PARÍS.- El león todo poderoso, su melena dorada resplandeciente en el sol del atardecer, era tan enorme e imperioso que presagiaba la grandeza del desfile de otoño 2010 de Chanel.
"Bajo el signo del león", anunciaba el programa, haciendo referencia al signo de zodiaco de Coco Chanel. El concepto de Karl Lagerfeld para el desfile de julio incluía la gran estatua del león que infundó la cúpula del Grand Palais con el espíritu de la legendaria casa de 'couture'.
La colección en sí era rica en imaginación y decorado, y provocativa por las nuevas proporciones. Pero había en ella una actitud contemplativa, nada que ver con la exhuberancia de la estatua monstruosa.
Las modelos salían de una perla gigantesca bajo la pata del león, y la ropa parecía casi folclórica: chaquetas cortitas tipo bolero, combinadas con faldas hasta la rodilla o pantorrilla, y botines cortos y arrugados.
El efecto era invernal, ponible y denso: las paletas de burdeos y azul imperial, y los espectaculares brazaletes dorados.
"Se trata de opulencia", dice Lagerfeld, refiriéndose a los colores 'fauvistas' y las decorativas flores de porcelana.
"Pero esto es lujo para la vida", explicó el diseñador. "No es crear por crear".
Si la ropa no brilló más, quizás fue por culpa de la inmensa estatua de 12 metros. Treinta escultores se pasaron tres meses creándola, cubriendo una estructura de metal con una envoltura de aluminio.
El espacio cavernoso, que sirvió de sala 'chill-out' para los clientes y las celebridades (entre ellas las estrellas de 'Gossip Girl' que estaba rodando en París), no animó al público a apreciar los detalles de la colección.
Lagerfeld retó los largos actuales –corto de día y largo de noche— al enfatizar el largo midi, sobre todo para la noche. El resultado fue muy setentero, pero sin el deje 'hippie'.
En la ropa de día dominaban las líneas: chaquetas de 'tweed' cortas con botones como vías de tren de arriba abajo. Cuando los bajos pasaban de la rodilla tenían vuelo o un acabado de piel.
Para la noche, un enrejado de bordados dorados, y un bolero decorado con flores de porcelana, se perdían al salir de detrás de las patas del león, y las puntadas se confundían con las puntiagudas agujas de pino.
Pero el diseñador dejó clara su interpretación de los looks de noche: cortos y ágiles. Los vestidos largos desaparecieron como si la cola del león los hubiera sacudido.
En la última década, Lagerfeld ha llevado la alta costura —y a Coco también— en direcciones múltiples.
Quizás la colección más memorable fue también la más íntima: la colección blanca contrapuesta a recortes de papel para la temporada de alta costura del verano del 2009. Pero la actriz (y diseñadora Mila Jovovich) apreció esta última colección de Lagerfeld, diciendo: "No es paranada exagerada, la ropa es maravillosa?"
Los aplausos más fuertes fueron para la musa masculina de Lagerfeld, el modelo Baptiste Giabicono, que entró al final con una melena de león que recordaba más a Tina Turner que al rey de la jungla.
El desfile ocupó la mayor parte del calendario de couture de esta temporada, y el diseñador se merece muchas felicidades por hacer de "picador" y empujar la moda hacia nuevos horizontes.
El tamaño sí importa. La tendencia XXL va más allá de los envases gigantescos de la cadenas de comida rápida. Nueva York es la ciudad donde todo se magnifica y las 'celebrities' que allí viven se empapan de una nueva moda que, aunque no siempre favorece, nadie negará que capta la atención de cualquiera. (Fotos: Gtresonline).
Era uno de los grandes actores de reparto en el cine y teatro de las últimas siete décadas
Manuel Alexandre iba a cumplir el próximo 11 de noviembre 93 años. El actor ha fallecido hoy a las 7.30 en el Hospital San Camilo, donde estaba ingresado en la planta séptima desde hacía semanas a causa de un deterioro generalizado en su estado de salud. Está previsto que su capilla ardiente se instale mañana de 10.00 a 17.00 en el Teatro Español de la madrileña plaza de Santa Ana, uno de los teatros en los que debutó como actor en los años cuarenta del pasado siglo.
Desde allí, el féretro se trasladará al crematorio del cementerio de la Almudena, donde será incinerado.
Reacciones: "No se puede definir a ese pedazo de ser humano"
Todo el mundo quiere a Manolo
"Me gustan las mujeres y los percebes"
"En esta profesión, el azar es decisivo"
Un actor que es una voz
Nacido en Madrid, abandonó los estudios de Derecho y aparejador, para convertirse en actor, mientras que los estudios de periodismo los tuvo que abandonar al estallar la guerra civil española. Durante su etapa universitaria asistió a clases de declamación en el Real Conservatorio de Madrid, con la famosa Carmen Seco, teniendo como compañeros a Fernando Fernán-Gómez, desde entonces íntimo amigo suyo, y Rafael Alonso, con quienes intervino en funciones del TEU.
Esa fue su gran base para posteriormente ejercer en las últimas siete décadas su oficio, en el que se convirtió en uno de los grandes actores de reparto de la televisión y del cine español, donde trabajó en más de 300 películas, así como en un conocido y popular intérprete de teatro participando en centenares de funciones.
Manuel Alejandre Abarca cambió la letra jota de su apellido por una equis, "a lo mejor por el afrancesamiento", decía ayer su sobrino Paco, quien junto con Nines, su mujer, han estado especialmente pendientes de él estos últimos tiempos de precaria salud, al igual que su colega Alvaro de Luna, con quien mantuvo una larguísima, inquebrantable y profunda amistad sólo rota por la muerte del anciano actor.
"Lo que más me ha gustado a mí de siempre son las mujeres y los percebes", dijo en varias ocasiones este actor que comenzó su carrera profesional en los durísimos años cuarenta. En la gran pantalla debutó en 1947 con Dos cuentos para dos, de Luis Lucia. Posteriormente, interpretó un pequeño papel en Bienvenido, Mister Marshall (1950), de Luis García Berlanga, con el que trabajaría en otras películas suyas, como Calabuch (1956), Plácido (1961) por cuyo trabajo recibe el Premio Nacional , El verdugo (1963) donde era el ejecutado al que prácticamente no se le ve, o El secreto de papá (1959). Asimismo, Alexandre formó parte del reparto de Calle Mayor (1956), de Juan Antonio Bardem. Su carrera cinematográfica prosiguió con títulos como Atraco a las tres (1962), de José María Forqué, e Historias de la televisión (1965), de José Luis Sáenz de Heredia.
Durante las primeras décadas de la democracia fue uno de los rostros habituales en el cine más comercial, pero a partir de finales de los años ochenta colaboró asiduamente y retomó la colaboración con directores tan destacados como José Luis Cuerda, Francisco Regueiro, Berlanga, José Luis García Sánchez o Manolo Gutiérrez Aragón.
De 'Los ladrones van a la oficina' a 'Siete vidas'
En televisión participó en diversas producciones televisivas, como en Fortunata y Jacinta,Los ladrones van a la oficina, Siete vidas, La petición de mano o La venganza de don Mendo. Su última intervención en este medio fue un portentoso trabajo en el que interpretaba al general golpista Francisco Franco, jefe de estado español durante cuatro décadas, en la mini serie 20-N de Roberto Bodegas.
Entre sus grandes éxitos en los escenarios cabe destacar su interpretación en My Fair Lady (1983), Luces de bohemia (1984) y Madre Coraje y sus hijos (1986). Alexandre recibió numerosos premios a lo largo de su vida, entre ellos el Premio Nacional por su trabajo en Plácido, el Premio de la Crítica Cinematográfica, el de la Unión de Actores, por el conjunto de su carrera, y el Goya honorífico.
Al margen de su actividad como actor Alexandre era muy aficionado a la pintura y a la literatura y participó durante años en la tertulia La juventud creadora del Café Gijón de Madrid, que con los años se convirtió en su tertulia de íntimos amigos donde mientras pudo desplazarse iba a conversar a la caída de la tarde.