Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

9 mar 2011

La crisis no cabe en un bolso de lujo

El negocio de productos exclusivos se repone con rapidez - Los ricos tienen menos miedo o vergüenza de gastar en caprichos - China lidera el aumento del consumo .
En la calle Serrano, David Mougin, coordinador de las tiendas Loewe en Madrid, ofrece su gruesa tarjeta de visita con las dos manos y una leve reverencia asiática. Acaba de volver de China, donde la marca ha abierto 14 locales en los últimos 10 años. Está entusiasmado.
En el móvil lleva cientos de fotos de su viaje. "¡Mira cómo son, por favor! Tan jóvenes, modernas y elegantes...", dice mostrando instantáneas de treintañeras chinas ataviadas con visones degradados y botas Ugg, que compran brillantes bolsos de colores como si no hubiese mañana.
En una de las fotos, un cliente se prueba en Pekín una chaqueta de cocodrilo.
Hombre chino menor de 45 dispuesto a gastarse 100.000 euros en una exquisita prenda que no necesita.
Según todos los estudios, es la gran esperanza del mercado de lujo.




El cuero resiste, las cremas se arrugan



El mercado chino tiene interés por desarrollar sus propias marcas



En la Bolsa hay compañías en las que se está creando algo de burbuja



Brasil, India y Rusia se han apuntado al gusto por lo exquisito



En 2008 el club de los millonarios perdió miembros sin precedentes

En otro lugar de Madrid una diapositiva muestra a un oriental tirando de una carretilla irónicamente alargada.
Es el rig shaw-limusina, una metáfora para animar la presentación de AltaGamma 2011, el noveno Estudio global de bienes de lujo en el mundo de Bain & Company (financiado por la asociación de marcas de lujo italianas). "China está tirando del sector", dice Claudia D'Arpizio, portavoz de la consultora en un aula del Instituto de Empresa.



Lo más llamativo del estudio (que analiza ventas de 250 marcas en el mundo) es la increíble recuperación del sector.
"Hemos pasado del infierno al paraíso en 18 meses", dice D'Arpizio. En 2009, el negocio cayó un 8%, pero desde esas Navidades y a lo largo de 2010 ha rebotado por encima del 10%. Las previsiones para 2011 alcanzan un nuevo crecimiento de entre el 5% y el 7%.



Las cifras más hiperbólicas son las chinas, donde hubo un "súpercomportamiento" incluso a lo largo de la crisis.
 En 2008, su mercado del lujo creció un 30%, en 2009 un 20%, en 2010 otro 30% más... "Tenemos China para 15 años", dice D'Arpizio.
No está sola en sus previsiones. Según un reciente informe gráficamente titulado Bañados en oro (de CLSA Asia Pacific), en 2020 el 44% del mercado mundial de bienes de lujo y viajes estará en manos de consumidores chinos, frente al 15% actual.
La razón es demográfica: los 670.000 millonarios chinos son de media 15 años más jóvenes que los europeos, estadounidenses o japoneses.
 Así que ni morirán pronto, ni se jubilarán vigilando más sus gastos.



La pasión china por el lujo es también sociológica. "Necesitan reforzar el nuevo orden social. Históricamente, las élites escalaban en el funcionariado; ahora, los productos de lujo son la prueba del éxito", explica María Eugenia Girón, autora del libro Secretos de lujo.
 "El respeto se consigue a través de relojes, joyería, ropa, coches y buenos vinos", suscribe el informe Bañados en oro.



Pero los chinos no están solos en su piscina dorada.
 Además de en países emergentes como Brasil, Rusia o India, el consumo del lujo ha repuntado en EE UU (un 12%) y en la vieja Europa (un 6%, con España por debajo de la media).
 Primero, porque la crisis no afecta a todos por igual. En 2009, con la economía global aún en recesión, el número de ricos del mundo aumentó un 17,1%, según Merrill Lynch/Capgemini.
Estadísticamente, un rico es un HNWI, high net worth individual (individuo con alto poder adquisitivo), un tipo con activos de por lo menos un millón de dólares (720.000 euros) para invertir. Los superricos, ultra-HNWI, empiezan a partir de los 20 millones de euros disponibles y también aumentaron, en un 21,5%, en 2009.



Dicho esto, ellos también sufren.
En 2008, el club de ricos y superricos perdió un número de miembros sin precedentes. Y el mercado del lujo sufrió en 2009 su annus horribilis particular: el mayor bache en 15 años, mucho peor que las contracciones tras el atentado del 11-S o la epidemia SARS, o síndrome respiratorio agudo y grave.



"El sector no es inmune a la crisis, simplemente sobreactúa; es más volátil y emocional", explica D'Arpizio.
"Fluctúa el doble que las variaciones del PIB; cuando las cosas van bien, las élites compran más de lo que se pueden permitir, cuando van mal, dejan de comprar aunque aún puedan: es un sector muy vinculado a la psicología del consumidor".
 El deseo, el optimismo, la pérdida de confianza mandan.
"En Europa la crisis no afectó tanto a los ricos, pero perdieron confianza, reaccionaron más por miedo que por pérdida de poder adquisitivo", explica D'Arpizio.
"En EE UU, las clases pudientes dependen más de la Bolsa y sí que perdieron, pero además apareció el llamado luxury shame [complejo de ostentación]: parecía poco ético presumir, la crisis no era el momento de mostrar lo que tenías".
Pasado el miedo y la vergüenza, "cuando vieron que no se acababa el mundo", el consumo se disparó.
La austeridad de 2009 también incidió en el rebote de 2010: "Los consumidores necesitaban renovar sus armarios tras varias temporadas en blanco".



Vender no es igual a ganar.
La mayoría de las marcas ha sentido la crisis en su facturación.
Solo las más grandes (el 4% de las 250 analizadas por AltaGamma) salieron airosas gracias a un músculo internacional que se aprovechó del tirón asiático y a sólidas estructuras verticales que controlan hasta el punto de venta; es decir, no dependen de tiendas multimarca y distribuidores que con el pánico rebajan el precio de un producto exquisito que ha de venderse full price para resultar realmente rentable.
 Aun así, 2010 fue el annus mirabilis para algunos.
El grupo Louis Vuitton Moët Hennessy (LVMH) facturó un 72,7% más (3.032 millones de euros de beneficios), Gucci ganó casi un 18% más, Hermés un 46% (421 millones).



En el parqué bursátil el lujo también brilla. "Estamos viendo subidas muy fuertes de todas las compañías", explica Jesús Domínguez, analista del Banco Sabadell.
"El lujo es un sector con poca deuda y un animado movimiento corporativo".
 Las marcas de lujo cotizan normalmente con una valoración superior por las expectativas de crecimiento, y esa valoración se dispara cada vez que ocurre una adquisición, como la de Bulgari por LMVH la semana pasada.
 "Hay compañías en las que se está produciendo algo de burbuja", dice el analista.



Visto que no hay como lucir zapatos caros y bolsos de marca para sobrevivir a una crisis financiera global, ¿cuáles son las inquietudes del sector? "A medida que el mercado chino crece, hay más interés en desarrollar sus propias marcas", dice María Eugenia Girón, señalando que Hermés ya ha lanzado Shang Xia, inspirada en la artesanía local. "Esta es de las pocas industrias en las que Europa tiene una ventaja competitiva", afirma la experta. "A Inditex le puede salir un competidor chino", dice el analista del Banco Sabadell, "pero en el segmento del lujo los valores de tradición, calidad y exclusividad complican las cosas; un comprador chino quiere un Mercedes precisamente porque se fabrica en Europa y porque muy pocos lo tienen en China".
 Cuando la tienda de Louis Vuitton en los Campos Elíseos cerró una hora antes las Navidades pasadas para no quedarse sin stock o cuando la lista de espera para comprar un bolso Kelly de Hermés (el que usaba Grace, a partir de 3.000 euros) es de más de seis meses, la valoración emblemática de estas marcas sube.
"El lujo es la industria que nos acerca a nuestros sueños", sentencia Girón.
Sueños que no nos gusta compartir demasiado.



Además de mirar hacia el Este -Prada saldrá a Bolsa en Hong Kong, cada vez más compañías colocan a los directivos asiáticos en las vicepresidencias de sus juntas, y crecen los inversores de Asia que adquieren empresas europeas con problemas- las marcas necesitan mirar hacia delante.
El desarrollo de la venta por Internet, aún marginal, será clave en el futuro, sobre todo teniendo en cuenta la juventud de los nuevos ricos asiáticos.



En la tienda de Loewe, en el corazón del reducido mercado del lujo español -que mueve 3.600 millones de euros y se alimenta en parte del turismo- Mougin explica por qué un bolso de cocodrilo cuesta más de 12.000 euros.
Piezas sin costuras, rematadas a mano, detalles personalizables... hasta el interior del bolsillo más recóndito está forrado con napa tan suave como la piel de un bebé.
"Cierra los ojos y mete la mano", dice Mougin, abriendo las fauces-cremallera del cocodrilo, "esa ilusión que acaricias es el verdadero lujo".
El bolso es uno de los favoritos de los turistas chinos que están sustituyendo a los japoneses de antaño. "
Prefieren colores más vivos", dice Mougin, "y no les gusta nada el pitón, por superstición".



China también ha llegado a la calle Serrano.

Letizia y Rania ¿quién imita a quién?

El estilismo de la princesa de Asturias y de la reina de Jordania, cada vez más similar .
Desde hace más de un año los especialistas de moda de medio mundo encuentran cada vez más semejanzas entre el estilo de la princesa de Asturias y la reina Rania de Jordania. Pero por sí había alguna duda sobre el parecido, la última aparición de Letizia en la cena de gala ofrecida al presidente de Chile, Sebastián Piñera, y su esposa de viaje oficial en España, ha reabierto el debate.




La princesa para la ocasión se cambió de peinado, recogió su larga melena con unos rizos y se ajustó la tiara helénica, propiedad de doña Sofía, con un flequillo que recuerda mucho al que suele lucir Rania de Jordania en situaciones similares.
Es con este peinado cuando el parecido entre ambas resulta asombroso.
Pero no solo en esta ocasión hay similitudes.
Repasando sus fondos de armario hay conjuntos de diario que parecen un calco unos de otros, por lo que la comparación es inevitable.



La pregunta es ¿quién imita a quién? Por antigüedad, Rania saltó antes a la pasarela de la realeza.
Precisamente su obsesión por seguir la moda se le está volviendo en contra en su país que ve como su reina se gasta miles de euros en las grandes firmas de alta costura mientras que ellos luchan por salir de la pobreza.



Los estilistas a la hora de establecer comparaciones también advierten de que ambas son mujeres de una edad similar que lógicamente buscan ropa acorde con el tiempo en el que viven y que ambas forman parte de la realeza del siglo XXI.
Solamente hay que ver como fue vestida Rania de Jordania, ese modelo solo lo puede lucir ella, aquella falda preciosa y una camisa blanca elegante y masculina, todo hace ver que Leticia por más que quiera, tiene más desaciertos que aciertos, incluso su vestido de Boda era un cuello de tela a una cabeza pegada, envuelta en tela, su delgadez parececía que estaba envuelta en metros de tela y su cara afilada asomaba entre tanto trapo, luego ya la cirujía ,las extensiones harían lo demás, pero se olvida que no es una modelo, no debe estrenar tanto zapato ni tanto bolso, es una pesadez.

Tras la tumba de Alejandro Magno

El escritor y topógrafo Valerio Manfredi identifica el sepulcro del guerrero con los restos de un túmulo en Alejandría -
 Su paradero es un enigma para la arqueología .
Cientos de arqueólogos, aventureros, aficionados, charlatanes, fanáticos, visionarios y saqueadores han buscado la tumba de Alejandro Magno, el legendario soma, cuyo paradero exacto es uno de los grandes misterios de la historia.
Entre los que han rastreado infructuosamente el sepulcro del gran macedonio figuran desde el mismísimo Schliemann, descubridor de Troya, hasta el inclasificable Stelios Komoutsos, camarero del café alejandrino Elite, que desde 1956 hasta su muerte en 1991 buscó apasionadamente la tumba basándose en un espurio libro secreto que tenía en su poder (poco antes de fallecer trató de venderlo a cambio de un pequeño vitalicio y un Mercedes: nadie le hizo caso).





Es muy probable, opina el novelista, que la momia fuera lanzada a los perros



En su nuevo libro, el autor revisa las teorías sobre el monumento

Algunos afirmaron haberla encontrado: Ambrose Schilizzi, dragomán del consulado ruso en Alejandría y guía en sus ratos libres, dejó el cautivador relato de cómo avizoró tras una puerta carcomida en los subterráneos de la mezquita de Nabi Daniel en Alejandría -una de las ubicaciones que se han señalado como probables- el cuerpo de un hombre sentado en un trono dentro de una urna de cristal: llevaba una corona de oro y lo rodeaban rollos de papiro...
¿Cómo no soñar con imagen semejante?: Alejandro, dormido intacto bajo la gran urbe de la antigüedad a la que dio su nombre, circundado de tesoros y de secretos.



No están los tiempos como para buscar tumbas perdidas en Egipto.
 Pero siempre quedan los libros.
Y ahora Valerio Manfredi (Módena, 1943), que a su calidad de novelista autor de Alexandros une el ser un reputado estudioso de la antigüedad (su especialidad es precisamente la topografía del mundo clásico), acaba de publicar un apasionante ensayo sobre la búsqueda del sepulcro del rey: La tumba de Alejandro. El enigma (Grijalbo, 2011).



El libro, que se suma al de Nicholas J. Saunders sobre el mismo asunto (Planeta, 2007), no es solo un recorrido por la historia de la tumba, su desaparición y los intentos de localizarla sino que incluye una hipótesis muy verosímil de dónde está realmente ese monumento señero de la antigüedad, o lo que queda de él.
Del cuerpo embalsamado del gran Alejandro más vale que nos olvidemos: Manfredi recalca que fue destruido seguramente durante el turbulento ascenso del cristianismo en Alejandría -cuando se echó abajo el Serapeo y se asesinó a Hipatia-, como reliquia del paganismo. Es muy probable, opina, que la momia del conquistador fuera arrojada a los perros.



En cuanto a su sepulcro, Manfredi explica a este diario:
"Estoy convencido de que todo lo queda son los bloques de la que se conoce como la Tumba de alabastro en el cementerio latino de Alejandría".
A principios del siglo pasado salieron a la luz en ese lugar los restos de un edificio monumental de extraordinaria calidad que fueron olvidados y de los que se conservan cuatro bloques monolíticos gigantescos de alabastro, pulimentados en su cara interior pero no en la exterior, que conforman una cámara.
 Manfredi cree que se trata de la estructura central de una tumba macedónica y que originalmente, como estas, estaba cubierta por un túmulo de tierra.



La tumba de Alejandro sería como la atribuida a su padre Filipo II en Vergina, la antigua necrópolis real macedonia, descubierta por Manolis Andronikos en 1977.
Manfredi esgrime como prueba el relato de Lucano en el que imagina la visita de César al recinto y lo hace descender a una cámara subterránea.
El literato latino también menciona un monte artificial. Lucano era sobrino de Séneca, que se sabe escribió una obra (perdida) sobre los santuarios y tumbas del antiguo Egipto en la que seguro que se hacía referencia al sepulcro de Alejandro. "¿Para quién sino para Alejandro iba a ser la única tumba macedónica que hemos encontrado en Alejandría?", apunta Manfredi. Como las de Vergina, la de Alejandría sería una construcción poco llamativa en su aspecto exterior, lo que explicaría que se hayan conservado tan pocas descripciones.



¿Tema zanjado, pues?
 "En un ensayo como este hay que ofrecer una hipótesis bien fundada, no tenemos razón para dudar, aunque no es seguro al 100 %.
En favor de la teoría está el que no se haya podido encontrar nunca ningún otro resto compatible con lo que podría ser la tumba de Alejandro".
Las tumbas macedónicas, apunta, no tenían inscripciones lo que hace imposible una confirmación epigráfica: "También eso es un argumento, ex silentio".



El sarcófago de Alejandro no se ha encontrado.
 "Estrabón escribió que Ptolomeo XII hizo fundir el original de oro para pagar a sus mercenarios y recolocó a Alejandro en uno de alabastro. Es lógico pensar que usó el material de la tumba que tenía a mano".
El sarcófago de alabastro también debió ser destruido.
 ¿Y la coraza del rey? Suetonio escribe que Calígula se la hizo llevar a Roma, ¡quizá podría encontrarse! Manfredi ríe.
"Todas las cosas preciosas se pierden, quien quisiera que algo suyo permaneciera debería hacer como los espartanos, que llevaban pulseras de simple madera con sus nombres para que al caer en batalla nadie tuviera la tentación de quitárselas y pudieran identificarlos".



En su libro, Manfredi también ofrece una hipótesis sobre la muerte del joven, bello y estragado conquistador.
 "Con toda probablidad murió de una pancreatitis aguda, como sostienen diversos especialistas en medicina.
El dolor imprevisto y fortísimo, como de una lanzada, que señalan las fuentes antiguas apunta a ello. Así como la infección devastadora y la fiebre altísima.
 La dolencia fue producto de los desordenes inauditos a que Alejandro se entregaba desde los 16 años".

El 'big bang' de la poesía moderna

'Matemática tiniebla' reúne por primera vez las revolucionarias ideas estéticas de Poe, Baudelaire, Mallarmé, Valéry y Eliot - Con ellas nació la lírica del siglo XX .
Como en la Biblia, también en la historia de la literatura la piedra que un día desecharon los arquitectos termina a veces convertida en piedra angular. En 1948, el mismo año que obtuvo el Premio Nobel, T. S. Eliot resumió con crudeza en una conferencia la idea que por entonces tenía de Edgard Allan Poe, muerto un siglo atrás, "cualquier lector culto" anglosajón: "Es el autor de unos pocos poemas breves que le cautivaron cuando era niño, y que de algún modo se le han quedado grabados en la memoria. No creo que relea estos poemas, a menos que los encuentre en una antología. Su placer es la memoria de un placer". Y añadía: "Consideramos a Poe como un hombre que jugueteó con el verso y con algunas formas de prosa sin llegar a hacer realmente un gran trabajo en ninguno de estos géneros".




LA MÚSICA. Edgar Allan Poe (1809-1849).

LA AUTONOMÍA. Charles Baudelaire (1821-1867)

EL SILENCIO. Stéphane Mallarmé (1842-1898)

EL RITMO. Paul Valéry (1871-1945)

LA ARMONÍA. T. S. Eliot (1888-1965).

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"Ni en inglés ni en francés existe algo similar", dice Antoni Marí, el antólogo

Eliot no dudaba de la influencia de su compatriota en "algunos tipos de ficción popular", pero el canon no parecía estar al alcance de aquella "suerte de europeo desplazado" que no pasó de arrastrar su mala vida por la Costa Este. Es decir, un "provinciano". Afirmaciones así sorprenderían hoy a cualquiera que hace solo dos años asistiera al bicentenario del autor de El cuervo, beatificado, antes que por Lou Reed, por el fervor que le tuvo Kafka y, en español, por la traducción que Julio Cortázar hizo de sus cuentos.



En la misma conferencia, Eliot subrayaba la paradoja de que aquel escritor juguetón fuera a la vez el maestro de los maestros de la poesía moderna. Más de medio siglo después, aquella paradoja ha quedado, si no resuelta sí esclarecida en Matemática tiniebla (Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores), un volumen en el que el poeta y filósofo Antoni Marí ha recopilado los ensayos sobre poesía que, en efecto dominó, publicaron tanto Poe como aquellos que entendieron que su obra era el big bang de la lírica moderna: Charles Baudelaire, Stéphane Mallarmé, Paul Valéry y, casi a su pesar, el propio Eliot.



El resultado es un libro de título nerudiano que, recuerda Marí, hasta hoy no existía más que en aquella sugerencia del autor de La tierra baldía: "Ni en inglés ni en francés hay una recopilación similar". Traducido por los poetas Miguel Casado y Jordi Doce, Matemática tiniebla describe el modo en que leyó a Poe cada uno de sus fervientes, e influyentes, seguidores franceses.



Así, Baudelaire vio en él tanto la encarnación del poeta maldito en un país que olía "a comercio" como un maestro de la brevedad, la intensidad y la búsqueda consciente del efecto poético. Nada de desahogos sentimentales. Por su parte, Mallarmé, devoto a su vez de Baudelaire, aprendió en el estadounidense la importancia de la técnica del verso: más decisivo que el propio sentido de las palabras es lo que sugiere su sonido y la asociación entre ellas. A Valéry, finalmente, le interesó de Poe la teoría de la poesía hasta el punto de defender que el proceso de escritura era tan importante como el resultado. Según él, la producción de una obra de arte también puede ser arte, una pequeña revolución cuyo éxito puede comprobarse menos en las bibliotecas que en los museos contemporáneos. Como recuerda Antoni Marí, desde la perspectiva moderna de los hijos de Poe, la poesía "es autosuficiente y no necesita referencia exterior a sí misma". Un poema moderno "no debe significar sino ser": "Lo importante no es el contenido de la forma sino la forma del contenido".



Aunque Matemática tiniebla termina en Eliot, Antoni Marí afirma que el hilo rojo del libro sigue su camino.
"Por centrarnos en la tradición hispánica reciente, Valente surge de ahí dentro.
 Lo mismo que, aunque parezca paradójico, Gil de Biedma, por la parte menos trascendental.
¿Entre los vivos? Antonio Gamoneda, que ha traducido a Mallarmé.
Le mandé el libro y me dijo: 'has hecho mi autorretrato: estoy ahí en todas partes". Desde su casa de León, y mientras corrige "una montaña" de poemas inacabados y trabaja en 30 folios de "garabatos" destinados a continuar sus memorias, Gamoneda reconoce sentirse "más cerca de las enseñanzas de los simbolistas franceses y sus afines" que de la tradición hispánica: "La poesía no está en el tema ni en las palabras usadas como ornamento.
El lenguaje poético tiene una naturaleza musical propia. Yo no sé lo que sé hasta que no me lo dicen mis propias palabras", afirma el premio Cervantes de 2006.



Y para los lectores, ¿cuál es hoy el lugar de la poesía? "La gran poesía", dice Marí, "es una mezcla de pensamiento, sentimiento e imaginación que exige una disposición especial, un ejercicio mental que muy pocos están dispuestos a hacer porque la satisfacción que produce no se mide en utilidad.
 Por eso, como dice Francisco Brines, la poesía no tiene público, tiene lectores".