Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

30 jun 2011

Canutazos

DAVID TRUEBA

Decíamos ayer que la revitalización de la política a veces necesita más de sí misma y menos de los demás.
La prueba la hemos tenido en los canutazos de ayer, a la conclusión del debate sobre el estado de la nación.
 Los canutazos los graban los portavoces para ser emitidos a degüello en los canales nacionales.
 En ellos dejan su impronta para los noticiarios.
No le pidas profundidad ni reflexión, pero sí enormes dosis de contundencia. Pese a su nombre, no suelen producir en el consumidor ningún efecto lisérgico ni mucho menos euforizante, pero así funciona la rutina entre políticos y medios.






La conclusión de todos los líderes políticos sobre el debate ha sido negativa porque no se han tratado los temas que preocupan a la ciudadanía. Para todos ellos el debate ha sido estéril y aunque han participado en el asunto con bastante protagonismo el resultado les ha decepcionado por inútil e ineficaz. Supongo que ninguno de ellos antes de hacer estas afirmaciones tan rotundas piensa en el efecto que causan en la ciudadanía. Es algo así como una rueda de prensa con Velázquez, Murillo y Goya diciendo que no merece la pena perder el rato en el Museo del Prado. Suena a los jugadores más destacados de un Madrid-Barça asegurando que el encuentro ha sido otro tedioso partido sin la menor relevancia y que aconsejan a los espectadores aficionarse al baloncesto.



La realidad es que la estrategia de descrédito automático del contrario depaupera el oficio, que al fin y al cabo está basado en la rivalidad de contrarios y no en su desprecio mutuo, que es algo diferente.
 El debate es poco práctico en términos de resolución de la crítica situación financiera mundial, pero forma parte de la dialéctica política.
 Sin esos debates todo sería aún peor, porque en ellos al menos los políticos exponen y se exponen.



Una vez más Zapatero, pese a encararlos desde una situación de debilidad, logró evidenciar que las propuestas de futuro de la oposición van poco más allá de la nostalgia del ladrillo.
En vista de que convocar elecciones anticipadas o no hacerlo es el motivo de los desvelos partidistas, puede que la conclusión, más allá del estado de la nación, es que hay oxígeno para unos canutazos más.

Kim Jones debuta en Vuitton con un homenaje a Peter Beard

El aclamado estreno de ayer de Kim Jones al frente de la línea masculina de Louis Vuitton no sólo ha extasiado a su jefe, Marc Jacobs, director creativo de la firma, o a la prensa especializada, que ha subrayado que pocas veces un debutante ha captado y ampliado tan felizmente el espíritu de una marca.
En uno de esos tributos a los mayores que tanto gustan (y facilitan la tarea de rellenar páginas) a periodistas, estilistas y demás insiders, la colección del británico ha puesto el foco sobre Peter Beard, el gran fotógrafo de la vida salvaje africana y, a la sazón, bello aristócrata, juerguista internacional y compañero de batallas de Picasso, Capote, Bacon o Mick Jagger.
 El mismo de quien Warhol, amigo y vecino, escribió que era “una de las personas más fascinantes del mundo.
Un tarzán moderno que se automutila y pinta con su sangre. (…) Sin duda, uno de los hombres más hermosos que yo he conocido”.

El románico contemporáneo

El MNAC de Barcelona remodela su valiosísima colección de arte de los siglos XI, XII y XIII, arrancada hace un siglo de las iglesias del Pirineo catalán .
.El pantocrator del ábside de la iglesia de Sant Climent de Tahull, en el Pirineo catalán, es uno de los iconos de la cultura visual contemporánea.
 Lo pintó en el siglo XII el llamado maestro de Tahull, un artista exquisito, pero podría considerarse una pieza moderna, descubierta a principios del siglo XX, porque hasta entonces estuvo oculta tras un retablo gótico.
 Es, también, la pieza central de la colección de arte románico del Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC), que hoy vuelve a abrirse al público tras un proceso de remodelación con el que ha recuperado el "misticismo y la espiritualidad que había perdido en anteriores presentaciones", según la directora del MNAC Maite Ocaña.






Renace el misticismo que se había perdido en anteriores presentaciones

La historia del descubrimiento del románico catalán es peculiar, y explica el origen de la extraordinaria colección del MNAC.
En 1904, el arquitecto modernista Lluís Domenech i Montaner visitó la iglesia de Tahull e hizo una serie de fotografías de la cabecera y de otras piezas del templo.
En 1908, Joan Vallhonrat pintó una acuarela del pantocrator y también de los frescos de muchas otras iglesias del Pirineo que fueron reproducidas en unos fascículos de la Junta de Museos.
La colección tuvo un gran éxito y un efecto imprevisto: en poco tiempo los traficantes de arte pretendían exportar todo lo que encontraban.
La Junta de Museos hizo algo insólito: entre 1919 y 1923 compró todos los conjuntos de pinturas, contrató a unos técnicos italianos que habían elaborado un sistema para arrancar las pinturas de su lugar original, básicamente pasando los pigmentos a tela, y los trasladó a Barcelona.
Hoy sería algo inimaginable, pero gracias aquella decisión siguen en el país y forman parte de esta increíble colección de obras de los siglos XI, XII y XIII.



Más es menos, vino a decir ayer la directora de las colecciones del museo, Cristina Mendoza, cuando explicó que como parte de la reordenación -patrocinada por la Fundación Mapfre, que a cambio exhibió en su sede madrileña una exquisita selección- se ha reducido el número de piezas expuestas. Por ejemplo: en la sala dedicada a las esculturas en piedra, básicamente capiteles, ha habido una reducción del 30%.



El trabajo de remodelación tenía, además, una dificultad extra: suponía entrar en las tripas de la muy valorada instalación llevada a cabo en 1995 por la arquitecta italiana Gae Aulenti, sin que las modificaciones fueran demasiado evidentes. "El cambio es radical aunque pueda parecer poco perceptible, y esta es su gran virtud", explicó Mendoza. La iluminación, por ejemplo, cambia la sensación plana que tenía antes el conjunto y confiere a los ábsides un volumen muy peculiar.



Lo que muchos expertos consideran el conjunto de pintura mural románica más valioso del mundo ha pasado también por un proceso de restauración un tanto peculiar, en razón de sus características.
 La solución que se había aplicado a las lagunas -los espacios en los que la pintura se ha perdido- era poner una capa de pintura blanca o gris pálido.
El problema es que, como en realidad son telas, la nueva pintura generaba tensiones con los viejos pigmentos, amén de desviar la mirada del espectador.
 La técnica utilizada ahora consiste en aplicar argamasa hecha con la tierra del mismo lugar donde está la iglesia de la que proceden.
 Funciona no sólo técnicamente, sino que consigue crear un sorprendente efecto de realidad.