Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

16 dic 2010

Mario Benedetti

" LA VIDA ES BELLA "





















MARIO BENEDETTI




Hay que volverse sordo y mudo y ciego

sordo de amor, de amor enmudecido,

ciego de amor. Olfato, gusto y tacto

quedan para alejar la muerte y para

hundirse en la mujer, en esa ola

que es tiempo y lengua y brazos y latido,

esa mujer descanso, mujer césped,

que es llanto y rostro y siembra y apetito,

esa mujer cosecha, mujer signo,

que es paz y aliento y cábala y jadeo.



Hay que amar con horror para salvarse,

amanecer cuando los mansos dientes

muerden, para salvarse, o por lo menos

para creerse a salvo, que es bastante.

Hay que amar sentenciado y sin urgencia,

para salvarse, para guarecerse

de esa muerte que llueve hielo o fuego.



Es el cielo común, el alba escándalo,

el goce atroz, el milagro caos,

la piel abismo, la granada abierta,

la única unidad uniyugada,

la derrota de todas las cautelas.



Hay que amar con valor, para salvarse.

Sin luna, sin nostalgia, sin pretextos.

Hay que despilfarrar en una noche

-que puede ser mil y una- el universo,

sin augurios, sin planes, sin temblores,

sin convenios, sin votos, con olvido,

desnudos cuerpo y alma, disponibles

para ser otro y otra a ras de sueño.



Bendita noche cóncava, delicia

de encontrar un abrazo a la deriva

y entrar en ese enigma, sin astucia,

y volver por el aire al aire libre.

Hay que amar con amor, para salvarse
 
 

Premio, medallas, diplomas

A unos les dan la flor de no sé qué; a otros la medalla de nosecuántos, el premio de tal o cual, el Oscar, el Globo, el Oso o la Espiga, la orden de la cacharrería o el guante, la bota o el balón de oro. Todos son personajes famosos en lo suyo y más allá, generalmente bien cubiertos y sin necesidad de más trastos que no saben dónde guardar. essspum.JPGHace unos días le robaron al tenista retirado Peter Sampras un montón de copas y medallas, que tenía guadadas en un almacén de Los Angeles porque en su casa no le cabían, o le molestaban. Por lo visto, obtener uno de esos trofeos o reconocimientos no vale tanto en sí mismo como que te lo den a ti y no a otro. Y luego viene la consiguiente pregunta: ¿Es que ya no se hacen las cosas por el mero placer de hacerlas? Todo tiene que venir corroborado con un premio, una medalla o un galardón que nada añade a lo que se ha hecho, pero, claro, no se trata de tenerlo, sino de que no lo tenga el otro. Luego los guardan en el trastero o un almacén, porque ya son chatarra. ¿Que habrá hecho Jack Nicholson con sus estatuillas de los Oscars, Federer con sus copas o Vargas Llosa con las medallas y los pergaminos que lo acreditan como ganador de incontables premios? Alguien me decía que a los ganadores de Roland Garrós y Wimbledon les dan una copa muy celebrada y a los finalistas una bandeja, que recogen a regañadientes y por lo visto pocos guardan porque esa bandeja es la constancia material de que perdieron la final. Vanidad, espuma, burbujas y no otra cosa. Hacer bien algo ya debería ser suficiente satisfacción.
Sacado de Bardinia de Emilio González Déniz

Mujer Infiel (Pequeños Musical)

FILMOGRAFÍA DE CHABROL

http://lqdo.wordpress.com/2010/12/15/y-la-bestia-murio/#comment-394



Mi lista de películas preferidas de Chabrol es la siguiente:

De los años 50:

- El bello Sergio

- Los primos

De los años 60:

- Las ciervas

- El carnicero

- La mujer infiel

- Al anochecer

De los años 80:

- Pollo al vinagre

- El inspector Lavardin

De los años 90:

- La ceremonia

- El corazón de la mentira

De los años 2000:

- Gracias por el chocolate

- La dama de honor

- La chica cortada en dos

- Bellamy



Efectivamente, Chabrol es muy duro en el fondo pero exquisito en las formas. No es nada agresivo, nos gana de esa manera. Nos atrae a la sangre, al charco disecado, a la ropa manchada de rojo, y nos dice, “venid, venid”. Y en vez de darnos asco, de disgustarnos ese olor repugnante que tiene la sangre, en vez de darnos miedo, nos atrapa con su mirada. Una mirada tan expresiva, que juega con los malentendidos, con la buena -y la mala- fe, con las torsiones inesperadas. Jugó con todos los grandes actores, provocó mucho -Las ciervas es una de las primeras películas francesas que yo recuerde con una escena lésbica implícita, en el Puente de las Artes, y otra explícita, en el apartamento de la señora rica, que debe caer por la calle Bonaparte, que es una de mis preferidas de París, un escenario que nos recuerda a Thérese Raquin, de Zola-.



‘La ceremonia’ es simplemente maravillosa. La música está muy presente -también en Gracias por el chocolate; Brassens le sirve para su última película, Bellamy, con un Depardieu extraordinario, el mismo Brassens de Pierrot el Loco de Godard-, va siempre acompasada (creo que su hijo se dedicaba de ello) es un crescendo que acaba en tragedia, siempre con guiños, con destellos que casi se nos pueden pasar por alto, como la discusión en la oficina de Correos entre el señor y Huppert, sobre su primera mujer. Todo lo sórdido queda envuelto con una caricia sedosa, en la sonrisa satisfecha de la burguesía rural. Es curioso, porque París siempre sale malparada en sus películas, es un lugar artificial, poco querido, ruidoso, que engaña, dice en boca de sus personajes; tampoco es exclusivo suyo, porque en ‘Une femme mariée’ pone por las nubes la casita de campo -convertida en casi mansión en ‘La mujer infiel’ o ‘Al anochecer’ de Chabrol-, no muy alejada de París, lo suficiente. Prácticamente todas las películas transcurren en el campo, y lejos de ensalzarlo, va directo, a la yugular, de la moral católica y de apariencias de la burguesía rural. Por ejemplo, en ‘El inspector Lavardin’ toca el tema de las drogas y la prostitución/pederastia.

Chabrol era demasiado anárquico -con las palabras hay que tener cuidado: “anarquismo” va a quedar contaminada para siempre por el uso y abuso que hace del término el amigo Sánchez Dragó- para Marx, yo lo veo más cercano a Nietzsche, que acabó prefiriendo a los caballos antes que a los humanos. Los únicos que salen bien paradas en los filmes de Chabrol son los animales… ¡porque no aparecen nunca! Chabrol escapa a la claridad de “esto es bueno, esto es malo”. Marx y Engels apuntaban al papel de la violencia social como predecesora de la violencia física, el papel del Derecho -incluido el Penal- como instrumento de dominación, pero la cultura marxista es muy autoritaria en cuanto a Crimen y Orden, es una cultura represiva, tan represiva como la burguesa, porque es un reflejo de las aspiraciones -y la implacable autoridad- de la modernidad, de la sociedad ordenada que no permite salirse del raíl, que ha establecido unas normas para llegar a la civilización, a la convivencia.
Y Chabrol se ríe, como lo haría Nietzsche: todo es hipocresía, todo es pura fachada.