Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

7 oct 2010

La tabla de Flandes

Sostiene Arturo Pérez-Reverte que "el ajedrez es la mejor metáfora de la vida".
En consecuencia, el tablero blanquinegro de 64 casillas es un adorno frecuente en varias de sus novelas, y un elemento fundamental en La tabla de Flandes, cuya apasionante trama se construye sobre la endiablada posición de las piezas en una partida que disputan dos de los protagonistas de un cuadro del siglo XV.
Parece que el autor no va muy descaminado en el símil. Además de las decenas de novelas que se apoyan más o menos en el deporte mental, Tolstói, Beckett, Canetti, Pushkin, Dostoievski, Balzac, Goethe y Zweig son solo algunos de los muchos escritores que sucumbieron a la pasión que produce.






Bobby Fischer dijo: "El ajedrez no es como la vida, es la vida"

Siguiendo la acertada idea de un proverbio hindú -"El ajedrez es un mar donde una mosca puede nadar y un elefante, bañarse"-, para disfrutar de La tabla de Flandes ni siquiera es necesario saber cómo se mueve un alfil. De hecho, los aficionados más puristas encontrarán imprecisiones técnicas en el desarrollo de la partida, paralelo al aumento del suspense en la novela.
Pero el autor logra algo sumamente difícil: trenzar casi exactamente los movimientos de las piezas con las diferentes tramas, y con unos personajes principales -una restauradora, un anticuario, un ajedrecista obsesivo, un profesor de universidad, una galerista, un proxeneta, un coleccionista de arte- que comparten el amor por la belleza en sus más variadas formas.



Ese canto a lo bello, que es la música de fondo de la novela, se refiere a los personajes del siglo XX pero, rizando el rizo, los que aparecen en la tabla flamenca también se mueven en planos hábilmente superpuestos: los jugadores de la partida, la dama que los observa, el espejo que refleja a todos y, de nuevo, la conexión entre la situación en el tablero y las pasiones, bajas o altas, de los protagonistas.
Quien conozca las hermosas palabras de Borges sobre el ajedrez, las recordará varias veces durante la lectura: "Dios mueve al jugador, y este, la pieza. ¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza de polvo y tiempo y sueño y agonías?".



Quizá Siegbert Tarrasch, uno de los mejores ajedrecistas de la primera mitad del siglo XX, debería haber añadido la palabra literatura a una de las más hermosas frases que se han escrito sobre el noble juego: "El ajedrez, como el amor o la música, hace felices a quienes lo practican". El lector será probablemente algo más feliz mientras disfruta de La tabla de Flandes, y algo más culto cuando la termine. Y tal vez entienda mejor al paranoico campeón Bobby Fischer cuando dijo: "El ajedrez no es como la vida, es la vida".

6 oct 2010

No Maldigo los Dias....

Ya no maldigo los días, los días aborrecibles; dejo que caigan como un pestañeo muy lento. Las cosas son así, la configuración del cielo, un olor, unas voces, la inclinación de la luz, te mueven de una u otra manera. Y el corazón siente distinto, distinto y desconocido percibes tu paso por la vida inmediata.


Feliz que estaba uno por la Alameda de Hércules, en la Sevilla de una historia que una vez fue mía, reparando en los olmos frondosos de los laterales. Feliz en las tabernas con mostrador de madera. Feliz con el azul más intenso que hacía tiempo no divisaba en el cielo.

No pasa nada. O pasa lo de siempre, que pasado mañana no será nada. Me he sentado en la terraza del * al mediodía, y a poco se me removió el estómago con lo que oía sin querer, con lo que miraba sin querer ver. Que esta es una época ordinaria y sin cabeza, lo sé. Pero cuando vuelves a reparar en la prepotencia del chulo con reloj gigante y cráneo rasurado, en la mercadería carnal de las señoritas con prendas de diseño y marcando pliegues. Es así. Lo sofisticado es la vulgaridad de mucho precio y peor gusto.

Es así. Nada maldigo. Soy así de franqueable por el entorno de una mañana. Así me quedo para el resto del día, varado y vacío, y tampoco pasa nada.

Publicado por José Carlos Cataño

Adiós, Hermès; 'au revoir', París

Jean Paul Gaultier se despide de la firma con una sobria y emotiva colección
Llámenlo divorcio a la francesa. La Semana de la Moda de París se cerró este miércoles con un episodio de tanto potencial dramático como pacífica resolución. El desfile final de Jean Paul Gaultier para Hermès era el momento álgido de la última jornada de presentaciones internacionales para primavera / verano de 2011. Uno de los más queridos diseñadores galos y la casa de marroquinería más lujosa del mundo se decían adiós tras siete años de relación . Le sustituirá el mucho menos conocido Christophe Lemaire, que hasta ahora trabajaba para Lacoste. Gaultier se concentrará en sus propias líneas.




Jean-Paul Gaultier abandona Hermès

Chanel devuelve la magia a París





La primera sin McQuenn. La firma Alexander McQuenn ha presentado en París su colección para la primavera verano 2011. Se trata de la primera colección que presentan tras la muerte del diseñador Alexander McQueen. Los tonos dorados han estado presente en muchas de las creaciones.- GETTY










En una temporada fecunda en guiños a la belleza de lo animal, ninguno puede compararse al de Jean Paul Gaultier, de 58 años. Literalmente, subió las fieras a la pasarela. Ocho jinetes y sus caballos acompañaron a las modelos bajo arañas de cristal. Fue la única concesión al espectáculo.
Se echó en falta emoción en la revisión del espíritu gaucho y las amazonas andaluzas, pero en esta casa se valora ante todo la discreción.
Nada en la pulida superficie de los corsés de piel o en la suave cadencia de los flecos hubiera permitido a alguien ajeno a la cuestión adivinar que asistía al fin de un idilio. El divorcio civilizado -sea real o solo aparente- siempre fue para algunos una muestra definitiva de elegancia.



Todavía hay uniones que solo la muerte separa. Vaya papelón el de Sarah Burton. El martes por la noche presentó la primera colección de Alexander McQueen sin McQueen .
El diseñador británico se suicidó en febrero y la que fue su ayudante durante 15 años está encargada de continuar con la marca. Tan dramática historia estaba implícita en la forma en que Burton se encogió de hombros al salir a saludar tras el desfile. Y en el entusiasta aplauso que recibió.



Burton firmó probablemente la única colección que era sensible y posible hacer. Un homenaje a su mentor. No hizo mucho más que repasar los principales términos del vocabulario de otro, es cierto. Pero les aportó un matiz distinto. Una sensibilidad más femenina y liviana. Un año atrás, McQueen presentó su último trabajo en vida, una fantasía ultratecnológica. Pero en los meses siguientes, mostró su interés por una estética más humana. En cierta forma, Burton completó su camino. Explícitamente rechazó "un entorno tecnológicamente avanzado" y apeló al poder de la naturaleza. Si el paisaje hace 12 meses eran las profundidades marinas de un planeta de ciencia-ficción, esta vez fue una pasarela de hierba y maderas. Donde antes había estampados alucinados y tejidos marcianos, ahora aparecían rafia, pelo, encaje y satén.



Es obvio que falta alma en los clones de criaturas que nacen de otras entrañas. Nunca quedó claro que los replicantes pudieran tener sentimientos. Pero, ¿era esta primera colección el momento y el lugar para exigirle a Burton que gestara las suyas? El respeto, la humildad, la excelencia en la factura y el profundo conocimiento de la esencia de McQueen que demostró son esperanzadores.



Por otra parte, las réplicas de Burton están bastante más justificadas que los préstamos del imaginario de otros diseñadores que tan acostumbrados estamos a ver. Una idea que era difícil sacarse de la cabeza en el desfile de Marc Jacobs para Louis Vuitton. Los colores remitían a Yves Saint Laurent y Sonia Rykiel en los años setenta, mientras que las formas orientales de los vestidos y los trajes-pijama homenajeaban a los inicios de Kenzo, que el día anterior celebró su 40º aniversario en la moda.
Se vieron flecos y cortes de los veinte y, cómo no, abundantes manchas de animales. Buena suerte para aquellos que no quieran vestirse de zoológico el próximo verano. Los motivos animales se apropian de la superficie humana de tal forma que Kirsten McMenamy cerró la colección con un pantalón y el torso dibujado de cebra en lugar de camisa. Aquí el lado salvaje, si no se tiene, se pinta.

Joan Manuel Serrat - Llegar a viejo