A unos les dan la flor de no sé qué; a otros la medalla de nosecuántos, el premio de tal o cual, el Oscar, el Globo, el Oso o la Espiga, la orden de la cacharrería o el guante, la bota o el balón de oro. Todos son personajes famosos en lo suyo y más allá, generalmente bien cubiertos y sin necesidad de más trastos que no saben dónde guardar. Hace unos días le robaron al tenista retirado Peter Sampras un montón de copas y medallas, que tenía guadadas en un almacén de Los Angeles porque en su casa no le cabían, o le molestaban. Por lo visto, obtener uno de esos trofeos o reconocimientos no vale tanto en sí mismo como que te lo den a ti y no a otro. Y luego viene la consiguiente pregunta: ¿Es que ya no se hacen las cosas por el mero placer de hacerlas? Todo tiene que venir corroborado con un premio, una medalla o un galardón que nada añade a lo que se ha hecho, pero, claro, no se trata de tenerlo, sino de que no lo tenga el otro. Luego los guardan en el trastero o un almacén, porque ya son chatarra. ¿Que habrá hecho Jack Nicholson con sus estatuillas de los Oscars, Federer con sus copas o Vargas Llosa con las medallas y los pergaminos que lo acreditan como ganador de incontables premios? Alguien me decía que a los ganadores de Roland Garrós y Wimbledon les dan una copa muy celebrada y a los finalistas una bandeja, que recogen a regañadientes y por lo visto pocos guardan porque esa bandeja es la constancia material de que perdieron la final. Vanidad, espuma, burbujas y no otra cosa. Hacer bien algo ya debería ser suficiente satisfacción.
Sacado de Bardinia de Emilio González Déniz
16 dic 2010
FILMOGRAFÍA DE CHABROL
http://lqdo.wordpress.com/2010/12/15/y-la-bestia-murio/#comment-394
Mi lista de películas preferidas de Chabrol es la siguiente:
De los años 50:
- El bello Sergio
- Los primos
De los años 60:
- Las ciervas
- El carnicero
- La mujer infiel
- Al anochecer
De los años 80:
- Pollo al vinagre
- El inspector Lavardin
De los años 90:
- La ceremonia
- El corazón de la mentira
De los años 2000:
- Gracias por el chocolate
- La dama de honor
- La chica cortada en dos
- Bellamy
Efectivamente, Chabrol es muy duro en el fondo pero exquisito en las formas. No es nada agresivo, nos gana de esa manera. Nos atrae a la sangre, al charco disecado, a la ropa manchada de rojo, y nos dice, “venid, venid”. Y en vez de darnos asco, de disgustarnos ese olor repugnante que tiene la sangre, en vez de darnos miedo, nos atrapa con su mirada. Una mirada tan expresiva, que juega con los malentendidos, con la buena -y la mala- fe, con las torsiones inesperadas. Jugó con todos los grandes actores, provocó mucho -Las ciervas es una de las primeras películas francesas que yo recuerde con una escena lésbica implícita, en el Puente de las Artes, y otra explícita, en el apartamento de la señora rica, que debe caer por la calle Bonaparte, que es una de mis preferidas de París, un escenario que nos recuerda a Thérese Raquin, de Zola-.
‘La ceremonia’ es simplemente maravillosa. La música está muy presente -también en Gracias por el chocolate; Brassens le sirve para su última película, Bellamy, con un Depardieu extraordinario, el mismo Brassens de Pierrot el Loco de Godard-, va siempre acompasada (creo que su hijo se dedicaba de ello) es un crescendo que acaba en tragedia, siempre con guiños, con destellos que casi se nos pueden pasar por alto, como la discusión en la oficina de Correos entre el señor y Huppert, sobre su primera mujer. Todo lo sórdido queda envuelto con una caricia sedosa, en la sonrisa satisfecha de la burguesía rural. Es curioso, porque París siempre sale malparada en sus películas, es un lugar artificial, poco querido, ruidoso, que engaña, dice en boca de sus personajes; tampoco es exclusivo suyo, porque en ‘Une femme mariée’ pone por las nubes la casita de campo -convertida en casi mansión en ‘La mujer infiel’ o ‘Al anochecer’ de Chabrol-, no muy alejada de París, lo suficiente. Prácticamente todas las películas transcurren en el campo, y lejos de ensalzarlo, va directo, a la yugular, de la moral católica y de apariencias de la burguesía rural. Por ejemplo, en ‘El inspector Lavardin’ toca el tema de las drogas y la prostitución/pederastia.
Chabrol era demasiado anárquico -con las palabras hay que tener cuidado: “anarquismo” va a quedar contaminada para siempre por el uso y abuso que hace del término el amigo Sánchez Dragó- para Marx, yo lo veo más cercano a Nietzsche, que acabó prefiriendo a los caballos antes que a los humanos. Los únicos que salen bien paradas en los filmes de Chabrol son los animales… ¡porque no aparecen nunca! Chabrol escapa a la claridad de “esto es bueno, esto es malo”. Marx y Engels apuntaban al papel de la violencia social como predecesora de la violencia física, el papel del Derecho -incluido el Penal- como instrumento de dominación, pero la cultura marxista es muy autoritaria en cuanto a Crimen y Orden, es una cultura represiva, tan represiva como la burguesa, porque es un reflejo de las aspiraciones -y la implacable autoridad- de la modernidad, de la sociedad ordenada que no permite salirse del raíl, que ha establecido unas normas para llegar a la civilización, a la convivencia.
Y Chabrol se ríe, como lo haría Nietzsche: todo es hipocresía, todo es pura fachada.
Mi lista de películas preferidas de Chabrol es la siguiente:
De los años 50:
- El bello Sergio
- Los primos
De los años 60:
- Las ciervas
- El carnicero
- La mujer infiel
- Al anochecer
De los años 80:
- Pollo al vinagre
- El inspector Lavardin
De los años 90:
- La ceremonia
- El corazón de la mentira
De los años 2000:
- Gracias por el chocolate
- La dama de honor
- La chica cortada en dos
- Bellamy
Efectivamente, Chabrol es muy duro en el fondo pero exquisito en las formas. No es nada agresivo, nos gana de esa manera. Nos atrae a la sangre, al charco disecado, a la ropa manchada de rojo, y nos dice, “venid, venid”. Y en vez de darnos asco, de disgustarnos ese olor repugnante que tiene la sangre, en vez de darnos miedo, nos atrapa con su mirada. Una mirada tan expresiva, que juega con los malentendidos, con la buena -y la mala- fe, con las torsiones inesperadas. Jugó con todos los grandes actores, provocó mucho -Las ciervas es una de las primeras películas francesas que yo recuerde con una escena lésbica implícita, en el Puente de las Artes, y otra explícita, en el apartamento de la señora rica, que debe caer por la calle Bonaparte, que es una de mis preferidas de París, un escenario que nos recuerda a Thérese Raquin, de Zola-.
‘La ceremonia’ es simplemente maravillosa. La música está muy presente -también en Gracias por el chocolate; Brassens le sirve para su última película, Bellamy, con un Depardieu extraordinario, el mismo Brassens de Pierrot el Loco de Godard-, va siempre acompasada (creo que su hijo se dedicaba de ello) es un crescendo que acaba en tragedia, siempre con guiños, con destellos que casi se nos pueden pasar por alto, como la discusión en la oficina de Correos entre el señor y Huppert, sobre su primera mujer. Todo lo sórdido queda envuelto con una caricia sedosa, en la sonrisa satisfecha de la burguesía rural. Es curioso, porque París siempre sale malparada en sus películas, es un lugar artificial, poco querido, ruidoso, que engaña, dice en boca de sus personajes; tampoco es exclusivo suyo, porque en ‘Une femme mariée’ pone por las nubes la casita de campo -convertida en casi mansión en ‘La mujer infiel’ o ‘Al anochecer’ de Chabrol-, no muy alejada de París, lo suficiente. Prácticamente todas las películas transcurren en el campo, y lejos de ensalzarlo, va directo, a la yugular, de la moral católica y de apariencias de la burguesía rural. Por ejemplo, en ‘El inspector Lavardin’ toca el tema de las drogas y la prostitución/pederastia.
Chabrol era demasiado anárquico -con las palabras hay que tener cuidado: “anarquismo” va a quedar contaminada para siempre por el uso y abuso que hace del término el amigo Sánchez Dragó- para Marx, yo lo veo más cercano a Nietzsche, que acabó prefiriendo a los caballos antes que a los humanos. Los únicos que salen bien paradas en los filmes de Chabrol son los animales… ¡porque no aparecen nunca! Chabrol escapa a la claridad de “esto es bueno, esto es malo”. Marx y Engels apuntaban al papel de la violencia social como predecesora de la violencia física, el papel del Derecho -incluido el Penal- como instrumento de dominación, pero la cultura marxista es muy autoritaria en cuanto a Crimen y Orden, es una cultura represiva, tan represiva como la burguesa, porque es un reflejo de las aspiraciones -y la implacable autoridad- de la modernidad, de la sociedad ordenada que no permite salirse del raíl, que ha establecido unas normas para llegar a la civilización, a la convivencia.
Y Chabrol se ríe, como lo haría Nietzsche: todo es hipocresía, todo es pura fachada.
CHABROL, Ya no esta entre nosotros lo echaremos de menos a los que fuimos seguidores.
Como es natural, valga la redundancia, en el Orden de la Naturaleza mueren cada año millones de personas. Después de haber repasado las mejores cosas -esencialmente, libros y películas- que nos ha dado este 2010, me detendré en los siguientes dos posts en lo que el presente año nos ha quitado. .
Éric Rohmer falleció a principios de año, y con él se fue un cine intimista, estático, delicioso, acogedor, como una cálida noria giratoria que nos invitaba a recorridos de seres atormentados y ensimismados. Chabrol era todo lo contrario: era un espectáculo como “un gran autor y un gran cineasta. De Balzac tenía la finura de su pintura social. De Rabelais, su humor y seguramente también su truculencia, pero era sobre todo él mismo, tanto en sus películas como en su vida”, dijo Sarkozy, sin darse cuenta, al parecer, de que él hubiera sido un magnífico personaje de Chabrol. Feroz, divertido, sutil, era el señor, según el ministro de Cultura.
Truculento, sin duda. Encontramos la sangre, y cuando no la vemos, por sutileza, la olemos. La percibimos en la mirada de sus musas, en los movimientos torpes de los hombres. La obscenidad y estupidez de un mundo que se diluye en agua, el fresco de una pintura en descomposición.
Hizo difícil lo fácil: sino borrar, sí al menos poner en picota las fronteras morales y éticas de la gran categoría criminal que supone el homicidio. Las emociones, los arrebatos, la crueldad de la víctima, el espíritu de ethos de algunas de las víctimas, los remordimientos del asesino, los traumas que lo han llevado a apretar el gatillo, hundir el cuchillo o apretar las manos en torno al cuello. Y, a la vez, hizo fácil lo difícil: saber expresar en 90 minutos, en cada una de sus películas, ese mensaje no-conformista. Rebelde sin pretensiones, mirada inquisitiva que como escalpelo se aventuraba en la piel y la carne de la sociedad.
Sin la dispersión de Truffaut, el sentimentalismo de Rohmer, el alejamiento de Resnais, la politicización de Godard, la focalización de Gavras, Chabrol nos aportó 50 años de crímenes resueltos… en cierta medida. Las dos películas de finales de los 50, las cuatro o cinco de finales de los 60, un par a principios de los 80 y alguna a finales de los 90 brillan en el firmamento chabroliano con pleno derecho.
Murió la Bestia. No he citado ninguna película en concreto, podríamos pasarnos un buen rato delicioso y sabroso con cada una en la que nos detuviésemos, como le gustaba a Chabrol, amante del buen comer. Cuántas escenas se nos han quedado grabadas en esa porción fundamental de la educación sentimental que nos aporta el cine.
Termino el homenaje a Chabrol con esta nota de un crítico: “Un nuevo trabajo de matemática demolición de la impostura en que viven las clases medias rurales y provincianas en Francia y, por extensión, en todo Occidente. Una (…) inteligentísima indagación dentro de la mala fe y la turbada conciencia -siempre resuelta en un apaño o arreglo cómplice y culpable- de las clases sociales medulares que sostienen el optimismo -para Chabrol, un bálsamo ideológico- sobre el que se construye la jungla escénica del capitalismo salvaje, en un instante que el cineasta considera preludio y presagio de luchas de clases atomizadas, interiorizadas, pero cada día más exasperadas”. Chapó.
Yo no sé quién ha visto mas cine, solo sé que a mi me apasiona, pero también me he tragado algunas muy malas, la crítica y yo no vamos de la mano casi nunca.
Me gusta mucho el cine francés por su aparente simplicidad entre la fabula y la realidad que el protagonista quiere vivir, como sería Amelié. por ejemplo o las de Rhomer, que son de una gran complejidad aunque parezcan muy lineales.
En este caso se habla de Chabrol, que a ustedes les ha encantado en “La mujer infiel” y en el que yo voy descubriendo, que sigue las huellas del que nadie duda como maestro del Suspens y prueba a ser él también pero no lo consigue, sencillamente porque Chabrol no es lineal y en su carrera se pueden ver formas diferentes de hacer cine.Nada en Chabrol es casual.Empieza con peliculas del corte de la Nouvelle Vague.El Bello Sergio , los Primos…luego entra en una fase que según sus críticos es más comercial y que coincide con todo un cambio de su vida familiar. Quizás porque alguna tiene mucho exito de taquilla cosa a la que no estamos acostumbrados, y su comentario extrañó un poco:Respecto al “abandono” de la Nouvelle Vague, Chabrol sólo dijo: “No existe una ‘nueva ola’, sólo existe el mar”.
Con eso entraba en otra fase que quizás duró más y no era tan intimista,y el personaje central casi siempre era una mujer.
Me impactó terriblemente su pélicula Violette Noziere , por Isabell Hupert, esa mujer fria que a veces resulta atractiva y otras vulgar, sobre todo cuando se maquilla y en este película que relata la vida de una mujer sin piedad, y que desgraciadamente toma forma como mujer que se quiere liberar de su familia y es tomada como ejemplo de feminismo, pero los espectadores (en eso son iguales los franceses, hacernos cómplices de la historia)que sabemos lo que pasó nos quedamos helados.En esa etapa y la última fueron cómplices ella la actriz y Chabrol en premios, en vivencias, en eso que a él le gustaba tanto el triángulo de protagonistas y quizás su última película, creo, no puede prescidir de la Huppert ,L’ivresse du pouvoir,y en La Mujer Infiel, Chabrol aporta un interesante punto de vista al thriller, pues lejos de recurrir a argumentos rebuscados profundiza en la psicología de los personajes.
Algo a lo que no nos tenía acostumbrados y la mujer es mas interesante que el marido,y un final atípico diría, ahora están haciendo una versión de ella.
Y no puedo dejar “El Carnicero” que siendo a veces soporífera , crea una narración visual de belleza extraordinaria .Y está catalogada como una joya cinematográfica.Hay, lo que se llama ahora, mucho guiño a ciertas películas y obras amadas por Chabrol, y teniendo que decir mucho más lo dejo aqui.
Éric Rohmer falleció a principios de año, y con él se fue un cine intimista, estático, delicioso, acogedor, como una cálida noria giratoria que nos invitaba a recorridos de seres atormentados y ensimismados. Chabrol era todo lo contrario: era un espectáculo como “un gran autor y un gran cineasta. De Balzac tenía la finura de su pintura social. De Rabelais, su humor y seguramente también su truculencia, pero era sobre todo él mismo, tanto en sus películas como en su vida”, dijo Sarkozy, sin darse cuenta, al parecer, de que él hubiera sido un magnífico personaje de Chabrol. Feroz, divertido, sutil, era el señor, según el ministro de Cultura.
Truculento, sin duda. Encontramos la sangre, y cuando no la vemos, por sutileza, la olemos. La percibimos en la mirada de sus musas, en los movimientos torpes de los hombres. La obscenidad y estupidez de un mundo que se diluye en agua, el fresco de una pintura en descomposición.
Hizo difícil lo fácil: sino borrar, sí al menos poner en picota las fronteras morales y éticas de la gran categoría criminal que supone el homicidio. Las emociones, los arrebatos, la crueldad de la víctima, el espíritu de ethos de algunas de las víctimas, los remordimientos del asesino, los traumas que lo han llevado a apretar el gatillo, hundir el cuchillo o apretar las manos en torno al cuello. Y, a la vez, hizo fácil lo difícil: saber expresar en 90 minutos, en cada una de sus películas, ese mensaje no-conformista. Rebelde sin pretensiones, mirada inquisitiva que como escalpelo se aventuraba en la piel y la carne de la sociedad.
Sin la dispersión de Truffaut, el sentimentalismo de Rohmer, el alejamiento de Resnais, la politicización de Godard, la focalización de Gavras, Chabrol nos aportó 50 años de crímenes resueltos… en cierta medida. Las dos películas de finales de los 50, las cuatro o cinco de finales de los 60, un par a principios de los 80 y alguna a finales de los 90 brillan en el firmamento chabroliano con pleno derecho.
Murió la Bestia. No he citado ninguna película en concreto, podríamos pasarnos un buen rato delicioso y sabroso con cada una en la que nos detuviésemos, como le gustaba a Chabrol, amante del buen comer. Cuántas escenas se nos han quedado grabadas en esa porción fundamental de la educación sentimental que nos aporta el cine.
Termino el homenaje a Chabrol con esta nota de un crítico: “Un nuevo trabajo de matemática demolición de la impostura en que viven las clases medias rurales y provincianas en Francia y, por extensión, en todo Occidente. Una (…) inteligentísima indagación dentro de la mala fe y la turbada conciencia -siempre resuelta en un apaño o arreglo cómplice y culpable- de las clases sociales medulares que sostienen el optimismo -para Chabrol, un bálsamo ideológico- sobre el que se construye la jungla escénica del capitalismo salvaje, en un instante que el cineasta considera preludio y presagio de luchas de clases atomizadas, interiorizadas, pero cada día más exasperadas”. Chapó.
Yo no sé quién ha visto mas cine, solo sé que a mi me apasiona, pero también me he tragado algunas muy malas, la crítica y yo no vamos de la mano casi nunca.
Me gusta mucho el cine francés por su aparente simplicidad entre la fabula y la realidad que el protagonista quiere vivir, como sería Amelié. por ejemplo o las de Rhomer, que son de una gran complejidad aunque parezcan muy lineales.
En este caso se habla de Chabrol, que a ustedes les ha encantado en “La mujer infiel” y en el que yo voy descubriendo, que sigue las huellas del que nadie duda como maestro del Suspens y prueba a ser él también pero no lo consigue, sencillamente porque Chabrol no es lineal y en su carrera se pueden ver formas diferentes de hacer cine.Nada en Chabrol es casual.Empieza con peliculas del corte de la Nouvelle Vague.El Bello Sergio , los Primos…luego entra en una fase que según sus críticos es más comercial y que coincide con todo un cambio de su vida familiar. Quizás porque alguna tiene mucho exito de taquilla cosa a la que no estamos acostumbrados, y su comentario extrañó un poco:Respecto al “abandono” de la Nouvelle Vague, Chabrol sólo dijo: “No existe una ‘nueva ola’, sólo existe el mar”.
Con eso entraba en otra fase que quizás duró más y no era tan intimista,y el personaje central casi siempre era una mujer.
Me impactó terriblemente su pélicula Violette Noziere , por Isabell Hupert, esa mujer fria que a veces resulta atractiva y otras vulgar, sobre todo cuando se maquilla y en este película que relata la vida de una mujer sin piedad, y que desgraciadamente toma forma como mujer que se quiere liberar de su familia y es tomada como ejemplo de feminismo, pero los espectadores (en eso son iguales los franceses, hacernos cómplices de la historia)que sabemos lo que pasó nos quedamos helados.En esa etapa y la última fueron cómplices ella la actriz y Chabrol en premios, en vivencias, en eso que a él le gustaba tanto el triángulo de protagonistas y quizás su última película, creo, no puede prescidir de la Huppert ,L’ivresse du pouvoir,y en La Mujer Infiel, Chabrol aporta un interesante punto de vista al thriller, pues lejos de recurrir a argumentos rebuscados profundiza en la psicología de los personajes.
Algo a lo que no nos tenía acostumbrados y la mujer es mas interesante que el marido,y un final atípico diría, ahora están haciendo una versión de ella.
Y no puedo dejar “El Carnicero” que siendo a veces soporífera , crea una narración visual de belleza extraordinaria .Y está catalogada como una joya cinematográfica.Hay, lo que se llama ahora, mucho guiño a ciertas películas y obras amadas por Chabrol, y teniendo que decir mucho más lo dejo aqui.
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