.PARA A. MACHADO
Cuando usted se marchó yo ya no estaba.
Era sólo potencia perdida entre la niebla,
chispa sin voz ni voto en cola interminable,
abstracta pretensión de arterias desunidas.
Yo me asomé más tarde al mundo de sus ojos,
allí donde el paisaje se onduló con sus versos,
donde tuvo la historia su cantor más sublime,
donde calles y puertas crecieron hijos propios.
Cuando usted se marchó yo ni soñarlo,
ni plan preestablecido con madre señalada,
ni pan bajo los brazos, ni luna que te quiera,
ni sueños, ni siquiera cuevitas de juguetes.
Yo me dormí más tarde sabiendo de su infancia,
aprendí lo que tiene de entrañable un camino,
imité torpemente sus mejores sonetos,
le pregunté despierto por los mares de flores.
Cuando usted se marchó yo ni en el limbo,
ni alitas tan siquiera con que emprender un vuelo,
ni aliño indumentario, ni amores en espera,
ni bueno en el sentido mejor de la palabra.
Yo recité más tarde sus olmos moribundos,
me pregunté mil veces por su triste figura
recorriendo en silencio las tierras de otro mapa,
muriendo despacito en un pueblo muy raro.
Pepe Junco