Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

27 oct 2010

Juventud, de Coetzee,

ME DA pereza resumir un libro. Estoy leyendo Juventud, de Coetzee, y no hay mucho que resumir. Joven aspirante a escritor en Londres, después de dejar Sudáfrica. Es un libro lleno de tesoros. Pero el escritor, al parecer, resulta antipático. El protagonista de este libro, que al ser un libro autobiográfico, es supuestamente el propio autor, es un tipo frío, aburrido, normal.




Así se describe él mismo, una y otra vez. A lo largo del libro no deja de preguntarse: ¿Cómo puedo ser un artista, o llegar a serlo, siendo alguien tan normal? Y normal, ya no en el sentido de no llevar una vida, digamos, artística. No pretende ser un bohemio ni nada parecido. No tiene aptitudes. Le sienta mal el alcohol, o no le gusta. No; normal por dentro, soso, sin interés para nadie. Principalmente para ellas, las mujeres, que no se pirran por sus huesos, precisamente.





Hay mucho poso kafkiano. En el buen sentido. No cae en la delirante visualización de sí mismo como ser humano excepcional, en cuanto artista. Kafkiano, ya no por el traje y el curro en IBM, sino por eunuco . En algún momento a lo largo de la novela se define como eunuco, al volver sobre su relación con las mujeres.



Este párrafo me recordó el diario de Pavese:





"Nunca ha despertado la pasión de un corazón femenino, lo que él llamaría una gran pasión. De hecho, al mirar atrás, no puede recordar haber sido objeto de pasión, de una verdadera pasión de ningún grado. Seguro que eso dice algo de él. En cuanto al sexo en sí, entendido en su sentido más concreto, sospecha que lo que él da es bastante pobre; y lo que obtiene a cambio también. Si la culpa es de alguien, es suya. Porque si no pone corazón, si se contiene, ¿por qué no habría de hacer lo mismo la mujer?





¿El sexo es el baremo para todo? Si fracasa en el sexo, ¿fracasa en la prueba global de la vida?"





En fin; no levanta cabeza. Entre Jesús y Satán se queda en un anónimo término medio. Está convencido de su insignificancia como individuo. Mucho ha de escarbar la mujer soñada para encontrar atisbos de esa llama del artista que arde en su interior. Él supone que algo tiene que haber, que nadie puede ser tan gris. Como escritor todavía no se ha estrenado, pero confía en que todo llegará.





No he acabado de leerlo. Ayer acabé Verano y empecé con Juventud. Me pregunto: ¿qué puede resultar antipático de este tipo? O más bien, la pregunta debería ser: ¿qué no es antipático de este tipo, tal como se narra?





Hay una falta absoluta de heroicidad. Pero, claro, ya no esa heroicidad del hombre de acción, del que traduce todas sus bondades en actos heroicos, de alguna manera. Porque el hombre gris, el llamado antihéroe, también era un héroe a su manera. Ese sufridor noble, ese doliente humano que padece por todos nosotros. Hasta el no sufridor, el hombre cualquiera, el mueble humano de la literatura del siglo XX, nos redime, pues todos hemos sido muebles, y hasta muebles bonitos y con miedo a la muerte.





Aquí no hay mucho de eso. No hay ninguna nobleza interior. Nada de lo que presumir. Ni siquiera atisbos de ese compromiso con su tierra que se le supone a Coetzee. Sudáfrica, el blanco amigo de los negros y todo eso. El blanco avergonzado. El protagonista de Juventud deja su Sudáfrica antes de que le salpique la sangre. Huye. Pero ya no es que sea un héroe, es que es un pequeño hijoputa. Y lo peor, no un hijoputa gracioso, agradable, atractivo, como suelen ser los hijoputas de las novelas y sobre todo los de las películas. No un hijoputa con conversación. Un hijoputa aburrido, que es lo peor que puede ser alguien, y lo que es casi todo el mundo.





Coetzee dice; pensabais que siendo artista se me perdonarían todos los pecados, incluso mis pequeños pecados de miserable malhumorado y despreciativo. Pero no; ser escritor no me convierte en mejor ser humano. De ninguna manera. Al contrario; todo está justificado.





Soy un artista, no soy nada. Soy menos que nada. Arrastra consigo el pecado de no poder ser más que escritor. Una alimaña, se entiende.





Me gusta la prosa de Coetzee: es la escritura del escéptico. No podría ser de otra manera. ¿Cómo escribir de lo que escribe de otra manera? Hasta la tercera persona le va al pelo, como si hablar de sí mismo en primera persona le diese asco.

Por haberte tenido

Por haberte tenido




Cuando aburrida de mi propia presencia

Despacio alcé la mirada y te busqué

Me di cuenta que nunca estuviste conmigo,

¿0 es q acaso fui yo quien te ignoré?



Cuando mis fríos labios me gritaban

Por ti y la falta de tu escencia

Me di cuenta que ya me habías olvidado,

¿O fue culpa mía y de mi displicencia?



Cuando por la noche soñé contigo

Y despertando no encontré más que silencios

Me di cuenta que ya no me pertenecías,

¿O nunca lo fuiste por mis desprecios?



Cuando encontré una alegría en esta vida

Y me volteé a ver tu bella sonrisa

me di cuenta lo mucho que la extrañaba,

y seguro nunca la noté por andar con prisa.



Cuando la luna en la oscura noche

tus negros ojos me recordaban,

senti todas mis fuerzas fallar

y hasta mis piernas se debilitaban.

Cuando el viento sopló mi cabello

mas no tus manos lo alborotaron,

la angustia se alojó en mi pecho

y mis ojos no lo soportaron.

Cuando miro la lluvia caer

y aun si viese el sol brillar,

toda la belleza de este mundo

trae tu dulce recuerdo y me hace llorar...



Mas cuando el dia de mañana me recuerdes

no deseo que regreses a mi lado

más anhelo que me perdones,

por haberte tenido y por haberte alejado.

El actor que perdió la chaveta (y se fue a Canadá)

Crónica de la locura anunciada del actor Randy Quaid, hermano de Dennis Quaid y eterno aspirante a actor secundario .
Un actor estadounidense causa daños en una mansión (que no es suya) y acaba siendo demandado por una cantidad millonaria. El citado actor decide darse el piro y cruzar la frontera hasta Canadá. Cuando llega allí intenta pasar desapercibido hasta que un día dos agentes municipales le piden que se identifique. Al chequear la base de datos descubren que al hombre se le busca en su país de origen y lo llevan hasta el juez. Una vez allí solicita ser acogido como refugiado político. "¿La razón?" Le preguntan los atentos funcionarios de inmigración. "Me persigue un escuadrón de la muerte enviado por los grandes estudios de Hollywood con el objetivo de acabar conmigo" responde el actor, como si hubiera perdido el control de su propia voz. Finalmente un juez dictamina que el chiflado y también su mujer, igual o más afectada que el marido, estén unos días en las instalaciones del departamento de inmigración hasta que se decida qué hacer con ellos.




Dennis Quaid



A FONDO

Nacimiento: 09-04-1954Lugar:HoustonLa noticia en otros webs

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Todo esto sería material de primera para una comedia, una auténtica demostración, silaba por silaba, de aquello tan célebre de "la realidad supera a la ficción". El protagonista de la historia (real) no es otro que Randy Quaid (1950, Texas), hermano de Dennis Quaid y eterno aspirante a actor secundario. Durante un tiempo la historieta (su historieta) le salió bien, hizo mucho teatro, logró construir un camino relativamente sólido y hasta logró colarse en el reparto de Independence Day, aquella película sobre alienígenas con problemas informáticos donde Quaid interpretaba a un piloto bebedor y desquiciado (aquí algunos querrán añadir la palabra "paradoja" y otros la palabra "presagio"), que finalmente salvaba al planeta.



Lamentablemente Quaid ya habrá hecho bastante si logra salvarse a sí mismo. Su carrera yace ya en la cuneta, justo al lado de la de Mel Gibson, otro que cayó (aunque desde mucha más altura) sin paracaídas.



La historia, delirante, arrancó después de que Randy Quaid hiciera un papel secundario en Brokeback Mountain, donde ejercía de capataz homófobo que no quitaba el ojo de encima a los actores Jake Gyllenhaal y Heath Ledger. La película supuso un triunfo crítico y tampoco le fue nada mal en la taquilla. Aquello mosqueó sobremanera al buen Randy que exigió un porcentaje de los beneficios.
Cuando los productores le preguntaron -no sin razón- por qué deberían darle nada de nada, él contestó que cuando le contrataron le dijeron que le pagaban poco porque se trataba de un proyecto independiente. "Las películas independientes no dan dinero" vino a decir Quaid. Ante la calidad y sutileza del razonamiento los productores se lo pensaron durante cinco segundos y le dieron su respuesta: "no". El actor decidió entonces demandarlos a todos y cobrar lo que merecía. Perdió.



Desde entonces y con una X del tamaño del Madison Square Garden grabada en la espalda, ha reptado de papel en papel, con mucho vídeo y mucha tele, con saltos esporádicos al teatro (el hombre es un actorazo, de eso no hay duda) y solo se le ha podido ver en la gran pantalla en cosas como Los fantasmas de Goya donde Milos Forman le dio otra oportunidad de remontar al concederle el papel del rey Carlos IV.



Sin embargo parece que en 2010 Quaid decidió que era el momento de descarrilar definitivamente, así, a lo grande. Hace unos meses, el actor y su esposa, Evi, ocuparon una casa que había sido suya en el pasado y la destrozaron de arriba abajo. La autoridad les cazó in fraganti y una juez de Santa Bárbara les condenó a pagar los destrozos.



La pareja optó entonces por huir del país y refugiarse en Canadá, seguramente pensando que nadie les buscaría allí. Sin embargo, y en una inspección rutinaria, la policía local les aprehendió a ambos y descubrieron (con una simple comprobación de identidades) que los dos tenían ordenes de busca y captura en Estados Unidos por un importe total de medio millón de dólares. Fueron llevados ante el juez y allí decidieron pedir refugio en Canadá, ya que sus vidas estaban "en grave peligro".



El juez ordenó su traslado y fueron llevados al comité que se ocupa de evaluar estos casos. Una vez allí, el matrimonio soltó a los demonios: "ocho amigos nuestros han sido asesinados bajo extrañas circunstancias en los últimos años. Nosotros podíamos ser los próximos. Creo que mi marido está en peligro", declaró la señora Quaid. Al parecer, los responsables de estas muertes ("asesinatos" según la extraña pareja) fueron cometidos por un escuadrón formado por asesinos a sueldo detrás de los que se encontrarían oscuras fuerzas hollywoodienses.
 Ellos se habrían cargado -entre otros- a Heath Ledger o David Carradine y tendrían en su punto de mira al propio Quaid, razón por la que esté habría decidido en última instancia emigrar a Canadá.
Lamentablemente, marido y mujer fueron incapaces de explicar más detalles (igual es que no les dieron suficiente tiempo o que los funcionarios creyeron que la primera parte de la teoría ya les daba una idea del conjunto y prefirieron ahorrarse el resto) y el comité se lo está pensando.



La opinión general es que los dos acabarán delante de un juez en Estados Unidos, donde les tocará pagar por sus pecados. Con un poco de suerte, y mucha terapia, quizás hasta volvamos a oír hablar de Randy Quaid... siempre que el escuadrón de la muerte no le elimine antes. Cosas más extrañas se han visto en las entrañas de Hollywood.

Una librería para Freetown

La única librería en Sierra Leona se llama Diáspora y la administra un viejo conocido de la novelista y reportera de la BBC Aminatta Forna (Glasgow, 1964). Un proyecto notable en un país con índices de analfabetismo que giran en torno al 85%. La escritora anglo africana se encuentra en Madrid para hablar sobre La memoria del amor (Alfaguara): 567 páginas de ficción donde el eco de una guerra civil se campea sobre dos historias de amor. "Mis libros se consiguen en Freetown en una tienda nueva (Diáspora). Pero existe el problema de que un texto como este -muestra la tapa de su nueva novela, ilustrada con el rostro de una hermosa mulata que bien podría ser el de la autora- cuesta 30 euros, que es el equivalente al sueldo de un maestro".




Más que un relato sobre los horrores de la guerra civil acaecida en el país africano en 1991, el libro bucea en la forma como las personas se sobreponen a las cicatrices que deja un conflicto. Y lo hace desde un minucioso estudio psicológico. "Las dos historias que se cuentan en el libro suceden antes y después de la guerra. Quise hablar sobre las consecuencias que tiene tomar ciertas decisiones. Sobre los impulsos y los deseos, sobre el amor, y cómo todo esto afecta las vidas de unos personajes masculinos".



¿Cómo fue el proceso creativo de darle voz a tres hombres?: "Más que una cuestión de género", señala la escritora, "se trata de observar ciertos patrones de comportamiento. El género lo que hace es condicionar cómo se expresan. Para El Jardín de las mujeres, mi anterior novela, tuve más dificultades: eran cuatro mujeres de una generación distinta a la mía, que vivían en un contexto rural y que hablaban un idioma distinto al mío". Con los personajes de esta novela, como es el caso del psicólogo Elias Lockheart, se he sentido más identificada: son tres profesionales de clase media que han crecido en un contexto urbano.



Mohamed Forna, padre de la novelista, fue probablemente uno de los hombres más capaces de su generación. Médico nacido en Sierra Leona y formado en Escocia, ministro de Finanzas y político progresista en la Sierra Leona de finales de los 60, fue ejecutado en 1975 por el Gobierno del tirano Siaka Stevens. Se le acusó de traición. En el libro The devil that danced on the water (El diablo que bailó sobre el agua) la escritora desgranó las irregularidades del turbulento juicio contra su padre. Aminatta Forna asegura, sin embargo, que no escribe para sanar viejas rencillas. "Te podría suceder lo contrario. Este tipo de búsquedas requieren acercarte mucho y examinar algunos puntos sensibles para la memoria".



¿Qué papel ha querido dar a Sierra Leona en su obra? "Muy importante. Creo que la literatura trata de coger un asunto o un lugar puntual y volverlo universal. En este libro, por ejemplo, el lector comienza a explorar un mundo que no es familiar para los europeos, ni para ninguna persona en Sierra Leona que no este entre las clases privilegiadas o en los círculos académicos. Estoy convencida de que a través de la literatura se puede acercar al lector a un primer encuentro con situaciones que suceden en otros mundos y hasta ahora le son desconocidos".



Forna vive desde hace años en Londres pero reconoce que cada vez que puede se escapa a Sierra Leona, donde la luz alumbra clara y lozana, a diferencia del grisáceo y plomizo cielo de Londres: "Resulta curioso que sea a África la que se conozca como el continente oscuro (dark en inglés)", concluye en tono de broma.