El escritor y político fue enterrado con una bandera republicana sobre su ataúd en una ceremonia íntima cerca de París .
Es un cementerio pequeño, con un puñado de tumbas, muchas con los apellidos repetidos de las pocas familias del pueblo.
El escritor Jorge Semprún, fallecido el martes en su casa de París, recorrió este domingo por última vez los ochenta kilómetros que separan su domicilio parisiense de la localidad de Garentreville, donde su familia dispone de una casa de campo desde hace años, y fue enterrado en ese cementerio casi de juguete, en la misma tumba donde reposa su esposa Collette, tras una ceremonia íntima.
Muere Jorge Semprún, una memoria del siglo XX
París le dice adiós a Jorge Semprún
Sólo acudió un centenar de personas, los familiares más cercanos, el círculo de amigos más estrecho de Semprún, llegados de un lado y del otro de los Pirineos.
Entre ellos, el expresidente Felipe González, o el cineasta Costa-Gavras.
A las once, un oficiante pidió a los presentes rodear al féretro del escritor.
Entonces, alguien colocó encima una corona de flores y una bandera de la República. Se cerraba la historia, pues: el adolescente hijo de republicanos que se exilió en Francia a los 15 años iba a ser enterrado en ese mismo país con la bandera de este régimen derrotado al que nunca dejó de pertenecer.
No hubo oraciones, ni oficio religioso.
Tan sólo la evocación de los que quisieron recordarle. Una de ellas fue la del intelectual y periodista Javier Pradera, amigo de Semprún desde los lejanos tiempos de la dictadura, la clandestinidad y la militancia. "Tenía imaginación para concebir misiones, y un valor frío para acometerlas", dijo. Luego bromeó: "Nos inculcó, entre otras, la virtud de la puntualidad".
Después volvió a ponerse serio: "Nos enseñó muchas más cosas. Fue un auténtico maestro de vida". El columnista de EL PAÍS encuadró a Semprún en el escogido grupo de seres capaces de albergar varias ideas contradictorias a la vez sin que eso les impidiera avanzar.
"Por ejemplo, tenía varias patrias, o tal vez era apátrida, sobre eso podríamos podernos a discutir", añadió.
Algunos de los asistentes al homenaje público del sábado, en París, también se desplazaron ayer a Garentreville (la ministra de Cultura Ángeles González-Sinde, los exministros Carlos Solchaga o Claudio Aranzadi, entre otros...) Bernard Pivot, uno de los periodistas culturales más famosos de Francia, por el contrario, sólo acudió al cementerio.
Y confesó (él, que ha entrevistado a todos los grandes autores del mundo), que Semprún era su único íntimo amigo escritor.
Después, todos, los ministros, los exministros, los nietos, los cineastas, los sobrinos, los amigos de toda una vida, se acercaron a la tumba abierta y depositaron una flor cada uno. Antes, Florence Malraux, la hija de André Malraux, otro inacabable escritor comprometido, luchador y ministro, había asegurado, para despedir el acto, que el mejor homenaje que se podía hacer a Semprún era releerle.
Michel Piccoli, el actor francés que acababa de recitar varios pasajes de su obra, se palpó entonces el ejemplar gastadísimo de El gran viaje que llevaba en el bolsillo de la chaqueta como el que aprieta la mano de un viejo amigo al que está diciendo adiós.
13 jun 2011
El espacio imposible de Anish Kapoor MIGUEL MORA
La obra del espectacular escultor angloíndio se expone en París, Milán y Venecia simultáneamente - Mañana llega como gran estrella a la Feria de Basilea .
Bendecido por gran parte de la crítica, y cada día más aclamado por un público que suele contemplar sus espectaculares piezas con la boca abierta, el escultor y arquitecto angloíndio Anish Kapoor (Bombay, 1954) asombra estos días a Europa con varias exposiciones simultáneas.
Algunas de sus piezas engullen literalmente al espectador, dejándoles pasear por su interior.
Otras son menos interactivas, pero ofrecen siempre sensaciones nuevas y variopintas.
Sus piezas engullen al espectador, dejándole pasear por su interior
Sus experimentos le sacan del mundo del arte y le acercan a nuevos públicos
Entre la mística, el juego y el sortilegio, algunos espectadores levitan con Kapoor.
Otros se marean ante ese despliegue de formas inéditas y vacíos enormes.
Kapoor es el gran mago contemporáneo de la escultura, y su éxito es tan unánime, y su ausencia de polémica le resulta tan cómoda al establishment del arte, que ya parece no negarse ningún reto.
Tras enamorar en el Parque Millennium de Chicago con su Cloud gate, quizá la obra contemporánea más visitada de la actualidad, el escultor seduce ahora a París con una sutil y descomunal pieza de goma roja, especialmente concebida para el Grand Palais.
Se trata de un globo traslúcido al que ha dado un nombre bíblico, Leviathan, el monstruo marino de la mitología judeocristiana.
"Un monstruo marino es grande, amorfo, incontrolable y provoca emociones", dijo Kapoor en la presentación.
No parece mala definición para la obra de este artista versátil y en permanente expansión, que desde mañana será una de las estrellas de la Feria de Basilea, como invitado especial en la sección (monumental) Art Unlimited.
Kapoor vive desde 1973 en Londres, donde ha trabajado siempre con la Lisson Gallery, de Nicholas Longsdail, gurú de la nueva escultura británica.
Allí acaba de exponer con la Serpentine Gallery, y su codirector, Hans Ulrich Obrist, explica así el secreto de tanto éxito: "Kapoor ha recorrido un largo camino. En los años ochenta ya era conocido e interesante, pero su crecimiento como artista ha sido lento y sostenido.
Empezó haciendo objetos de polvo rojo y poco a poco inventó un lenguaje nuevo. Con el tiempo, lo más novedoso ha sido su cambio de escala, sus dimensiones se han ido haciendo mucho más amplias".
Según Obrist, este nuevo Kapoor comenzó a cuajar en la Tate Gallery en 2002, cuando realizó la pieza Marsyas para la sala de turbinas.
"Eso supuso el inicio de su colaboración con el ingeniero Arup Cecil Balmond, que trabajó con Koolhaas y otros grandes arquitectos", recuerda Obrist.
"Probablemente eso le ha ayudado a llegar a lo que hemos visto ahora en París, que es seguramente lo mejor, y lo más grande, que Kapoor ha hecho nunca".
Los tubos, cañones, nubes, trompetas y túneles de Kapoor logran cambiar la percepción del espacio.
Aunque algunos le reprochan cierta tendencia a la megalomanía, otros se rinden a su dominio técnico y a su poética silenciosa.
Ver sus obras produce efectos singulares.
En Milán mucha gente siente alivio a la salida de Dirty Corner, una escultura de acero que forma un pasillo de 60 metros de largo por tres de diámetro. La obra fue pensada especialmente para la catedral de la Fábrica de Vapor.
Al entrar en la ballena, la oscuridad es a ratos total y la claustrofobia empuja a algunos a volver atrás, pero la mayoría tira para adelante.
La crítica italiana ha comparado la visita con el túnel de luz que pintó El Bosco en el Paraíso.
La pieza, que se puede ver hasta enero, será cubierta poco a poco por una montaña de tierra roja de 160 metros cúbicos.
En Milán se exhibe también una antológica de siete obras, repartida (hasta octubre) en los espacios de la Rotonda de la Besana: piezas de la última década, con las que Kapoor ha revolucionado la forma de crear y observar la escultura.
Hans Ulrich Obrist piensa que Kapoor representa para el arte lo mismo que supuso la nouvelle vague para el cine: "Hace experimentos muy interesantes que son a la vez muy populares. Eso le ha sacado del estrecho mundo del arte y le acerca a nuevos públicos. Lo admiran en los cinco continentes, y aunque ha ganado territorio, no ha perdido en absoluto la concentración".
Pero no siempre los experimentos cuajan. Ascensión, una instalación conceptual que Kapoor realizó en 2003 en San Gimignano, es uno de los grandes reclamos de la Bienal de Venecia.
Una base situada en el crucero de la basílica de San Giorgio Maggiore debe liberar una fina espiral de humo que asciende hasta la cúpula.
Pero algunos problemas técnicos impiden ver el humo con la debida asiduidad.
Bendecido por gran parte de la crítica, y cada día más aclamado por un público que suele contemplar sus espectaculares piezas con la boca abierta, el escultor y arquitecto angloíndio Anish Kapoor (Bombay, 1954) asombra estos días a Europa con varias exposiciones simultáneas.
Algunas de sus piezas engullen literalmente al espectador, dejándoles pasear por su interior.
Otras son menos interactivas, pero ofrecen siempre sensaciones nuevas y variopintas.
Sus piezas engullen al espectador, dejándole pasear por su interior
Sus experimentos le sacan del mundo del arte y le acercan a nuevos públicos
Entre la mística, el juego y el sortilegio, algunos espectadores levitan con Kapoor.
Otros se marean ante ese despliegue de formas inéditas y vacíos enormes.
Kapoor es el gran mago contemporáneo de la escultura, y su éxito es tan unánime, y su ausencia de polémica le resulta tan cómoda al establishment del arte, que ya parece no negarse ningún reto.
Tras enamorar en el Parque Millennium de Chicago con su Cloud gate, quizá la obra contemporánea más visitada de la actualidad, el escultor seduce ahora a París con una sutil y descomunal pieza de goma roja, especialmente concebida para el Grand Palais.
Se trata de un globo traslúcido al que ha dado un nombre bíblico, Leviathan, el monstruo marino de la mitología judeocristiana.
"Un monstruo marino es grande, amorfo, incontrolable y provoca emociones", dijo Kapoor en la presentación.
No parece mala definición para la obra de este artista versátil y en permanente expansión, que desde mañana será una de las estrellas de la Feria de Basilea, como invitado especial en la sección (monumental) Art Unlimited.
Kapoor vive desde 1973 en Londres, donde ha trabajado siempre con la Lisson Gallery, de Nicholas Longsdail, gurú de la nueva escultura británica.
Allí acaba de exponer con la Serpentine Gallery, y su codirector, Hans Ulrich Obrist, explica así el secreto de tanto éxito: "Kapoor ha recorrido un largo camino. En los años ochenta ya era conocido e interesante, pero su crecimiento como artista ha sido lento y sostenido.
Empezó haciendo objetos de polvo rojo y poco a poco inventó un lenguaje nuevo. Con el tiempo, lo más novedoso ha sido su cambio de escala, sus dimensiones se han ido haciendo mucho más amplias".
Según Obrist, este nuevo Kapoor comenzó a cuajar en la Tate Gallery en 2002, cuando realizó la pieza Marsyas para la sala de turbinas.
"Eso supuso el inicio de su colaboración con el ingeniero Arup Cecil Balmond, que trabajó con Koolhaas y otros grandes arquitectos", recuerda Obrist.
"Probablemente eso le ha ayudado a llegar a lo que hemos visto ahora en París, que es seguramente lo mejor, y lo más grande, que Kapoor ha hecho nunca".
Los tubos, cañones, nubes, trompetas y túneles de Kapoor logran cambiar la percepción del espacio.
Aunque algunos le reprochan cierta tendencia a la megalomanía, otros se rinden a su dominio técnico y a su poética silenciosa.
Ver sus obras produce efectos singulares.
En Milán mucha gente siente alivio a la salida de Dirty Corner, una escultura de acero que forma un pasillo de 60 metros de largo por tres de diámetro. La obra fue pensada especialmente para la catedral de la Fábrica de Vapor.
Al entrar en la ballena, la oscuridad es a ratos total y la claustrofobia empuja a algunos a volver atrás, pero la mayoría tira para adelante.
La crítica italiana ha comparado la visita con el túnel de luz que pintó El Bosco en el Paraíso.
La pieza, que se puede ver hasta enero, será cubierta poco a poco por una montaña de tierra roja de 160 metros cúbicos.
En Milán se exhibe también una antológica de siete obras, repartida (hasta octubre) en los espacios de la Rotonda de la Besana: piezas de la última década, con las que Kapoor ha revolucionado la forma de crear y observar la escultura.
Hans Ulrich Obrist piensa que Kapoor representa para el arte lo mismo que supuso la nouvelle vague para el cine: "Hace experimentos muy interesantes que son a la vez muy populares. Eso le ha sacado del estrecho mundo del arte y le acerca a nuevos públicos. Lo admiran en los cinco continentes, y aunque ha ganado territorio, no ha perdido en absoluto la concentración".
Pero no siempre los experimentos cuajan. Ascensión, una instalación conceptual que Kapoor realizó en 2003 en San Gimignano, es uno de los grandes reclamos de la Bienal de Venecia.
Una base situada en el crucero de la basílica de San Giorgio Maggiore debe liberar una fina espiral de humo que asciende hasta la cúpula.
Pero algunos problemas técnicos impiden ver el humo con la debida asiduidad.
Una maravilla
http://www.youtube.com/watch_popup?v=_mQHr8bAojU&vq=small
Atendiendo a una solicitud del gobierno americano, que buscaba una política de aproximación con Brasil, Walt Disney hizo éste y otros cortos de antología.-
Era época del final de la Segunda Guerra Mundial y la Guerra fría.-.
Esta maravilla fue creada en los años 50, enteramente a mano, sin computadoras, efectos digitales u otros recursos mágicos del cine de hoy
Atendiendo a una solicitud del gobierno americano, que buscaba una política de aproximación con Brasil, Walt Disney hizo éste y otros cortos de antología.-
Era época del final de la Segunda Guerra Mundial y la Guerra fría.-.
Esta maravilla fue creada en los años 50, enteramente a mano, sin computadoras, efectos digitales u otros recursos mágicos del cine de hoy
12 jun 2011
La melancolía de la tarde de domingo es una bobería
La melancolía de la tarde de domingo es una bobería si vives un sábado por la tarde en un centro comercial... Pero no seas timorato, nada de acudir a primera hora: hay que hacerlo al tiempo que las grandes masas hierven excitadas.
Y no te preguntes por qué lo están; a la sombra de la respuesta, y de la misma pregunta, espera el suicidio. O las ganas de zarpar; eso está mejor: las inmensas e insaciables ganas de zarpar.
No quiero con esto denigrar a los pobres, grandes centros comerciales, a la inocente tarde del sábado, todavía con el vestido nuevo que le regala la semana.
La desolación igualmente la experimentas en un club náutico, en un club de polo, en algún recinto con las luces a punto de encenderse, y todas las sonrisas ya iluminadas, hirviendo también ellas de inexplicable excitación.
Es esto, la excitación frenética y grupal lo que te asola.
Eso es lo que no verás en las corrientes de gente que deambula, un sábado por la tarde, por las calles torcidas hacia la noche, esquivándose, a trompicones, cayéndose contra las paredes, sentándose en los pretiles, posando la cabeza en las barras de bar.
Publicado por José Carlos Cataño
Y no te preguntes por qué lo están; a la sombra de la respuesta, y de la misma pregunta, espera el suicidio. O las ganas de zarpar; eso está mejor: las inmensas e insaciables ganas de zarpar.
No quiero con esto denigrar a los pobres, grandes centros comerciales, a la inocente tarde del sábado, todavía con el vestido nuevo que le regala la semana.
La desolación igualmente la experimentas en un club náutico, en un club de polo, en algún recinto con las luces a punto de encenderse, y todas las sonrisas ya iluminadas, hirviendo también ellas de inexplicable excitación.
Es esto, la excitación frenética y grupal lo que te asola.
Eso es lo que no verás en las corrientes de gente que deambula, un sábado por la tarde, por las calles torcidas hacia la noche, esquivándose, a trompicones, cayéndose contra las paredes, sentándose en los pretiles, posando la cabeza en las barras de bar.
Publicado por José Carlos Cataño
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