Este no es un artículo machista ni antifeminista, afirmo.
Hecha la proclama de rigor, reafirmo: el seno materno está sobrevalorado. Y esta no es una afirmación realizada contra el seno materno en general, sino contra el de Angela Merkel.
Ah, recuerdo aquel confortable almohadón de proa, tranquilizador y cálido, tanto nos engañó en su momento, dándole apariencia y de buena y afectuosa mujer.
Recuerdo, sí, una fotografía de su escote. Fue en el 2008, durante una visita oficial a Oslo. Ocurrió en la ópera, que resultó operísticamente desbordada.
Por aquel entonces me sentí feliz. Esta dama nos protegerá, me dije. Seno materno.
Por eso ayer ciertas imágenes me pusieron las carnes marsupiales.
Fue cuando la vi brindar con Barack Obama, leading player de la Casa Blanca, en funciones de salir de esta sin que se le tuerza la pajarita.
De inmediato sentí misericordia hacia el primer líder vivo del primer mundo agónico.
Ya sé, él es todo un hombre y, por ende, pertenece a un país del Norte.
Pero, demonios, imaginen que ella considera -por un momento- que el E. coli se originó en uno de los bulbos de algodón de la plantación en donde él trabaja cuando no está en la tele.
Pepinos del sur, soja de quién sabe dónde. ¿Alguien ha examinado las copas que cobijan los senos maternales sobrevalorados de la dama?
Y conste que no me estoy metiendo con la dama por serlo, sino por su decidida apuesta septentrional, al creer que todo lo malo -la vagancia, el dispendio, cierta tendencia al sablazo, los virus, las bacterias y los psicópatas- proceden de los países del Sur.
Si semejantes sospechas las planteara un tipo con bigotillo y gorra de plato, pues bueno: el que avisa no es traidor. ¡Pero proceden de un seno materno!
Eso es lo que me descoloca.
9 jun 2011
Secuestrada una bloguera en Siria
. Lesbiana, disidente y árabe. Mala combinación la de Amina Arraf, bloguera de 35 años, cuyo caso ha dado la vuelta al mundo tras ser secuestrada por tres agentes del régimen sirio.
A Amina se la llevaron el lunes de madrugada mientras se dirigía con un amigo a un encuentro en Damasco.
La noticia fue difundida por su prima utilizando el blog,
A Gay Girl in Damascus, en el que Amina contó al mundo con franqueza y originalidad lo que implica ser lesbiana y disidente en Siria, país árabe que vive sometido a una cruenta represión por parte del régimen de Bashar el Asad y que ha provocado más de 1000 muertos en apenas tres meses.
“Amina fue apresada por tres hombres de unos 20 años. Según el testigo (que no quiere ser identificado), los hombres estaban armados.
Amina golpeó a uno de ellos y le pidió a su amigo que encontrara a su padre”, relata la prima de la secuestrada en una de las últimas entradas del blog de Amina.
El caso, no obstante, ha suscitado cierto escepticismo que pone en duda su veracidad. Al parecer ningún medio ha podido contactar con ella personalmente y verificar quién hay detrás del blog. Además, una publicista inglesa ha denunciado que la imagen de Amina que circula por Internet y los diarios es suya, no de la bloguera desaparecida.
La voz de Amina cobró relevancia a mediados de marzo con el inicio de las revueltas en Siria.
Las entradas de su blog, belicosas unas, intimistas otras, fueron reuniendo a miles de seguidores ávidos de revelaciones sin complejos.
Lo que empezó como un desahogo en un país tomado por unos Servicios de Seguridad omnipresentes fue cobrando fuerza y convirtiéndose en una suerte de tribuna en la que sexualidad, política y religión eran despachados con lucidez y compromiso.
Varias páginas de Facebook, que cuentan ya con cientos de seguidores, se han puesto en funcionamiento desde que trascendió la noticia de su secuestro. Amina, que preparaba un libro autobiográfico, se ha erigido símbolo de las más de 10.000 personas detenidas desde el inicio de las revueltas, según los balances de los grupos de Derechos Humanos.
En una de sus entradas más incendiarias, recogida el pasado domingo, publicada tan solo unas horas antes de su desaparición, Amina se dirigía beligerante a Bashar el Asad y sus acólitos: “Se deben marchar. Se deben marchar pronto.
Eso es lo único que hay que decir”.
Quién sabe si fue la gota que colmó el vaso del régimen sirio.
A Amina se la llevaron el lunes de madrugada mientras se dirigía con un amigo a un encuentro en Damasco.
La noticia fue difundida por su prima utilizando el blog,
A Gay Girl in Damascus, en el que Amina contó al mundo con franqueza y originalidad lo que implica ser lesbiana y disidente en Siria, país árabe que vive sometido a una cruenta represión por parte del régimen de Bashar el Asad y que ha provocado más de 1000 muertos en apenas tres meses.
“Amina fue apresada por tres hombres de unos 20 años. Según el testigo (que no quiere ser identificado), los hombres estaban armados.
Amina golpeó a uno de ellos y le pidió a su amigo que encontrara a su padre”, relata la prima de la secuestrada en una de las últimas entradas del blog de Amina.
El caso, no obstante, ha suscitado cierto escepticismo que pone en duda su veracidad. Al parecer ningún medio ha podido contactar con ella personalmente y verificar quién hay detrás del blog. Además, una publicista inglesa ha denunciado que la imagen de Amina que circula por Internet y los diarios es suya, no de la bloguera desaparecida.
La voz de Amina cobró relevancia a mediados de marzo con el inicio de las revueltas en Siria.
Las entradas de su blog, belicosas unas, intimistas otras, fueron reuniendo a miles de seguidores ávidos de revelaciones sin complejos.
Lo que empezó como un desahogo en un país tomado por unos Servicios de Seguridad omnipresentes fue cobrando fuerza y convirtiéndose en una suerte de tribuna en la que sexualidad, política y religión eran despachados con lucidez y compromiso.
Varias páginas de Facebook, que cuentan ya con cientos de seguidores, se han puesto en funcionamiento desde que trascendió la noticia de su secuestro. Amina, que preparaba un libro autobiográfico, se ha erigido símbolo de las más de 10.000 personas detenidas desde el inicio de las revueltas, según los balances de los grupos de Derechos Humanos.
En una de sus entradas más incendiarias, recogida el pasado domingo, publicada tan solo unas horas antes de su desaparición, Amina se dirigía beligerante a Bashar el Asad y sus acólitos: “Se deben marchar. Se deben marchar pronto.
Eso es lo único que hay que decir”.
Quién sabe si fue la gota que colmó el vaso del régimen sirio.
Europa empieza en Buchenwald
- Unidad espiritual.
La conferencia sobre La filosofía en la crisis de la humanidad europea que Edmund Husserl pronunció en Viena en mayo de 1935, en pleno ascenso del nazismo y del comunismo, es una referencia recurrente en la idea de Europa que defiende Jorge Semprún. ¿Qué encuentra en este texto? Una disyuntiva fundamental: o Europa pierde su sentido de lo racional, entra en declive y cae en el odio y la barbarie (cuyo ruido se oía con estridencia en aquellos momentos); o Europa recurre al heroísmo de la razón para superar definitivamente el naturalismo y renace.
A Semprún le fascina el valor profético de las palabras de Husserl y al mismo tiempo les concede valor fundacional. Husserl sostiene que las familias, las tribus y las naciones de Europa se encuentran en la unidad "de una sola figura espiritual".
Por eso Europa habrá estado incompleta hasta que se reincorporaron Praga, Varsovia, Cracovia, y todas las ciudades secuestradas del Este.
- Buchenwald como patria.
La Europa de Semprún empieza en Buchenwald. Allí "echó raíces mi identidad desarraigada", decía.
El olor del humo del crematorio, día y noche, sobre las laderas del Ettesberg, y la voz de los mandos dando órdenes por los altavoces han acompañado a Semprún para siempre: es el modo en que Buchenwald marca los sentidos, para hacerse presente en las pesadillas nocturnas y en las reflexiones diurnas y recordar, efectivamente, que es tu patria y de alguna forma te posee. Los domingos por la tarde en el barracón 56, el de los inválidos, dónde se consumía Maurice Halbwachs, algunos concentrados se encontraban para tratar de vivir aquellas horas, que, siempre en función del capricho de las SS -el capricho, la arbitrariedad, es la esencia del poder-, se les concedían hasta el "estruendoso despertar" del lunes a las cuatro de la mañana. Allí se estaba recreando la conciencia europea, la que el nazismo había intentado exterminar destruyendo la poderosa cultura judío-alemana que le había dado alma.
- Una idea contra el mal. Sobre el descenso a los infiernos del exterminio y de las purgas estalinistas renace el espíritu de Europa. Para ello ha sido necesario atender las voces que venían de la experiencia totalitaria: los que regresaron de la muerte y sufrieron el miedo y la desconfianza que genera el que llega de un territorio del que no estaba previsto que se saliera; y los disidentes del Este, visitantes inesperados cuyos rostros a medida que fueron siendo reconocidos levantaron el muro detrás del que se escondía el socialismo real. El espíritu de Europa, un espíritu de libre crítica, como dice Husserl, de naciones diferentes que aceptan la mutua inseminación y recuperan la diversidad interior perdida. Un espíritu que reconoce y activa la fragilidad de lo humano sobre el principio de que no todo es posible.
Ha sido necesaria la evidencia del mal absoluto para que renaciera el espíritu europeo.
Por eso Europa carece de fronteras definidas: es una idea, un modo de gobernarse conforme a los principios de la razón y la aceptación de la vulnerabilidad del hombre como un activo.
- Cambiar de escala. Europa nace "como construcción de un espacio de libertad y de democracia frente al pasado hitleriano y frente al presente y el porvenir del totalitarismo soviético", escribe Semprún. Pero esta época ha terminado.
Y Europa ha de cambiar para adaptarse a un mundo globalizado.
Semprún no entiende el miedo a la globalización.
Para Marx la mundialización era la antesala del socialismo.
La burguesía podía retirarse de la historia porque habría cumplida ya su misión histórica: el mercado mundial.
Semprún decía que Marx habla de mercado mundial como Hegel hubiera podido decir "espíritu mundial".
El problema actual de Europa está en la asunción de este cambio de escala.
Europa ya no vive en el régimen de familia monoparental sino de familia recompuesta: la situación ya no está dominada por la parejita reproductora franco-alemana.
Y al mismo tiempo, el soberanismo, modelo jacobino francés, hace estragos.
El proyecto europeo está fundado en la contradicción entre supranacionalidad y estado nacional y no hay manera de salir de ella.
- Prioridad a la cultura. Europa yerra en los tiempos. Cuando las masas se echaron a la calle en los países de tipo soviético y Gorbachov -"al que nunca estaremos suficientemente agradecidos"- ordenó a las tropas que no intervinieran, ¿qué hizo Europa?, se preguntaba Semprún.
No se enteró, respondía. Y puesto que Europa siempre llega con retraso, después viene la precipitación.
Hoy, se está frenando a Turquía, sin darse cuenta de que el solo hecho de la perspectiva europea ya hace que sean más libres. El objetivo actual, para Semprún, ha de ser "la expansión de la idea de Europa".
Para ello hay que volver sobre las raíces de Europa y "colocar la cultura en el centro de la reflexión".
La cultura "es la exigencia de mantener la diversidad de Europa, de reforzar todos los idiomas de Europa" y de "fortalecer la unidad sobre la base de la razón democrática".
La conferencia sobre La filosofía en la crisis de la humanidad europea que Edmund Husserl pronunció en Viena en mayo de 1935, en pleno ascenso del nazismo y del comunismo, es una referencia recurrente en la idea de Europa que defiende Jorge Semprún. ¿Qué encuentra en este texto? Una disyuntiva fundamental: o Europa pierde su sentido de lo racional, entra en declive y cae en el odio y la barbarie (cuyo ruido se oía con estridencia en aquellos momentos); o Europa recurre al heroísmo de la razón para superar definitivamente el naturalismo y renace.
A Semprún le fascina el valor profético de las palabras de Husserl y al mismo tiempo les concede valor fundacional. Husserl sostiene que las familias, las tribus y las naciones de Europa se encuentran en la unidad "de una sola figura espiritual".
Por eso Europa habrá estado incompleta hasta que se reincorporaron Praga, Varsovia, Cracovia, y todas las ciudades secuestradas del Este.
- Buchenwald como patria.
La Europa de Semprún empieza en Buchenwald. Allí "echó raíces mi identidad desarraigada", decía.
El olor del humo del crematorio, día y noche, sobre las laderas del Ettesberg, y la voz de los mandos dando órdenes por los altavoces han acompañado a Semprún para siempre: es el modo en que Buchenwald marca los sentidos, para hacerse presente en las pesadillas nocturnas y en las reflexiones diurnas y recordar, efectivamente, que es tu patria y de alguna forma te posee. Los domingos por la tarde en el barracón 56, el de los inválidos, dónde se consumía Maurice Halbwachs, algunos concentrados se encontraban para tratar de vivir aquellas horas, que, siempre en función del capricho de las SS -el capricho, la arbitrariedad, es la esencia del poder-, se les concedían hasta el "estruendoso despertar" del lunes a las cuatro de la mañana. Allí se estaba recreando la conciencia europea, la que el nazismo había intentado exterminar destruyendo la poderosa cultura judío-alemana que le había dado alma.
- Una idea contra el mal. Sobre el descenso a los infiernos del exterminio y de las purgas estalinistas renace el espíritu de Europa. Para ello ha sido necesario atender las voces que venían de la experiencia totalitaria: los que regresaron de la muerte y sufrieron el miedo y la desconfianza que genera el que llega de un territorio del que no estaba previsto que se saliera; y los disidentes del Este, visitantes inesperados cuyos rostros a medida que fueron siendo reconocidos levantaron el muro detrás del que se escondía el socialismo real. El espíritu de Europa, un espíritu de libre crítica, como dice Husserl, de naciones diferentes que aceptan la mutua inseminación y recuperan la diversidad interior perdida. Un espíritu que reconoce y activa la fragilidad de lo humano sobre el principio de que no todo es posible.
Ha sido necesaria la evidencia del mal absoluto para que renaciera el espíritu europeo.
Por eso Europa carece de fronteras definidas: es una idea, un modo de gobernarse conforme a los principios de la razón y la aceptación de la vulnerabilidad del hombre como un activo.
- Cambiar de escala. Europa nace "como construcción de un espacio de libertad y de democracia frente al pasado hitleriano y frente al presente y el porvenir del totalitarismo soviético", escribe Semprún. Pero esta época ha terminado.
Y Europa ha de cambiar para adaptarse a un mundo globalizado.
Semprún no entiende el miedo a la globalización.
Para Marx la mundialización era la antesala del socialismo.
La burguesía podía retirarse de la historia porque habría cumplida ya su misión histórica: el mercado mundial.
Semprún decía que Marx habla de mercado mundial como Hegel hubiera podido decir "espíritu mundial".
El problema actual de Europa está en la asunción de este cambio de escala.
Europa ya no vive en el régimen de familia monoparental sino de familia recompuesta: la situación ya no está dominada por la parejita reproductora franco-alemana.
Y al mismo tiempo, el soberanismo, modelo jacobino francés, hace estragos.
El proyecto europeo está fundado en la contradicción entre supranacionalidad y estado nacional y no hay manera de salir de ella.
- Prioridad a la cultura. Europa yerra en los tiempos. Cuando las masas se echaron a la calle en los países de tipo soviético y Gorbachov -"al que nunca estaremos suficientemente agradecidos"- ordenó a las tropas que no intervinieran, ¿qué hizo Europa?, se preguntaba Semprún.
No se enteró, respondía. Y puesto que Europa siempre llega con retraso, después viene la precipitación.
Hoy, se está frenando a Turquía, sin darse cuenta de que el solo hecho de la perspectiva europea ya hace que sean más libres. El objetivo actual, para Semprún, ha de ser "la expansión de la idea de Europa".
Para ello hay que volver sobre las raíces de Europa y "colocar la cultura en el centro de la reflexión".
La cultura "es la exigencia de mantener la diversidad de Europa, de reforzar todos los idiomas de Europa" y de "fortalecer la unidad sobre la base de la razón democrática".
Velázquez, Goya, Picasso... Semprún
Cualquier lector de Jorge Semprún conoce su pasión por la pintura.
Cualquiera que accediera a su intimidad conocía asimismo su amistad con los artistas. Amigo, pues, de los artistas vivos y muertos, no es extraño que Jorge Semprún encontrase su ágora en los museos y, en particular, en el Museo del Prado, donde, según escribió, fue feliz.
Es comprensible que allí se sintiese feliz porque, desde la infancia, cuando vivía en la cercana calle Alfonso XI, guiaba visitas familiares al Museo del Prado, con lo que, aproximadamente medio siglo después, como ministro de Cultura, es lógico que se reencontrase con el placer de la revalidación de una pasión.
No faltó a la cita con el Prado ni en los años de ministro ni en su clandestinidad
Soñó con exhibir 'Los fusilamientos del 3 de mayo' con 'Las lanzas' y el 'Guernica'
¿Y entre medias? Pues también, porque, como escribió, no faltó a su cita con el Prado ni siquiera en los apurados tiempos de la clandestinidad, cuando se camuflaba en España con diversos nombres falsos, como, por ejemplo, el de Federico Sánchez. Con este antifaz vivió, entre otras cosas, un emocionante encuentro anónimo con el pintor ruso-francés Nicolas de Staël, del que se quedó prendado con motivo de lo que casualmente le oyó decir frente a Las meninas de Velázquez.
Una y otra vez sobre el Prado, clandestino o ministro, perseguido, odiado o amado, se comprende que quisiera hacer su propia interpretación del Prado, y de la forma con que lo hiciera un ser como él impelido y volcado en la acción.
En Federico Sánchez se despide de ustedes (1993), donde resume su experiencia ministerial, cuenta esta interpretación, ocupando la misma curiosamente casi la mitad de un libro aparentemente político y conflictivo. Por de pronto, no deja de ser sorprendente que en ese libro memorialista, donde todo el mundo esperaba solo un ajuste de cuentas político y, de alguna manera, moral, Jorge Semprún dedicase a sus ensoñaciones en y sobre el Prado casi la mitad de lo escrito.
Estas ensoñaciones que se le fueron ocurriendo mientras acompañaba a ilustres visitantes extranjeros en visita oficial, los cuales indefectiblemente deseaban pasar por el Museo del Prado, le llevaron al corazón de la identidad histórica española.
Da igual que fueran Isabel II de Inglaterra o Raisa Gorbachov, porque a Semprún, al hilo de estas protocolarias visitas, se le encendía la mente y las emociones, que te llevan hacia atrás y hacia delante.
En una de ellas recordó, justificadamente airado por la entonces mala ubicación del Guernica en el Casón del Buen Retiro, las conversaciones que había tenido al respecto con Picasso y lo que éste le dijo sobre su deseo e ilusión personales de que su gran obra estuviera en el edificio central del Prado, museo del que, no lo olvidemos, fue director desde fines de 1936, cargo del que nunca dimitió ni del que fue oficialmente cesado.
Sea como sea, Semprún atestiguó que la voluntad de Picasso "no era que su obra se expusiera en el Prado de esta manera oblicua, puramente administrativa.
Para él, el Prado no era una entidad burocrática, solo era el lugar ideal de un intercambio, de una confrontación. De un enfrentamiento, incluso, ¿por qué no? Él quería estar en el Prado para verse confrontado con Velázquez y con Goya, ese era su violento deseo.
Que por fin se supiera a qué atenerse, que se viera de dónde venía.
Que se comprendiera hacia dónde había tan obstinadamente caminado esa tradición, cómo su pintura era en su ruptura misma la culminación de aquella.
Enfrentarse con Las Meninas de Velázquez no había sido para él cosa de risa ni de juego; semejante encarnizamiento pictórico encerraba una apuesta de extrema gravedad".
Aun a este testimonio Semprún añadía que lo había escuchado de los propios labios de Pablo Picasso "porque me habló de ello larga y explícitamente una vez, en una conversación en La Californie, poco antes de la celebración de su 80 cumpleaños".
Con estos antecedentes se entiende que Jorge Semprún, siendo ministro de Cultura, idease llevar a cabo, aunque provisionalmente, no solo ese violento deseo manifestado por Pablo Picasso, sino su interpretación del mismo.
Se permitió soñar la posibilidad de exhibir el Guernica en el marco de una exposición temporal, junto a Los Fusilamientos del 3 de mayo, de Goya. Pero todavía más: ¿tal vez, cito lo escrito por Semprún, deberíamos cumplir el deseo de Picasso organizando su encuentro con Velázquez y Goya? Organizándolo aquí mismo, en esta sala del Buen Retiro, puesto que parece imposible hacerlo en el Prado.
Tal vez convenga traer a la sala del Buen Retiro telas de Velázquez y Goya.
El Guernica impone la elección que habría que traer aquí en un primer momento: La Rendición de Breda de Velázquez y Los Fusilamientos del 3 de mayo, de Goya.
Con todo lo dicho, se comprende que, en 2006, con motivo del 25 aniversario de la llegada del Guernica a España, y a 15 años de haber propuesto Semprún este encuentro entre Velázquez, Goya y Picasso, se celebrase conjuntamente, en el Prado y en el Reina Sofía, la exposición titulada Picasso.
Tradición y vanguardia.
El texto principal en el catálogo lo escribió Semprún y llevaba por título: Ahora empieza la pintura moderna.
Cualquiera que accediera a su intimidad conocía asimismo su amistad con los artistas. Amigo, pues, de los artistas vivos y muertos, no es extraño que Jorge Semprún encontrase su ágora en los museos y, en particular, en el Museo del Prado, donde, según escribió, fue feliz.
Es comprensible que allí se sintiese feliz porque, desde la infancia, cuando vivía en la cercana calle Alfonso XI, guiaba visitas familiares al Museo del Prado, con lo que, aproximadamente medio siglo después, como ministro de Cultura, es lógico que se reencontrase con el placer de la revalidación de una pasión.
No faltó a la cita con el Prado ni en los años de ministro ni en su clandestinidad
Soñó con exhibir 'Los fusilamientos del 3 de mayo' con 'Las lanzas' y el 'Guernica'
¿Y entre medias? Pues también, porque, como escribió, no faltó a su cita con el Prado ni siquiera en los apurados tiempos de la clandestinidad, cuando se camuflaba en España con diversos nombres falsos, como, por ejemplo, el de Federico Sánchez. Con este antifaz vivió, entre otras cosas, un emocionante encuentro anónimo con el pintor ruso-francés Nicolas de Staël, del que se quedó prendado con motivo de lo que casualmente le oyó decir frente a Las meninas de Velázquez.
Una y otra vez sobre el Prado, clandestino o ministro, perseguido, odiado o amado, se comprende que quisiera hacer su propia interpretación del Prado, y de la forma con que lo hiciera un ser como él impelido y volcado en la acción.
En Federico Sánchez se despide de ustedes (1993), donde resume su experiencia ministerial, cuenta esta interpretación, ocupando la misma curiosamente casi la mitad de un libro aparentemente político y conflictivo. Por de pronto, no deja de ser sorprendente que en ese libro memorialista, donde todo el mundo esperaba solo un ajuste de cuentas político y, de alguna manera, moral, Jorge Semprún dedicase a sus ensoñaciones en y sobre el Prado casi la mitad de lo escrito.
Estas ensoñaciones que se le fueron ocurriendo mientras acompañaba a ilustres visitantes extranjeros en visita oficial, los cuales indefectiblemente deseaban pasar por el Museo del Prado, le llevaron al corazón de la identidad histórica española.
Da igual que fueran Isabel II de Inglaterra o Raisa Gorbachov, porque a Semprún, al hilo de estas protocolarias visitas, se le encendía la mente y las emociones, que te llevan hacia atrás y hacia delante.
En una de ellas recordó, justificadamente airado por la entonces mala ubicación del Guernica en el Casón del Buen Retiro, las conversaciones que había tenido al respecto con Picasso y lo que éste le dijo sobre su deseo e ilusión personales de que su gran obra estuviera en el edificio central del Prado, museo del que, no lo olvidemos, fue director desde fines de 1936, cargo del que nunca dimitió ni del que fue oficialmente cesado.
Sea como sea, Semprún atestiguó que la voluntad de Picasso "no era que su obra se expusiera en el Prado de esta manera oblicua, puramente administrativa.
Para él, el Prado no era una entidad burocrática, solo era el lugar ideal de un intercambio, de una confrontación. De un enfrentamiento, incluso, ¿por qué no? Él quería estar en el Prado para verse confrontado con Velázquez y con Goya, ese era su violento deseo.
Que por fin se supiera a qué atenerse, que se viera de dónde venía.
Que se comprendiera hacia dónde había tan obstinadamente caminado esa tradición, cómo su pintura era en su ruptura misma la culminación de aquella.
Enfrentarse con Las Meninas de Velázquez no había sido para él cosa de risa ni de juego; semejante encarnizamiento pictórico encerraba una apuesta de extrema gravedad".
Aun a este testimonio Semprún añadía que lo había escuchado de los propios labios de Pablo Picasso "porque me habló de ello larga y explícitamente una vez, en una conversación en La Californie, poco antes de la celebración de su 80 cumpleaños".
Con estos antecedentes se entiende que Jorge Semprún, siendo ministro de Cultura, idease llevar a cabo, aunque provisionalmente, no solo ese violento deseo manifestado por Pablo Picasso, sino su interpretación del mismo.
Se permitió soñar la posibilidad de exhibir el Guernica en el marco de una exposición temporal, junto a Los Fusilamientos del 3 de mayo, de Goya. Pero todavía más: ¿tal vez, cito lo escrito por Semprún, deberíamos cumplir el deseo de Picasso organizando su encuentro con Velázquez y Goya? Organizándolo aquí mismo, en esta sala del Buen Retiro, puesto que parece imposible hacerlo en el Prado.
Tal vez convenga traer a la sala del Buen Retiro telas de Velázquez y Goya.
El Guernica impone la elección que habría que traer aquí en un primer momento: La Rendición de Breda de Velázquez y Los Fusilamientos del 3 de mayo, de Goya.
Con todo lo dicho, se comprende que, en 2006, con motivo del 25 aniversario de la llegada del Guernica a España, y a 15 años de haber propuesto Semprún este encuentro entre Velázquez, Goya y Picasso, se celebrase conjuntamente, en el Prado y en el Reina Sofía, la exposición titulada Picasso.
Tradición y vanguardia.
El texto principal en el catálogo lo escribió Semprún y llevaba por título: Ahora empieza la pintura moderna.
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