El laberinto es la defensa mágica de un centro, de un tesoro, de una significación. Sólo se puede entrar en él mediante un rito mágico, tal como nos los propone la leyenda de Teseo.
Este simbolismo es el modelo de la existencia humana que se enfrenta a numerosas pruebas para avanzar hacia su propio centro, hacia sí misma hacia el atman, como dicen en la India.
Muchas veces he tenido consciencia de salir de un laberinto después de haber encontrado su hilo conductor en medio de la adversidad. Todos hemos conocido esa experiencia. Pero debo añadir que la vida no está hecha de un solo laberinto. La prueba se repite una y otra vez.
7 jul 2011
Claude Lanzmann.
Jan Karski fue testigo del exterminio judío en Polonia. Se desesperó denunciando durante meses los crímenes nazis ante Roosevelt y el Gobierno inglés. Nadie le escuchó.
Yo informé de lo que vi". Lo decía, con rostro grave, el hombre que intentó detener el Holocausto, el polaco Jan Karski, en una de las escenas de la devastadora películaShoah, de Claude Lanzmann. "Dios me ha permitido ver y decir lo que he visto, me ha permitido dar testimonio", decía. Él fue testigo del horror, de la caza al judío, pero no fue escuchado.
Jan Karski, el hombre que se deshizo en lágrimas ante Lanzmann, vivió unos años frenéticos como emisario del horror durante la Segunda Guerra Mundial. Jan Kozielevski, su nombre real (Lodz, Polonia, 1914-Washington, 2000), procedía de una familia católica de clase media. En 1931, su país y su juventud fueron arrasados por Hitler, aunque sus excepcionales cualidades para el análisis y la memorización lo convirtieron en un mirlo blanco para el Gobierno polaco -en la clandestinidad tras ser invadidos por Hitler-, que no dudó en reclutarlo para la Resistencia. "Soy un disco de gramófono que se graba, se transmite, se escucha", decía de sí mismo un lúcido Karski.
Tenaz y tozudo, Karski se empeñó en revelar al mundo la verdad sobre el exterminio nazi. En 1944 escribió un libro, Historia de un Estado clandestino (ahora se edita por primera vez en España por la editorial Acantilado), donde contaba su lucha por la libertad de Polonia y el estremecedor testimonio de los judíos del gueto de Varsovia y los campos de exterminio. Fue un éxito. Vendió más de medio millón de ejemplares en pocos meses en Estados Unidos. Cuando se convirtió en un personaje incómodo para Stalin y los aliados, enmudeció. En 1981, Jan Karski rompió su silencio de cuarenta años dando público testimonio de lo que había visto: "Al terminar la guerra supe que ni los Gobiernos ni los líderes, ni los eruditos, ni los escritores declaraban haber estado al corriente de lo acaecido a los judíos. Se mostraban sorprendidos. La muerte de seis millones de seres inocentes era un aterrador secreto. Aquel día me convertí en judío. Soy polaco, norteamericano, judío cristiano, católico practicante. Y aunque no soy un hereje, declaro que la humanidad ha cometido un segundo pecado original: por obediencia o por negligencia, por ignorancia autoimpuesta o por insensibilidad, por egoísmo o por hiprocresía, o incluso por frío cálculo. Ese pecado atormentará a la humanidad hasta el fin del mundo".
Movilizado en 1939, escapó de los alemanes sin siquiera combatir y se enroló en la Resistencia. "No sentía más que odio por los alemanes, odio por los bolcheviques... Por aquel entonces, yo era una conciencia enferma". Witold Kuckarski, el teniente Witold, su primer nombre de guerra, fue destinado en 1940 al servicio de enlaces con otros países. Los nazis lo apresaron en Eslovaquia, lo entregaron a la Gestapo y lo torturaron salvajemente. Intentó quitarse la vida cortándose las venas y consiguió escapar. En el verano de 1942, el delegado del Gobierno de Varsovia decidió enviarlo a Londres en calidad de "emisario político de la resistencia civil". Había nacido Jan Karski. Antes de partir, el Gobierno le pidió que se reuniera con otros ciudadanos polacos, los judíos. Fue testigo de la "gran acción" contra el gueto de Varsovia y la verdad inconfesable sobre los campos de exterminio.
Siempre recordó cómo, vestido con un traje andrajoso, se adentró un día en la ciudad de la muerte, el gueto de Varsovia, donde los nazis habían confinado a miles de judíos. "No era un cementerio porque los cuerpos se movían, aunque aparte de la piel, los ojos, la voz, no existía nada de humano en esas palpitantes figuras. Por todas partes había hambre, miseria, la atroz pestilencia de cuerpos en descomposición, los lastimeros gemidos de los niños agonizantes, los gritos desesperados de un pueblo que mantenía una espantosa y desigual lucha por la vida". Un infierno creado por el hombre. Los líderes judíos lo dejaron claro: "Los alemanes no intentan esclavizarnos como hacen con otros pueblos, estamos sistemáticamente exterminados. Esa es la diferencia... Creen que exageramos, que somos unos histéricos, pero millones de judíos están condenados al exterminio. Toda la responsabilidad gravita sobre las potencias aliadas". Aquel era el mensaje que debía transmitir al mundo: "La victoria de los aliados en un año, en dos, en tres, no nos servirá de nada porque ya no existiremos". Un grito desesperado.
No lo había visto todo. Días después, Karski viajó hasta Izbica, una pequeña ciudad cercana a Varsovia. Vestido con el uniforme de los guardias ucranios que custodiaban el campo de exterminio de Belzec, recorrió los barracones y presenció la llegada de cientos de deportados. Olió la carne quemada y vio cómo hombres uniformados metían a presión a los judíos en coches abarrotados que descargaban su carga humana en cámaras de gas. "Recuerde esto, recuérdelo siempre", musitaba a su oído el guía.
Yo informé de lo que vi". Lo decía, con rostro grave, el hombre que intentó detener el Holocausto, el polaco Jan Karski, en una de las escenas de la devastadora películaShoah, de Claude Lanzmann. "Dios me ha permitido ver y decir lo que he visto, me ha permitido dar testimonio", decía. Él fue testigo del horror, de la caza al judío, pero no fue escuchado.
Jan Karski, el hombre que se deshizo en lágrimas ante Lanzmann, vivió unos años frenéticos como emisario del horror durante la Segunda Guerra Mundial. Jan Kozielevski, su nombre real (Lodz, Polonia, 1914-Washington, 2000), procedía de una familia católica de clase media. En 1931, su país y su juventud fueron arrasados por Hitler, aunque sus excepcionales cualidades para el análisis y la memorización lo convirtieron en un mirlo blanco para el Gobierno polaco -en la clandestinidad tras ser invadidos por Hitler-, que no dudó en reclutarlo para la Resistencia. "Soy un disco de gramófono que se graba, se transmite, se escucha", decía de sí mismo un lúcido Karski.
Tenaz y tozudo, Karski se empeñó en revelar al mundo la verdad sobre el exterminio nazi. En 1944 escribió un libro, Historia de un Estado clandestino (ahora se edita por primera vez en España por la editorial Acantilado), donde contaba su lucha por la libertad de Polonia y el estremecedor testimonio de los judíos del gueto de Varsovia y los campos de exterminio. Fue un éxito. Vendió más de medio millón de ejemplares en pocos meses en Estados Unidos. Cuando se convirtió en un personaje incómodo para Stalin y los aliados, enmudeció. En 1981, Jan Karski rompió su silencio de cuarenta años dando público testimonio de lo que había visto: "Al terminar la guerra supe que ni los Gobiernos ni los líderes, ni los eruditos, ni los escritores declaraban haber estado al corriente de lo acaecido a los judíos. Se mostraban sorprendidos. La muerte de seis millones de seres inocentes era un aterrador secreto. Aquel día me convertí en judío. Soy polaco, norteamericano, judío cristiano, católico practicante. Y aunque no soy un hereje, declaro que la humanidad ha cometido un segundo pecado original: por obediencia o por negligencia, por ignorancia autoimpuesta o por insensibilidad, por egoísmo o por hiprocresía, o incluso por frío cálculo. Ese pecado atormentará a la humanidad hasta el fin del mundo".
Movilizado en 1939, escapó de los alemanes sin siquiera combatir y se enroló en la Resistencia. "No sentía más que odio por los alemanes, odio por los bolcheviques... Por aquel entonces, yo era una conciencia enferma". Witold Kuckarski, el teniente Witold, su primer nombre de guerra, fue destinado en 1940 al servicio de enlaces con otros países. Los nazis lo apresaron en Eslovaquia, lo entregaron a la Gestapo y lo torturaron salvajemente. Intentó quitarse la vida cortándose las venas y consiguió escapar. En el verano de 1942, el delegado del Gobierno de Varsovia decidió enviarlo a Londres en calidad de "emisario político de la resistencia civil". Había nacido Jan Karski. Antes de partir, el Gobierno le pidió que se reuniera con otros ciudadanos polacos, los judíos. Fue testigo de la "gran acción" contra el gueto de Varsovia y la verdad inconfesable sobre los campos de exterminio.
Siempre recordó cómo, vestido con un traje andrajoso, se adentró un día en la ciudad de la muerte, el gueto de Varsovia, donde los nazis habían confinado a miles de judíos. "No era un cementerio porque los cuerpos se movían, aunque aparte de la piel, los ojos, la voz, no existía nada de humano en esas palpitantes figuras. Por todas partes había hambre, miseria, la atroz pestilencia de cuerpos en descomposición, los lastimeros gemidos de los niños agonizantes, los gritos desesperados de un pueblo que mantenía una espantosa y desigual lucha por la vida". Un infierno creado por el hombre. Los líderes judíos lo dejaron claro: "Los alemanes no intentan esclavizarnos como hacen con otros pueblos, estamos sistemáticamente exterminados. Esa es la diferencia... Creen que exageramos, que somos unos histéricos, pero millones de judíos están condenados al exterminio. Toda la responsabilidad gravita sobre las potencias aliadas". Aquel era el mensaje que debía transmitir al mundo: "La victoria de los aliados en un año, en dos, en tres, no nos servirá de nada porque ya no existiremos". Un grito desesperado.
No lo había visto todo. Días después, Karski viajó hasta Izbica, una pequeña ciudad cercana a Varsovia. Vestido con el uniforme de los guardias ucranios que custodiaban el campo de exterminio de Belzec, recorrió los barracones y presenció la llegada de cientos de deportados. Olió la carne quemada y vio cómo hombres uniformados metían a presión a los judíos en coches abarrotados que descargaban su carga humana en cámaras de gas. "Recuerde esto, recuérdelo siempre", musitaba a su oído el guía.
Jan Karski en Avignon
Después de ver Ordet y Julio César - dos puestas en escena de Nauzyciel pudimos ver en París en 2009, respectivamente, en el Teatro du Rond-Point y en la Maison des Arts de Créteil - Yannick Haenel tomó la iniciativa de enviar la novela a la directora del Centro Dramático Nacional de Orleans.
"Con admiración, inicialmente, dijo el escritor, y porque he encontrado en estos programas que yo trato de hacerlo yo mismo en la literatura: a encarnar el espiritual. L'autre moteur est peut-être plus impur : je voulais me débarrasser de Jan Karski. El otro motor es tal vez más sucio que quería deshacerse de Jan Karski. Que d'autres que moi continuent à reprendre sa parole, à la formuler différemment, à y injecter de la subjectivité, de la fiction. Que no me siga tomando su palabra, dicho de otro modo, para inyectar la subjetividad, la ficción. Il me semblait qu'Arthur pouvait faire cela. Parecía que Arthur podría hacer eso. » "
Arthur Nauzyciel a donc lu Jan Karski, et immédiatement a surgi l'envie, peut-être la nécessité, de donner à ce texte romanesque un prolongement théâtral : « Il ya d'abord le lien personnel, familial, que j'entretiens avec la Pologne. Arthur Nauzyciel ha leído Jan Karski, e inmediatamente surgió el deseo, tal vez la necesidad de dar este texto un drama romántico de extensión "La primera es la relación personal, familiar, que tengo con el Polonia. De plus, j'ai lu le livre quelques jours après le décès de mon oncle, qui avait été déporté à Auschwitz et nous parlait souvent de cette expérience.
Además, he leído el libro unos días después de la muerte de mi tío, quien fue deportado a Auschwitz y que a menudo hablaba de esta experiencia. Alors, en ouvrant le livre de Yannick Haenel et en tombant sur la phrase de Celan, la continuité semblait évidente. Así, al abrir el libro de Yannick Haenel y la caída en las palabras de Celan, la continuidad parecía obvia. Dès la fin de la lecture, j'ai eu envie d'en faire quelque chose. Al final de la lectura, lo que quería hacer algo.
Une envie très liée aussi au dispositif formel qui organise le livre. El deseo también está estrechamente vinculada con el mecanismo formal que organiza el libro. » "
Trois parties composent, en effet, le roman de Yannick Haenel – que l'écrivain qualifie volontiers d' « installation », de « prototype » . Constan de tres partes, de hecho, la novela de Yannick Haenel - contento de que el autor describe como "instalación" del "prototipo". La première décrit, de façon très dépouillée, le témoignage de Jan Karski, s'exprimant, dans les années 1970, devant la caméra de Claude Lanzmann venu l'interroger pour son film Shoah .
La primera describe, muy básico, el testimonio de Jan Karski, hablando en la década de 1970, ante la cámara llegó de la entrevista de Claude Lanzmann Shoah para su película. La deuxième résume le livre qu'a écrit Karski dès 1944. El segundo resume el libro fue escrito en 1944 Karski. La fiction n'intervenant que dans la troisième partie, monologue intérieur imaginaire d'un vieil homme hanté par ce message crucial qu'il a voulu transmettre, et que nul n'a su, ou voulu entendre. « Au terme de ma lecture, il m'a semblé que la fin du livre appelait la matérialisation de Karski . On a envie qu'un homme se présente et dise : je suis Jan Karski. Ficción que sólo interviene en la tercera parte, el monólogo interior imaginario de un anciano atormentado por el mensaje crucial de que quería transmitir, y que nadie sabía, ni quería oír. "Después de mi lectura, parecía que el final del libro que se llama la materialización de Karski Usted quiere un hombre aparece y le dice:. Estoy Jan Karski. Mettre en scène le texte était ainsi une façon d'inventer au livre une quatrième partie. Puesta en escena y el texto fue inventar una manera de reservar una cuarta parte. Une mise en abyme de l'ensemble, qui offrirait en outre un nouvel auditoire pour ce message de Karski tombé dans l'oubli », poursuit Arthur Nauzyciel, dont le spectacle reprend donc l'intégralité du dispositif romanesque de Haenel, et non pas le seul monologue final – « parce que ce dispositif romanesque inventé par Yannick Haenel est déjà une métaphore, qui dit à la fois la difficulté d'arriver à la fiction, mais aussi la nécessité même de la fiction. Un conjunto de todos los abismos, que también proporcionan una nueva audiencia para este mensaje Karski olvidado ", dice Arthur Nauzyciel, cuyo espectáculo se lleva a todo el dispositivo para Haenel romántica, no la un monólogo final - "ya que este dispositivo inventado por Yannick Haenel novela es ya una metáfora, diciendo que tanto la dificultad de llegar a la ficción, pero también la necesidad de la ficción. » "
C'est cette troisième partie du roman de Yannick Haenel qui avait suscité la polémique au cours de l'hiver 2009. Esta es la tercera parte de la novela de Yannick Haenel, que generó controversia durante el invierno de 2009. L'écrivain avait-il le droit d'inventer une voix, une parole à Jan Karski ? El escritor tiene derecho a inventar una voz, una voz de Jan Karski? Pourtant, au moment où les témoins directs de la Shoah vont disparaître, comment la mémoire du crime, de la tragédie, va-t-elle se perpétuer si les artistes ne s'en emparent pas ? Sin embargo, cuando los testigos directos del Holocausto va a desaparecer, como la memoria de los hechos, la tragedia, que se perpetuará si los artistas no lo tome por la fuerza? Qui assurera alors la continuité du discours ? « La légitimité de l'art à témoigner pour l'Histoire va prendre rapidement une allure nouvelle », assurent d'une seule voix Haenel et Nauzyciel. Avignon sera, cet été, la caisse de résonance de cette certitude. Que aseguren la continuidad del discurso, entonces? "La legitimidad de la historia del arte es testigo de tomar rápidamente una nueva mirada", una voz única y Haenel Nauzyciel. Avignon será este verano, el sonido de esta certeza.
"Con admiración, inicialmente, dijo el escritor, y porque he encontrado en estos programas que yo trato de hacerlo yo mismo en la literatura: a encarnar el espiritual. L'autre moteur est peut-être plus impur : je voulais me débarrasser de Jan Karski. El otro motor es tal vez más sucio que quería deshacerse de Jan Karski. Que d'autres que moi continuent à reprendre sa parole, à la formuler différemment, à y injecter de la subjectivité, de la fiction. Que no me siga tomando su palabra, dicho de otro modo, para inyectar la subjetividad, la ficción. Il me semblait qu'Arthur pouvait faire cela. Parecía que Arthur podría hacer eso. » "
Arthur Nauzyciel a donc lu Jan Karski, et immédiatement a surgi l'envie, peut-être la nécessité, de donner à ce texte romanesque un prolongement théâtral : « Il ya d'abord le lien personnel, familial, que j'entretiens avec la Pologne. Arthur Nauzyciel ha leído Jan Karski, e inmediatamente surgió el deseo, tal vez la necesidad de dar este texto un drama romántico de extensión "La primera es la relación personal, familiar, que tengo con el Polonia. De plus, j'ai lu le livre quelques jours après le décès de mon oncle, qui avait été déporté à Auschwitz et nous parlait souvent de cette expérience.
Además, he leído el libro unos días después de la muerte de mi tío, quien fue deportado a Auschwitz y que a menudo hablaba de esta experiencia. Alors, en ouvrant le livre de Yannick Haenel et en tombant sur la phrase de Celan, la continuité semblait évidente. Así, al abrir el libro de Yannick Haenel y la caída en las palabras de Celan, la continuidad parecía obvia. Dès la fin de la lecture, j'ai eu envie d'en faire quelque chose. Al final de la lectura, lo que quería hacer algo.
Une envie très liée aussi au dispositif formel qui organise le livre. El deseo también está estrechamente vinculada con el mecanismo formal que organiza el libro. » "
Trois parties composent, en effet, le roman de Yannick Haenel – que l'écrivain qualifie volontiers d' « installation », de « prototype » . Constan de tres partes, de hecho, la novela de Yannick Haenel - contento de que el autor describe como "instalación" del "prototipo". La première décrit, de façon très dépouillée, le témoignage de Jan Karski, s'exprimant, dans les années 1970, devant la caméra de Claude Lanzmann venu l'interroger pour son film Shoah .
La primera describe, muy básico, el testimonio de Jan Karski, hablando en la década de 1970, ante la cámara llegó de la entrevista de Claude Lanzmann Shoah para su película. La deuxième résume le livre qu'a écrit Karski dès 1944. El segundo resume el libro fue escrito en 1944 Karski. La fiction n'intervenant que dans la troisième partie, monologue intérieur imaginaire d'un vieil homme hanté par ce message crucial qu'il a voulu transmettre, et que nul n'a su, ou voulu entendre. « Au terme de ma lecture, il m'a semblé que la fin du livre appelait la matérialisation de Karski . On a envie qu'un homme se présente et dise : je suis Jan Karski. Ficción que sólo interviene en la tercera parte, el monólogo interior imaginario de un anciano atormentado por el mensaje crucial de que quería transmitir, y que nadie sabía, ni quería oír. "Después de mi lectura, parecía que el final del libro que se llama la materialización de Karski Usted quiere un hombre aparece y le dice:. Estoy Jan Karski. Mettre en scène le texte était ainsi une façon d'inventer au livre une quatrième partie. Puesta en escena y el texto fue inventar una manera de reservar una cuarta parte. Une mise en abyme de l'ensemble, qui offrirait en outre un nouvel auditoire pour ce message de Karski tombé dans l'oubli », poursuit Arthur Nauzyciel, dont le spectacle reprend donc l'intégralité du dispositif romanesque de Haenel, et non pas le seul monologue final – « parce que ce dispositif romanesque inventé par Yannick Haenel est déjà une métaphore, qui dit à la fois la difficulté d'arriver à la fiction, mais aussi la nécessité même de la fiction. Un conjunto de todos los abismos, que también proporcionan una nueva audiencia para este mensaje Karski olvidado ", dice Arthur Nauzyciel, cuyo espectáculo se lleva a todo el dispositivo para Haenel romántica, no la un monólogo final - "ya que este dispositivo inventado por Yannick Haenel novela es ya una metáfora, diciendo que tanto la dificultad de llegar a la ficción, pero también la necesidad de la ficción. » "
C'est cette troisième partie du roman de Yannick Haenel qui avait suscité la polémique au cours de l'hiver 2009. Esta es la tercera parte de la novela de Yannick Haenel, que generó controversia durante el invierno de 2009. L'écrivain avait-il le droit d'inventer une voix, une parole à Jan Karski ? El escritor tiene derecho a inventar una voz, una voz de Jan Karski? Pourtant, au moment où les témoins directs de la Shoah vont disparaître, comment la mémoire du crime, de la tragédie, va-t-elle se perpétuer si les artistes ne s'en emparent pas ? Sin embargo, cuando los testigos directos del Holocausto va a desaparecer, como la memoria de los hechos, la tragedia, que se perpetuará si los artistas no lo tome por la fuerza? Qui assurera alors la continuité du discours ? « La légitimité de l'art à témoigner pour l'Histoire va prendre rapidement une allure nouvelle », assurent d'une seule voix Haenel et Nauzyciel. Avignon sera, cet été, la caisse de résonance de cette certitude. Que aseguren la continuidad del discurso, entonces? "La legitimidad de la historia del arte es testigo de tomar rápidamente una nueva mirada", una voz única y Haenel Nauzyciel. Avignon será este verano, el sonido de esta certeza.
El Códice Calixtino sustraído de la Catedral de Santiago no estaba asegurado
Las llaves se encontraban puestas en la caja fuerte donde se guardaba el libro, del siglo XII y valor incalculable.- Los responsables del archivo catedralicio tardan varios días en descubrir el hurto .
.El Códice Calixtino o Codex Calixtinus, un libro del siglo XII de valor incalculable, ha desaparecido de la Catedral de Santiago de Compostela, en lo que puede ser uno de los hurtos más importantes de patrimonio histórico y artístico de España.
La ausencia del códice, que se guardaba en una caja fuerte del archivo, se descubrió el martes por la tarde, aunque la sustracción se produjo la semana pasada, según fuentes policiales.
La pieza no estaba asegurada, según ha confirmado a la prensa el deán, José María Díaz, que reconoce no saber si el seguro general contratado para la Catedral cubre el hurto del libro.
'Codex' en gallego por 180.000 euros
Un libro de un valor inmenso que corre riesgo de deterioro
El Códice Calixtino se guardaba en una cámara, a la que se "accede continuamente", con otros volúmenes, "lo más valioso", que consultan habitualmente dos investigadores del archivo de la Catedral.
Solo estas dos personas y el deán, José María Díaz, pueden entrar con libertad en la sala y consultar el códice, un libro del siglo XII de valor incalculable. Tanto, que no está asegurado.
Díaz ha confirmado esta mañana en una comparecencia ante la prensa que el conjunto de pergaminos carecen de un seguro propio y, aunque hay uno general para la Catedral, no saben si cubriría el hurto de un ejemplar tan valioso. Con ocasión de una de las exposiciones de arte religioso de Las Edades del Hombre, en 1990 en Burgos, la organización de la muestra solicitó exponer el códice, pero un seguro ad hoc reclamaba entonces 1.000 millones de pesetas. El volumen, "que nunca se lleva a la sala de investigadores", solo salió en dos ocasiones de la Catedral, para dos exposiciones, la última en 1993 y tan solo permaneció un par de días en la exhibición, ya que después fue sustituido por un facsímil.
El deán no ha querido aclarar ningún punto sobre la seguridad de la cámara donde se guardaba el documento "por recomendación" de la policía, aunque sí ha confirmado que la puerta no fue forzada, como se informaba esta mañana cuando se supo que la cámara donde se guardaba tenía las llaves puestas. Díaz ha relatado que el martes a última hora, uno de los investigadores "echó en falta" el códice y dio aviso al propio deán. "Lo buscamos entre cuatro empleados para cerciorarnos que no estaba en la caja fuerte ni tampoco en las estancias adyacentes", ha explicado. A continuación, dieron aviso a la policía, que se personó en la Catedral sobre las 22.00 h. La denuncia oficial se produjo ayer por la tarde. "El cabildo se siente víctima de un robo y una tremenda ilegalidad", ha dicho.
El deán no ha querido verbalizar ninguna sospecha sobre la posible autoría del hurto. "Si lo sé no lo digo, si sospecho de alguien no lo digo. Primero, porque es pecado hacer juicios temerarios y, en este caso, y si es un juicio temerario interior para este fin puedo formularlo pero nunca manifestarlo. El que se lo llevó, sabía de qué se trataba, de su incalculable valor y cómo llegar a él". "El cabildo ha sabido conservarlo durante 800 años, nos sentimos víctimas de un tremendo atentado", finalizó.
Las pocas personas que tenían acceso a la cámara donde se guardaba el códice ya han sido interrogadas por la policía, sin que, por ahora, se hayan encontrado sospechas contra ninguna de ellas. Pese a que el acceso a la cámara estaba bastante restringido, el control sobre las llaves era "bastante laxo", por lo que cabe la posibilidad de que algún intruso se apoderase de ellas y abriese el cofre blindado sin dificultad.
El hurto (no cabe hablar de robo, al no haber existido fuerza ni violencia) se produjo la semana pasada. Sin embargo, no fue advertido hasta el martes. Desconcertados, los responsables del archivo catedralicio pensaron que la que se considera primera y más célebre guía para peregrinos se había extraviado y la buscaron por todas partes, sin encontrar el menor rastro. Ante esa evidencia, informaron a la policía, que inició las labores de búsqueda, aunque hasta ayer no se cursó la correspondiente denuncia en la comisaría de Santiago de Compostela.
"Lo mejor que puede suceder es que el códice esté en manos de alguien que conozca su valor incalculable porque así estamos seguros de que no lo maltratará", comenta un mando policial. La Jefatura Superior de Policía de Galicia ha dispuesto "todos los efectivos que sean necesarios" para recuperar el texto, a la vez que hoy mismo se incorporan a las pesquisas dos especialistas de la Brigada Central del Patrimonio Histórico.
Especialistas citados por El Correo Gallego creen que puede tratarse de un robo por una banda organizada que podría actuar por encargo de algún coleccionista. Fuentes de la investigación citadas por la Cadena SER piensan que el ejemplar se encuentra ya fuera de España. El delegado del Gobierno en Galicia, Miguel Cortizo, ha explicado a la prensa que se han activado los protocolos europeos para controlar los mercados en los que se pueden comerciar con obras de este tipo.
La primera guía del Camino
Compuesto por cinco libros y dos apéndices, aunque encuadernado en un tomo único en 1964, el códice, que nació con el objetivo de propagar la devoción por el apóstol Santiago, era una especie de guía para los peregrinos que se dirigían a la ciudad, con consejos, posibles alojamientos, descripciones de la ruta, de las obras de arte así como de las costumbres locales de las gentes que vivían a lo largo del Camino. También contiene ricas ilustraciones y 22 piezas polifónicas que se cuentan entre las más antiguas de Europa. Mide 30 por 21 centímetros y consta de 225 folios de pergamino.
En los últimos años, se habían aumentado las medidas de seguridad para proteger el códice, guardado en una zona dotada con un sistema de alarmas y contraincendios, pero que no registra todos los movimientos en las distintas estancias. Además, según este diario, hay cinco cámaras de seguridad, pero ninguna de ellas enfocaba al libro. Aparte del original desaparecido, existe una réplica exacta, con la que trabajan los especialistas acreditados, que pueden ver los visitantes del Museo de la Catedral. El original sólo se mostraba en grandes ocasiones, la última vez, según La Voz de Galicia, hace unos dos meses a personal del Ministerio de Cultura.
El deán, José María Díaz, informó ayer al Cabildo de la Catedral y al arzobispo, monseñor Julián Barrio, de la desapareción del códice, cuyo original latino, patrocinado en buena parte por el papa Calixto II (de ahí su nombre), fue traducido el año pasado al gallego.
.El Códice Calixtino o Codex Calixtinus, un libro del siglo XII de valor incalculable, ha desaparecido de la Catedral de Santiago de Compostela, en lo que puede ser uno de los hurtos más importantes de patrimonio histórico y artístico de España.
La ausencia del códice, que se guardaba en una caja fuerte del archivo, se descubrió el martes por la tarde, aunque la sustracción se produjo la semana pasada, según fuentes policiales.
La pieza no estaba asegurada, según ha confirmado a la prensa el deán, José María Díaz, que reconoce no saber si el seguro general contratado para la Catedral cubre el hurto del libro.
'Codex' en gallego por 180.000 euros
Un libro de un valor inmenso que corre riesgo de deterioro
El Códice Calixtino se guardaba en una cámara, a la que se "accede continuamente", con otros volúmenes, "lo más valioso", que consultan habitualmente dos investigadores del archivo de la Catedral.
Solo estas dos personas y el deán, José María Díaz, pueden entrar con libertad en la sala y consultar el códice, un libro del siglo XII de valor incalculable. Tanto, que no está asegurado.
Díaz ha confirmado esta mañana en una comparecencia ante la prensa que el conjunto de pergaminos carecen de un seguro propio y, aunque hay uno general para la Catedral, no saben si cubriría el hurto de un ejemplar tan valioso. Con ocasión de una de las exposiciones de arte religioso de Las Edades del Hombre, en 1990 en Burgos, la organización de la muestra solicitó exponer el códice, pero un seguro ad hoc reclamaba entonces 1.000 millones de pesetas. El volumen, "que nunca se lleva a la sala de investigadores", solo salió en dos ocasiones de la Catedral, para dos exposiciones, la última en 1993 y tan solo permaneció un par de días en la exhibición, ya que después fue sustituido por un facsímil.
El deán no ha querido aclarar ningún punto sobre la seguridad de la cámara donde se guardaba el documento "por recomendación" de la policía, aunque sí ha confirmado que la puerta no fue forzada, como se informaba esta mañana cuando se supo que la cámara donde se guardaba tenía las llaves puestas. Díaz ha relatado que el martes a última hora, uno de los investigadores "echó en falta" el códice y dio aviso al propio deán. "Lo buscamos entre cuatro empleados para cerciorarnos que no estaba en la caja fuerte ni tampoco en las estancias adyacentes", ha explicado. A continuación, dieron aviso a la policía, que se personó en la Catedral sobre las 22.00 h. La denuncia oficial se produjo ayer por la tarde. "El cabildo se siente víctima de un robo y una tremenda ilegalidad", ha dicho.
El deán no ha querido verbalizar ninguna sospecha sobre la posible autoría del hurto. "Si lo sé no lo digo, si sospecho de alguien no lo digo. Primero, porque es pecado hacer juicios temerarios y, en este caso, y si es un juicio temerario interior para este fin puedo formularlo pero nunca manifestarlo. El que se lo llevó, sabía de qué se trataba, de su incalculable valor y cómo llegar a él". "El cabildo ha sabido conservarlo durante 800 años, nos sentimos víctimas de un tremendo atentado", finalizó.
Las pocas personas que tenían acceso a la cámara donde se guardaba el códice ya han sido interrogadas por la policía, sin que, por ahora, se hayan encontrado sospechas contra ninguna de ellas. Pese a que el acceso a la cámara estaba bastante restringido, el control sobre las llaves era "bastante laxo", por lo que cabe la posibilidad de que algún intruso se apoderase de ellas y abriese el cofre blindado sin dificultad.
El hurto (no cabe hablar de robo, al no haber existido fuerza ni violencia) se produjo la semana pasada. Sin embargo, no fue advertido hasta el martes. Desconcertados, los responsables del archivo catedralicio pensaron que la que se considera primera y más célebre guía para peregrinos se había extraviado y la buscaron por todas partes, sin encontrar el menor rastro. Ante esa evidencia, informaron a la policía, que inició las labores de búsqueda, aunque hasta ayer no se cursó la correspondiente denuncia en la comisaría de Santiago de Compostela.
"Lo mejor que puede suceder es que el códice esté en manos de alguien que conozca su valor incalculable porque así estamos seguros de que no lo maltratará", comenta un mando policial. La Jefatura Superior de Policía de Galicia ha dispuesto "todos los efectivos que sean necesarios" para recuperar el texto, a la vez que hoy mismo se incorporan a las pesquisas dos especialistas de la Brigada Central del Patrimonio Histórico.
Especialistas citados por El Correo Gallego creen que puede tratarse de un robo por una banda organizada que podría actuar por encargo de algún coleccionista. Fuentes de la investigación citadas por la Cadena SER piensan que el ejemplar se encuentra ya fuera de España. El delegado del Gobierno en Galicia, Miguel Cortizo, ha explicado a la prensa que se han activado los protocolos europeos para controlar los mercados en los que se pueden comerciar con obras de este tipo.
La primera guía del Camino
Compuesto por cinco libros y dos apéndices, aunque encuadernado en un tomo único en 1964, el códice, que nació con el objetivo de propagar la devoción por el apóstol Santiago, era una especie de guía para los peregrinos que se dirigían a la ciudad, con consejos, posibles alojamientos, descripciones de la ruta, de las obras de arte así como de las costumbres locales de las gentes que vivían a lo largo del Camino. También contiene ricas ilustraciones y 22 piezas polifónicas que se cuentan entre las más antiguas de Europa. Mide 30 por 21 centímetros y consta de 225 folios de pergamino.
En los últimos años, se habían aumentado las medidas de seguridad para proteger el códice, guardado en una zona dotada con un sistema de alarmas y contraincendios, pero que no registra todos los movimientos en las distintas estancias. Además, según este diario, hay cinco cámaras de seguridad, pero ninguna de ellas enfocaba al libro. Aparte del original desaparecido, existe una réplica exacta, con la que trabajan los especialistas acreditados, que pueden ver los visitantes del Museo de la Catedral. El original sólo se mostraba en grandes ocasiones, la última vez, según La Voz de Galicia, hace unos dos meses a personal del Ministerio de Cultura.
El deán, José María Díaz, informó ayer al Cabildo de la Catedral y al arzobispo, monseñor Julián Barrio, de la desapareción del códice, cuyo original latino, patrocinado en buena parte por el papa Calixto II (de ahí su nombre), fue traducido el año pasado al gallego.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)