Nueva York homenajea al diseñador "por su trabajo para la moda de la era moderna"
. .El diseñador italiano Valentino Garavani, de 80 años, será homenajeado el próximo 7 de septiembre por el Consejo de la Costura del Instituto de la Moda de Nueva York, que le concederá su galardón, en reconocimiento a su trayectoria profesional, según ha informado hoy la institución.
"Valentino ha sido elegido en reconocimiento a su estatus de figura histórica para la moda de la era moderna.
Él ha vestido a todas las mujeres bellas de los últimos cincuenta años, desde Jacqueline Kennedy a Madonna", dijo la directora del Museo del Fashion Institute of Technologie (FIT), Valerie Steele, en un comunicado de prensa, en el que alabó el concepto de belleza de Valentino -que se retiró de las pasarelas en enero de 2008-, del que señaló que se sitúa entre "el clasicismo y el gusto perfecto".
La presidenta del FIT, Joyce Brown, destacó "los elegantes atemporales diseños" del modisto italiano, a quien calificó de "leyenda para toda persona que ame la moda" y de "inspirador" para los demás diseñadores. Valentino es además el creador de una tonalidad de rojo, que lleva su nombre y que según Steele, "es el color del amor y de la pasión, que es el elemento central de su carrera y de su apasionado amor por la belleza".
A la entrega de ese galardón, que tiene lugar durante un almuerzo en el Lincoln Center y que cada año se produce en la víspera del inicio de la Semana de la Moda de Nueva York, está previsto que asistan personalidades como las actrices Anne Hathaway, Gwyneth Paltrow, Marisa Berenson o Claire Danes o las modelos Gisele Bündchen, Naomi Campbell, Natalia Vodianova o Imán.
El homenajeado del pasado año fue Karl Lagerfeld, y con anterioridad lo han sido Dries Van Noten (2009), Isabel Toledo (2008), Alber Ebaz (2007) y Ralph Rucci (2006).
Valentino, que entró en el mundo de la moda en 1950, cuando siendo un adolescente se trasladó a París para estudiar moda, presentó su primera colección en 1968. Dicha Collezione Bianca estaba formada por diseños simples en tonos blanco y hueso que llamó la atención por su elegancia, y que desde entonces le situó como uno de los grandes diseñadores de alta costura.
Garavani fue aprendiz en París junto a otros que con el tiempo han sido fundamentales de la moda, como Yves Saint-Laurent (1936-2008) y Karl Lagerfeld (1933), y que han vestido a reinas, emperatrices, primeras damas o actrices. Entre ellas, las fallecidas primera dama Jacqueline Kennedy y la actriz Ava Gardner, así como la emperatriz Farah Diba, la reina Noor de Jordania, la exprimera dama de Estados Unidos Nancy Reagan y la fallecida princesa Diana de Gales. Asimismo han vestido sus creaciones actrices como la fallecida Liz Taylor, además de Jane Fonda, Jessica Lange, Sophia Loren, Anjelica Houston, Julia Roberts, o las españolas Nati Abascal y Rosario Nadal.
Hasta siempre, Valentino
Aunque parezca que sea de Cera, es el mismo, moreno embetunado
20 jul 2011
Una serie de misterios que pasó dos años en un cajón
.Dos adolescentes han desaparecido en Punta Escarlata, un pueblo costero ficticio aparentemente tranquilo.
Han pasado ocho años sin rastro alguno de ellas hasta que, por motivos desconocidos, una joven en estado de shock señala el lugar exacto donde están los cadáveres.
Recuerdos fugaces y versiones contradictorias se mezclan con lo paranormal.
Los investigadores Bosco y Max (Carles Francino y Antonio Hortelano) deben desentramar los múltiples misterios sepultados la noche del crimen.
De eso trata la serie que se estrena, por fin, hoy a las 23.15 y que se emitirá cada miércoles por Telecinco en un total de nueve capítulos.
Carles Francino y Antonio Hortelano se reparten los papeles principales
Punta Escarlata lleva dos años esperando salir en pantalla. En principio, iba a hacerlo en horario estelar y en Cuatro, pero la compra por parte de Telecinco de esa cadena desacomodó los planes.
"En septiembre hace casi dos años que grabamos esta ficción", calcula Francino, quien admite que "asusta un poco el horario, porque parece tarde, pero esperemos que el público lo acepte".
El actor cuenta que su personaje "es un policía de unos 30 años. Un buen policía, porque a esa edad que tenga el cargo que tiene habla bien de su persona.
Es un tío que antepone su trabajo a su vida personal, está muy obsesionado". Francino, quien se volvió popular con su personaje en Hospital Central, se identifica con el perfil de seductor que vienen teniendo todas sus interpretaciones. "En el fondo está siempre el galán, aunque con guiones diferentes.
A nivel físico, reconozco que doy esa impresión", presume sin tapujos.
Tras dos años de espera, la ansiedad ha crecido un poco. "Siento un poquito de nervios, pero lo normal.
Como ha pasado tanto tiempo, no recuerdo cómo estaba en aquél momento, aunque el primer capítulo ya lo vi y mañana [por hoy] lo veré en casa con mi madre", cuenta el actor catalán. "Me gustaría que la serie funcionase porque el producto es interesante, tiene misterio y ritmo", asegura.
Y agradece que "una cadena apueste por la ficción; eso es un privilegio".
Francino se dedica a las series a tiempo completo. "De momento, el futuro inmediato es Bandolera [Antena 3]. Una serie que lleva mucho tiempo", asegura.
El reparto se completa con las actuaciones de Álvaro Cervantes, Víctor Elías, Macarena García, Ana Rujas, Daniel Holguín y Juan Ribó Nur Al Levi.
Han pasado ocho años sin rastro alguno de ellas hasta que, por motivos desconocidos, una joven en estado de shock señala el lugar exacto donde están los cadáveres.
Recuerdos fugaces y versiones contradictorias se mezclan con lo paranormal.
Los investigadores Bosco y Max (Carles Francino y Antonio Hortelano) deben desentramar los múltiples misterios sepultados la noche del crimen.
De eso trata la serie que se estrena, por fin, hoy a las 23.15 y que se emitirá cada miércoles por Telecinco en un total de nueve capítulos.
Carles Francino y Antonio Hortelano se reparten los papeles principales
Punta Escarlata lleva dos años esperando salir en pantalla. En principio, iba a hacerlo en horario estelar y en Cuatro, pero la compra por parte de Telecinco de esa cadena desacomodó los planes.
"En septiembre hace casi dos años que grabamos esta ficción", calcula Francino, quien admite que "asusta un poco el horario, porque parece tarde, pero esperemos que el público lo acepte".
El actor cuenta que su personaje "es un policía de unos 30 años. Un buen policía, porque a esa edad que tenga el cargo que tiene habla bien de su persona.
Es un tío que antepone su trabajo a su vida personal, está muy obsesionado". Francino, quien se volvió popular con su personaje en Hospital Central, se identifica con el perfil de seductor que vienen teniendo todas sus interpretaciones. "En el fondo está siempre el galán, aunque con guiones diferentes.
A nivel físico, reconozco que doy esa impresión", presume sin tapujos.
Tras dos años de espera, la ansiedad ha crecido un poco. "Siento un poquito de nervios, pero lo normal.
Como ha pasado tanto tiempo, no recuerdo cómo estaba en aquél momento, aunque el primer capítulo ya lo vi y mañana [por hoy] lo veré en casa con mi madre", cuenta el actor catalán. "Me gustaría que la serie funcionase porque el producto es interesante, tiene misterio y ritmo", asegura.
Y agradece que "una cadena apueste por la ficción; eso es un privilegio".
Francino se dedica a las series a tiempo completo. "De momento, el futuro inmediato es Bandolera [Antena 3]. Una serie que lleva mucho tiempo", asegura.
El reparto se completa con las actuaciones de Álvaro Cervantes, Víctor Elías, Macarena García, Ana Rujas, Daniel Holguín y Juan Ribó Nur Al Levi.
Fabergé, un capricho real hereditario
Una exposición en Buckingham Palace muestra este verano la colección de piezas de Fabergé, el joyero ruso cuyas obras han sido el capricho de seis generaciones de la Casa Real Británica -
Los Bolcheviques expulsaron de Rusia al gran joyero Carl Fabergé.
Sus pomposas y alambicadas obras fueron el antojo de zares y reyes de toda Europa en los siglos XVIII y XIX y se convirtieron en tal símbolo de poder que en 1917 el propio Fabergé tuvo que salir de Rusia para salvar la vida.
Su taller, en el número 24 de la calle Bolshaya Morskaya de San Petersburgo, fue tomado por los revolucionarios que se apropiaron de algunas piezas y destruyeron otras.
Hoy la mayor colección del mundo está en manos de la Casa de Windsor que conserva intactas alrededor de 900 piezas.
Las cien mejores han sido rescatadas para ser expuestas en Buckingham Palace, del 23 de julio al 3 de octubre, durante la tradicional apertura de puertas que sucede cada verano cuando la Reina se marcha de vacaciones al castillo de Balmoral, Escocia.
La familia Forbes también tiene en su poder un buen número de ejemplares y hoy las piezas que quedan en circulación por el mundo se subastan por cantidades astronómicas.
Desde la Reina Victoria hasta el Príncipe Carlos la pasión por la orfebrería del ruso Fabergé ha pasado de padres a hijos, desde finales del siglo XIX, a lo largo de seis generaciones enla Familia RealBritánica. La muestra explica cómo los propietarios de estos objetos han ido dando forma a la colección y de qué manera su vida está ligada a estas obras, hechas a menudo por encargo para satisfacer los caprichos de los monarcas. A lo largo del siglo XIX la dinastía Romanov y la familia Real Británica emparentaron varias veces, de ahí la pasión heredada por el maestro ruso y la enorme colección que poseen.
La muestra empieza con la Reina Victoria, que aunque no mostró gran interés por la obra de Fabergé, recibió muchos de estos regalos de su nieta Alejandra Feodorovna, casada con el Zar Nicolás II. Una de las piezas que más valoró fue un cuaderno de notas que le regalaron el Zar y la Zarina en 1896 y que ella decidió utilizar para recoger las firmas de todos los mandatarios que le felicitaron por los 60 años de su reinado, en 1897. El cuaderno, rubricado por los más altos cargos de medio mundo en aquella época, es uno de los objetos estrella de la exposición.
"No es sólo una pieza maravillosa sino que es útil que es algo que Fabergé hacía muy a menudo" comenta su tataranieta, Tatiana Fabergé, que ha colaborado en la organización de la exposición. Entre las obras de este ilustre orfebre hay ceniceros, juegos de té, marcos, dedales, bolsos etc.
Carl Fabergé relevó a su padre como dueño del negocio familiar en 1872. Gracias a su talento, para 1900 la casa ya contaba con más de 500 empleados y su fama se extendía entre todas las familias bien del mundo. Eduardo VII yla Reina Alexandrafueron los grandes impulsores de la pasión por el joyero ruso en el Reino Unido. Tanto que en 1903 una sucursal de Fabergé abrió en Londres gracias a su influencia.
La exposición muestra un encargo personal de Eduardo VII de 1907. Es una escultura en miniatura de su perro favorito, llamado Ziza, que Fabergé talló observando los movimientos del animal en directo. El Rey mandó retratar a muchos de sus animales pero este perro era especial para él. "No solo es un retrato perfecto sino que capta su personalidad y tiene un guiño al cariño que le tenía el monarca: le puso un collar que decía "yo pertenezco al rey"", comenta la comisaria de la exposición, Caroline de Guitaut.
Pero quizá el objeto más significativo del éxito y la fama mundial que obtuvo Fabergé dentro de la obra son sus huevos de pascua imperiales.La Casade Windsor conserva tres de los 50 que elaboró el ruso.
Estos huevos fueron una tradición que inauguró en 1883 el Zar Alejandro II, que encargó a Fabergé la fabricación de un huevo como regalo del día de Pascua para su mujer.
Tenía una cáscara de platino y dentro contenía otro huevo más pequeño de oro. Al abrirse este último, contenía una gallina de oro en miniatura ataviada con una réplica de la corona imperial rusa.
Le gustó tanto que a partir de entonces cada año le encargaba uno nuevo a Fabergé. Su hijo, Nicolás II continuó con la tradición.
En concreto, el huevo sobre columnas, encargado en 1910 por Nicolas II es una pieza muy importante en la exposición por ser muy personal.
En este caso el huevo funciona como reloj.
En lo alto del la escultura un niño representa a su hijo Alexi, bajo el huevo están los dos zares y en la base, cuatro niñas representan a las cuatro hijas de los zares.
Isabel I, la Reina Madre, continuó el entusiasmo por las obras de Fabergé, adquirió muchas piezas de fantasía, entre las cuales una miniatura de una mesa en estilo Luis XV. Por último, un gran número de piezas han sido compradas por La Reina Isabel II y el duque de Edimburgo.
Un tintero y un abanico de seda son dos de las que se muestran en Buckingham a partir del día 23.
La parte final de la exposición incluye algunas piezas propiedad del Príncipe de Gales. Cierran la muestra un portarretratos con una foto de Carlos cuando era niño y un sello real a cuyo mango se abraza una rana que fue un regalo para el príncipe por su boda con Diana de Gales en 1981.
"Incluso gente que sabe muy poco de la grandeza de Fabergé reconoce la belleza imperial de su arte.
Su mito ha crecido por el final trágico de la dinastía Romanov, una combinación de factores que hace la exposición irresistible. Hay algo místico en estos objetos", comenta la comisaria.
Los Bolcheviques expulsaron de Rusia al gran joyero Carl Fabergé.
Sus pomposas y alambicadas obras fueron el antojo de zares y reyes de toda Europa en los siglos XVIII y XIX y se convirtieron en tal símbolo de poder que en 1917 el propio Fabergé tuvo que salir de Rusia para salvar la vida.
Su taller, en el número 24 de la calle Bolshaya Morskaya de San Petersburgo, fue tomado por los revolucionarios que se apropiaron de algunas piezas y destruyeron otras.
Hoy la mayor colección del mundo está en manos de la Casa de Windsor que conserva intactas alrededor de 900 piezas.
Las cien mejores han sido rescatadas para ser expuestas en Buckingham Palace, del 23 de julio al 3 de octubre, durante la tradicional apertura de puertas que sucede cada verano cuando la Reina se marcha de vacaciones al castillo de Balmoral, Escocia.
La familia Forbes también tiene en su poder un buen número de ejemplares y hoy las piezas que quedan en circulación por el mundo se subastan por cantidades astronómicas.
Desde la Reina Victoria hasta el Príncipe Carlos la pasión por la orfebrería del ruso Fabergé ha pasado de padres a hijos, desde finales del siglo XIX, a lo largo de seis generaciones enla Familia RealBritánica. La muestra explica cómo los propietarios de estos objetos han ido dando forma a la colección y de qué manera su vida está ligada a estas obras, hechas a menudo por encargo para satisfacer los caprichos de los monarcas. A lo largo del siglo XIX la dinastía Romanov y la familia Real Británica emparentaron varias veces, de ahí la pasión heredada por el maestro ruso y la enorme colección que poseen.
La muestra empieza con la Reina Victoria, que aunque no mostró gran interés por la obra de Fabergé, recibió muchos de estos regalos de su nieta Alejandra Feodorovna, casada con el Zar Nicolás II. Una de las piezas que más valoró fue un cuaderno de notas que le regalaron el Zar y la Zarina en 1896 y que ella decidió utilizar para recoger las firmas de todos los mandatarios que le felicitaron por los 60 años de su reinado, en 1897. El cuaderno, rubricado por los más altos cargos de medio mundo en aquella época, es uno de los objetos estrella de la exposición.
"No es sólo una pieza maravillosa sino que es útil que es algo que Fabergé hacía muy a menudo" comenta su tataranieta, Tatiana Fabergé, que ha colaborado en la organización de la exposición. Entre las obras de este ilustre orfebre hay ceniceros, juegos de té, marcos, dedales, bolsos etc.
Carl Fabergé relevó a su padre como dueño del negocio familiar en 1872. Gracias a su talento, para 1900 la casa ya contaba con más de 500 empleados y su fama se extendía entre todas las familias bien del mundo. Eduardo VII yla Reina Alexandrafueron los grandes impulsores de la pasión por el joyero ruso en el Reino Unido. Tanto que en 1903 una sucursal de Fabergé abrió en Londres gracias a su influencia.
La exposición muestra un encargo personal de Eduardo VII de 1907. Es una escultura en miniatura de su perro favorito, llamado Ziza, que Fabergé talló observando los movimientos del animal en directo. El Rey mandó retratar a muchos de sus animales pero este perro era especial para él. "No solo es un retrato perfecto sino que capta su personalidad y tiene un guiño al cariño que le tenía el monarca: le puso un collar que decía "yo pertenezco al rey"", comenta la comisaria de la exposición, Caroline de Guitaut.
Pero quizá el objeto más significativo del éxito y la fama mundial que obtuvo Fabergé dentro de la obra son sus huevos de pascua imperiales.La Casade Windsor conserva tres de los 50 que elaboró el ruso.
Estos huevos fueron una tradición que inauguró en 1883 el Zar Alejandro II, que encargó a Fabergé la fabricación de un huevo como regalo del día de Pascua para su mujer.
Tenía una cáscara de platino y dentro contenía otro huevo más pequeño de oro. Al abrirse este último, contenía una gallina de oro en miniatura ataviada con una réplica de la corona imperial rusa.
Le gustó tanto que a partir de entonces cada año le encargaba uno nuevo a Fabergé. Su hijo, Nicolás II continuó con la tradición.
En concreto, el huevo sobre columnas, encargado en 1910 por Nicolas II es una pieza muy importante en la exposición por ser muy personal.
En este caso el huevo funciona como reloj.
En lo alto del la escultura un niño representa a su hijo Alexi, bajo el huevo están los dos zares y en la base, cuatro niñas representan a las cuatro hijas de los zares.
Isabel I, la Reina Madre, continuó el entusiasmo por las obras de Fabergé, adquirió muchas piezas de fantasía, entre las cuales una miniatura de una mesa en estilo Luis XV. Por último, un gran número de piezas han sido compradas por La Reina Isabel II y el duque de Edimburgo.
Un tintero y un abanico de seda son dos de las que se muestran en Buckingham a partir del día 23.
La parte final de la exposición incluye algunas piezas propiedad del Príncipe de Gales. Cierran la muestra un portarretratos con una foto de Carlos cuando era niño y un sello real a cuyo mango se abraza una rana que fue un regalo para el príncipe por su boda con Diana de Gales en 1981.
"Incluso gente que sabe muy poco de la grandeza de Fabergé reconoce la belleza imperial de su arte.
Su mito ha crecido por el final trágico de la dinastía Romanov, una combinación de factores que hace la exposición irresistible. Hay algo místico en estos objetos", comenta la comisaria.
Spielberg... y 'Tintín' se hizo cine
En 1981 cayó en las manos de Steven Spielberg (Cincinnati, Ohio, 1946) una revista francesa que contenía la crítica de En busca del arca perdida.
El realizador no hablaba el idioma en cuestión, así que lo único que pudo distinguir en el texto era una palabra: Tintín.
"Recuerdo leer esa crítica sin entender nada, excepto que Tintín salía una y otra vez. Encargué una traducción del texto y básicamente decía que yo tenía que haber leído todos los cómics de Hergé porque estaba clarísimo que le estaba haciendo un homenaje. Así que le pedí a mi ayudante que me consiguiera uno de los álbumes, creo que me trajo Tintín y las siete bolas de cristal.
Allí empezó mi idilio con el personaje: llamé a Kathleen
"Es una saga que nos gustaría seguir explorando", avisa el director de 'E.T.'
[Kennedy, su productora habitual] y le dije que teníamos que convertir aquello en una película. Le pregunté por dónde deberíamos empezar y me dijo: 'Tienes que hablar con Hergé'. Y eso hicimos".
El genio que parió a Indiana Jones y películas como Tiburón o E.T., uno de los personajes más poderosos de Hollywood, parece aliviado después de una espera de casi tres décadas, que finalizará cuando este mismo año Tintín y el secreto del unicornio llegue a los cines del todo el mundo.
El director, acompañado de Peter Jackson y los actores Jamie Bell (Tintín) y Andy Serkis (el Capitán Haddock), presentó ayer en París por todo lo alto una de las grandes apuestas de la meca del cine para 2011. En 3-D, naturalmente.
La prensa mundial acudió presta a la llamada del Rey Midas, quien habló del proyecto que ha ocupado buena parte de los últimos tres años: "Ocuparnos de que el guion fuera todo lo que creíamos que debía ser ocupó gran parte del tiempo... y, bueno, luego está el hecho de que se tarda unas cinco horas para animar un fotograma, multiplicado por 24 y luego por 93 minutos. Imagina la cantidad de gente que tiene que participar en el proceso". La primera vez que Spielberg y Hergé se oyeron las voces fue en 1983. "Hablaron por teléfono. Hergé había visto En busca del arca perdida y le había encantado. Me dijo que si alguien iba a convertir Tintín en cine, Steven era el único que podía hacerlo", contaba ayer Kathleen Kennedy.
La muerte de Hergé el 3 de marzo de aquel mismo año complicó las cosas.
La viuda del autor decidió cederles los derechos (que en 1984 dejaban de pertenecer a los estudios Universal) y Spielberg dio luz verde a la escritura de un guion (a cargo de Melissa Matheson, guionista de E.T.) mientras él rodaba Indiana Jones y el templo maldito.
La cosa no le convenció y los derechos volvieron a los herederos de Hergé, enmarañando la posterior negociación a tres bandas con estos y la poderosa editorial Casterman. No fue hasta 2002 cuando Spielberg volvió sobre sus pasos y consiguió que DreamWorks recuperara los derechos del tebeo.
"Crecí con Tintín y cuando tienes siete u ocho años todo lo que quieres es ser como él, así que después de la llamada de Steven no tuve ninguna duda", decía Jackson, que ha dejado El Hobbit durante unos días para promocionar un filme del que es productor y responsable directo a través de su compañía, Weta Digital.
A su lado se sentaba Jamie Bell, al que el público recordará por su papel en Billy Elliot, al que le ha caído la bendición (¿o era el marrón?) de interpretar a Tintín. Durante el encuentro de Spielberg y Jackson con la prensa arreciaron las preguntas sobre el uso del motion capture, ese sistema que convierte a los actores en personajes de animación a través de un complejo sistema de sensores procesados luego por ordenador. "No quiero quedarme atascado. Me gusta pensar que puedo hacer cosas nuevas, usar diferentes tecnologías, contar historias distintas. Tengo claro que el medio no es el mensaje", se defendía Spielberg.
Para elaborar el guion se han utilizado retazos de hasta tres álbumes de la criatura de Hergé: El secreto del unicornio, El tesoro de Rackham el Rojo y El cangrejo de la pinzas de oro, una decisión motivada por la necesidad de introducir los personajes clave al público en una sola sentada.
"El personaje que nos empujó a tratar de combinar las historias fue el Capitán Haddock. Queríamos explicar cómo se conocían él y Tintín y eso no sucedía en El secreto del unicornio, así que nos pusimos de acuerdo para aportar algo a la historia sin que perdiera el espíritu", contaba Spielberg.
La polémica también apareció cuando alguien cuestionó la corrección política de algunas de las aventuras del reportero rubio, como Tintín en el Congo o Tintín en el país de los Soviets. "No vamos a volver atrás; tratar de reinterpretar esas historias no tendría sentido sin tener en cuenta el contexto histórico del momento en que fueron escritos", sentenció el Rey Midas. Tintín y el secreto del unicornio, escrito a seis manos por los guionistas británicos Joe Cornish, Steven Moffat y Edgar Wright, llegará a las pantallas españolas el 28 de octubre. Su suerte dictaminará el destino de la saga, "una saga que nos gustaría seguir explorando", según reconocía ayer en París Steven Spielberg, alias Midas.
El realizador no hablaba el idioma en cuestión, así que lo único que pudo distinguir en el texto era una palabra: Tintín.
"Recuerdo leer esa crítica sin entender nada, excepto que Tintín salía una y otra vez. Encargué una traducción del texto y básicamente decía que yo tenía que haber leído todos los cómics de Hergé porque estaba clarísimo que le estaba haciendo un homenaje. Así que le pedí a mi ayudante que me consiguiera uno de los álbumes, creo que me trajo Tintín y las siete bolas de cristal.
Allí empezó mi idilio con el personaje: llamé a Kathleen
"Es una saga que nos gustaría seguir explorando", avisa el director de 'E.T.'
[Kennedy, su productora habitual] y le dije que teníamos que convertir aquello en una película. Le pregunté por dónde deberíamos empezar y me dijo: 'Tienes que hablar con Hergé'. Y eso hicimos".
El genio que parió a Indiana Jones y películas como Tiburón o E.T., uno de los personajes más poderosos de Hollywood, parece aliviado después de una espera de casi tres décadas, que finalizará cuando este mismo año Tintín y el secreto del unicornio llegue a los cines del todo el mundo.
El director, acompañado de Peter Jackson y los actores Jamie Bell (Tintín) y Andy Serkis (el Capitán Haddock), presentó ayer en París por todo lo alto una de las grandes apuestas de la meca del cine para 2011. En 3-D, naturalmente.
La prensa mundial acudió presta a la llamada del Rey Midas, quien habló del proyecto que ha ocupado buena parte de los últimos tres años: "Ocuparnos de que el guion fuera todo lo que creíamos que debía ser ocupó gran parte del tiempo... y, bueno, luego está el hecho de que se tarda unas cinco horas para animar un fotograma, multiplicado por 24 y luego por 93 minutos. Imagina la cantidad de gente que tiene que participar en el proceso". La primera vez que Spielberg y Hergé se oyeron las voces fue en 1983. "Hablaron por teléfono. Hergé había visto En busca del arca perdida y le había encantado. Me dijo que si alguien iba a convertir Tintín en cine, Steven era el único que podía hacerlo", contaba ayer Kathleen Kennedy.
La muerte de Hergé el 3 de marzo de aquel mismo año complicó las cosas.
La viuda del autor decidió cederles los derechos (que en 1984 dejaban de pertenecer a los estudios Universal) y Spielberg dio luz verde a la escritura de un guion (a cargo de Melissa Matheson, guionista de E.T.) mientras él rodaba Indiana Jones y el templo maldito.
La cosa no le convenció y los derechos volvieron a los herederos de Hergé, enmarañando la posterior negociación a tres bandas con estos y la poderosa editorial Casterman. No fue hasta 2002 cuando Spielberg volvió sobre sus pasos y consiguió que DreamWorks recuperara los derechos del tebeo.
"Crecí con Tintín y cuando tienes siete u ocho años todo lo que quieres es ser como él, así que después de la llamada de Steven no tuve ninguna duda", decía Jackson, que ha dejado El Hobbit durante unos días para promocionar un filme del que es productor y responsable directo a través de su compañía, Weta Digital.
A su lado se sentaba Jamie Bell, al que el público recordará por su papel en Billy Elliot, al que le ha caído la bendición (¿o era el marrón?) de interpretar a Tintín. Durante el encuentro de Spielberg y Jackson con la prensa arreciaron las preguntas sobre el uso del motion capture, ese sistema que convierte a los actores en personajes de animación a través de un complejo sistema de sensores procesados luego por ordenador. "No quiero quedarme atascado. Me gusta pensar que puedo hacer cosas nuevas, usar diferentes tecnologías, contar historias distintas. Tengo claro que el medio no es el mensaje", se defendía Spielberg.
Para elaborar el guion se han utilizado retazos de hasta tres álbumes de la criatura de Hergé: El secreto del unicornio, El tesoro de Rackham el Rojo y El cangrejo de la pinzas de oro, una decisión motivada por la necesidad de introducir los personajes clave al público en una sola sentada.
"El personaje que nos empujó a tratar de combinar las historias fue el Capitán Haddock. Queríamos explicar cómo se conocían él y Tintín y eso no sucedía en El secreto del unicornio, así que nos pusimos de acuerdo para aportar algo a la historia sin que perdiera el espíritu", contaba Spielberg.
La polémica también apareció cuando alguien cuestionó la corrección política de algunas de las aventuras del reportero rubio, como Tintín en el Congo o Tintín en el país de los Soviets. "No vamos a volver atrás; tratar de reinterpretar esas historias no tendría sentido sin tener en cuenta el contexto histórico del momento en que fueron escritos", sentenció el Rey Midas. Tintín y el secreto del unicornio, escrito a seis manos por los guionistas británicos Joe Cornish, Steven Moffat y Edgar Wright, llegará a las pantallas españolas el 28 de octubre. Su suerte dictaminará el destino de la saga, "una saga que nos gustaría seguir explorando", según reconocía ayer en París Steven Spielberg, alias Midas.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)