La retallada
Hace unos días, me tragué entero el blablablá de los candidatos catalanes a la Generalitat en el programa ese de Tengo una pregunta para usted.
Reconozco que hace falta mucho valor para escuchar a esa gente decir las mismas tontadas de siempre. Pero algo se aprende. A mí me ha servido para escribir esta columna y para afirmar mis convicciones sobre los políticos en general y Montilla en particular.
Le pregunta un joven sobre el sueldo que cobra, que duplica el del presidente del Gobierno, y esta es la respuesta de Montilla: “No me quejo de mi sueldo; también he de decir que mi sueldo no lo fijo yo, lo fija el Parlament de Catalunya; es público.
También es verdad que no me lo puse yo, el sueldo venía también de mis antecesores. Por cierto que también con motivo de la retallada [sic] presupuestaria, a los miembros de gobierno se les ha rebajado un 5 por ciento”. Ya ven, por un lado nos piden el voto para cambiar las cosas porque, según ellos, no es lo mismo votar a unos que a otros.
Y por otro, se agarran a lo hecho por los demás cuando se trata de mantener privilegios. Si el Parlament fija los salarios al alza, el Parlament también puede cambiarlos a la baja. Así que no sirve eso de decir que él no tiene nada que ver con la fijación de su salario. Pero ahí no acaba la hipocresía del cordobés catalán. Sobre la docena de cargos públicos que ocupa su mujer, el Honorable dice algo que no lo entiende nadie y también miente descaradamente. Lo ininteligible: “Para tener un cargo uno ha de tener otro”. No sé si eso es cinismo o simplemente tener un encefalograma plano.
La mentira descarada: “Una cosa es tener cargos o tener encargos y otra tener sueldos, porque de sueldos [sic] no se puede cobrar de la administración pública más de un sueldo porque lo prohíbe la ley. Eso acaso será trabajo pero no salario”. Estamos con lo de si son galgos o podencos. Lo que cobra por esos cargos o encargos son dietas, que no dejan de ser perras que se mete en la buchaca y que además tienen una tributación más favorable que el salario
. Y nos cuenta que ha tenido una “retallada” del cinco por ciento. ¡Manda cojones, Molt Honorable!
24 nov 2010
Ana María Matute, Premio Cervantes 2010
Se convierte en la tercera mujer en conseguirlo tras María Zambrano y Dulce María Loynaz .
La escritora Ana María Matute, de 85 años, ha ganado hoy el Premio Cervantes 2010. La ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, ha sido la encargada de anunciar el nombre de la ganadora del Premio Cervantes , el más prestigioso de las letras en lengua española. Hay una regla no escrita que dice que, después de que el año pasado lo recibiera el mexicano José Emilio Pacheco, este año tocaba español.
"Si ganara el Cervantes daría saltos"
Ana María Matute tiene 85 años y no 84 como dicen buena parte de sus biografías. "Nací en 1925", dijo recientemente a este diario.
El Premio Cervantes reconoce su obra, 12 novelas y varios volúmenes de cuentos, ahora reunidos en La puerta de la Luna, desde los primeros textos de 1947 hasta 1998. "Si me dan el Cervantes daré saltos de alegría, saltos de alegría espirituales", dijo en la entrevista. Matute, una mujer fuerte de salud frágil se apoya en una muleta para andar.
Es el premio que le faltaba. Los ha tenido casi todos, dos nacionales de Literatura Infantil; el Nacional de las Letras (2007); el Nacional de Literatura y el de la Crítica por Los hijos muertos; el Nadal 1959 por Primera memoria; el Planeta 1954, por Pequeño teatro, e incluso el Ciutat de Barcelona 1966 por un relato maravilloso, El verdadero final de la Bella Durmiente.
"Nací cuando mis padres ya no se querían". Es la primera frase de su última novela, Paraíso inhabitado, quizá la más autobiográfica de sus obras. Esta historia, como Olvidado Rey Gudú, Aranmanoth, La torre vigía, Los soldados lloran de noche, La Trampa o tantos otros títulos, muestran su capacidad extraordinaria para fabular y conmover.
Su estilo literario y su imaginación conquistan a los lectores, a veces, mucho más que a la crítica.
Fallado por primera vez en 1976 -se lo llevó Jorge Guillén- el Premio Cervantes solo contaba con dos mujeres en su palmarés: la pensadora malagueña María Zambrano (1988) y la poeta cubana Dulce María Loynaz (1992). Cada año se recuerda esa cifra y cada dos, cuando toca español, se recuerda el nombre de Ana María Matute, tal vez la única persona del parnaso literario nacional que ha dicho abiertamente que le gustaría ganar el premio.
La tendencia de los últimos fallos apuntaba al menos a que le había llegado el turno a su generación, la de los años 50, la de los niños de la Guerra Civil, un puñado de autores a la altura ya de la otra gran generación clásica del siglo XX, la del 27. Ahí están los premios a Juan Marsé, Antonio Gamoneda o Rafael Sánchez Ferlosio, los últimos españoles en lograrlo.
La escritora Ana María Matute, de 85 años, ha ganado hoy el Premio Cervantes 2010. La ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, ha sido la encargada de anunciar el nombre de la ganadora del Premio Cervantes , el más prestigioso de las letras en lengua española. Hay una regla no escrita que dice que, después de que el año pasado lo recibiera el mexicano José Emilio Pacheco, este año tocaba español.
"Si ganara el Cervantes daría saltos"
Ana María Matute tiene 85 años y no 84 como dicen buena parte de sus biografías. "Nací en 1925", dijo recientemente a este diario.
El Premio Cervantes reconoce su obra, 12 novelas y varios volúmenes de cuentos, ahora reunidos en La puerta de la Luna, desde los primeros textos de 1947 hasta 1998. "Si me dan el Cervantes daré saltos de alegría, saltos de alegría espirituales", dijo en la entrevista. Matute, una mujer fuerte de salud frágil se apoya en una muleta para andar.
Es el premio que le faltaba. Los ha tenido casi todos, dos nacionales de Literatura Infantil; el Nacional de las Letras (2007); el Nacional de Literatura y el de la Crítica por Los hijos muertos; el Nadal 1959 por Primera memoria; el Planeta 1954, por Pequeño teatro, e incluso el Ciutat de Barcelona 1966 por un relato maravilloso, El verdadero final de la Bella Durmiente.
"Nací cuando mis padres ya no se querían". Es la primera frase de su última novela, Paraíso inhabitado, quizá la más autobiográfica de sus obras. Esta historia, como Olvidado Rey Gudú, Aranmanoth, La torre vigía, Los soldados lloran de noche, La Trampa o tantos otros títulos, muestran su capacidad extraordinaria para fabular y conmover.
Su estilo literario y su imaginación conquistan a los lectores, a veces, mucho más que a la crítica.
Fallado por primera vez en 1976 -se lo llevó Jorge Guillén- el Premio Cervantes solo contaba con dos mujeres en su palmarés: la pensadora malagueña María Zambrano (1988) y la poeta cubana Dulce María Loynaz (1992). Cada año se recuerda esa cifra y cada dos, cuando toca español, se recuerda el nombre de Ana María Matute, tal vez la única persona del parnaso literario nacional que ha dicho abiertamente que le gustaría ganar el premio.
La tendencia de los últimos fallos apuntaba al menos a que le había llegado el turno a su generación, la de los años 50, la de los niños de la Guerra Civil, un puñado de autores a la altura ya de la otra gran generación clásica del siglo XX, la del 27. Ahí están los premios a Juan Marsé, Antonio Gamoneda o Rafael Sánchez Ferlosio, los últimos españoles en lograrlo.
Presidente Pompidou
Hoy Sotheby's subasta en París, a las cinco de la tarde, parte de la biblioteca personal del Presidente Pompidou. Entre otras muchas cosas de valor, estas cinco cartas escritas a mano por Brasillach en ocho páginas, con su firma, entre y el 14/11/1944 y el 29/01/45, desde la prisión de Fresnes, a sus amigos Noël e Yvonne B. Fue condenado, sentenciado a muerte y ejecutado el 6 de febrero, apenas una semana después de redactar la última de estas cartas. Su precio de salida: 2.000€
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