7 dic 2010
Assange, fundador de Wikileaks, detenido en Reino Unido
Un portavoz de la web asegura que se mantienen los planes sobre la publicación de documentos.- Reino Unido debe decidir si le extradita por presuntos delitos sexuales a petición de un fiscal sueco.- Un banco suizo cancela la cuenta del ex 'hacker' .
Julian Assange, fundador de WikiLeaks, ha llegado al Tribunal de Westminster, en Londres, después de que fuera detenido esta mañana en una comisaría londinense a la que se había presentado por propia voluntad. Scotland Yard ha confirmado el arresto, siguiendo una orden de detención europea lanzada por Suecia, que quiere interrogarle para decidir si presenta formalmente contra él cargos de violación tras ser acusado por dos mujeres en el país nórdico.
¿Quién es Julian Assange?
Wikileaks pierde su principal vía de financiación
250.000 motivos para publicar
Assange teme ser extraditado a Estados Unidos si viaja a Suecia
"Habrá un antes y un después del 'Cablegate"
Julian Assange.- AFP
Julian Assange, el incordio del Pentágono
VIDEO - JOSEBA ELOLA - 28-11-2010
[Este vídeo se publicó en octubre de 2010]. Tiene en jaque al Pentágono. No para de sacar a la luz papeles comprometedores para el Ejército estadounidense. Julian Assange es el guardián de los grandes secretos, el nuevo adalid del periodismo combativo. Wikileaks, el portal que dirige, se ha convertido en el espacio de las grandes filtraciones, en el lugar donde se derriban las verdades oficiales. Los papeles de Afganistán, que mostraban la cara sucia de la guerra en aquel país, y el vídeo de la matanza de doce civiles en Bagdad son sus dos mayores bombazos informativos hasta la fecha. El Pentágono tiene un equipo de 120 personas trabajando para frenar los efectos de sus filtraciones. - JOSEBA ELOLA
Un portavoz de WikiLeaks ha declarado tras la detención que esta no va a cambiar los planes ya existentes sobre publicación de documentos. Assange ha escrito un artículo sobre su situación que la publicación australiana The Australian va a publicar a medianoche hora australiana (en torno a las 15.00 en la España peninsular).
"Oficiales de la Unidad de Extradiciones de la Policía Metropolitana han arrestado esta mañana a Julian Assange en nombre de las autoridades suecas como sospechoso de violación", reza un comunicado hecho público por Scotland Yard. "Julian Assange, de 39 años, fue arrestado a través de una Orden de Detención Europea por cita previa en una comisaría de Londres a las 9.30 de la mañana", continúa la nota. "Está acusado por las autoridades suecas de un cargo de coacción ilegal, dos cargos de acoso sexual y un cargo de violación, todos ellos supuestamente cometidos en agosto de 2010. Assange ha de comparecer hoy en el Tribunal de Westminster", concluye la nota.
Assange admite que tuvo relaciones sexuales con esas dos mujeres pero que hubo consentimiento mutuo. Ellas alegan que comenzaron de forma voluntaria pero que dejaron de serlo al darse cuenta de que Assange no tenía preservativos.
Los abogados del antiguo hacker australiano, que ha conmocionado al mundo filtrando cientos de miles de documentos relacionados con la guerra de Irak, el conflicto de Afganistán y los despachos secretos y confidenciales de las embajadas estadounidenses en casi todo el mundo, temen que si Reino Unido entrega a Assange a Suecia este acabará siendo extraditado a Estados Unidos.
Por eso, y porque el australiano niega las acusaciones de naturaleza sexual presentadas contra él, los abogados van a oponerse legalmente a la extradición. Mark Stephens, uno de sus abogados, declaró a la agencia británica Press Association antes de que se confirmara la detención de su cliente: "Aún no hemos visto la orden de arresto. Tenemos 10 días para ello y un montón de asuntos complejos que organizar. Aún no he hablado con la policía".
Cancelada una cuenta de Assange en Suiza
Mientras la posibilidad de un procesamiento penal se dirime en Suecia y Reino Unido, Suiza ha protagonizado el último episodio del acoso financiero a Assange y su organización. "PostFinance ha decidido terminar sus relaciones de negocios con el fundador del sitio de Internet Wikileaks", señala un comunicado que hizo público este lunes la entidad financiera suiza. Según su versión, Assange facilitó un domicilio falso en Ginebra al dar de alta la cuenta, lo que ha sido descubierto tras realizar un examen de sus datos. Así, la entidad bancaria considera que está "en su derecho de cerrar la cuenta de Julian Assange".
La organización Wikileaks ha cifrado en un comunicado de respuesta que este golpe supone la congelación de unos 31.000 euros que pertenecían a fondos personales y otros previstos para la defensa legal de su fundador. También recuerda que a estos habría que añadir otros 60.000 congelados por PayPal la semana pasada: "Wikileaks y Julian [Assange] han perdido 100.000 en activos esta semana". En el comunicado aclaran que Assange, "como refugiado sin hogar que intenta conseguir residencia en Suiza, usó la dirección de sus abogados en Ginebra para la correspondencia bancaria".
El texto, publicado a través de su web y de Twitter, recuerda que Wikileaks tiene algunas cuentas bancarias en Islandia y Alemania y pide apoyo financiero. "Uno de los aspectos más fascinantes del Cablegate es cómo está poniendo de relieve las dinámicas de poder entre Estados supuestamente independientes como Suiza, Suecia y Australia", concluyen.
Julian Assange, fundador de WikiLeaks, ha llegado al Tribunal de Westminster, en Londres, después de que fuera detenido esta mañana en una comisaría londinense a la que se había presentado por propia voluntad. Scotland Yard ha confirmado el arresto, siguiendo una orden de detención europea lanzada por Suecia, que quiere interrogarle para decidir si presenta formalmente contra él cargos de violación tras ser acusado por dos mujeres en el país nórdico.
¿Quién es Julian Assange?
Wikileaks pierde su principal vía de financiación
250.000 motivos para publicar
Assange teme ser extraditado a Estados Unidos si viaja a Suecia
"Habrá un antes y un después del 'Cablegate"
Julian Assange.- AFP
Julian Assange, el incordio del Pentágono
VIDEO - JOSEBA ELOLA - 28-11-2010
[Este vídeo se publicó en octubre de 2010]. Tiene en jaque al Pentágono. No para de sacar a la luz papeles comprometedores para el Ejército estadounidense. Julian Assange es el guardián de los grandes secretos, el nuevo adalid del periodismo combativo. Wikileaks, el portal que dirige, se ha convertido en el espacio de las grandes filtraciones, en el lugar donde se derriban las verdades oficiales. Los papeles de Afganistán, que mostraban la cara sucia de la guerra en aquel país, y el vídeo de la matanza de doce civiles en Bagdad son sus dos mayores bombazos informativos hasta la fecha. El Pentágono tiene un equipo de 120 personas trabajando para frenar los efectos de sus filtraciones. - JOSEBA ELOLA
Un portavoz de WikiLeaks ha declarado tras la detención que esta no va a cambiar los planes ya existentes sobre publicación de documentos. Assange ha escrito un artículo sobre su situación que la publicación australiana The Australian va a publicar a medianoche hora australiana (en torno a las 15.00 en la España peninsular).
"Oficiales de la Unidad de Extradiciones de la Policía Metropolitana han arrestado esta mañana a Julian Assange en nombre de las autoridades suecas como sospechoso de violación", reza un comunicado hecho público por Scotland Yard. "Julian Assange, de 39 años, fue arrestado a través de una Orden de Detención Europea por cita previa en una comisaría de Londres a las 9.30 de la mañana", continúa la nota. "Está acusado por las autoridades suecas de un cargo de coacción ilegal, dos cargos de acoso sexual y un cargo de violación, todos ellos supuestamente cometidos en agosto de 2010. Assange ha de comparecer hoy en el Tribunal de Westminster", concluye la nota.
Assange admite que tuvo relaciones sexuales con esas dos mujeres pero que hubo consentimiento mutuo. Ellas alegan que comenzaron de forma voluntaria pero que dejaron de serlo al darse cuenta de que Assange no tenía preservativos.
Los abogados del antiguo hacker australiano, que ha conmocionado al mundo filtrando cientos de miles de documentos relacionados con la guerra de Irak, el conflicto de Afganistán y los despachos secretos y confidenciales de las embajadas estadounidenses en casi todo el mundo, temen que si Reino Unido entrega a Assange a Suecia este acabará siendo extraditado a Estados Unidos.
Por eso, y porque el australiano niega las acusaciones de naturaleza sexual presentadas contra él, los abogados van a oponerse legalmente a la extradición. Mark Stephens, uno de sus abogados, declaró a la agencia británica Press Association antes de que se confirmara la detención de su cliente: "Aún no hemos visto la orden de arresto. Tenemos 10 días para ello y un montón de asuntos complejos que organizar. Aún no he hablado con la policía".
Cancelada una cuenta de Assange en Suiza
Mientras la posibilidad de un procesamiento penal se dirime en Suecia y Reino Unido, Suiza ha protagonizado el último episodio del acoso financiero a Assange y su organización. "PostFinance ha decidido terminar sus relaciones de negocios con el fundador del sitio de Internet Wikileaks", señala un comunicado que hizo público este lunes la entidad financiera suiza. Según su versión, Assange facilitó un domicilio falso en Ginebra al dar de alta la cuenta, lo que ha sido descubierto tras realizar un examen de sus datos. Así, la entidad bancaria considera que está "en su derecho de cerrar la cuenta de Julian Assange".
La organización Wikileaks ha cifrado en un comunicado de respuesta que este golpe supone la congelación de unos 31.000 euros que pertenecían a fondos personales y otros previstos para la defensa legal de su fundador. También recuerda que a estos habría que añadir otros 60.000 congelados por PayPal la semana pasada: "Wikileaks y Julian [Assange] han perdido 100.000 en activos esta semana". En el comunicado aclaran que Assange, "como refugiado sin hogar que intenta conseguir residencia en Suiza, usó la dirección de sus abogados en Ginebra para la correspondencia bancaria".
El texto, publicado a través de su web y de Twitter, recuerda que Wikileaks tiene algunas cuentas bancarias en Islandia y Alemania y pide apoyo financiero. "Uno de los aspectos más fascinantes del Cablegate es cómo está poniendo de relieve las dinámicas de poder entre Estados supuestamente independientes como Suiza, Suecia y Australia", concluyen.
Gran Hermano ROSA MONTERO
No sé si ustedes empiezan a estar tan hartos del asunto Wikileaks como yo lo estoy. Y no tanto de las revelaciones en sí, que son un bombazo informativo -bien por EL PAÍS- pese a tener tan poca chicha (ya se sabe que la mayoría de las informaciones son meros cotilleos a nivel mundial, lo que piensa Menganito de Zutanito o la cutre mentira que contó Fulanito), sino por esa especie de comedura de coco en la que hemos entrado todos, de manera que, desde hace una semana, no hay articulista que no intente añadir su pildorilla ingeniosa al asunto, y véase el ejemplo, mismamente.
Es como si de repente el planeta entero se hubiera convertido en una versión monumental de Sálvame, en un morboso mercadeo de indiscreciones mediocres. Por no hablar de Assange, que comienza a dar un poquito de miedo. Porque es imposible manejar ese súbito poder casi absoluto, ese tsunami de celebridad mundial, sin que te afecte malamente la cabeza (ya está dando síntomas de ello). Aun así, el saldo sigue siendo positivo. Por los dos o tres datos interesantes que han salido a la luz. Por evidenciar la caspa general de los políticos. Y porque, como decía Gramsci, la verdad siempre es revolucionaria, y aunque yo ya no creo en revoluciones (en esas revoluciones, por lo menos), sí sigo creyendo en que la verdad nos hace más libres.
Pero lo mejor de Wikileaks no tiene que ver con las minucias que revela, sino con el modelo de sociedad que evidencia.
Desde que comenzó la era electrónica se está hablando del oscuro y aplastante poder de la tecnología para controlar al ciudadano. Películas y novelas han dibujado aterradoras antiutopías de individuos manejados como peleles por los mega-Gobiernos.
Pero Wikileaks demuestra que esta tecnología es mucho más abierta, más democrática; que está llena de agujeros y alejada de la perfección, como todo lo humano.
O sea: los ciudadanos también podemos vigilar al Gran Hermano.
Es como si de repente el planeta entero se hubiera convertido en una versión monumental de Sálvame, en un morboso mercadeo de indiscreciones mediocres. Por no hablar de Assange, que comienza a dar un poquito de miedo. Porque es imposible manejar ese súbito poder casi absoluto, ese tsunami de celebridad mundial, sin que te afecte malamente la cabeza (ya está dando síntomas de ello). Aun así, el saldo sigue siendo positivo. Por los dos o tres datos interesantes que han salido a la luz. Por evidenciar la caspa general de los políticos. Y porque, como decía Gramsci, la verdad siempre es revolucionaria, y aunque yo ya no creo en revoluciones (en esas revoluciones, por lo menos), sí sigo creyendo en que la verdad nos hace más libres.
Pero lo mejor de Wikileaks no tiene que ver con las minucias que revela, sino con el modelo de sociedad que evidencia.
Desde que comenzó la era electrónica se está hablando del oscuro y aplastante poder de la tecnología para controlar al ciudadano. Películas y novelas han dibujado aterradoras antiutopías de individuos manejados como peleles por los mega-Gobiernos.
Pero Wikileaks demuestra que esta tecnología es mucho más abierta, más democrática; que está llena de agujeros y alejada de la perfección, como todo lo humano.
O sea: los ciudadanos también podemos vigilar al Gran Hermano.
A un paso de la biblioteca de Babel
El incierto futuro de la institución pasa necesariamente por la conexión mundial en red - Los expertos creen que los recintos de consulta de libros sobrevivirán pese al avance de lo digital .
Las profecías sobre el futuro de las bibliotecas suelen citar a Jorge Luis Borges. Su relato La biblioteca de Babel, publicado en Ficciones, se ha convertido en tópico a la hora de imaginar cómo serán los almacenes de libros en lo que el comunicólogo Román Gubern denomina Galaxia Leibniz.
Hace más de 70 años que Borges presentó el universo como biblioteca sin límites, con escaleras de caracol infinitas y miles de pasillos entrecruzados. En una peculiar e involuntaria analogía, los expertos actuales hablan de sistema de nodos interconectados, centros en red y acceso a todo el saber del mundo desde la soledad de la pantalla del computador.
Todo el saber en el bolsillo
Gubern: "La meta es que toda la cultura aparezca en la pantalla"
"No habrá grandes cambios, serán paulatinos", opina Rosa Regás
Leer en papel ayuda a la memoria un 20% más que en digital, según un estudio
Para De Kerckhove, "las bibliotecas deben ser aceleradores culturales"
"La meta es que el universo cultural entero pueda aparecer en la pantalla de consulta, hacer real el concepto totalizador de la biblioteca de Babel de Borges", explica Gubern, quien la pasada semana participó en Santiago de Compostela en un encuentro sobre el pasado, presente y futuro de las bibliotecas. Fue en esas jornadas en las que el escritor triestino Claudio Magris certificó que la lectura y el libro se encuentran ante un cambio de civilización. No aventuró hacia donde se dirigen y prefirió hablar de las bibliotecas de Cervantes o de Rabelais.
De entrada, pocos expertos se atreven a mapear lo que vendrá. Gubern, que define los centros que se encargan de custodiar los libros como "depósito del saber y de la fantasía que permiten realizar una geología del conocimiento", nombra el concepto de red y "la conexión con otros centros del mundo". Y la novelista Rosa Regás, directora de la Biblioteca Nacional española entre 2004 y 2007, se muestra totalmente escéptica: "Las bibliotecas irán cambiando paulatinamente, no habrá grandes cambios sino a medida que cambien las costumbres de los usuarios. Si estos se acostumbran a las pantallas, en las bibliotecas habrá también pantallas y posibilidades para descargar los materiales". Tampoco el catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Santiago y presidente del Consejo de Cultura Gallega, Ramón Villares, vislumbra grandes vuelcos: "Lo digital y lo físico se combinarán durante un tiempo y las bibliotecas, tal y como las conocemos, no morirán. Por lo menos, en el corto plazo".
Que haya una persona, el estadounidense Robert Darnton, que al mismo tiempo asesora a Google Books y dirige la biblioteca de Harvard parece dar la razón al profesor gallego. Sin embargo, el discurso del sociólogo canadiense Derrick de Kerckhove, discípulo de Marshall McLuhan, difiere. Presente en los debates de Santiago, realizados en la Biblioteca de Galicia, aún por inaugurar, que alberga la Cidade da Cultura, De Kerckhove defiende la posibilidad de "situar el centro del mundo en casa".
El teórico de la "inteligencia conectiva" aplicada a Internet recuerda que, en su país, cada persona pasa "siete horas al día ante una pantalla" y metaforiza en la figura de Pinocho 2.0 la actual condición humana. "La memoria se encuentra fuera del individuo, en Google, en la Wikipedia", explica, "y una biblioteca debe pensar en cómo funcionar en ese contexto híbrido electrónico". Lo material y lo digital, lo local y lo global, son asuntos de los que preocuparse. Y si la realidad objetiva es que los estudiantes cada vez usan menos la biblioteca, para De Kerckhove hay razones palmarias: "Ya tienen acceso directo a toda la información".
Pero no todo son buenas noticias en el bando de los integrados. El propio sociólogo advierte de los estudios recientes que afirman la superioridad de la lectura en papel sobre la digital. Por lo menos, desde el punto de vista de ejercitar la memoria: leer un libro en pasta de celulosa hace trabajar la memoria un 20% más que hacerlo en digital. "Una biblioteca es una cosa viva", consideró Claudio Magris, "también es una perfumería, con sus olores". En ninguna profecía aparece, todavía, un mundo sin libros. "A veces hablamos del futuro como si fuese un horizonte al que llegar", se lamenta Rosa Regás, "pero no es así; se trata de un proceso continuo y los cambios resultan paulatinos". Nadie pensaba, 15 años atrás, "que existirían todas estas herramientas para descargar música o libros de la Red", dice.
La imagen del templo resulta socorrida, recurrente a la hora de definir la idea de biblioteca. Como peculiar espacio colectivo también corre riesgos. "Es cierto que en una biblioteca hay mucha gente que no se habla entre sí", describe Román Gubern, "pero sí hay compañía". El rito colectivo de estudiar o leer en una biblioteca se asemeja, según su visión, al del cine. Y como en el cine en salas, la afluencia decae. La multitud solitaria la llamó, ya en los años cincuenta, otro sociólogo, David Riesman. "Las empresas de hardware y software", ironiza Gubern, "conspiran para fomentar la claustrofilia y la agorafobia". Arrancar es el verbo con que el ensayista catalán define "las estrategias necesarias para que la gente salga de casa".
"Cada vez más, las bibliotecas tienden a que nadie venga a ellas", coincide Daniel Buján. Actual director de la Biblioteca de Galicia, Buján se encargó de poner en marcha el centro público Ánxel Casal, que el Estado construyó en Santiago de Compostela y que abrió en 2008. "Pero el libro funciona, se sigue prestando", asegura, antes de referirse a las pruebas de la institución que encabeza sobre el préstamo de e-readers. En las mesas redondas de la Cidade da Cultura, su intervención centró las aproximaciones de los expertos y enumeró problemas concretos a los que se enfrentan las bibliotecas en la época digital.
"Es necesario diferenciar entre una biblioteca de las llamadas nacionales, como la de Galicia, ocupadas de la conservación y que deben guardar todo", aduce Buján, "y las públicas, de difusión de la lectura". Digitalizar un documento cuesta aproximadamente un euro por página. Y los metadatos, la información que adjunta cada elemento digitalizado, tienen que ceñirse, vía directiva europea, al estándar de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos. Pero la obsolescencia tecnológica -Buján hace memoria y explica como, a principios de siglo, el CD "iba a ser el formato del futuro"- dificulta las labores: existen fondos en formatos que no se pueden leer, archivos informáticos en programas ya desaparecidos, papeles irreductibles a las técnicas hasta ahora conocidas. Según el pensador De Kerckhove, en imagen transparente, "el futuro del libro en la biblioteca equivale al oro de la banca: nadie lo usa, pero debe existir, es la garantía, el símbolo".
"Todavía no conocemos la duración de los formatos digitales", alerta, a mayores, Gubern. "Hay expertos que hablan de unos 30 años, es decir, menos incluso que las viejas cintas de vídeo". La experiencia de la Galaxia Leibniz (el filósofo alemán que hace cuatro siglos sentó las bases del sistema binario de lo digital) es todavía incompleta. El propio Gubern recurre a sus ejemplares de la Enciclopedia Británica para expresar la incertidumbre: "La compré en 1995 y fue la última edición en papel que se editó".
El historiador Ramón Villares, que confiesa no imaginar un mundo sin bibliotecas, menciona otras cuestiones inherentes al abandono de la, en terminología de McLuhan, Galaxia Gutenberg. "Que el libro físico conviva con un gran almacén de libros digitales, una biblioteca universal virtual", señala, "acarreará consecuencias, ya las está acarreando, en la industria editorial, y aún no hemos resuelto el problema de los derechos de autoría y la retribución económica de los autores". La historia del libro y de su organización colectiva se entrelazan desde que Aristóteles comenzara a reunir los papiros que formarían el embrión de la biblioteca de Alejandría, en la tercera centuria antes de Cristo.
Rosa Regás insiste, al cabo, en la prudencia. "No creo que una biblioteca como la Nacional [fundada en Madrid en 1712] tenga que hacer grandes giros como lugar de consulta e investigación". El ex ministro de Cultura, César Antonio Molina, mostró, al lado de Magris, en Santiago de Compostela, similares preocupaciones: "Una biblioteca, pública o privada, es un templo. La mía está repleta de lugares y calles. Estoy en contra de aquellos que piensan que llegamos a un final; Gutenberg no ha muerto".
Para De Kerckhove no parece que haya vuelta atrás. La humanidad ha dado un paso adelante y aunque, dice, la libertad se reduce "al leer en pantalla", lo digital resulta irremediable también en las bibliotecas. "Ahora deben convertirse en aceleradores culturales, con una posición nodal en la red del conocimiento, al nivel de un gran aeropuerto". Atrás van quedando las avenidas abigarradas de los antiguos centros, aquellos que filmó Alain Resnais en la Biblioteca Nacional de Francia y llamó Toda la memoria del mundo.
Las profecías sobre el futuro de las bibliotecas suelen citar a Jorge Luis Borges. Su relato La biblioteca de Babel, publicado en Ficciones, se ha convertido en tópico a la hora de imaginar cómo serán los almacenes de libros en lo que el comunicólogo Román Gubern denomina Galaxia Leibniz.
Hace más de 70 años que Borges presentó el universo como biblioteca sin límites, con escaleras de caracol infinitas y miles de pasillos entrecruzados. En una peculiar e involuntaria analogía, los expertos actuales hablan de sistema de nodos interconectados, centros en red y acceso a todo el saber del mundo desde la soledad de la pantalla del computador.
Todo el saber en el bolsillo
Gubern: "La meta es que toda la cultura aparezca en la pantalla"
"No habrá grandes cambios, serán paulatinos", opina Rosa Regás
Leer en papel ayuda a la memoria un 20% más que en digital, según un estudio
Para De Kerckhove, "las bibliotecas deben ser aceleradores culturales"
"La meta es que el universo cultural entero pueda aparecer en la pantalla de consulta, hacer real el concepto totalizador de la biblioteca de Babel de Borges", explica Gubern, quien la pasada semana participó en Santiago de Compostela en un encuentro sobre el pasado, presente y futuro de las bibliotecas. Fue en esas jornadas en las que el escritor triestino Claudio Magris certificó que la lectura y el libro se encuentran ante un cambio de civilización. No aventuró hacia donde se dirigen y prefirió hablar de las bibliotecas de Cervantes o de Rabelais.
De entrada, pocos expertos se atreven a mapear lo que vendrá. Gubern, que define los centros que se encargan de custodiar los libros como "depósito del saber y de la fantasía que permiten realizar una geología del conocimiento", nombra el concepto de red y "la conexión con otros centros del mundo". Y la novelista Rosa Regás, directora de la Biblioteca Nacional española entre 2004 y 2007, se muestra totalmente escéptica: "Las bibliotecas irán cambiando paulatinamente, no habrá grandes cambios sino a medida que cambien las costumbres de los usuarios. Si estos se acostumbran a las pantallas, en las bibliotecas habrá también pantallas y posibilidades para descargar los materiales". Tampoco el catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Santiago y presidente del Consejo de Cultura Gallega, Ramón Villares, vislumbra grandes vuelcos: "Lo digital y lo físico se combinarán durante un tiempo y las bibliotecas, tal y como las conocemos, no morirán. Por lo menos, en el corto plazo".
Que haya una persona, el estadounidense Robert Darnton, que al mismo tiempo asesora a Google Books y dirige la biblioteca de Harvard parece dar la razón al profesor gallego. Sin embargo, el discurso del sociólogo canadiense Derrick de Kerckhove, discípulo de Marshall McLuhan, difiere. Presente en los debates de Santiago, realizados en la Biblioteca de Galicia, aún por inaugurar, que alberga la Cidade da Cultura, De Kerckhove defiende la posibilidad de "situar el centro del mundo en casa".
El teórico de la "inteligencia conectiva" aplicada a Internet recuerda que, en su país, cada persona pasa "siete horas al día ante una pantalla" y metaforiza en la figura de Pinocho 2.0 la actual condición humana. "La memoria se encuentra fuera del individuo, en Google, en la Wikipedia", explica, "y una biblioteca debe pensar en cómo funcionar en ese contexto híbrido electrónico". Lo material y lo digital, lo local y lo global, son asuntos de los que preocuparse. Y si la realidad objetiva es que los estudiantes cada vez usan menos la biblioteca, para De Kerckhove hay razones palmarias: "Ya tienen acceso directo a toda la información".
Pero no todo son buenas noticias en el bando de los integrados. El propio sociólogo advierte de los estudios recientes que afirman la superioridad de la lectura en papel sobre la digital. Por lo menos, desde el punto de vista de ejercitar la memoria: leer un libro en pasta de celulosa hace trabajar la memoria un 20% más que hacerlo en digital. "Una biblioteca es una cosa viva", consideró Claudio Magris, "también es una perfumería, con sus olores". En ninguna profecía aparece, todavía, un mundo sin libros. "A veces hablamos del futuro como si fuese un horizonte al que llegar", se lamenta Rosa Regás, "pero no es así; se trata de un proceso continuo y los cambios resultan paulatinos". Nadie pensaba, 15 años atrás, "que existirían todas estas herramientas para descargar música o libros de la Red", dice.
La imagen del templo resulta socorrida, recurrente a la hora de definir la idea de biblioteca. Como peculiar espacio colectivo también corre riesgos. "Es cierto que en una biblioteca hay mucha gente que no se habla entre sí", describe Román Gubern, "pero sí hay compañía". El rito colectivo de estudiar o leer en una biblioteca se asemeja, según su visión, al del cine. Y como en el cine en salas, la afluencia decae. La multitud solitaria la llamó, ya en los años cincuenta, otro sociólogo, David Riesman. "Las empresas de hardware y software", ironiza Gubern, "conspiran para fomentar la claustrofilia y la agorafobia". Arrancar es el verbo con que el ensayista catalán define "las estrategias necesarias para que la gente salga de casa".
"Cada vez más, las bibliotecas tienden a que nadie venga a ellas", coincide Daniel Buján. Actual director de la Biblioteca de Galicia, Buján se encargó de poner en marcha el centro público Ánxel Casal, que el Estado construyó en Santiago de Compostela y que abrió en 2008. "Pero el libro funciona, se sigue prestando", asegura, antes de referirse a las pruebas de la institución que encabeza sobre el préstamo de e-readers. En las mesas redondas de la Cidade da Cultura, su intervención centró las aproximaciones de los expertos y enumeró problemas concretos a los que se enfrentan las bibliotecas en la época digital.
"Es necesario diferenciar entre una biblioteca de las llamadas nacionales, como la de Galicia, ocupadas de la conservación y que deben guardar todo", aduce Buján, "y las públicas, de difusión de la lectura". Digitalizar un documento cuesta aproximadamente un euro por página. Y los metadatos, la información que adjunta cada elemento digitalizado, tienen que ceñirse, vía directiva europea, al estándar de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos. Pero la obsolescencia tecnológica -Buján hace memoria y explica como, a principios de siglo, el CD "iba a ser el formato del futuro"- dificulta las labores: existen fondos en formatos que no se pueden leer, archivos informáticos en programas ya desaparecidos, papeles irreductibles a las técnicas hasta ahora conocidas. Según el pensador De Kerckhove, en imagen transparente, "el futuro del libro en la biblioteca equivale al oro de la banca: nadie lo usa, pero debe existir, es la garantía, el símbolo".
"Todavía no conocemos la duración de los formatos digitales", alerta, a mayores, Gubern. "Hay expertos que hablan de unos 30 años, es decir, menos incluso que las viejas cintas de vídeo". La experiencia de la Galaxia Leibniz (el filósofo alemán que hace cuatro siglos sentó las bases del sistema binario de lo digital) es todavía incompleta. El propio Gubern recurre a sus ejemplares de la Enciclopedia Británica para expresar la incertidumbre: "La compré en 1995 y fue la última edición en papel que se editó".
El historiador Ramón Villares, que confiesa no imaginar un mundo sin bibliotecas, menciona otras cuestiones inherentes al abandono de la, en terminología de McLuhan, Galaxia Gutenberg. "Que el libro físico conviva con un gran almacén de libros digitales, una biblioteca universal virtual", señala, "acarreará consecuencias, ya las está acarreando, en la industria editorial, y aún no hemos resuelto el problema de los derechos de autoría y la retribución económica de los autores". La historia del libro y de su organización colectiva se entrelazan desde que Aristóteles comenzara a reunir los papiros que formarían el embrión de la biblioteca de Alejandría, en la tercera centuria antes de Cristo.
Rosa Regás insiste, al cabo, en la prudencia. "No creo que una biblioteca como la Nacional [fundada en Madrid en 1712] tenga que hacer grandes giros como lugar de consulta e investigación". El ex ministro de Cultura, César Antonio Molina, mostró, al lado de Magris, en Santiago de Compostela, similares preocupaciones: "Una biblioteca, pública o privada, es un templo. La mía está repleta de lugares y calles. Estoy en contra de aquellos que piensan que llegamos a un final; Gutenberg no ha muerto".
Para De Kerckhove no parece que haya vuelta atrás. La humanidad ha dado un paso adelante y aunque, dice, la libertad se reduce "al leer en pantalla", lo digital resulta irremediable también en las bibliotecas. "Ahora deben convertirse en aceleradores culturales, con una posición nodal en la red del conocimiento, al nivel de un gran aeropuerto". Atrás van quedando las avenidas abigarradas de los antiguos centros, aquellos que filmó Alain Resnais en la Biblioteca Nacional de Francia y llamó Toda la memoria del mundo.
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