Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

28 abr 2011

Estética de la nada

 

VICENTE VERDÚ

La victoriosa historia de la actual novela, El bolígrafo de gel verde, en marcha hacia su décima edición es la historia general de la "infamia" de nuestro tiempo.
Bien entendido que in-famia no se emplea en sentido negativo ni calamitoso sino, sencillamente, como in-versión.
Como in-versión del ser en la nada, de la literatura en la mala mecanografía y de la pintura en la decoración infantil.






La literatura y la pintura actuales viajan por otros espacios compuestos de factores inéditos

Sobre la nada se tiene, a primera vista, un concepto adverso pero más de cerca la nada puede ser lo mejor de lo mejor o hasta lo peor de lo peor.
 En todo caso, mucho más que nada. Un tratamiento positivo de la nada obtiene de ella una enorme productividad.
Se trataría de la nada del existir, de la finita existencia que en base a terrible deficiencia invita a sacar el máximo provecho de ella.
Es la nada "existencialista" o la nada de la Humanidad rebelde y orgullosa ante a la abusiva totalidad de Dios.



Pero hay, de otra parte, una nada negativa que es la nada no del existir sino del ser, según aprendí leyendo una colección de ensayos sobre el asunto en una edición colectiva (Sáenz, De la Higuera, Zúñiga) que publicó Biblioteca Nueva hace tres o cuatro años.



Esta nada del ser viene a ser como la nada fetén que define con precisión a nuestro tiempo. Nada de lamentaciones por lo que no se tiene o por lo que no da más de sí, nada de elegías sobre la mortal condición humana. Esta nada del existir propicia mucha y buena literatura, filosofía o pintura. La nada mala es la nada del ser, la "nula nada" que ahora se representa en muchos de los nuevos libros de una literatura sin literatura o de pintura sin pintura.



La magnífica colección de cuadros que el Museo de Colecciones ICO exhibe en Madrid hasta el 1 de mayo es la muestra de una pintura que pinta, cargada de estética y de sentido.
Las 36 obras de artistas españoles -entre las 79 expuestas- son lienzos de Tàpies, Arroyo, Sicilia, Gordillo o Navarro Baldeweg, Esteban Vicente o Guerrero.
Unos vienen de los sesenta, pero siguen con fuerza más allá de los ochenta para alcanzar expresamente hoy en sus descendientes la implosión hacia la nada.



No es un asunto exclusivamente español, desde luego.
En Francia o en Gran Bretaña, en Nueva York y en Pekín (Ai Weiwei -ahora arrestado- volcó un millón de pipas de girasol en la Tate Modern como opus magna) el fenómeno define al mundo. ¿Puede pintarse la nada o pintar tantísimas las pipas? La nada existencial -sea en muerte o en pipas- claro que sí pero representar la nada del ser viene a ser un oxímoron completo.
 De ahí, por tanto, que la llamada literatura no sea literatura ni la denominada aún pintura sea pintura.
Lo que se lee o se ve es algo pero no es la nada existencial sino otro mundo donde ya no existe ni deja de existir la nada. En definitiva, ni la literatura ni la pintura actuales están cumpliendo una etapa más de la historia, ni siquiera decadente.
Sencillamente, viajan por otros espacios y, por lo tanto, compuestos de factores inéditos.
Tan dignos de atención, seguramente, como los anteriores pero no a través de la clase de atención precedente.
La clase de atención empleada hasta ahora para juzgar, gozar o condenar, se ha vuelto un aparato obsoleto para obtener diagnósticos.
El nuevo cuerpo creativo que todavía (transitoriamente) se llama artístico posee una fisiología desconocida y ni siquiera su estado puede ser tratado -por avanzado que parezca el procedimiento- con ninguna clase de células "madre".
Si esta nada es nula -no nuda- no debe atribuirse a su desnudez sino a que es huérfana.

Una mujer suave y holgada

Los diseñadores rescatan los pantalones extraanchos y las faldas 'midi', prendas aptas para casi todos los cuerpos, gustos y bolsillos .

Los años setenta más sofisticados y románticos, esos que, a su vez, se inspiraron en los sueltos años veinte, toman esta primavera las calles tras haber pasado, eso sí, por el filtro del pragmatismo y la funcionalidad al que se aferra la industria de la moda tras la recesión.
 Siluetas en las antípodas del hippismo, amplias y fáciles que buscan sus referentes en Yves Saint Laurent, Bianca Jagger o Halston.






- ¿Qué? Pantalones extraanchos en todos los tejidos -del vaquero a la seda-; vestidos vaporosos y muy sensuales, que juegan con los escotes y las transparencias; y faldas hasta los pies o, en un ejercicio de exhibicionismo, a media pierna.
Un estilo vaporoso, despreocupado, fluido. Y sobre todo, amplio.



- ¿Dónde? Esta primavera, los diseñadores han reinterpretado la falda larga, estandarte de esta tendencia XXL, hasta la saciedad.
Lanvin emplea metros y metros de sinuosa tela en una propuesta romántica pero pragmática. Carolina Herrera las interpreta en clave más controlada y clásica; y Jil Sander busca combinar minimalismo y volumen.
Marc Jacobs se inspira en el icono de los años setenta Bianca Jagger y en el Studio 54 para crear vestidos sexis y relajados, mientras que Haider Ackerman los pasa por la batidora gótica.
 El pantalón palazzo, ancho y volátil, se convierte en el rey de las colecciones de Céline, Hermès o Jason Wu.
 Y las faldas midi, esas que terminan a medio camino entre la rodilla y el tobillo, resurgen candorosas en Chloé, o herederas de la posguerra más desatada en Yves Saint Laurent.



- ¿Por qué? Como explica el diseñador Juan Duyos, en el movimiento pendular que describe la moda "después de un momento duro y exigente con el cuerpo[pantalones pitillo, shorts o corsés],









llega otro más suave y holgado para la mujer".
 Las firmas de moda, aún en guardia contra la recesión, saben, como sabe el creador español, que "las prendas sueltas quedan bien a casi todo el mundo".
Se trata, en definitiva, de una tendencia más rápida de digerir y de aplicar, apta para un público más amplio.




- ¿Cómo? Juan Duyos propone jugar con los volúmenes y contrarrestar los pantalones palazzo y las faldas largas con tops y camisetas entalladas.
Prada y Jil Sander llevan la tendencia al extremo y crean piezas con siluetas semirrígidas que obvian la forma del cuerpo de pies a cabeza.
Los tacones se convierten en compañeros imprescindibles de los pantalones y sobre todo de las faldas midi, que acortarían las piernas a la mismísima Adriana Karembeu (las de esta modelo miden 1,21 centímetros).



- ¿Vale la pena? "Las prendas más neutras y los volúmenes más fluidos aguantan mejor en el armario y en el tiempo", dice Duyos.
Y a juzgar por colecciones como la suya, la de Chanel o Jil Sander para el próximo otoño, los vestidos y pantalones XXL seguirán vigentes, con permiso de unos buenos leotardos.