Javier Marías publicará el 6 de abril 'Los enamoramientos', su nueva y esperada novela - Es una obra sobre la impunidad y la ambigüedad de los sentimientos .
Javier Marías tiene sobre la mesa las pruebas de imprenta de Los enamoramientos, su nueva novela. Alfaguara la publica el 6 de abril pero él sigue retocándola.
Dice que le cuesta hacerse a la idea de que está terminada.
Por un tiempo, le costó incluso pensar que el libro pudiera existir.
La aparición en 2007 de la tercera y última entrega de Tu rostro mañana -1.600 páginas, ocho años de obsesión y trabajo- le dejó agotado. "En todos los sentidos", matiza. "Pensaba que no tenía nada más que decir en el campo de la novela. No era pose, tenía dudas sinceras.
Luego uno descubre que hay historias que van fraguando en la imaginación y que cristalizan a medida que se van escribiendo".
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"Estar enamorado ennoblece, pero olvidamos que puede envilecer"
"Uno se engaña menos en la ficción que en un artículo o en la vida real"
En su caso, cristalizan en una máquina de escribir eléctrica que le convierte en una rara avis en la era de la informática.
El propio Marías se ríe de sí mismo cuando la narradora de Los enamoramientos, que trabaja en una editorial, despotrica contra las manías de los escritores y contra algún "pirado" que sigue escribiendo a máquina.
Según el escritor madrileño, adoptar el punto de vista de una mujer no ha sido reto alguno: "Las mujeres y los hombres somos diferentes en muchas cosas, pero no en la forma de pensar, observar y contar.
Y eso es lo que hace un narrador. Las mujeres son tan distintas entre sí como los hombres.
No fue un desafío. Uno lleva toda la vida observando, y teniendo novias y amigas".
Los enamoramientos arranca con María, la narradora, fascinada por una pareja que transpira felicidad y a la que contempla cada mañana en la cafetería a la que acuden a desayunar.
Un día, se anuncia en la primera línea del libro, desaparecen.
Con el tiempo, María sabrá que el hombre ha sido asesinado a navajazos por un indigente.
Pese a sus 400 páginas, dice Javier Marías que su nueva novela es muy concentrada -"pocos personajes, pocos hechos"-, una historia contemporánea que se desarrolla en Madrid.
"Esta vez no hay nada de inglés ni nada que suceda en Inglaterra", subraya aludiendo con una sonrisa a su fama de anglófilo y a una de las constantes de su obra.
Otra de esas constantes es la dialéctica entre lo que se dice y lo que se calla, un juego en el que la gente no siempre es lo que parece.
Todo eso está presente en Los enamoramientos, que reflexiona también sobre el sentimiento de impunidad.
Con los políticos dando ejemplo, es algo que se ha instalado en la sociedad actual: "Son más los crímenes desconocidos que los registrados e infinitamente mayores los que han quedado impunes que los castigados".
Con idéntica contundencia, Marías bucea en el estado al que alude al título: "El enamoramiento es algo que normalmente se juzga deseable y positivo, redentor incluso. Y es así.
Permite hacer cosas nobles, desinteresadas y de enorme generosidad y sacrificio.
Lo que no se tiene muy presente es que también permite las mayores ruindades.
Por su estado de enamoramiento una persona generosa puede ser mezquina y alguien normal puede convertirse en un criminal.
El amor parece justificarlo todo, lo bueno y lo malo. Es algo que ennoblece, pero se olvida que también envilece".
Pese a proponer un viaje lúcido y crudo a los bajos fondos de los sentimientos, el autor de Corazón tan blanco dice que su nuevo libro es pesimista "y un poco sombrío", pero no sórdido.
"Uno se engaña menos en las novelas que en un artículo o en la vida real", explica. "En las novelas es donde uno expone las cosas como realmente las ve".
Lo cual no le lleva a aplicar esa lucidez radical a su propia vida: "Hay amigos que me han dicho: 'Habiendo en tus novelas tanta fineza para percibir ciertas cosas, ¿cómo es que en la vida real no te enteres de la misa la media?'.
Yo respondo: 'Por fortuna'. Que tenga una cierta visión no me lleva a aplicármelo a mi vida cotidiana. Sería calamitoso".
Esa visión es la que le lleva a señalar que a veces los enamoramientos son una rueda de sustituciones:
"Nos cuesta admitirlo porque pensamos que la última historia es la de verdad y porque nosotros mismos también somos sustitutos de alguien".
Y otra vuelta de tuerca: el inconveniente de que volvieran los muertos si pudieran: "Incluso aquellos que más hemos querido y a los que más hemos llorado, aquellos cuya desaparición destroza la vida".
Con el tiempo, afirma, su hipotético regreso sería una catástrofe: "La reaparición de alguien cuya desaparición fue motivo de desolación podría, a su vez, ser motivo de desolación, por paradójico que parezca.
Basta con pensar en un padre o una madre, que son muy llorados.
Al cabo de unos años, suponiendo que pudieran volver, dices: un momento, ¿y qué hacemos con la herencia?".
Para Marías, ese es el tipo de dilemas que, apurando la crueldad, las novelas pueden todavía plantearse.
¿Por qué? "Porque son un territorio en el que uno está semi a salvo, un territorio de ficción".