antes Gingsberg: “América, mi hombro de marica también mueve el país”. En esa tormenta social, el poeta beat, Lawrence Lipton, fue más ilustrativo para los jóvenes de esa generación que empezaban a ser reclutados obligatoriamente para una guerra en Vietnam que no entendían ni apoyaban: “Es más moral y más divertido llevarse la mano a la polla que el dedo al gatillo”.
Con su pena y su gloria, adicta al sexo, a las drogas y a la música, Joplin era el deseo personificado.
Igual se lo montaba con el primero que la esperase en un camerino como con una mujer lo suficientemente amable como para darla algo de cariño. Igual se acababa una botella de Southern Comfort como se inyectaba heroína toda una noche. Hallaba la trascendencia a través de los sentidos y encontraba la redención a través de canciones que prendían en su cuerpo. Y, entretanto, se erigió en una insignia para la liberación de la mujer. Junto con el asombroso trasfondo artístico de su música, ahí radica el poder de la figura de Joplin. Conviene recordar que EE UU educaba a generaciones enteras de colegialas con el libro de Little Women (Mujercitas), una guía de buena conducta para señoritas escrita con el fondo religioso y moral de la Guerra Civil entre 1861 y 1865. Incluso, como señala el propio Miles, los propios hippies tenían mala fama por su forma de tratar a las mujeres, a quienes llamaban viejas o chatis, y de quienes se esperaba que se encargaran de todas las tareas del hogar, como si fueran amas de casa de un suburbio, y también de cuidar a los niños en las comunas.
Pero, con esa imagen y experiencia alumbradas en una filosofía extrema del carpe diem, Joplin fue toda una revolución.
De hecho, el movimiento feminista se impulsó a partir del cuestionamiento de los roles sexuales de la contracultura y, gracias también, por a la introducción de la píldora anticonceptiva que dio a las mujeres por primera vez libertad de elegir a sus parejas sexuales.
De Janis es la célebre frase: "Cada noche hago el amor con 25.000 personas en el escenario y luego me vuelvo sola a casa”.
Así fue en el festival de Pop de Monterey de 1967.
Siempre suele recordarse Woodstock como paradigma del movimiento hippy y, si es cierto que fue el más multitudinario y famoso, Monterey fue una especie de cenit para la contracultura.
En San Francisco se dieron por primera vez cita algunas de las mejores formaciones como Jimi Hendrix, The Mamas & The Papas, The Who, Otis Redding, Country Joe and The Fish o The Byrds.
El arrebato incontrolado de Joplin triunfó hasta el punto de conseguir que Columbia Records la grabase y Albert Grossman, manager de Bob Dylan, empezase a representarla en el negocio.
Con la cantante como estrella, las primeras medidas de unos y otros fueron deshacerse de Big Brother and The Holding Company, con los que dio forma a su primer sonido blues, y contratar bandas más profesionales para sus futuras grabaciones.
Fuera con la Kozmic Blues Band o la Full Tilt Boogie Band, Joplin, que era consideraba ya como una vocalista extraordinaria a la estela de Aretha Franklin o Tina Turner, seguía con su progresiva sensación de soledad al tiempo que se consumía con las drogas o sufría en el triángulo amoroso y sexual con su amiga Peggy Caserta y la pareja de esta, Kim Chappel.
En ese tiovivo sentimental andaba hasta que apareció muerta en 1970 en los días que grababa nuevas canciones para un futuro trabajo. Tardaron unas 16 horas en hallar su cuerpo sobre la cama de la habitación. Su disco póstumo, Pearl, fue un éxito rotundo.
Como dijo Jerry García, se dejó de escuchar demasiado pronto una voz auténtica como la suya, que reformuló la tradición negra del blues a partir del rock y su garganta blanca. Y tan importante como eso: se perdió a una representante genuina de los agitados años sesenta, del auge y caída del movimiento hippy.
En sus propias palabras, refiriéndose a su amor por la música, casi definiendo sin querer su vida y la de toda una generación, y explicando el secreto de eso que aún hoy se llama rock, Janis Joplin decía: “Si consigues que se pongan en pie cuando deberían estar sentados, que suden y se agiten cuando deberían estar guardando las formas, que sonrían cuando deberían aplaudir con toda corrección... Yo me imagino que si consigues cautivar a cierta gente a la que toda su vida se le ha dicho lo que tiene que hacer, gente demasiado joven o que tiene demasiado miedo a lo que sea creo que, en cierta manera, les pones a funcionar el cerebro y les haces pensar que a lo mejor pueden hacer algo.
Para eso es el rock’n’roll, para darle al interruptor y hacerles ver que hay otras posibilidades y que es una tontería no probarlas.
Puede ser que no consigas ser feliz, pero menuda jodienda es no intentarlo.
Es como suicidarse nada más nacer”.
Y sin darse cuenta ella casi lo hizo.
Tenía una carita sonriente casi casi de niña buena y pícara. pero fue excesiva en todo, su voz maravillosa nunca ha dejado de existir, ella en esa alocada carrera de su autodestruición perdió el control de su propia vida en realidad era eso beberse de un trago corto su vida, y un dia lo consiguió.
A muchos nos acompaña su voz, Una mujer blanca que cantaba con una voz de mujer negra. Y un dia la cuerda de su garganta se le rompió y con ella nos rompió muchas ilusiones . Queríamos un mundo feliz como el de Aldous Huxley, Paz, amor y No a la Guerra , entonces era la de Vietnam.
No sé si decir pobre chica o divina voz que se apagó demasíado pronto. Algo en su mundo se rompió.
Tenía 27 años pero parecía haber sufrido y amado por 60. Breve pero extremadamente intensa, la obra de Joplin quedó eclipsada por su leyenda desde la misma noche del 4 de octubre de 1970 en la que su cuerpo desnudo quedó sin vida sobre la cama de una triste habitación de un hotel de Los Ángeles.
Con apenas cuatro años de carrera profesional, nadie como ella ha representado al icono femenino del rock, el fulgurante apogeo de la contracultura de los sesenta norteamericanos y el poder rupturista de una generación que devino en un lenguaje universal a través de la música.
.Cuando su garganta rompía a cantar, sobrecogía el corazón. Era como si encerrase en su llanto de blues, pasado por el filtro de la electrificación, todo el sentimiento desenfadado y convulso de la década de los sesenta.
Pero no solo su voz parecía marcar el pulso de los años marcados por las mayores protestas públicas y el desarrollo del mayor movimiento pacifista de la historia de Estados Unidos, además, su imagen era y es la viva fotografía del movimiento hippy: pelo revuelto, largo y natural, sin un rulo o un atisbo de laca, anillos llamativos, largos collares y ropa de colores psicodélicos.
Con su sonrisa estirada al sol de California o su gesto roto en pleno éxtasis interpretativo, Janis Joplin rompía moldes, echaba abajo ideas preconcebidas y desataba nudos espirituales como un tornado que pasa una vez en la vida para dejar su marca para siempre.
Fue su alma indomable la que no permitió que se achicara en un entorno hostil para sus inquietudes artísticas y su sensibilidad. Nacida en la ciudad de Port Arthur, en Tejas, Joplin se crió en una familia acomodada de una sociedad próspera pero demasiado convencional. Port Arthur era la típica localidad sureña estadounidense donde mandaba la tradición y una madre pensaba más en el “qué dirán” a lo que realmente quería su hija. Blanco de las burlas de los niños del colegio y elegida el “hombre más feo de campus”, la joven cantante, que nunca fue una chica guapa y popular, pronto encontró en los bares un refugio existencial y en la cultura beat, desarrollada en los cincuenta por gente como Jack Kerouac y Allen Gingsberg, otro resguardo espiritual.
Con el objetivo de huir del sur, Joplin abandonó con un novio universitario Tejas en 1966 para llegar hasta San Francisco, centro de operaciones de la generación beat y bahía de las nuevas ideas de la contracultura y el incipiente movimiento hippy.
Allí, a diferencia de en su localidad natal, la cantante dio rienda suelta a su espíritu aventurero, impulsado por el alcohol y el sexo, mientras se transformó en una parte activa de ese cruce de caminos de razas y culturas, una vida bohemia que se encontraba en bares y cafés.
Como cantante amateur, Joplin había empezado fijándose en Joan Baez, Maria Vildaur y Judy Collins pero consideraba que no podía dedicarse a cantar folk, entre otras cosas, por carecer de la belleza necesaria de sus referentes.
Centró, por tanto, su atención en el blues y, muy especialmente, en Bessie Smith.
Como Smith, Joplin era dueña de una pasional voz capaz de cortar la respiración. Al poco de instalarse en San Francisco, se hizo vocalista de Big Brother and The Holding Company, una banda instrumental de largas improvisaciones.
Una vez metida en el mundo de la música, la tejana se benefició de la complicidad del rock con las nuevas señas de identidad de la juventud y definió con su actitud la esencia de los tiempos que estaba viviendo y protagonizando.
Excesiva e imprevisible, representaba el cambio constante y la infatigable exploración de los nacidos después de la II Guerra Mundial.
Como afirma Barry Miles, testigo directo de esos años, en su libro Hippie, la contracultura de esos años ponía en tela de juicio la moralidad sexual y proponía muchos modelos diferentes: familias sexuales extensas, orgías, grupos de terapia sexual, aceptación de la homesexualidad y, por encima de todo, la celebración jubilosa de la sexualidad, opuesta a la moralidad rígida de la generación anterior.
Como había proclamado años antes Gingsberg: “América, mi hombro de marica también mueve el país”. En esa tormenta social, el poeta beat, Lawrence Lipton, fue más ilustrativo para los jóvenes de esa generación que empezaban a ser reclutados obligatoriamente para una guerra en Vietnam que no entendían ni apoyaban: “Es más moral y más divertido llevarse la mano a la polla que el dedo al gatillo”.
Con su pena y su gloria, adicta al sexo, a las drogas y a la música, Joplin era el deseo personificado.
Igual se lo montaba con el primero que la esperase en un camerino como con una mujer lo suficientemente amable como para darla algo de cariño. Igual se acababa una botella de Southern Comfort como se inyectaba heroína toda una noche. Hallaba la trascendencia a través de los sentidos y encontraba la redención a través de canciones que prendían en su cuerpo. Y, entretanto, se erigió en una insignia para la liberación de la mujer. Junto con el asombroso trasfondo artístico de su música, ahí radica el poder de la figura de Joplin. Conviene recordar que EE UU educaba a generaciones enteras de colegialas con el libro de Little Women (Mujercitas), una guía de buena conducta para señoritas escrita con el fondo religioso y moral de la Guerra Civil entre 1861 y 1865. Incluso, como señala el propio Miles, los propios hippies tenían mala fama por su forma de tratar a las mujeres, a quienes llamaban viejas o chatis, y de quienes se esperaba que se encargaran de todas las tareas del hogar, como si fueran amas de casa de un suburbio, y también de cuidar a los niños en las comunas.
Pero, con esa imagen y experiencia alumbradas en una filosofía extrema del carpe diem, Joplin fue toda una revolución.
De hecho, el movimiento feminista se impulsó a partir del cuestionamiento de los roles sexuales de la contracultura y, gracias también, por a la introducción de la píldora anticonceptiva que dio a las mujeres por primera vez libertad de elegir a sus parejas sexuales.
De Janis es la célebre frase: "Cada noche hago el amor con 25.000 personas en el escenario y luego me vuelvo sola a casa”.
Así fue en el festival de Pop de Monterey de 1967.
Siempre suele recordarse Woodstock como paradigma del movimiento hippy y, si es cierto que fue el más multitudinario y famoso, Monterey fue una especie de cenit para la contracultura.
En San Francisco se dieron por primera vez cita algunas de las mejores formaciones como Jimi Hendrix, The Mamas & The Papas, The Who, Otis Redding, Country Joe and The Fish o The Byrds.
El arrebato incontrolado de Joplin triunfó hasta el punto de conseguir que Columbia Records la grabase y Albert Grossman, manager de Bob Dylan, empezase a representarla en el negocio.
Con la cantante como estrella, las primeras medidas de unos y otros fueron deshacerse de Big Brother and The Holding Company, con los que dio forma a su primer sonido blues, y contratar bandas más profesionales para sus futuras grabaciones.
Fuera con la Kozmic Blues Band o la Full Tilt Boogie Band, Joplin, que era consideraba ya como una vocalista extraordinaria a la estela de Aretha Franklin o Tina Turner, seguía con su progresiva sensación de soledad al tiempo que se consumía con las drogas o sufría en el triángulo amoroso y sexual con su amiga Peggy Caserta y la pareja de esta, Kim Chappel.
En ese tiovivo sentimental andaba hasta que apareció muerta en 1970 en los días que grababa nuevas canciones para un futuro trabajo. Tardaron unas 16 horas en hallar su cuerpo sobre la cama de la habitación. Su disco póstumo, Pearl, fue un éxito rotundo.
Como dijo Jerry García, se dejó de escuchar demasiado pronto una voz auténtica como la suya, que reformuló la tradición negra del blues a partir del rock y su garganta blanca. Y tan importante como eso: se perdió a una representante genuina de los agitados años sesenta, del auge y caída del movimiento hippy.
En sus propias palabras, refiriéndose a su amor por la música, casi definiendo sin querer su vida y la de toda una generación, y explicando el secreto de eso que aún hoy se llama rock, Janis Joplin decía: “Si consigues que se pongan en pie cuando deberían estar sentados, que suden y se agiten cuando deberían estar guardando las formas, que sonrían cuando deberían aplaudir con toda corrección... Yo me imagino que si consigues cautivar a cierta gente a la que toda su vida se le ha dicho lo que tiene que hacer, gente demasiado joven o que tiene demasiado miedo a lo que sea creo que, en cierta manera, les pones a funcionar el cerebro y les haces pensar que a lo mejor pueden hacer algo.
Para eso es el rock’n’roll, para darle al interruptor y hacerles ver que hay otras posibilidades y que es una tontería no probarlas.
Puede ser que no consigas ser feliz, pero menuda jodienda es no intentarlo.
Es como suicidarse nada más nacer”.
Y sin darse cuenta ella casi lo hizo.
Tenía una carita sonriente casi casi de niña buena y pícara. pero fue excesiva en todo, su voz maravillosa nunca ha dejado de existir, ella en esa alocada carrera de su autodestruición perdió el control de su propia vida en realidad era eso beberse de un trago corto su vida, y un dia lo consiguió.
A muchos nos acompaña su voz, Una mujer blanca que cantaba con una voz de mujer negra. Y un dia la cuerda de su garganta se le rompió y con ella nos rompió muchas ilusiones . Queríamos un mundo feliz como el de Aldous Huxley, Paz, amor y No a la Guerra , entonces era la de Vietnam.
No sé si decir pobre chica o divina voz que se apagó demasíado pronto. Algo en su mundo se rompió.
La vida novelada de Tolkien será llevada al cine
Steve Hillard alcanza un acuerdo con EMO Films para llevar a la gran pantalla su obra 'Mirkwood', protagonizada por el autor de 'El señor de los anillos' .
. .Más que un escritor, fue un demiurgo.
John Ronald Reuel Tolkien fue capaz de dibujar en sus páginas un ecosistema fantástico, donde elfos, enanos y ogros tomaban vida propia, junto con sus idiomas y sus leyendas.
Del Hobbit al Silmarillion pasando, obviamente, por El señor de los anillos, cuya versión cinematográfica también arrasó, el titiritero británico (1892-1973) creó las claves del género de fantasía.
Pero tras tantas criaturas inventadas, por una vez ahora el protagonista será él. Mirkwood, una novela de Steve Hillard uno de cuyos personajes principales es una versión entre real y ficticia de Tolkien, será llevada al cine.
Tolkien y el síndrome 'Forrest Gump'
El último (y póstumo) libro de Tolkien
Lo nuevo de Tolkien "repugnará" a los 'fans', teme su hijo
La revista estadounidense Hollywood Reporter ha anunciado en su página web que Hillard ha alcanzado un acuerdo con EMO Films para trasladar a las grandes pantallas la vida novelizada del escritor.
En la obra, Tolkien aparece para entregar a la joven protagonista una serie de documentos que le ofrecen pistas para encontrar a su abuelo desaparecido.
"La adaptación cinematográfica entrará más a fondo en la vida de Tolkien. Hablará, por ejemplo, de su deseo de hacerse descifrador de códigos durante la Segunda Guerra Mundial", ha declarado Hillard a Hollywood Reporter.
La noticia no les hará mucha ilusión a los herederos del escritor británico que ya en febrero se pelearon con Hillard.
Según ellos, Mirkwood no respetaba el nombre de Tolkien ni tenía parecidos con su vida real.
Por tanto, llegaron a amenazar a Hillard con emprender acciones legales si no hubiese renunciado a la publicación del libro y destrozado todas sus copias. Finalmente, las partes alcanzaron un acuerdo.
De momento no hay más detalles sobre la película, así que los aficionados de Tolkien tendrán que esperar bastante rato.
Tampoco quedan cerca las próximas dos adaptaciones cinematográficas de sus obras: El hobbit, dirigido por Peter Jackson se estrenará, en dos partes, respectivamente en diciembre de 2012 y de 2013.
A los fans más les vale armarse de paciencia y huir de la prisa: en el fondo, era una de las lecciones de los hobbit de la Comarca.
Para mi este autor tiene un significado muy especial, a parte su novela El Señor de los Anillos. La leía mientras oia a Kim Krinsin, y un mundo de fantasía me hacía revivir su recuerdo, no lo sabía, pero cerca de 40 años después sigue conmigo.
. .Más que un escritor, fue un demiurgo.
John Ronald Reuel Tolkien fue capaz de dibujar en sus páginas un ecosistema fantástico, donde elfos, enanos y ogros tomaban vida propia, junto con sus idiomas y sus leyendas.
Del Hobbit al Silmarillion pasando, obviamente, por El señor de los anillos, cuya versión cinematográfica también arrasó, el titiritero británico (1892-1973) creó las claves del género de fantasía.
Pero tras tantas criaturas inventadas, por una vez ahora el protagonista será él. Mirkwood, una novela de Steve Hillard uno de cuyos personajes principales es una versión entre real y ficticia de Tolkien, será llevada al cine.
Tolkien y el síndrome 'Forrest Gump'
El último (y póstumo) libro de Tolkien
Lo nuevo de Tolkien "repugnará" a los 'fans', teme su hijo
La revista estadounidense Hollywood Reporter ha anunciado en su página web que Hillard ha alcanzado un acuerdo con EMO Films para trasladar a las grandes pantallas la vida novelizada del escritor.
En la obra, Tolkien aparece para entregar a la joven protagonista una serie de documentos que le ofrecen pistas para encontrar a su abuelo desaparecido.
"La adaptación cinematográfica entrará más a fondo en la vida de Tolkien. Hablará, por ejemplo, de su deseo de hacerse descifrador de códigos durante la Segunda Guerra Mundial", ha declarado Hillard a Hollywood Reporter.
La noticia no les hará mucha ilusión a los herederos del escritor británico que ya en febrero se pelearon con Hillard.
Según ellos, Mirkwood no respetaba el nombre de Tolkien ni tenía parecidos con su vida real.
Por tanto, llegaron a amenazar a Hillard con emprender acciones legales si no hubiese renunciado a la publicación del libro y destrozado todas sus copias. Finalmente, las partes alcanzaron un acuerdo.
De momento no hay más detalles sobre la película, así que los aficionados de Tolkien tendrán que esperar bastante rato.
Tampoco quedan cerca las próximas dos adaptaciones cinematográficas de sus obras: El hobbit, dirigido por Peter Jackson se estrenará, en dos partes, respectivamente en diciembre de 2012 y de 2013.
A los fans más les vale armarse de paciencia y huir de la prisa: en el fondo, era una de las lecciones de los hobbit de la Comarca.
Para mi este autor tiene un significado muy especial, a parte su novela El Señor de los Anillos. La leía mientras oia a Kim Krinsin, y un mundo de fantasía me hacía revivir su recuerdo, no lo sabía, pero cerca de 40 años después sigue conmigo.
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